El alma de las bibliotecas y Centros de documentación es el bibliotecario/a. El ha sido y es, el nexo entre el saber aquilatado, conservado y organizado en las nobles arquitecturas y la comunidad. Tiene responsabilidades, objetivos y obligaciones…pero esa alma corpórea es merecedora de los derechos que como Trabajador de la Información le corresponden; Este es nuestro desafió profesional: Construír a partir de nuestra propia identidad una organización genuina para los Bibliotecarios
martes, 7 de octubre de 2014
Los LIBROS, claves en el ÉXITO educativo de Finlandia
sábado, 8 de junio de 2013
El Estado Argentino invierte 200 mil pesos por año en cada graduado universitario
martes, 12 de marzo de 2013
Off Tópic: Los cinco países enemigos de Internet
La organización Reporteros Sin Fronteras denunció este martes a las empresas y naciones que espían a los internautas en el mundo. El régimen sirio es uno de los más implicados. La organización de defensa de la libertad de prensa Reporteros Sin Fronteras (RSF) denunció este martes el caso de cinco empresas cuya tecnología es, o ha sido, utilizada para espiar a internautas en el mundo.
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martes, 3 de agosto de 2010
Corruptela, prostitución varia y la moral, por moneditas [Crónicas Argentinas]
Bilardo reaccionó luego de haber sido acusado de traidor y dijo cosas como: "Yo nunca puse o saqué a un jugador porque un empresario me diera plata". Y voceros cercanos a los bandos en pugna hablaron de partidos menos importantes que benéficos para bolsillos específicos.
Ambos prometieron seguirla en ruedas de prensa o por TV. ¿Para discutir estilos futbolísticos? En medio de su angustiada desolación, al parecer Maradona negocia su cachet para elegir a qué programa ir a revelar su pura verdad. Y Grondona, alma pater del negocio "Fútbol para Todos" con fondos de todos bajo la gran mano de Dios al frente de la Selección, pidió silencio para que no se equivoquen más.
Un claro llamado a la tradicional "omertá" -¿remember Banelco?- . No vaya a ser que aparezca de una buena vez lo que parece asomar: plata no muy limpia –y mucha– bajo el emotivo manto del calor popular.
También hace unos días y en otro plano, el de alta política, el jefe piquetero kirchnerista Luis D' Elía se dijo de todo menos lindo con el empresario de medios kirchneristas Sergio Szpolski. Todo fue público en la red Twitter aunque acaso quizá no apto para todo público.
Szpolski le reprochó al piquetero haber realizado un acto bajo la bandera de Irán, país sospechado de haber organizado el peor atentado de la historia argentina, el de la AMIA, que provocó 85 muertes.
Más que los argumentos, del todo invisibles, resaltaron las crudas acusaciones: "¿Cuántos millones le sale a Kirchner tu militancia kirchnerista?", disparó D'Elía. "El ladrón ve a todos de su condición. La soledad te hace mal. Pero no te preocupes que todo se resuelve con un cheque de Irán", replicó el empresario.
Al día siguiente D'Elía anunció que le iniciará un juicio "civil y penal" y que donará la indemnización.
"Si donás, doná todo, incluyendo lo que te llega de Irán", le sugirió el empresario.
Como se nota, aquí tampoco se discuten ideas ni ideologías sino que todo se reduce a una cuestión financiera, con presunto dinero sucio, dentro de una pasmosa interna que chapotea en sangre.
Los programas de chismes que se propagan por la tele evidencian, como gran parte de la TV, una fuerte carga sexual. Sólo que han ido variando, a lo largo de los años, de los romances y engaños amorosos a la pura y cruda prostitución. En su mayoría, se suele asistir a cruces entre señoritas varias que se acusan mutuamente de ser gatos. La denominación, antes, correspondía a las meretrices de lujo. En los últimos años se ha ido democratizando.
El popularizado término "botinera" refiere a chicas que se relacionan con futbolistas millonarios no porque les interese el deporte o porque se enamoren sino seducidas por el bulto de sus cuentas bancarias. Es decir, prostitución sin maquillaje y de puntín.
Estos son algunos ejemplos de la progresiva naturalización de la corruptela entre nosotros.
Que en las distintas administraciones –nacionales, provinciales, municipales no sorprendan l os retornos, las dádivas, las comisiones, los "diegos", todos eufemismos de la coima, es parte de ese proceso en que lo escandaloso paulatinamente deja de producir escándalo.
