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jueves, 13 de septiembre de 2018

El "BIBLIOTECARIO" que trabajaba para Baratta y vivía entre Puerto Madero y un country de Pilar




El "BIBLIOTECARIO" que trabajaba para Baratta y vivía entre Puerto Madero y un country de Pilar
Fue funcionario del Ministerio de Planificación, aunque Marcelo Montero COBRABA SU SUELDO EN LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO. El fiscal Marijuán investiga si está involucrado en la trama de los cuadernos
 Marcelo Montero integra el reducido grupo de dirigentes radicales que se mantuvo fiel al kirchnerismo hasta los últimos días de Cristina Kirchner. Su paso por el Ministerio de Planificación fue efímero, pero le alcanzó para mejorar su nivel de vida: terminó viviendo en un lujoso edificio de Puerto Madero y en un barrio privado de Pilar, donde solía recibir a otros funcionarios del entorno de Julio De Vido. Aunque ostentaba el cargo de "Coordinador de Servicios Públicos", los registros públicos muestran que hace más de dos décadas cobra un sueldo en la Biblioteca del Congreso, uno de los reductos que Mauricio Macri suele utilizar como ejemplo para criticar el dispendio en la administración pública.
Montero se formó en la UCR porteña hasta que se abrazó al kirchnerismo y creó la agrupación "Radicales Para la Victoria". Su militancia lo llevó a ocupar una oficina en el Ministerio de Planificación. Le asignaron la difícil tarea de atender las emergencia de los cortes de luz, en plena crisis energética.
Para eso, Montero creó un call center en el noveno piso del Ministerio de Planificación. Los empleados eran contratados de forma temporal a través de una oscura tercerización con las Universidades de San Martín y de Lomas de Zamora, que cobraban al menos un 10% para realizar los pagos.
En 2015, Montero tuvo mayor exposición tras un gigantesco apagón en la Ciudad de Buenos Aires. El entonces funcionario se paseaba por los medios agitando una denuncia penal contra tres empresas y el gobierno de la Ciudad. Por ese entonces, no tomaba ninguna decisión sin la aprobación de su jefe directo, Roberto Baratta, preso por el escándalo de los cuadernos.
Montero no aparece mencionado de manera directa en los cuadernos, pero el fiscal Guillermo Marijuán inició una investigación preliminar a partir de una denuncia que asegura que el auto de Oscar Centeno pasó por el edificio Terrazas de Puerto Madero, donde residía el funcionario de Planificación.
No era su única vivienda. Infobae pudo comprobar con registros oficiales que Montero también tiene una casa de 220 m2 en el barrio privado "Los Sauces" de Pilar. "En la entrada siempre se veían varios autos de alta gama de otros funcionarios", contó un vecino.
El lugar no es casual. A menos de dos kilómetros, en el barrio "Mapuche", también se construyeron sus casas Baratta y otro funcionario de Planificación, Juan Manuel Vargas, ahora investigado por enriquecimiento ilícito.
En los alrededores de su casa de Pilar, Montero solía encargar pintadas a favor del gobierno de Cristina Kirchner. Pero nunca se presentó como candidato.
En el marco de su investigación preliminar, Marijuán se topó con otro dato llamativo: MONTERO LLEVABA ESA VIDA LUJOSA CON UN SUELDO DE EMPLEADO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO. El dirigente aporta desde 1987 y nunca se habría pedido licencia, según las primeras averiguaciones que hizo el fiscal.
Tras las críticas de Macri, la Biblioteca del Congreso redujo su planta a unos 1.400 empleados, pero sigue acumulando decenas de cargos políticos de todos los partidos. Montero, por ahora, resiste el recorte. En los registros de bases comerciales, sigue apareciendo como empleado.
Con el final del mandato de Cristina Kirchner, el dirigente radical cayó en desgracia como otros funcionarios que respondían a De Vido. Y hasta se retiró de las redes sociales. Su último tuit es del 2 de abril de 2017: "Lectura mata boludez".
Fuente. INFOBAE. 2018092013


domingo, 18 de octubre de 2015

La Biblioteca del Congreso y un curioso récord: tiene más empleados que las principales del mundo





Aumentó 38% su personal en cuatro años.

