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lunes, 23 de noviembre de 2020

“La biblioteca es un lugar donde sucede lo mejor de la naturaleza humana” Susan Orlean

 


La reconocida escritora estadounidense, autora de “Ladrón de orquídeas” y “Sábado noche,” será la encargada de inaugurar la cuarta edición del Festival Basado en Hechos Reales, que comienza este viernes. En esta entrevista exclusiva con Infobae Cultura, habla de #Labibliotecaenllamas, su trabajo más reciente, a la vez que se interroga por la identidad del pueblo norteamericano

Son cinco horas menos en San Francisco y mientras aquí el día comienza a apagarse, en la casa de #SusanOrlean el sol explota contra los ventanales: son unos ventanales enormes que van de piso a techo y que dan hacia una hermosa vista poblada de árboles. La pantalla del Zoom, la herramienta con la que se hace la entrevista, se vuelve luminosa y verde, solo interrumpida por un cartel que dice “To do” y tiene dos anotaciones. Por más que uno haga el esfuerzo y se muera de curiosidad, no se llegan a leer cuáles son esas dos tareas.

Orlean es una reconocida escritora y periodista que ganó notoriedad con el libro Ladrón de orquídeas y la posterior adaptación cinematográfica dirigida por Spike Jonze —Meryl Streep actúa de ella—, aunque, en rigor, la película no es tanto sobre el libro sino sobre las dificultades del guionista para adaptar el libro. Orlean, que será la encargada de inaugurar este viernes la cuarta edición del Festival Basado en Hechos Reales, ha publicado, además de Ladrón de orquídeas, Sábado noche, Rin tin tin: la vida y la leyenda y el reciente La biblioteca en llamas, entre otros títulos.

Desde hace casi cuarenta años escribe regularmente en The New Yorker. De hecho, hace pocos meses, en medio del pico más grave de la pandemia de coronavirus, publicó allí un artículo sobre un virus mortal, pero que, en lugar de afectar a los murciélagos, se contagiaba entre conejos.

“Me gusta buscar historias que tengan una conexión con el momento actual, pero desde una dirección diferente”, dice ahora en diálogo con Infobae. “Busco el sentido que se esconde detrás de la gran historia dramática obvia. Pero esta vez se dio de casualidad: mi hijastro tiene un conejo de mascota y me contó que el veterinario había cerrado su clínica por un brote de este virus. Eso fue en el peor momento del Covid en Nueva York —él vive allá—; me pareció una ironía extraña. Por supuesto, es algo triste que se mueran los conejos, pero era interesante ver los paralelos entre aquel brote y el Covid. Descubrí que esa enfermedad espeluznante tiene una propagación similar y, así como el Gobierno negaba que el Covid fuera un gran problema, también negaba que hubiera un gran problema para los conejos. Es interesante la resistencia gubernamental a reconocer los problemas”.

—¿De qué forma vida de las plantas y los animales pueden explicar la naturaleza humana?

—Pienso mucho en eso porque escribo mucho sobre animales y los animales son seres extraños. Es fascinante imaginarse cómo sería ser un perro, un caballo o un conejo. Vivimos con estos seres que son como marcianos. Es curioso porque estamos tan acostumbrados a ellos y, sin embargo, tenemos formas muy rudimentarias de comunicarnos con ellos. Como escritora, siempre es agradable ver la naturaleza humana refractada en la lente de otra cosa: ya sea a través de la obsesión por coleccionar orquídeas, la pasión por los libros o la interacción con los animales. La naturaleza humana se revela de una manera más pura que cuando ves a las personas interactuando entre sí.

Siempre es agradable ver la naturaleza humana refractada en la lente de otra cosa: la obsesión por coleccionar orquídeas, la pasión por los libros o la interacción con los animales. Se revela de una manera más pura que cuando ves a las personas interactuando entre sí

—Mi pregunta venía justamente por eso: teniendo en cuenta la variedad de temas con los que trabaja, parecería que el punto en común de sus textos es el abordaje de la naturaleza humana.

—Absolutamente. Si alguien me preguntara sobre qué escribo tendría problemas para acotarlo, pero justamente las historias que me interesan tratan de responder a la pregunta de por qué hacemos lo que hacemos, por qué tomamos las de las decisiones que tomamos.

El Paraíso bajo la especie de una biblioteca

La biblioteca en llamas es un libro que trabaja sobre el incendio que sufrió la Biblioteca Pública de Los Angeles en 1986. La crónica de Orlean es fascinante y pone a la biblioteca como un lugar primordial en la vida de la comunidad. El libro es una larguísima investigación que aborda toda la compleja maquinaria que significa una biblioteca pública y que no termina en el límite de lo intelectual sino que se convierte, por ejemplo, en un espacio que da albergue a mendigos e indigentes. De todas las historias que Orlean cuenta hay dos o tres figuras que se destacan sobre el resto: el antiguo director de la Biblioteca, el chico con autismo que catalogaba mapas con una capacidad asombrosa y el acusado del incendio, un tal Harry Peak que daba diferentes versiones cada vez más retorcidas y absurdas.

Si bien fue una tragedia de gran magnitud y de graves consecuencias —el incendio duró siete horas y se quemaron alrededor de un millón de libros—, el hecho quedó eclipsado por otro que se daba al otro lado del mundo: ese mismo día volaba el cuarto reactor de la central atómica de Chernóbil y el planeta quedaba al borde de la extinción. “El accidente nuclear de Chernóbil”, escribe Orlean en La biblioteca en llamas, “copó las páginas de todos los periódicos del mundo a excepción del Pravda, que trató la cuestión muy sucintamente y que, sin embargo, se las apañó para llevar a cabo una amplia cobertura del incendio en la Biblioteca Central”.

—Antes le preguntaba por cómo sus textos abordaban la naturaleza humana. Pero también hay otro punto de contacto, que es la cuestión de la fragilidad del hombre. Incluso cuando escribe sobre el perro Rin Tin Tin aparece esa sensación.

—Es verdad. Creo que tengo un gran sentimiento de melancolía. La sensación de que las cosas pueden y van a desaparecer. Que la gente se va a morir, que las cosas van a cambiar, que nada es permanente. Esa es la tristeza suprema de la experiencia humana: el movimiento inevitable hacia la pérdida. Me gusta escribir: es atractivo, es divertido, siembra el buen humor. Pero a menudo soy consciente de que la tragedia es parte de estar vivo. Las cosas maravillosas pueden desmoronarse. Lo que amas puede desaparecer. Esa es nuestra forma de vivir. No soy una persona triste, pero soy muy sensible ante la advertencia de la vulnerabilidad. Y del paso del tiempo. Ninguno de nosotros puede hacer nada al respecto. Eso es lo único que nunca vamos a controla, nunca vamos a vencer.