Que la mayoría de nuestros gobernantes sean manifiestamente ricos, no asombra a nadie.
Quizá no falte demasiado para que algún chico nos pregunte qué quiere decir la palabra decencia. El doctor René Favaloro se pegó un tiro hace diez años.
Por Marcelo A. Moreno -01/08/10
Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/Corruptela-prostitucion-varia-moral-moneditas_0_308969264.html
miércoles, 16 de junio de 2010
Desocupados o con Empleo precario 6 de cada 10 Trabajadores [Crónicas Argentinas]
domingo, 23 de mayo de 2010
Argentinos: así somos, así nos vemos
Ni buenos ni malos, así somos. Radiografía de los Argentinos.
Chantas y trabajadores, democráticos pero transgresores de la ley, Maradona y Favaloro... La característica compartida hoy por la mayoría de los argentinos es la contradicción. Un reflejo de nosotros mismos, con sus más y con sus menos.
Hay algo que está claro: doscientos años de historia no nos han alcanzado hasta hoy para definirnos. Salvo que elijamos como definición la que dice que somos esencialmente contradictorios, nos sentimos de todas las maneras posibles. Somos honestos y deshonestos, alegres y tristes, solidarios y egoístas, trabajadores y chantas. En definitiva, argentinos hasta la médula.
Así, al menos, lo refleja la encuesta realizada para Clarín por el estudio Graciela Römer y Asociados, que indagó por el país entre argentinos de 18 a 70 años buscando respuestas a una pregunta tan básica como saber quiénes somos, y cómo somos, los argentinos que hoy estamos celebrando los doscientos años de una historia común, tan contradictoria como nosotros mismos, tan rica como nosotros mismos, tan apasionante como nuestra gente.
Este trabajo, pensado como una gran radiografía para ayudarnos a entender más esta historia de ser argentinos, termina por reflejar que en nuestra personalidad hay muchos más rasgos positivos que negativos. Y no se trata de ver el vaso medio lleno, sino que en cuestiones claves (política, democracia, familia y vida cotidiana, por ejemplo) hemos avanzado mucho en estos años como sociedad constituida.
En algunos puntos, como se verá en los gráficos de las páginas siguientes, habrá sorpresas. Y algunos estarán más de acuerdo con unos resultados que con otros. Y otros se preguntarán quiénes pueden haber elegido una opción determinada. Pero todos, de una manera u otra, y siempre bajo aquel gran paraguas de la contradicción permanente, conforman, conformamos, esta entelequia llamada "argentinos".
Para esto, basta un ejemplo al pasar. A la hora de preguntarle a los encuestados por la personalidad pública que más nos representa, los dos más votados fueron Diego Armando Maradona y René Favaloro. ¿Acaso puede haber algo más contradictorio que estas dos personalidades, tanto en lo que hicieron como en lo que representaron? Sin embargo, los dos juntos sí conforman eso que sin lograr definir se ha dado en denominar la argentinidad. Jorge Luis Borges, Lionel Messi, Marcelo Tinelli, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Perón y Gardel siguen, en orden decreciente, en la lista, en un ranking que, de nuevo, nos vuelve a poner frente al espejo de qué y quiénes somos.
Buceo por la psiquis
Pero si elegir la personalidad más representativa resulta en un ejercicio digno de bucear en nuestra psiquis más profunda, definir el cómo somos es una tarea aún más ardua. Porque, según nosotros mismos, somos, y en este orden, chantas, solidarios, agresivos, trabajadores, haraganes, mentirosos, patriotas, honestos, afectivos, agrandados, tradicionalistas, egoístas, inteligentes, obstinados, alegres y maleducados. Y cuando tenemos que elegir entre dos opciones, decimos que somos más transgresores que respetuosos, más improvisados que previsores, más generosos que egoístas, más intolerantes que tolerantes, más alegres que tristes, más emotivos que racionales.
Por supuesto, como en todo sondeo, uno puede coincidir o no con la opinión de la mayoría pero, si de aplicar los resultados de la encuesta se trata, nadie debería hacerse muchos problemas porque, a la hora de definir la sociedad argentina, decimos que somos más democráticos que autoritarios, por ejemplo.
De hecho, en los últimos 15 años la democracia, como luego analiza Graciela Römer, se ha afianzado como el modelo preferido de gobierno: pasó de un 77% de apoyo en 1995 a 90% en 2010. Un dato no menor que refleja, al menos, la confianza en un sistema de gobierno que ni las crisis coyunturales, las cotidianas o las profundas como la de 2001, lograron restarle apoyo popular.