El Congreso Nacional es una de las instituciones estatales que mayor cantidad de empleados ha incorporado en los últimos años. Uno de los sectores más favorecidos en el reparto de cargos fue su Biblioteca. En 2015 se destinaron más de 726 millones de pesos para cubrir los sueldos de sus 1.558 trabajadores. Su staff supera al de las principales bibliotecas del mundo, a pesar de que su colección es hasta 147 veces más pequeña.

La British Library es la biblioteca más completa del Viejo continente. Sus 625 kilómetros de estanterías contienen la mayor colección de libros, manuscritos, cartografías, microfilms, revistas, diarios, dibujos y grabaciones del mundo. Para ser más exactos, 150 millones de ítems. Entre sus tesoros pueden encontrarse el “Diamond Sutra”, el primer libro que se encontró impreso, que data de la Dinastía Tang (868 AC); la única copia manuscrita del poema épico anglosajón Beowulf, o el manuscrito de “Las aventuras subterráneas de Alicia”, obra de Lewis Carroll que daría origen a “Alicia en el País de las Maravillas”. Diariamente unos 16 mil usuarios consultan la colección que se expande a razón de 3 millones de artículos nuevos por año. El único récord que no puede disputar con Argentina es el de la cifra de trabajadores. En su ultimo reporte anual, informó un plantel de 1490 empleados que trabajan full time en sus dependencias, ya sea por contratación directa o indirecta.


A pesar de que la Biblioteca del Congreso cuenta con 66 empleados más que su par inglesa, su catálogo es mucho menor. La colección bibliográfica es de más de tres millones de títulos, a los que hay que sumar otros 10 mil ítems que corresponden a la colección de diarios y revistas que forman parte de la hemeroteca. Algunos de sus artículos más destacados son el primer ejemplar de la Gazeta de Buenos Aires, de 1810, y el documento de la Declaración de la Ciudad de Buenos Aires como Capital de la República.


Sobre la cantidad total de trabajadores, el jefe de prensa Fabián Stecco aseguró a Clarín que solo la Dirección General de la Biblioteca conoce las cifras, así como las funciones que cumplen. Al cierre de esta nota, el director coordinador general, Alejandro Lorenzo César Santa no respondió al pedido de entrevista. De la Web oficial del organismo surge que algunas de las actividades que se desarrollan en el Congreso, además de la atención al público, son: servicios de asesoramiento legislativo, traducciones de documentos, el Programa Nacional de recuperación de Documentos Históricos, la digitalización de documentos, una editorial, cursos y talleres, y hasta una radio por Internet. Quizás todas estas actividades puedan justificar un aumento de personal del 38% en los últimos cuatro años.
La Biblioteca Británica no es la única de las "grandes" que se las arregla con menos recursos humanos. En la ciudad de San Petersburgo se encuentra la Biblioteca Nacional de Rusia, la más antigua de Europa Oriental. Fundada en 1795 por la emperatriz Catalina la Grande, y diseñada por el arquitecto Yegor Sokolov, el edificio alberga una colección de más de 37 millones de títulos. En sus anaqueles se encuentran joyas como el Evangenio de Ostromiro, el libro más antiguo de Rusia que data del 1056-1057, el Codex de Leningrado, el manuscrito bíblico más antiguo y la biblioteca de Voltaire compuesta de 6814 volúmenes, parte de las cuales son notas manuscritas, que fue adquirida por Catalina II. Según su reporte de 2014, cuenta con un total de 1361 personas para cumplir las funciones de servicios de información, visitas guiadas, conservación e informatización de archivos, e incluso ofrecen servicios de información legal.


A septiembre de este año trabajaban 881 personas en la Biblioteca Nacional de España, otra de las más importantes de Europa, que tiene una colección de libros, manuscritos, incunables y otros documentos gráficos, que totalizan 26 millones de obras. Como la Biblioteca del Congreso, tiene además de los servicios básicos de atención, exposiciones y otras actividades culturales.


La Biblioteca Nacional de China es la tercera más grande del mundo y ostenta estadísticas abrumadoras. En el último año, pasaron más de 3 millones de visitantes por sus 250 mil metros cuadrados. Los sitios de Internet que dependen de la institución alcazaron más de mil millones de clicks. La institución es reconocida por su colección de materiales antiguos y excepcionales, como antiguos grabados en huesos animales y caparazones de tortugas que datan de la disnastía Shang, manuscritos de las dinastías Dunhuang, Zhaocheng y Tripitaka. Su catálogo bibliográfico es uno de los más extensos del mundo y continúa en aumento. En este edificio de Beijing hay 33 millones de ítems, sin contar el material digital. Para mantener semejante colección, digitalizar libros, disertaciones, manuscritos, realizar trabajos de investigación y atender al público, se necesitan 1483 empleados.