Hay gente preocupada por el futuro del libro debido a la inmediatez de los e-books, pero, para mí, los hace volver a una forma de comunicación directa

—En relación a La biblioteca en llamas, ¿por qué el libro tiene un valor más alto que otros productos culturales como los discos o las películas?

—En principio, los libros han existido durante mucho más tiempo. Además de hablar, es la forma de comunicación más antigua. Son cientos y cientos de años conectados a través de los libros. Y, luego, con respecto a cuestiones como la tecnología, los libros son muy sencillos: yo puedo sentarme aquí, escribir un libro y dártelo. Los discos y las películas no son tan directos. Involucran muchas capas de intervención. Por supuesto que la música y las películas tienen un impacto enorme, pero creo que los libros tienen ese tipo de simplicidad que se siente como un mensaje directo hacia el pensamiento y el conocimiento.

—Pero ahora tenemos el teléfono inteligente y en el mismo dispositivo se pueden leer libros, escuchar canciones y ver películas. ¿Cambia el libro a partir del cambio de la tecnología?

—Sí, y, en cierto modo, que puedas conseguir libros en un segundo los hace sentir muy inmediatos en el buen sentido. >. Si quiero leer tu libro no tengo que ir a una librería y comprarlo y llevarlo a casa y sentarme y leerlo. Puedo comprarlo mientras espero el colectivo. ¿Se echa de menos el libro físico? Sí, pero de lo que trata un libro es de su contenido. Quiero decir: me encanta la sensación de un libro nuevo, pero de lo que realmente se trata es de lo que está adentro. Si puedo conseguirlo mientras espero a que el semáforo se ponga verde, siento que el libro está realmente vivo.

—Hay una frase muy hermosa en La biblioteca en llamas: “Todas las cosas que van mal en el mundo parecen verse derrotadas por la sencilla promesa innombrada de las bibliotecas”. ¿Podría ahondar en esta idea?

—Pasé mucho tiempo en la biblioteca y realmente me afectó la belleza de ese lugar. Las bibliotecas son instituciones increíbles. No hay nadie a quien no le gusten las bibliotecas. Escribir es un acto muy lindo, es la manera de decirle al otro que me importa comunicarme con él. Y la biblioteca pone todos esos libros a disposición de forma gratuita. Es sorprendente. La biblioteca es un lugar lleno de generosidad, donde sucede lo mejor de la naturaleza humana. Hubo momentos en que estaba en la biblioteca y sentía que me iba a poner a llorar. Había gente leyendo o haciendo investigaciones o estaban con sus hijos, y todo esto sucedía pacíficamente, sin intercambio de dinero y los bibliotecarios ayudaban porque les encanta su trabajo. Me hace creer que hay esperanza para la humanidad.

Este querido mundo que se deforma y que se apaga

—Cuando publicó La biblioteca en llamas dijo que una biblioteca representa todo aquello que Trump odia. En estas elecciones Trump obtuvo casi el 50% de los votos: ¿qué dice esto sobre la identidad de los estadounidenses?

—Es una gran pregunta y debo admitir que pasé mucho tiempo pensando en ello. En este momento, las personas que votaron por Trump y quienes se opusieron a él sienten que no tienen ningún terreno común. Es un momento muy polarizante. Y aunque Biden ganó por cinco millones y medio de votos, hay mucha gente —incluyéndome— que se asombró de que no haya sido por 50 millones de votos. La idea de que mucha gente haya aprobado su presidencia… Es muy diferente a cuando se postuló en 2016 y nadie sabía qué haría. Entonces no se lo estaba tratando como político; no se sabía cómo sería. Teníamos la esperanza de que, como hacen muchas personas al acceder a un cargo, cambiara su forma. Pero creo que somos muchos los que pensamos que resultó peor de lo que esperábamos. En esta elección se sabía exactamente quién era y qué valores defendía. Como nación, no podemos permitirnos el lujo de mirar a las personas que votaron por Trump y decir “Vamos a hacer caso omiso de esto”. Es un momento realmente desafiante.

—En 2016, tuve la oportunidad de entrevistar a John Irving, que me dijo que los Estados Unidos nunca fueron unidos.

—Estados Unidos es un experimento poco común en la historia de la humanidad. La democracia con grupos de personas tan diversos como los que hay en Estados Unidos es un experimento inusual. La democracia solo funciona si la gente está dispuesta a sacrificarse y a votar en favor del interés de la comunidad por sobre su propio beneficio. Creo que la cultura estadounidense ha tratado de equilibrar el sentido de individualidad y autodeterminación con el valor de la comunidad. Eso es algo que debe pensar la sociedad. Tomemos el caso de los barbijos, que es uno de los ejemplos más obvios: los que dicen que tiene derecho a no usarlo deben saber que podrían estar infectando a otras personas y, por lo tanto, en este caso, su derecho individual es menos importante que el derecho comunitario.

El comportamiento de Trump da miedo. Espero que haya suficientes personas que le digan que lo que está haciendo es ridículo, que perdió

—¿Es por esta diferenciación entre lo individual y lo público que pueden atravesar una crisis gubernamental sin que necesariamente se traduzca a una crisis económica?

—De hecho, el mercado de valores está subiendo, lo que es fascinante. Creo que eso se da porque tenemos una larga historia de estabilidad. Nunca, desde la guerra civil, hemos tenido una crisis que desestabilice al país. Pero ahora, el comportamiento de Trump da miedo. Espero que haya suficientes personas que le digan que lo que está haciendo es ridículo, que perdió. Y que el 20 de enero se inaugure un nuevo período presidencial con Joe Biden. De lo contrario, sería el evento más catastrófico en la historia de este país. Sería un golpe de Estado. La gente debe comprender que es aterrador que la vanidad de un hombre pueda desestabilizar al país.

—Este año se le entregó el premio Nobel a Louise Glück. Aquí hemos debatido sobre la hipótesis de que fuera un mensaje a Trump: Glück es mujer, recibió la medalla al mérito en manos de Obama, es una figura austera. ¿Sería como un mensaje: “Esta es la clase de estadounidense que queremos”?