Dos datos políticos más para saber cómo somos y cómo pensamos: somos más estatistas que en los 90, pero menos que hace 10 años. En 1991, el 35% de los consultados creía que había que tener una mayor intervención del Estado, cifra que subió al 62% en 2000 para caer este año al 56%. Y, a la vez, casi el 60% cree que el país debe honrar sus compromisos y pagar la deuda externa.
Pero, además de tratar de saber cómo somos los argentinos, el trabajo también buscó bucear, para tener una radiografía completa, en qué pensamos sobre el futuro del país. Y otra vez hay señales para el optimismo: casi el 60% cree que en 10 años seremos un país en crecimiento e integrado al mundo, mientras que en 2000 apenas el 33% lo creía. Claro que, como parte de esa contradicción permanente a la que hacíamos referencia al comienzo, cuando las opiniones se bajan de las ideas al campo concreto la cuestión cambia, y mucho. Sólo un ejemplo: cuando se preguntó a los consultados sobre si se irían del país, el 70% dijo que se quedaría. Pero cuando se les amplió la pregunta a qué sería mejor para sus hijos, el 60% dijo que para ellos sería mejor quedarse. En limpio: una amplia mayoría cree que el futuro de la Argentina será muy bueno, pero a la hora de pensar en el futuro de sus hijos esa postura, aunque sea más alta que en otros tiempos, ya no parece tan sólida.
Futuro cierto
Pero para que ese futuro no sea tan claro, no todo tiene que ver con el porvenir económico ni con la solidez del país. De hecho, la inseguridad se plantea como el principal problema a resolver: casi 7 de cada 10 argentinos señala a la inseguridad como el principal problema del país, lo que se condice con que 4 de cada 10 dice haber sufrido un hecho de delincuencia en los últimos seis meses. Lejos de ser una "sensación", la inseguridad aparece así como un tema central para los argentinos del Bicentenario. En segundo lugar de los principales problemas del país vuelve a aparecer el desempleo, mencionado por el 46 por ciento de los encuestados.
Sin embargo, más allá de los temores, hay algo que sí nos define a los argentinos: el amor por la familia. ¿Qué es lo más importante de la vida? Tener a la familia cerca. ¿Qué lo apasiona más en la vida? Estar con la familia. Sin diferencias de estratos sociales o grupos etarios, la familia se confirma así como una institución, formal o informal, que sigue siendo el centro afectivo para los argentinos.
La encuesta deja mucha más tela para cortar. Sólo algunos enunciados: somos más machistas que nunca, Boca no es la mitad más uno pero sí la mayoría, el inicio sexual está entre los 16 y los 19 años, los hombres son mucho más infieles que las mujeres, el aborto debería ser permitido en ciertos casos, somos creyentes pero no tanto como para ir a oficios religiosos, estamos satisfechos con nuestra vida afectiva, endiosamos al lavarropas por encima de cualquier electrodoméstico, preferimos la casa al auto si nos ganamos la lotería, no nos importa la marca a la hora de comprar ropa y no somos muy adictos a la lectura (el 80% leyó menos de dos libros en un año).
Datos más, datos menos, así somos. Ni buenos ni malos, ni santos ni demonios. Esto somos, así nos sentimos, así nos vemos, duros con nosotros, autocríticos al extremo pero a la vez esperanzados en un futuro más benigno, en un país más estable, en una familia que nos rodee, en un país mejor. Esto somos, ésta es nuestra radiografía, nuestro hoy. Esto somos, ni más ni menos, los argentinos del Bicentenario.
Fuente:
http://www.clarin.com/diario/2010/05/23/sociedad/s-02198805.htm
sábado, 15 de mayo de 2010
La clase media quiere su 17 de octubre [Sociología Política]
"El trauma peronista reapareció varias veces en la historia y todavía hoy la cultura argentina sigue surcada por las tensiones que él provoca", afirma con ironía el autor. Del 45 a Kirchner, una lectura polémica de la relación entre la clase media y el justicialismo La irrupción del "hecho maldito" del peronismo significó un trauma para buena parte de los argentinos, acostumbrados a imaginarse parte de una nación blanca, "decente" y europea. Pocos hechos lo grafican mejor que la manifestación del 17 de octubre de 1945, vivida por muchos como una verdadera invasión. Un grupo humano hasta entonces inadvertido plantó su presencia en el corazón de la ciudadela liberal. Sus patas refrescándose en la fuente le dieron la desmentida a aquella imagen hegemónica de la nación, que nunca pudo terminar de aceptar que las clases plebeyas pudieran ocupar un lugar central y visible en la alta política. La identidad de clase media nació en esos años: fue el modo en que mucha gente pudo diferenciarse de esos "negros" que ahora se pretendían protagonistas de la historia nacional.