Pero quizás no sea necesario ir tan lejos. La Biblioteca Nacional tiene una colección de 55 mil titulos de hemeroteca, mapas, 800 mil piezas bibliográficas, una colección de 300 mil partituras, un archivo de historietas y humor gráfico argentino. Su número de empleados asciende a 201.


Por Marina Dragonetti

lunes, 25 de abril de 2011

Memorias del bibliotecario / por Federico Jeanmaire

Hace un montón de tiempo que no escucho la expresión rata de biblioteca. Y no está mal. La expresión aludía, inequívocamente, a aquella persona que pasaba más horas con los libros que en los bares o frente al televisor o en los alrededores de una pelota de fútbol. Dividía, de modo muy esquemático, a los lectores de aquellos que no leían. Los contraponía. Los presentaba, casi, como enemigos irreconciliables. La expresión sonaba, encima, bastante peyorativa. Por eso, insisto, no está nada mal que ya no se la escuche con tanta frecuencia. Algún optimista pensará que, si dicha expresión no se utiliza más, quizá se deba a que ahora ya no se mira, de reojo, a aquellos que leen. Los más pesimistas, en cambio, afirmarán que si tal expresión ha desaparecido, eso se debe, en primerísimo lugar, a que ya no quedan lectores o, lo que es lo mismo, ya no queda nadie a quién lanzarle semejante insulto en la cara.
Ni tanto, ni tan poco.
Por supuesto, si me he fijado con algún entusiasmo en el uso o desuso de la expresión, eso se debe a que la vida me ha llevado a convertirme, por una cosa o por otra, en una antipática rata de biblioteca.
Todo empezó en Baradero y a los 12 años, más o menos. Un día cualquiera, a esa edad, se me ocurrió hacer un escrutinio exhaustivo de la biblioteca de mi padre. A pesar de los muchísimos libros que la componían, sólo encontré dos que me interesaban. Sólo dos. Uno de Kant y uno de Platón. Muy poco. Nada. Y eso definió, al menos, un par de cuestiones del resto de mi vida: por un lado, dejar para siempre de mirar a mi padre como a un superhéroe y, por el otro lado, comenzar, también en este caso para siempre, mis asiduas visitas a las bibliotecas públicas.
Cosas que pasan: al final, terminé siendo, yo mismo, un oscuro bibliotecario.
Recuerdo que cuando me vine a vivir a Buenos Aires, hace de esto una eternidad, para la época en que todavía se usaba la expresión rata de biblioteca, la gente también repetía que la calle Corrientes nunca dormía. Y era verdad. Repleta de bares y de restoranes siempre abiertos, uno podía comprarse un libro incluso a la madrugada. Era otro país, un país que se relacionaba de modo muy diferente al actual con los libros. De un modo más significativo o más palpable, quiero decir, siempre se andaba con un libro debajo del brazo o se hablaba con los amigos del último que se había leído. Sin embargo, muy a pesar del drama político que se nos cayó encima inmediatamente a continuación y, muy a pesar del escaso lugar que los libros comenzaron a ocupar en la posterior vida democrática argentina, Buenos Aires continúa siendo, todavía hoy, un paraíso repleto de librerías.
Y de bibliotecas.
Sin ir más lejos, yo trabajo en una de ellas desde hace, exactamente, veinticuatro años. En la Biblioteca del Congreso. Y de esos veinticuatro, más de quince los he trabajado en el horario de trasnoche. Un extrañísimo horario que va desde las cero horas hasta las siete de la mañana. Por eso, y no por otra cosa, lo juro, unos renglones atrás me definí a mí mismo como un oscuro bibliotecario.
Tan extraño horario, es cierto, podría ser un resabio de aquella época dorada en que la calle Corrientes no dormía. Pero no. La idea se le ocurrió al diputado Lorenzo Pepe en el año noventa. Y, por supuesto, apenas me enteré, de inmediato pedí el pase a ese horario. Me encantaba la noche y era una gran oportunidad para mí: siempre hay material y queda algún tiempo libre, en cualquier biblioteca, para leer a gusto.
Los años noventa, tan desgraciados en muchos otros sentidos, constituyeron una verdadera gloria para el turno trasnoche de la biblioteca. Aunque el promedio de lectores era de doscientos, había noches en las que llegábamos a los trescientos. O incluso los superábamos. Estudiantes universitarios, a algunos de los cuales acompañamos a lo largo de toda la carrera hasta que por fin se recibieron; grupos de estudio a los que les era más cómodo reunirse allí que en sus departamentos; investigadores de las más diversas cuestiones, casi siempre llegados del interior del país, y un elenco estable de al menos treinta o cuarenta chicas y chicos coreanos. Ese era nuestro público. Además, claro, de un puñado de personas que, no nos olvidemos de que estábamos en los años noventa, empezaron a venir a pasar la noche con nosotros ante la falta de un lugar propio o más abrigado donde pasarla. Encima, a eso de las cuatro de la madrugada, los lectores se