—Me gustaría interpretarlo de esa manera, pero no creo que Trump sea lo suficientemente sensible como para interpretar un mensaje tan sutil. Ni en un millón de años sabría quién es Louise Glück. Yo fui jurado en el National Book Awards y en otros premios, y uno no está en el vacío. Definitivamente se toman decisiones sabiendo que tienen otras implicancias más allá de la elección. Hay un significado. Si ese fue el mensaje que envió el Nobel, desafortunadamente, la persona que debería recibirlo no está lo suficientemente en sintonía como para darse cuenta. Lo que dice mucho de él. Por otro lado, durante mucho tiempo Trump ha estado haciendo lobby para recibir él mismo el Premio Nobel. Su vanidad es tan extraordinaria que tiene un ego que está fuera del mundo. Creo que si le dices “Eres la peor persona del mundo”, simplemente diría “Fake news!”.

Por Patricio Zunini


domingo, 11 de diciembre de 2016

Ni en un millón de pendrives


Sabemos que un libro sirve para leer. ¿Pero para qué sirven cientos o miles de libros?

No sé si hay una respuesta. O una constelación de respuestas. Así que no pretendo demostrar nada con los siguientes párrafos. Son más bien como pensar en voz alta. Toda la reflexión se inició el año pasado mientras miraba una pila de cajas de cartón. Una enorme pila de cajas de cartón. En cada una estaba garrapateada con marcador la palabra "LIBROS". En total, había más cajas de esas que de todos los otros rubros sumados.
Me estaba mudando, y mientras observaba la desmesurada acumulación de cajas, mientras vigilaba que las de libros no sufriera ningún maltrato, hice un cálculo rápido que me dejó pasmado. Mis libros, mi biblioteca entera, podía guardarse en un pendrive.
Diré mejor. El texto de todas esas obras podía guardarse en un pendrive. Así que, ¿valía la pena tanto esfuerzo? Es cierto, había allí libros que he leído 10 veces y que volvería a leer otras tantas (Pedro Páramo, La Boca del Caballo, El Quijote, El Proceso), pero había también cientos que sólo leí una vez. Muchos son volúmenes de consulta. Enciclopedias, diccionarios, ensayos, bibliografía sobre árboles o lingüística. En conclusión, mi mudanza fue épica, básicamente, porque hube de trasladar un camión de libros que probablemente nunca vuelva a visitar.
¿Tenía sentido? Me lo pregunté de verdad. Diré mejor: me lo pregunté de verdad, pero con la más adamantina convicción de que nunca voy a separarme de mis libros. Fue esa convicción la que me llevó a reflexionar sobre el destino de los objetos culturales en la era digital.
Lo primero que pensé fue que tenemos claro que el texto de un libro no es el libro. Pero no tenemos claro qué hace al libro ser un libro. El texto digital es información numérica que luego de ser procesada por alguna clase de computadora aparecerá en alguna clase de pantalla bajo la forma de las palabras que originalmente llenaban las páginas de ese libro.
De la relación que establecemos con la página de papel, en cambio, no participa ningún intermediario. No sólo no depende de la electricidad, los sistemas operativos o los formatos de archivo, sino que además el libro es algo en sí. El texto digital es algo en tanto sea interpretado por un software. Un libro, en cambio, es.
Otro asunto que parece menor, pero está lejos de serlo. Al libro lo podemos tocar. Al texto digital, no. Tocarás tu smartphone o tu Kindle, pero no el libro, que en su transmigración ha quedado desencarnado. El resultado más evidente es que todos los volúmenes pesan lo mismo, huelen igual, se sienten idénticos al tacto, poseen la misma edad y profesan una tipografía siempre igual.
Al toque
Bla, bla, bla, me dije, cambiando de piel. Esos son todos prejuicios derivados de tu formación y tu edad. Esas cajas que te proponés trasladar no son sino reliquias. No es una biblioteca, es un museo. Ya nadie usa ese dispositivo pesado e impráctico llamado libro. Ahora leemos, oímos música y miramos películas en el celular. Todo lo demás es fósil.
En serio, ¿para qué conservar mi (también cuantiosa) colección de discos cuando existe Spotify? ¿Cuál es la lógica de atesorar películas cuando tenemos Netflix? Eso estuvo bien durante un tiempo, pero hoy es completamente innecesario. Todo lo que quieras leer, oír y ver está al alcance de un clic, de forma inmediata. Bueno, no es exactamente así todavía, pero vamos camino de eso.
Cambié de asiento de nuevo y me pregunté: ¿y eso está bueno? ¿Está bueno que todos los libros estén disponibles sin límite, a un clic? No lo sé, realmente. En mi biblioteca, la mayoría de los volúmenes tiene una historia, cuyos hilos se entrelazan con mi propia biografía. Llegaron hasta allí luego de transitar quién sabe qué vicisitudes; algunos han cruzado más de un siglo. Si saco de su estante Las Enseñanzas de Don Juan, no puedo dejar de pensar en la fotógrafa que me lo prestó hace casi 40 años, cuando era un periodista principiante. Es uno de los dos libros en mi biblioteca que nunca devolví. Muchos de esos ejemplares están dedicados. Imagino que ese es también otro reflejo pavloviano. Muchas son primeras ediciones, ¿pero qué sentido tiene hablar de primeras ediciones en un mundo en el que las primicias duran un suspiro? Algunos volúmenes estuvieron prohibidos durante la última dictadura; observación cómica, puesto que hoy pueden borrarte libros de tu Kindle de forma remota. ¿O acaso no ocurrió exactamente eso con 1984, de Orwell, siete años atrás?
Estaba seguro de que en esa habitación llena de cajas con libros había alguna clase de revelación, pero seguía sin poder atraparla.
Pensé entonces en que el uso que le damos a los libros induce a un equívoco o a una paradoja. El consenso dice que los libros son para leer. Tengo mis dudas de que sea tan sencillo, pero no resbalaré por el debate acerca de qué es leer.
En cambio, haré una pregunta. OK, un libro es para leer, ¿pero para qué son varios cientos o miles de libros? Entonces se aclaró todo. Me di cuenta de que los bits no nos privaron de la herramienta de lectura. Si acaso, la mejoraron: ahora es más liviana, está conectada y podés adquirir obras a un clic, etcétera. Pero esa mejora arrasó con las bibliotecas. Nos pasamos 30 años obsesionados con la desaparición del libro, mientras las bibliotecas se esfumaban a nuestro alrededor. El libro no nos dejó ver el bosque, literalmente.
Es más o menos obvio que un pendrive no constituye ninguna biblioteca. Ni siquiera podrías construir una con 100 millones de pendrives cargados con todos los libros jamás escritos.
Ese día, de pie entre las las cajas de cartón prolijamente estibadas en el mismo cuarto donde hasta entonces residía mi biblioteca, entendí, por fin, que una habitación llena de libros no constituye una biblioteca. Para que ese milagro ocurra deben estar en sus estantes, tienen que rodearte, tienen que abrazarte. Una biblioteca es un topos, un lugar, y es también un organismo. Tiene una topografía, una anatomía. Un orden, una sintaxis.
Atrapados en esas cajas, mis libros habían dejado de cumplir esa otra función, una que pasamos por alto durante todos estos años, muy a pesar de que era tan obvia. Ahora no sólo no podía ver sus lomos y decidir repasar algún párrafo, alguna estrofa, sino que no podía estar entre mis libros, resguardado por mis libros.
Los libros son como ladrillos de una fortaleza para el espíritu. Empezamos con un puñado y, con los años, construimos una cada vez más grande, y también más nuestra. Me encontraba, pues, en medio de una demolición.
Los lectores no sólo amamos el libro, sino también las bibliotecas. Por eso, pese a su aspecto vetusto y anacrónico, una biblioteca es siempre la infancia del alma. Porque el lector vuelve a sentir ese incontenible entusiasmo infantil al abrir un libro nuevo o al volver visitar páginas conocidas.
Advertí todavía una cosa más. ¿Cuántos lugares en este mundo invitan, por su propia naturaleza, a bajar la voz, a hacer silencio? Pensalo.
Un estante vacío
Cuando tenía 8 años, mi familia logró tener su primera casa lo bastante espaciosa para darle un lugar a todos los libros. El cuarto que funcionaba como estudio de mi padre asumió ese papel, y lo llamábamos así, La Biblioteca.
Luego conocí la del Colegio Nacional de Buenos Aires, imponente, con tantos volúmenes que en mi primera visita quedé estupefacto. A los 12 años era un lector curtido, pero me faltaba mundo. Nunca había imaginado que podían existir tantos libros; comencé así a sentir esa pena que todo lector lleva adentro, la de que no existe posibilidad alguna de leerlo todo. Era grave, porque desde los 10 años me había propuesto escribir libros, y ahora veía que ya había suficientes. Con el paso del tiempo, siendo todavía un adolescente, decidí que sin importar cuántas obras existieran, en algún estante habría espacios vacíos. Ha sido mi principal búsqueda desde entonces.
A la del colegio le siguieron la Nacional, la del Congreso, la del Maestro. Y otras. Tuve un atisbo de la biblioteca de Borges, cuando me reuní a hablar con él en 1982. Y poco a poco construí la mía. Que ahora espera. En cajas de cartón.