El trauma peronista reapareció varias veces en la historia y todavía hoy la cultura argentina sigue surcada por las tensiones que él provoca.
Resuenan ecos de aquel trauma en el fastidio de parte de la opinión pública con el actual gobierno. Sus errores, abusos y malas políticas –que los tiene y muchos– con frecuencia aparecen interpretados en una clave que remite a un pasado que no se cansa de reaparecer, incluso si el presente tiene poco que ver con los tiempos de Perón, mal que les pese tanto al gobierno como a sus enemigos. Acaso el malhumor de parte de la clase media con Kirchner tenga la misma intensidad que las esperanzas que despertó en ella al comienzo de su mandato, cuando prometió dejar atrás el horizonte político del peronismo a fuerza de "transversalidad".
El regreso posterior a las seguridades que ofrecía el viejo justicialismo sin dudas marcó el inicio de un divorcio que, con todo el rencor de una promesa incumplida, hoy parece irreparable. Ya en las elecciones de 2007 se notó el regreso de una retórica que remitía fuertemente a los años 40. Elisa Carrió insistió entonces en presentar un escenario de "civilización" amenazada por la "barbarie" peronista, en el que la "clase media urbana" tenía la misión de "rescatar" a los pobres, según ella incapaces de actuar con racionalidad ciudadana. Algunos partidarios del gobierno se preguntaron en ese momento si volvía a manifestarse un "gorilismo de la clase media".
Poco después, la distancia simbólica entre la "clase media" y la plebe peronista reaparecería de una manera menos paternalista y más agresiva. En las manifestaciones de apoyo a las patronales del campo de marzo de 2008 –como reconocieron incluso los diarios que simpatizaban con ellas – abundaron los insultos racistas contra "los negros" que apoyaban al gobierno. A medida que el conflicto se fue profundizando, las partes en disputa apelaron a todo un repertorio de referencias al pasado. Luis D'Elía, retomó los insultos en sentido positivo y se presentó como líder de los "negros" en lucha contra la "oligarquía" y el país "blanco".
El propio gobierno abundó en evocaciones a la Unión Democrática y también comparó el movimiento opositor con la Revolución Libertadora. Pero el otro bando no se quedó atrás. Como para que quedara claro que sus cortes de ruta no eran iguales a los de los piqueteros, los empresarios rurales eligieron presentarse como "los gringos" (una sutil manera de dejar en claro que no se trataba de acciones como las de "los negros"). El propio vicepresidente (hoy presidente) de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti, opinó por radio que el color de piel servía para distinguir la naturaleza opuesta de ambos tipos de piquetes. El gobierno, por su parte, le advirtió a la clase media que sus "prejuicios culturales" la estaban conduciendo, otra vez, a apoyar a la "oligarquía" y a olvidar que sus verdaderos intereses están del lado del pueblo. En palabras de Chacho Álvarez, volvieron a insistir con "el librito de Jauretche".
Lo más significativo de todo, sin embargo, fue la aparición de una curiosa imagen. Cuando el dirigente agrario Alfredo De Angeli fue brevemente arrestado, la prensa opositora comparó su reencuentro con los manifestantes que lo esperaban con la liberación de Perón en 1945. La imagen de un "17 de octubre de la clase media" fue insistentemente utilizada para describir el significado histórico de las grandes manifestaciones que apoyaron a los empresarios rurales: la aparición de un nuevo sujeto social –una supuesta "clase media rural"– llamado a cambiar el curso de la historia. La alusión al 45 apareció también de un modo inconsciente cuando Mario Llambías, principal líder de las Confederaciones Rurales Argentinas, consideró "un zoológico" a las manifestaciones de apoyo al gobierno, que quedaban así asociadas al "aluvión zoológico" que, según la famosa frase acuñada por un dirigente radical, invadió Plaza de Mayo aquél año.
La curiosa la imagen de un 17 de octubre de la clase media expresa la fantasía de superar el hechizo plebeyo que dio a luz al justicialismo mediante un acto igual, pero de sentido inverso. En otras palabras, el anhelo de que irrumpa un sector social que refuerce a la clase media, acabando así por fin con la anomalía peronista y restaurando de ese modo la jerarquía social indebidamente alterada en 1945. La reaparición de todos estos fantasmas del pasado sin dudas tiene mucho de farsesco.