iban acercando, en fila india, y se les entregaba una taza de mate cocido con un pan o con un pedazo de budín. Era la gloria. Daba la sensación de estar viviendo en un país maravilloso, repleto de gente que quería estudiar, conocerse entre sí y pasárselo bien cerca de los libros, de las revistas y de los diarios. Recuerdo que los chicos coreanos nos comentaban que en su país también había bibliotecas que permanecían abiertas durante toda la noche. No sé si eso era verdad o no. Lo cierto es que a ellos les servía y mucho el horario. Vivían en departamentos atestados de gente y no podían estudiar sin molestar a quienes necesitaban dormir. Además, claro, de que la biblioteca se convirtió para ellos en una suerte de simpático lugar de encuentro social. Más de un amor entre coreanos comenzó en esas largas noches.
Evidentemente, las cosas cambiaron en estos últimos años.
Por un lado, la irrupción estelar de Internet en la vida de todos ha posibilitado que mucho material que antes sólo se podía encontrar en las bibliotecas públicas, hoy quede al alcance de cualquier mano o de cualquier pantalla. Un ejemplo muy fácil que lo demuestra es el tema de la jurisprudencia: antes los estudiantes de abogacía, o los abogados mismos, necesitaban acercarse para leer los fallos que les interesaban; ahora, en cambio, lo resuelven con sólo entrar al sitio web del Poder Judicial. Por el otro lado, hace algunos años la biblioteca propiamente dicha se mudó a la ex Caja de Ahorros, sobre la plaza del Congreso. En el viejo edificio de Alsina sólo quedaron las revistas y los diarios, la hemeroteca. Y encima, hace un par de años, cuando se empezó a construir el nuevo edificio sobre la calle Alsina, también hubo que llevar las revistas a la ex Caja de Ahorros. De noche, entonces, ahora sólo permanece abierta al público la
Hemeroteca Diarios. Y los lectores, por supuesto, ya no son tantos.
Una fría noche del invierno pasado, unas semanas antes de la participación de Argentina como país invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt, aparecieron por allí un periodista y un fotógrafo alemanes. Estaban preparando una nota de color sobre la relación entre los libros y los argentinos, se habían enterado por casualidad del horario anómalo de nuestra biblioteca y querían experimentar la anomalía con sus propios ojos.
Eran las dos o las tres de la madrugada, en el salón de lectura habría unas veinticinco o treinta personas. Se quedaron un rato larguísimo. El tiempo necesario para conversar con nosotros y con algunos de los lectores, para recorrer las instalaciones y el depósito, para sacar varias fotografías y para probar con evidente desagrado algún mate que les preparé. Estaban encantados. Felices. No lo podían creer. Y se lamentaban profundamente de que en Alemania no existiera algo similar.
Me quedé pensando, apenas se retiraron los amigos alemanes, si sus lamentos habrían sido sinceros o meramente retóricos. En principio, uno supone que en un país tan desarrollado como Alemania la gente puede comprar cualquier libro o diario o revista que le interese, que además esa gente suele tener un sitio lo suficientemente abrigado donde leer con comodidad lo que antes compró y que, si no hay bibliotecas abiertas durante toda la noche, eso se debe, casi con seguridad, a que han llegado a la conclusión de que no las necesitan. Sin embargo, se me ocurre que hubo algo de sincero en el lamento final de nuestros visitantes. Una biblioteca siempre abierta, hoy por hoy, no deja de ser un hecho simbólico. Un amable llamado de atención porteño lanzado en silencio hacia la humanidad. Porque, desde luego, los libros, las revistas y los diarios están íntimamente ligados al nacimiento y al devenir de la democracia. Y la democracia, hasta donde sabemos
tanto los alemanes como los argentinos, puede desaparecer con demasiada facilidad de la noche a la mañana. Por eso, quizá, la sinceridad de nuestros visitantes: una biblioteca siempre abierta, independientemente de la masividad de su público, es en realidad un refugio, una alegría tranquila, un lugar donde las ratas no pueden hacer ningún daño, sólo pueden leer.