jueves, 7 de abril de 2016

Bibliotecas británicas son víctimas de la crisis tras plan de austeridad


Miles de bibliotecas públicas de Gran Bretaña se encuentran en una profunda crisis como consecuencia de ajustes presupuestarios impuestos por el gobierno de David Cameron, como parte de su polémico plan de austeridad. Al menos 8.000 bibliotecarios fueron despedidos en los últimos 6 años, un 25% del total de trabajadores de bibliotecas públicas que funcionan en la región.
De acuerdo a una investigación de la BBC de Londres, durante el período 2010 - 2016 el gobierno conservador cerró 343 bibliotecas públicas y reemplazó a bibliotecarios con experiencia académica por 15.500 voluntarios que trabajan gratis.
El informe, realizado sobre la base de datos obtenidos de 207 bibliotecas estatales a partir de la Ley de Libertad de Información, destacó que el cierre de bibliotecas en Inglaterra es mucho mayor que el admitido por el Gobierno. También destacó que para este año se espera el cierre de otros 111 repositorios. La investigación confirmó que el número de bibliotecarios asalariados en Inglaterra se redujo de 31.977 en 2010 a 24.044 este año, una caída de 7.933 (25%).
En Escocia la reducción de personal fue de 99 bibliotecarios (3%), en Gales de 979 (21%) y en Irlanda del Norte de 203 (22%). Además, medio centenar de librerías públicas pasaron a manos de grupos de caridad, como consecuencia de falta de asignación de presupuesto estatal. En regiones inglesas como Lincolnshire y Surrey, el cierre de bibliotecas públicas que usualmente utilizaban pensionados, personas de bajos recursos, estudiantes y desempleados generó protestas de vecinos y varias demandas en la corte.
La investigación de la BBC reveló que en cuatro localidades del país -Sefton en Merseyside; Brent en el norte de Londres, Stoke-on-Trent y Sunderland- más de la mitad de las bibliotecas públicas cerraron desde 2010, tanto aquellas que funcionaban en edificios, como las llamadas ‘bibliotecas móviles’. El perjuicio directo para los lectores se refleja en la caída del número de libros prestados por bibliotecas en casi todas las regiones de Gran Bretaña, en especial en el norte de Inglaterra y en el barrio londinense de Camden. En la localidad inglesa de Doncaster, que ahora solo cuenta con 5 librerías públicas, se prestaron 629.000 libros en 2014, frente a los 1,2 millones de 2013.
La crisis del sector llevó a un centenar de escritores, poetas y dramaturgos a sumarse a una campaña para salvar a las bibliotecas británicas de los ajustes presupuestarios, que consideran ponen en serio peligro su futuro.
El escritor de libros infantiles Alan Gibbons dijo que el servicio de bibliotecas públicas enfrenta la mayor crisis de su historia. “Los horarios de apertura de las bibliotecas se están reduciendo cada vez más, la cantidad de libros comprados es menor y los voluntarios que trabajan en las bibliotecas no pueden reemplazar a bibliotecarios con amplia experiencia”, afirmó el autor de premiados libros como Shadow of the Minotaur.
El bibliotecario Ian Anstice, a cargo del sitio de noticias Public Libraries News, coincidió en que los recortes para el sector “no tienen precedentes”. De acuerdo a Anstice, el sistema de bibliotecas públicas del Reino Unido “era la envidia del mundo, pero ahora ya no lo es”. Para Elizabeth Elford, de la Sociedad de Bibliotecarios británicos, “(a este paso) será inevitable que en el país haya cada vez menos bibliotecas públicas” y pidió al Gobierno poner fin a su plan de austeridad. Tras las críticas, un portavoz del Ministerio de Cultura británico emitió un comunicado defendiendo las medidas tomadas: “El Gobierno ayuda a las bibliotecas a modernizarse, financiando un sistema de WiFi gratuito en Inglaterra que hasta ahora ha beneficiado a unas 1.000 bibliotecas. La idea es vigorizar el servicio y garantizar que siga siendo relevante para los lectores de hoy día (...) Las bibliotecas son claves para las comunidades y son parte del entramado de nuestra sociedad, así que es vital que sigan innovándose para responder a las demandas cambiantes de la población”.

martes, 5 de abril de 2016

Reunión Nacional de Bibliotecarios….