Puede que, como pensaba Marx, la repetición de la historia primero como tragedia y luego como farsa sea signo de que una época histórica está quedando finalmente atrás. Pero no hay dudas de que indica, también, que las oposiciones de clase que en el pasado se expresaron en la dicotomía peronismo/antiperonismo siguen insistiendo por debajo de la trama farsesca de la política actual.
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/05/13/_-02195033.htm
miércoles, 12 de mayo de 2010
El medio pelo en la Sociedad Argentina / Arturo Jauretche
Con su estilo coloquial, que alguno dirá plebeyo, nutrido en las vertientes más profundas del idioma hablado por los argentinos, resultó, sin proponérselo, un escritor clásico, quizá el último clásico argentino creador de una literatura política que se creía extinguida y cuya filiación habría que buscarla en Balestra, Mansilla y Sarmiento.
Así lo ven las últimas generaciones de argentinos para quienes es el maestro; en este entendimiento los más diversos matices del pensamiento político nacional rodearon su persona en un homenaje reciente, cuya trascendencia previsible, lo transformó en un acontecimiento nacional.
Este sello editorial, al presentar hoy El medio pelo en la Sociedad Argentina (Apuntes para una sociología nacional), siente la honda satisfacción de hacerlo con un autor cuya voz ha tenido siempre particular resonancia en todos los medios de la vida nacional. A las formas de la sociología académica, opone Jauretche una visión sociológica nacida de la vasta experiencia personal y de su percepción de un sector social del país que no había sido debidamente estudiado. Su sonrisa es filosa y piadosa a la vez y lo contagioso de su humor vital no es una de sus menores virtudes como escritor
lunes, 29 de marzo de 2010
Una sociedad sin reglas de juego ni calidad de vida [Argentina]
Las sociedades verdaderamente democráticas no son sólo las que poseen elecciones periódicas sino las que no aceptan restricción a las libertades ni grandes desigualdades y por ende son exigentes con quienes las gobiernan. Pero las democracias no necesariamente derivan en sociedades avanzadas sino que pueden transformarse en fuertemente conflictivas y decadentes cuando la complejidad que implica gobernarlas no es entendida o tomada en cuenta por sus dirigentes; este es el caso de la Argentina.
Los procesos políticos experimentados en el siglo XX con el surgimiento del radicalismo primero y del peronismo después introdujeron una valoración de la libertad y de la igualdad sin precedentes en Latinoamérica. En relación con la libertad, los intentos autoritarios a la que una y otra vez la Argentina fue sometida, aun los más sanguinarios, no lograron el disciplinamiento social buscado y acabaron estrellados contra la resistencia de clases medias y sectores populares, a diferencia de lo que sucedió con otras dictaduras latinoamericanas.
Y en relación a la igualdad, el maltrato a los de "abajo" no está exento de costos como sucede en ciertos países asiáticos o aun latinoamericanos donde éstos aceptan resignados su rol subordinado en la sociedad; no sólo las clases medias sino también los sectores populares argentinos miran a los ojos a quienes tienen más poder o dinero y no bajan la cabeza fácilmente frente a ellos aunque se los quiera controlar con prácticas clientelares. Existe por lo tanto una mayor resistencia a la prepotencia de quienes detentan poder.
¿Por qué, entonces, la Argentina no evolucionó para convertirse en una sociedad moderna y avanzada y acabó en una sociedad conflictiva, frustrada y resentida? Entre las varias razones que pueden explicar este fenómeno hay dos que me parecen centrales: la manipulación de las reglas de juego e instituciones que exhibieron las elites argentinas en períodos autoritarios, pero también en aquellos democráticos como los noventa y en los años recientes, y la incapacidad que ellas tuvieron para brindar una adecuada calidad de vida a los ciudadanos.
Veamos: una sociedad democrática y por lo tanto compleja no puede funcionar sin reglas de juego aceptadas y sin instituciones que las hagan valer. Cuando las reglas de juego son manoseadas impúdicamente por quienes deben hacerlas cumplir, generan la noción de que ellas no están para regular la vida en sociedad sino para satisfacer el interés de los poderosos. Por ello, la presencia de elites manipuladoras y transgresoras derivó en acostumbramiento social a sus conductas con la consecuente ilegitimidad tanto de los dirigentes como de las propias reglas de juego y favoreció que los comportamientos transgresores fueran desarrollándose como características de un amplio sector de la población: "¿si ellos lo hacen por qué nosotros no?", pareció ser el razonamiento.