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Memorias_del_biblotecario-por_Federico_Jeanmaire_0_463753639.html

Daniel Díaz / Bibliotecario Argentino
http://www.facebook.com/danieldiaz.ar

jueves, 4 de noviembre de 2010

Hallan en la Biblioteca del Congreso la película más antigua de la lengua española

Un guionista encuentra en la Biblioteca del Congreso estadounidense un film sonoro anterior a "El cantor de jazz"
Una cinta encontrada en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos titulada Conchita Piquer, de 1923, ha resultado ser la película sonora más antigua en lengua española. Está rodado cuatro antes que El cantor de jazz, considerada la primera película sonora de gran distribución, y que revolucionó el cine

La película ha sido encontrada por Agustín Tena, guionista del documental también titulado Conchita Piquer que se emite hoy jueves 4 de noviembre, en La 2 de Televisión Española. A principios de este año, mientras se documentaba para su trabajo, descubrió que en una biografía de la cantante se mencionaba esta cinta, que rodó cuando era sólo una adolescente a las órdenes de Lee De Forest. Éste había inventado un sistema denominado Phonofilm, considerado el primer dispositivo que registraba simultáneamente la imagen y el sonido.
Al parecer, el libro fechaba el rodaje de esta cinta en el año 1927, cuando De Forest vino a España para intentar vender su sistema. Para sorpresa de Agustín Tena, imdb, la conocida base de datos cinematográfica de internet, fecha la cinta en 1923. Al parecer sí que es de este año, según le confirmó un ya anciano coleccionista estadounidense al que pudo localizar, que tuvo en su poder la cinta, hasta que la cedió a la Biblioteca del Congreso. Allí, Tena pudo encontrar sin problemas la copia. La Biblioteca del Congreso cedió los derechos del documental a Tena, y también se elaborará una copia para la Filmoteca Española.
La cinta Conchita Piquer fue exhibida en el cine Rivoli de Nueva York, en 1923. La tonadillera canta y baila acompañada por sus castañuelas un cuplé, una jota aragonesa y un fado luso, por lo que también es la primera película sonora en portugués.






Fuente: http://www.decine21.com/

lunes, 14 de junio de 2010

La Confiteria del Molino, será expropiada y dependerá de la Biblioteca del Congreso

El Diputado Nacional J.C.Gioja presentó un Proyecto para que la Biblioteca del Congreso se haga cargo del edificio de la Confiteria del Molino

El proyecto de ley lleva el nro. de expediente 4010-D-2010 y declara de utilidad pública y sujeto a expropiación al edificio del Molino, el cual pasará a formar parte del patrimonio de la Biblioteca del Congreso, que "será la encargada de llevar adelante el proyecto cultural, que lo transforme en un espacio que promueva la memoria, las artes, el pensamiento y la cultura consustanciados con los valores y prácticas de la democracia y el federalismo".

El inmueble será utilizado como un ámbito de desarrollo y presentación de manifestaciones culturales, educativas, artísticas y ámbito de exposiciones, eventos, conferencias, auditorio, así como también de las actividades de extensión legislativa.
En sus fundamentos se destaca el importante valor histórico, cultural y arquitectónico del edificio que se encuentra en un estado de deterioro, que hacen imprescindible la intervención del Estado para su conservación y restauración.