Desde el 19 al 21 de abril en el predio ferial de la Sociedad Rural, Palermo C.A.B.A, se realizará la 48 Reunión Nacional de Bibliotecarios bajo el lema "Bibliotecarios: integración, identidad regional y abordaje transversal";  en el programa preliminar del evento NO HAY UNA SOLA MENCIÓN A LOS DESPEDIDOS EN LA BIBLIOTECA NACIONAL….

ABGRA es la entidad que debería representar convencionalmente a los bibliotecarios de todo el país, atento a la vigente personería gremial 354/60….empero  NO lo hizo nunca, no obstante ahora apela a una declaración estereotipada, rechazando los despidos,un acto de buena voluntad, impredecible y a la buena de dios…

Decir que resulta inexplicable y paradojal que en un encuentro de colegas de toda la argentina, no se traten cuestiones de índole laboral-profesional es indicial de la realidad organizacional en nuestra actividad…

ABGRA debería solicitar en sede administrativa (MTE ySS) la reincorporación de los colegas bibliotecarios/as cesanteados; seria una señal indubitable de ejercer sus funciones fácticas, de conformidad a lo normado en el estatuto de la asociación.

Fuente: https://web.facebook.com/groups/1432929303624646/


La biblioteca es el lugar del ejercicio público de la razón / Gabriel Naude

CONVOCATORIA a los Bibliotecarios Argentinos...


CONVOCATORIA a los Bibliotecarios Argentinos 

48 Reunión Nacional de Bibliotecarios (Programa preliminar)

sábado, 2 de abril de 2016

BIBLIOTECA NACIONAL: Plural y para todos…??

En un mensaje publicado bajo el titulo: Comunicación - Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional, que publica el "Colectivo de Trabajadores Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno" mencionan el tema puntual de los despidos y  entre otras consideraciones expresan lo siguiente:


…Tenemos la responsabilidad de transmitir la gravedad de los hechos que nos toca vivir y el peligro que corren tanto la valiosa labor y los proyectos que están en ejecución como aquellos planificados para el futuro cercano. Estas iniciativas fueron impulsadas por las autoridades, fundamentalmente en los últimos 10 años, y todos los trabajadores de todas las áreas y sectores hemos sido artífices y protagonistas. De esa manera se consiguió posicionar a la Biblioteca como una institución de excelencia profesional, plural, activa y abierta, dejando atrás la imagen de una biblioteca para pocos….

Sobre este particular quiero  hacer mención a una de las tantas observaciones  efectuadas ante la actividad  política sectaria del Director Saliente Horacio González.
Y esta bien que H.G. haya tomado partido, empero la Biblioteca Nacional, la biblioteca tesoro de los Argentinos no tiene sino una sola bandera, la bandera de  la patria… 

H.G. fue uno de los fundadores del espacio CARTA ABIERTA, mascaron de proa del FPV (no-peronista) para retener in fine  el poder. De hecho él mismo fue uno de los impulsores de la reforma constitucional para posibilitar la reelección de CFK…

El "vamos por todos"  de l expresidenta fue algo mas que una elucubración subconsciente.

Lo cuestionable No era la toma de partido por sus afinidades ideológicas, lo improcedente es que usaran las instalaciones de la BIBLIOTECA NACIONAL  como sede de su política partidaria, como un brazo más del estado-partido.

CARTA ABIERTA era y es un conjunto mayoritariamente de setentistas setentones, nostálgicos sin culpa de su pasado… residuos de los  que el cuasi exánime PERON expulsara de la plaza en 1974, frustrando  sus aspiraciones de tomar por asalto el PJ…

Hoy ya mas prosaicos…eran el sustento del FPV…descalificadores y escrachadores de todas aquellas opiniones  o pareceres distintos al RELATO oficial…

Pregunto: La BN era plural y democrática….si para los que comulgaban el credo del gobierno….




ADJUNTO los links de los Post publicados relacionados con estas  cuestiones


Posted: 31 Aug 2012 02:01 PM PDT


Es de suponer que nosotros como profesionales de la informacion no deberíamos obviar algunas actividades pro-partidarias que se estan desarrollando en nuestra biblioteca nacional y digo nuestra porque la biblioteca nacional no es del  partido de gobierno sino patrimonio de todos y todas los-as argentinos-as.

Horacio González se suma a Carta Abierta y apoya la reforma constitucional

...intelectuales que integra justificara la necesidad de una reforma constitucional, uno de los referentes de Carta Abierta y director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, volvió a justificar hoy que la Carta Magna...ya escritos o vislumbrados". Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1505865-horacio-gonzalez-se-suma-a-carta-abierta-y-apoya-la-reforma-constitucional
Richard D'Bury 06 Sep, 2012

La BIBLIOTECA NACIONAL amerita un desagravio??? (21/05/2015)

La BN es patrimonio de todos los argentinos, hoy presa de estos señores. En ese lugar y bajo el auspicio del grupo paraoficial Carta Abierta, el precandidato de una de las fracciones del FPV a la sazón ministro del interior Florencio Randazzo, haciendo gala de un pésimo...