Por otra parte, la ausencia de respuestas gubernamentales a la calidad de vida de los ciudadanos generó frustración y resentimiento; los ciudadanos de una verdadera democracia no viajan como ganado o moran en pocilgas.
Aquí radica entonces un problema central de la Argentina: el rechazo a la opresión y el igualitarismo se han combinado no en forma virtuosa sino de manera patológica, ya que ambas características han deslegitimado instituciones, jerarquías y reglas de juego que son trasgredidas sin remordimiento alguno, no sólo por los de "arriba" sino también por los de "abajo". Nuestra impronta democrática que derribó dictaduras derivó entonces en una suerte de ley de la selva donde muchos se sienten con derecho a hacer lo que le plazca aunque afecten derechos de otros.
Si la gobernabilidad de una sociedad democrática es compleja, más lo es la de una sociedad como la nuestra. Será imposible entonces convertirnos en una sociedad avanzada sin cambiar el rumbo sustancialmente y para ello será necesario, en primerísimo lugar, la exigencia de conducta republicana de quienes gobiernan. El respeto absoluto a las normas por parte de ellos es el ejemplo que la sociedad precisa para modificar su propia conducta transgresora. El castigo al comportamiento no ético o ilegal de los dirigentes debe ser ejemplar para que la sanción de las transgresiones de los ciudadanos tenga perfume a justicia y no a represión.
Pero, además, por ser una sociedad que valora la igualdad, no habrá paz ni seguridad si no se comprende que los de "abajo" no van a tolerar niveles crecientes de desigualdad. Un precio alto habrá que pagar para elevar sustantivamente el nivel de vida de las mayorías. Para ello hay que pensar más en un Estado de Bienestar a la europea que a un clientelismo a la latinoamericana, del que nos hemos convertido en abanderados.
Por último, una sociedad moderna y avanzada no será posible sin un Estado capaz de actuar en la construcción del bienestar, de garantizar la vida y seguridad de las personas y de administrar justicia. Esto implica una burocracia profesional, fuerzas policiales modernas y justicia eficaz. Una agenda de políticas de Estado debería dar prioridad a estos temas.
miércoles, 24 de febrero de 2010
¿De qué país es Ricardo Fort?
El que tuve la indisposición de ver -tumbado por una especie de fascinación masoquista- arrancó con una visita del millonario a chicos internados en un hospital. ¿Qué les llevaba de regalo la estrella mediática? Chocolates de su producción. Por supuesto, los médicos, a cámara, aclararon que gran parte de los nenes, por las patologías que padecen no pueden comer justamente chocolates. El papelón, por cierto, no hizo mella en ni un músculo del musculoso.
Todo el programa -que presume reflejar la vida de Fort- resulta de un amateurismo que recuerda a los videos caseros de casamientos o cumpleaños de quince.
Encima, lo que refleja de su vida es de una intrascendencia inaudita: desde un guardaespaldas hablando de lo bien que le paga su patrón hasta la novia de Fort besándolo con insistencia casi canina pasando por él, siempre él en primerísimo plano, hablando loas de sí mismo.
Sólo por momentos da la impresión de que se filtra cierta verdad en la impaciencia que demuestra este personaje de cómic ante errores ajenos, impaciencia que se acerca a una explosiva intolerancia.
La cumbre del programa fue un viaje en una avioneta privada de pocos asientos, acompañado por su corte. De pronto, varios se taparon la nariz ante un olor que debió ser agresivamente poderoso: el millonario había soltado una flatulencia, acción que festejó copiosamente. Es que en ese perpetuo canto a sí mismo que ofrece como espectáculo, hasta sus producciones intestinales le parecen dignas exhibir.
Muchos relacionan al personaje con resabios o nostalgia del menemismo por la ostentación obscena de muchos ricos de entonces. No se entiende, sin embargo, bien por qué: el mismísimo INDEC difundió por estos días que la brecha entre ricos y pobres en el país se amplió a 28,2, veces, cuando en el mismo período del 2008 era de 23.
Nos guste o no, Fort es un rostro desagradablemente ordinario de la Argentina de hoy.
Por Manuel Moreno
fuente: http://www.clarin.com/diario/2010/02/24/sociedad/s-02146555.htm