También menciona a la Biblioteca del Congreso como el ámbito natural de la cultura del Poder Legislativo y destaca la capacidad de su personal para llevar adelante este emprendimiento. Por último propone tomar la idea de legisladores del radicalismo de hacer un Museo de la Democracia en uno de sus amplios salones

Enlace al texto del proyecto:

miércoles, 7 de octubre de 2009

Historias de hispanos a la Biblioteca del Congreso

Cuando los usuarios de la Biblioteca del Congreso escuchen los archivos de audio de la vida cotidiana del pueblo, dentro de cien años, encontrarán relatos y fotografías de hispanos que actualmente graban sus historias a través de la organización "Storycorps".



"Es importante grabar historias de latinos con el vocabulario de este tiempo para tenerlas de referencia", dijo a Efe Gabriel Higuera, coordinador de la organización "Storycorps".



"Y dentro de cien años quienes las escuchen podrán observar cómo habrán cambiado las formas de expresión oral o los temas que actualmente aquejan a la comunidad como la discriminación racial o la situación económica", explicó.



Fundada en 2003 "Storycorps" es una organización financiada con fondos de la Corporación para Difusión Pública (CPB) con el objetivo de recopilar historias orales de estadounidenses comunes para archivarlas en el centro de vida del pueblo en la Biblioteca del Congreso.



Algunas de las historias son editadas y transmitidas a través de la red de estaciones de la Radio Pública Nacional (NPR).



Sacha Evans, portavoz de "Storycorps", dijo a Efe que desde septiembre 2009 a octubre de 2010 la organización tendrá personal dedicado a grabar exclusivamente historias de hispanos en 20 ciudades en Estados Unidos y Puerto Rico, debido a la importancia que tiene el segmento de alrededor de 50 millones de habitantes en el país.



"A esa parte del proyecto le hemos llamado Storycorps Historias y en el primer año vamos a poder grabar 1.000 historias", subrayó Evans.



Anna Walters, supervisora de cabinas de grabaciones móviles, dijo a Efe que la modalidad es que dos personas, ya sean familiares o amigos, se sienten frente a los micrófonos donde se estacionan por un mes las cabinas rodantes, en cualquier ciudad, y asistidos por un técnico comienzan a compartir anécdotas. "Algunos hasta llevan instrumentos musicales y cantan", dijo.



"El lanzamiento del proyecto 'Storycorps Historias de Latinos' inició en septiembre con la grabación de relatos en Nueva York, San Francisco y Puerto Rico", detalló Walters.



"Como un acto simbólico la primera grabación fue en Washington en donde algunos miembros del grupo hispano del Congreso participaron, entre ellos John Salazar (D-Colorado) quien junto a su hermano el Secretario del Interior, Ken Salazar, se entrevistaron para compartir sus historias personales", reveló.



En octubre y noviembre habrá cabinas móviles en Taos y Alamosa, Nuevo México; en Austin y Houston, Texas. Continuarán en otras ciudades como Los Ángeles y finalizará en octubre en Granger, estado de Washington.



Walters detalló que desde el 2003 Storycorps ha grabado a más de 50.000 personas entre los cuales hay latinos que han registrado sus historias en inglés.



"Las historias serán archivadas en su idioma original ya sea inglés, español o portugués, y todos los archivos llevarán una breve descripción en inglés para poderlas encontrar", explicó.



Ray Martínez, de 57 años, es un animador de programas de radio que vive en Colorado y es uno de los hispanos que compartió su historia en inglés en marzo de 2008 en Fort Collins.



"La historia que estará en la Biblioteca del Congreso es sobre mí, que fui criado en un orfelinato del estado, después fui adoptado y cuando crecí me dediqué a buscar a mi madre biológica hasta que la encontré el 2 de noviembre de 2005 y con ella también encontré a 4 hermanas y un hermano que no sabía que tenía", dijo a Efe Martínez.



"A veces creemos que solo hay archivos de las historias personales de los ricos y famosos, pero la diferencia que aprendí que hace Storycorps es que todos los entrevistados somos gente común que simplemente compartimos cómo es que crecimos en Estados Unidos", sostuvo.



"Yo creo que grabar las historias de latinos o de otras culturas ayuda a ilustrar, a relacionar y aprender cómo las personas crecen en diversas culturas. Esto es una gran idea", finalizó.

Fuente:

http://www.pontealdia.com/estados-unidos/historias-de-hispanos-a-la-biblioteca-del-congreso.html