En la BIBLIOTECA NACIONAL: CARTA ABIERTA presenta nuevo DOCUMENTO

El colectivo de intelectuales de Carta Abierta realiza hoy su habitual asamblea en la que debatirán un documento sobre el momento político previo...ARGENTINOS)...DISPONE SUS INSTALACIONES PARA HACER MAS AGRADABLES LAS TERTULIAS DE LOS PENSADORES DE CARTA ABIERTA ....SOPORTE DEL oficialismo GOBERNANTE Publicado en https://www.facebook.com/groups/457556224358198...
Daniel Diaz 14 Oct, 2013

OffTópic: Intelectuales al servicio del pode r [Opinión]

...desacreditar las investigaciones sobre lavado de dinero K incluyó un pronunciamiento del grupo de intelectuales orgánico " Carta Abierta ", su carta número 13, titulada "Los Justos". La prosa mediocre e intrincada del texto permite adivinar con facilidad que...
Daniel Diaz 26 May, 2013

H. González sigue siendo González y Bergoglio es e l vicario de Cristo

...de mansedumbre intelectual frente al kirchnerismo. Precisamente el sábado último, en la asamblea de la muy dócil agrupación Carta Abierta, de la que es integrante y que tiene como sede natural la Biblioteca Nacional , que él dirige, comenzó a desplegar los

Biblioteca Nacional o BiblioteKa K

...que considero improcedente y es la que el Sr. Director de la Biblioteca Nacional desarrolla en su condición de miembro del grupo carta abierta como soporte intelectual del partido del gobierno: a la sazon trabajan para la reforma constitucional como posibilidad de continuidad...

Biblioteca Nacional: Tesoro de los Argentinos ¿????

...que considero improcedente y es la que el Sr. Director de la Biblioteca Nacional desarrolla en su condición de miembro del grupo carta abierta como soporte intelectual del partido del gobierno: a la sazon trabajan para la reforma constitucional como posibilidad de continuidad...
Daniel Diaz 02 Sep, 2012


sábado, 12 de marzo de 2016

ABGRA: 58 años de incumplimientos...




ABGRA: Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina


"Atento a lo requerido a la Sra. Directora Nacional de Asociaciones Sindicales oportunamente, procedo a informarle que la ASOCIACION DE BIBLIOTECARIOS GRADUADOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA ha obtenido su personería gremial N° 354 por Resolución N° 136 del año 1960. …"



Lic. Solange Andrea Etcheverry Dpto de Estructura Sindical -Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.


Aunque no lo creas, #ABGRA es una organización sindical con personería gremial desde hace casi 58 años...pero aun No debuto como tal...Es decir NUNCA firmo un convenio colectivo de trabajo, y esto quiere decir que NO REPRESENTA convencionalmente a ningún bibliotecario; funciones que supletoriamente ejercen desde Upcn hasta Suteba, pasando por APL o Utedyc y etc. etc  



La pregunta (si cabe alguna) podría ser ; esta cuestión tiene alguna probabilidad a futuro… de que o de quienes depende (n) …???



Dependerá  de cada uno de los colegas....alguna vez no hace mucho escribí que ABGRA forma parte del #Guinnessbibliotecario....es el único sindicato en el mundo que nunca firmo (firmaron) CCT convenio colectivo de trabajo....con ningún empleador y vaya si los hay desde públicos hasta privados...desde la BN hasta la BP....pasando por las que se te ocurra...



Convocatoria a los Bibliotecarios



domingo, 21 de febrero de 2016

Quiero una Biblioteca que sea para todos… / Alberto Manguel






El nuevo director de la Biblioteca Nacional ALBERTO MANGUEL   tuvo un paso fugaz por el país y dialogó con PERFIL –único medio– sobre los desafíos de su futura gestión y las versiones sobre despidos masivos.
Estamos en el lobby del hotel Meliá de la calle Reconquista. Acordamos la entrevista
para las 18.30, pero son 18.45 y Manguel no baja. A las 19 tiene que partir hacia el
aeropuerto: vuelve a Nueva York, a continuar expandiendo el evangelio borgeano.


Mientras esperamos, barajamos la posibilidad de hacerle la entrevista de un modo
casi delirante: en el auto, durante el viaje, como nos había sugerido la encargada de
prensa luego de acusar un “imprevisto” en el horario original de las 15.
Por suerte no es necesario: Manguel aparece en el ascensor diez minutos antes de su
partida (partida que nosotros, por cierto, retrasamos; la charla duró cuarenta y cinco
minutos). Nos echa un vistazo furtivo y se dirige al mostrador. Por un momento, la
barba blanca más ese carácter irascible del que acaba de hablar su chofer (“No se
acerquen; esperen que venga: es un poco cascarrabias”, ha dicho) lo asemejan a ese
Hemingway furibundo de la década del cincuenta.


Cuando empiece a hablar, sin embargo, el que aparecerá será Borges: ahí estará su
cadencia, sus mismas pausas, incluso la misma forma de eludir algunas cuestiones
políticas, es decir alegando ignorancia. Aunque también, por momentos, nos recordará a Hudson: habrá interpolaciones de giros y estructuras del inglés, idioma que, por cierto, ha frecuentado mucho más que la lengua de Castilla.


Después de una sesión de fotos exprés, y mientras se acomoda en el sillón, nos
cuenta que llegó a la Argentina el jueves 11, y que entró a la Biblioteca Nacional por
primera vez en casi treinta años.  


—¿Vino a ver las instalaciones o a ponerse al corriente de la situación real?
Vine a ver el espacio y vine, sobre todo, a conocer a algunas personas. Son mil
empleados en este momento. Entonces quise conocer a los directores, subdirectores,
para saber qué hacían, que querían hacer, qué ideas tenían.


—¿Lo conoce a Horacio González?
—No, no lo conozco, nunca nos encontramos…


—Pero sí estará al tanto de su gestión. ¿Qué opinión le merece?
—Miren, como toda gestión, tiene cosas buenas y cosas malas. Ha hecho una obra
notable, traer gente a la Biblioteca, ha hecho unas ediciones lindísimas... con su
equipo, claro.


—¿Y qué cosas le parece que no fueron buenas?
No, es que no son cosas que no son buenas, sino que cada persona tiene una idea
de lo que debe ser o podría ser la institución. En Alejandría a medida que cambiaban
los bibliotecarios cambiaba lo que tenía que ser la biblioteca. En algún momento un
bibliotecario dice: “No, los lectores no pueden acceder a los libros porque no saben
dónde están”, y crea, Calímaco, el primer catálogo anotado, que es una revolución…


De pronto Manguel ríe, lanza una pequeña carcajada: parece distenderse un poco. La
palabra “revolución”, aplicada a su gestión, le parece excesiva, cómica.
—Yo no voy a hacer ninguna revolución, pero por ejemplo me interesa mucho
completar el catálogo. Es una Biblioteca Nacional que no tiene el catálogo completo:
NO SABEMOS CUÁNTOS LIBROS TENEMOS. Si me preguntan, tengo que decir entre tres y cinco millones.


—Entonces, ¿no hay inventario?
—No. Una de mis prioridades absolutas es apoyar a la subdirectora, Elsa Barber, que
es extraordinaria, y que desde hace años quiere crear ese catálogo de la Biblioteca y
también la puesta en digital de los textos. Es un trabajo muy intenso que va a llevar
cuatro años. Pero ésa es la prioridad absoluta: saber qué contiene la Biblioteca para
saber qué es la Biblioteca
.


—Y la digitalización del acervo cultural, ¿la hará gente de la institución, o ustedes
tienen la idea de darle la potestad a Google, que está trabajando mucho con
bibliotecas nacionales?
—Bueno, esto lo puedo decir categóricamente: se hará en la Biblioteca. Hay gente
muy capacitada, muy entrenada. Y si tuviera que elegir en el mundo entero, que no lo
haría, una empresa exterior a la Biblioteca, después de la última estaría Google.
Porque, vamos a ver, la digitalización de textos no es simplemente copiar un texto, o
escanearlo: hay todo un trabajo editorial que se acompaña
.  
En relación a eventuales despidos, algunas fuentes gremiales nos dijeron, off the
record, que, desde el ministerio de Cultura le habrían pedido rescindir el contrato a un
buen porcentaje de los trabajadores de la Biblioteca, tal como sucedió un mes atrás
en ese ministerio. Algunos hablan, incluso, de casi cuatrocientas personas. Pero Manguel lo niega: “Es una mentira”, dice, mientras su chofer le alcanza un pañuelo para que se seque el sudor de la frente.


Cuando me pidieron que fuese el director de la Biblioteca me tomé diez días, dos
semanas para pensarlo, porque toda mi vida estaba ya armada de otra manera. Voy a
cumplir setenta años; no estoy para bailes nuevos. Pero sería de una arrogancia
extrema decir “no acepto” a la Biblioteca Nacional.
Al mismo tiempo soy muy
consciente del cambio político, de las propuestas, las exigencias de esta nueva
administración. Pero, ante todo, yo no soy un político, en el sentido de actividad
política. Yo pienso que todo ciudadano es un político y que todas las acciones son
políticas, porque pertenecen a la polis. Pero no me han pedido de ninguna manera
convertirme en una especie de decididor de quién sí y quién no. No lo haría. ¿Cómo
podría hacerlo yo, que ni siquiera conozco la Biblioteca, y mucho menos a las mil
personas que hay ahí? Entonces, como lo sabe todo el mundo, hay un plan de… No
sé cómo llamarlo.


—De recorte…
—Sí, los eufemismos son muchos. Pero no sé cómo se va a hacer. Elsa Barber y yo
hemos dicho que nuestra misión es tener la mejor biblioteca posible, y cuando yo
asuma en julio ahí sí puedo ver qué es lo que pasa.
Pero no puedo hacerlo antes,
porque me han propuesto el cargo, se supone que soy el director, pero al mismo
tiempo no asumo el cargo…
 


—Quisiéramos profundizar en algo interesante que acaba de esbozar. Nadie duda de
su trayectoria, su erudición digamos, pero una cosa es eso y otra es estar al frente de
una institución donde va a tener que lidiar con mil empleados y tres gremios…
Soy muy consciente de eso.


—¿Y no le parece un riesgo asumir esa responsabilidad?  
Sí, por supuesto. Mira, que una cosa parezca imposible de hacer no tiene que
impedirnos intentarlo; si no, no haríamos nada. De todas maneras, no hay gestiones
perfectas, como no hay creaciones perfectas: la naturaleza implica la imperfección y el
fracaso. Stevenson decía que nuestro deseo en la vida no es triunfar, sino fracasar
con una sonrisa en los labios. Yo pienso que eso es lo que podemos hacer. Por supuesto, queremos hacer más. Ahora, las circunstancias, nuestra energía, nuestra inteligencia, son todos obstáculos a las mejores intenciones.


—¿Se juntó en estos días con gente de los gremios?
—Sí, obviamente no podía hablar con mil personas en cuatro días. Entonces quise
hablar al menos con las personas que dan la cara en su sección, y por supuesto los
gremios.


—En el Ministerio de Cultura despidieron a mucha gente. Hay mucho temor en la
Biblioteca de que suceda lo mismo...
—A mí me preocupa mucho eso. Ese temor de la gente, no saber si tenés tu empleo
mañana. Pero no puedo hacer nada por eso, primero porque no estoy en una posición
ejecutiva.


—¿El ministro no le dijo que al asumir va a tener que echar a determinada cantidad de
gente?
Absolutamente no. Y no hubiese aceptado porque no soy capaz de eso. Lo que me
dijo el ministro es que quería proponerme la dirección de la Biblioteca Nacional. Punto
final. Yo le pregunté si había exigencias. “Libertad absoluta, podés imaginar la
biblioteca que quieras
”, me dijo. Y después de haber escrito durante treinta o
cuarenta años sobre la lectura, la biblioteca, los libros, finalmente era como… “hablás, hablás, hablás”, y después te dicen: “Bueno, ahora andá a la cocina y prepará un sándwich”.


—Una cocina difícil…

No hay cocinas fáciles. Cualquiera que haya intentado lo que sea en la vida lo sabe.
Entonces yo pienso que estamos acostumbrados a la idea de que merecemos un
lugar protegido. Y no hay lugares protegidos. O sí los hay: la cárcel y el sanatorio. Pero la vida activa no está protegida. Las circunstancias son siempre difíciles, y son las que nos alientan a encontrar ideas mejores.


En concreto, una de las circunstancias difíciles que deberá afrontar cuando asuma es
el destino de la vieja sede de la biblioteca de la calle México, donde actualmente
funcionan varias compañías de música y danza. Horacio González, en los últimos
años, había trabajado en su restauración, con el objetivo de reabrirla como biblioteca.
Sin embargo, el actual Ministro de Cultura, Pablo Avelluto, en una entrevista reciente
—publicada en la sección Cultura de Clarín, el pasado 26 de enero— dijo que se trata
de un “bellísimo edificio hueco”, y que “no sirve como biblioteca”, aunque todo indica
que frente a Manguel parece haber reculado.
—No, ahí le puedo decir que el ministro no piensa eso. Porque estamos hablando de
dar de nuevo al anexo de la calle México la importancia de una biblioteca. No
sabemos todavía cómo se va a armar. Hay dos personas magníficas trabajando allí, que son las que investigaron los libros de Borges, y que son de una calidad como pocas veces yo he encontrado en mi vida: no tengo suficientes palabras de elogios para ellos. Y ellos tienen algunas ideas, y vamos a empezar a hablar en julio cuando yo venga. Pero decididamente es un lugar importante. Además está la sombra de Borges, que es tan emblemática para la Biblioteca.


—Retomando el tema anterior, la cartera donde más gente se despidió es Cultura.
Algunos argumentos son válidos. Por ejemplo en el caso del Centro Cultural Kirchner
se hicieron muchas contrataciones irregulares. La gente de La Cámpora estaba
poniendo mucha gente…
Pero eso es una tradición argentina, que viene desde la época de Rosas.


—Pero, ¿por qué se apuntala, justamente, en Cultura? ¿No cree que hay algo
simbólico en todo esto?
Yo no conozco la política del Gobierno, no te lo puedo decir…


—Pero usted ya es funcionario del Gobierno…  
Voy a ser funcionario, porque el Gobierno tiene la potestad de nombrar al director
de la Biblioteca Nacional. Eso no quiere decir que yo voy a ser político, y eso no quiere decir, sobre todo, que yo adhiera a cualquier idea política que se me presente.


—La gestión de González fue, digamos, bastante dinámica: le otorgó a la Biblioteca
un rol parecido al de un centro cultural, a través de festivales, conciertos, lecturas, etc.
Pero por otro lado también le otorgó espacio a Carta Abierta, con lo cual también
había una impronta kirchnerista. ¿En su caso la idea es, como dijeron desde el
Gobierno, desideologizar la Biblioteca?


—Una biblioteca es muchas cosas. Cualquier biblioteca es la identidad de sus
gestores. Pero una biblioteca nacional es más que eso: es la identidad o la memoria
del país que representa
. Entonces tiene que ser ecléctica, generosa. No tiene que
rechazar nada: si me traen una primera edición de Mein Kampf la biblioteca lo tiene
que tener porque es una biblioteca donde cualquiera tiene que ir a buscar la
información que sea y encontrarla.
AHORA, LO QUE YO NO VOY A HACER ES IMPONER MIS IDEAS ESTÉTICAS, LITERARIAS, POLÍTICAS, MUSICALES. En mi biblioteca personal no tengo la obra de Bret Easton Ellis porque me parece un pornógrafo inmundo. Pero la Biblioteca Nacional tiene que tenerla. ¿Qué quiero decir? No sé si la Biblioteca estaba o no ideologizada, pero en todo caso la Biblioteca que yo imagino es una Biblioteca que sea un poco como decía San Pablo: algo para todos. Y esto lo digo porque uno de los aspectos que más me interesa es formar lectores. La biblioteca está allí, tiene los
libros, uno puede ir a escuchar música, o leer un libro, a buscar un periódico, ver
alguna foto, pero hay que saber cómo acceder a eso.


—¿Está conformando un equipo propio o se va a acoplar a la gente que ya hay en la
Biblioteca trabajando?
Las dos cosas. Es decir, yo quiero trabajar en equipo.


—Con gente que ya está y con gente que traiga…
—¿Con gente que traiga? ¡Estoy trayendo una sola persona!


—Pero no parece descabellado que quiera conformar su propio equipo de trabajo, de
confianza.
—Si la gente que está allí quiere trabajar conmigo, es capaz y nos entendemos, ¿para
qué buscar otras personas? Si por el contrario tenés alguien que te dice: “No, yo no
pienso como usted”, entonces no.


—¿Qué opinión tiene sobre los avatares políticos de estos últimos doce años?
Uno siempre tiene una opinión a la mañana cuando lee unas noticias, y la cambia a
la noche cuando lee otras noticias. Entonces, por supuesto, algo provoca una opinión.
Pero el conjunto de esas opiniones no forma una opinión informada. Nosotros
tenemos una forma muy perezosa de pensar. Damos opiniones sobre la energía nuclear, el espionaje o la reproducción artificial. ¿Cuántos somos especialistas? Hay una cierta
visión del mundo que tiene cualquier lector. Pero yo, de la misma manera que no
confío en mi vecina cuando me da consejos para hacer una cirugía de cerebro, no
confío en mis opiniones políticas cuando se trata de juzgar un sistema
.—


Por Alejandro Bellotti / Gonzalo Santos | 20/02/2016 | 21:25

miércoles, 27 de enero de 2016

Identidad Bibliotecaria....


Estimados Colegas y Amigos-as

Te invitamos a divulgar y compartir las actividades Bibliotecológicas  de tu comunidad  profesional [Ponencias-artículos-opiniones-notas-reportajes-fotos-extensión cultural-videos-denuncias-conferencias…] en el Grupo Identidad Bibliotecaria de Buenos Aires - Argentina. 

Allí convivimos más de 3000 colegas de la América Hispana, Brasil y España!


El  email para publicar es:  Richardebury@gruposyahoo.com.ar

Cordialmente!!!

viernes, 27 de marzo de 2015

Los Libros efímeros



Tener un libro entre las manos es una experiencia vital, su peso, su olor, su tacto… un libro asocia imagen y concepto, un libro es cultura además de ser un objeto. Esa asociación se ha conseguido tras varios siglos en los que el uso del libro apenas ha cambiado. Su diseño se ha estilizado y su producción se ha perfeccionado al máximo, pero, en definitiva, un libro del siglo XIX se usa igual que un libro del siglo XX.


Uno de los grandes puntos a favor de los libros es que nos hacen sentir que fijan la cultura. El conocimiento está ahí, entre sus páginas, son el vehículo entre el mundo de las ideas y el mundo real, no importa lo que pase fuera, una vez el libro está escrito servirá para siempre, todos podrán acceder a él. Por eso acumulamos libros, por eso pensamos que un libro no se puede perder, ni tirar, ni destruir, ya que siempre, en algún lugar, le puede servir a alguien. No sé vosotros, pero a mi me sienta fatal ver libros en la basura, aunque es cierto que cuando se transforman en obras de arte no me afecta en absoluto, ya que lo considero una manera de reciclaje.

Reciclaje, ese es un tema interesante. ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en el impacto ambiental de la industria editorial? Tened en cuenta que una vez que se produce un libro tiene un número determinado de usos/lecturas y se acabó. Muchos libros son leídos una vez durante su vida útil, otros ni eso. Los hay, claro, que acaban en bibliotecas y colegios y en muy poco tiempo pasan por decenas de manos. Muchos acaban en casas particulares y son leídos tres o cuatro veces. No voy a descubriros nada si os digo que los libros están hechos de papel, claro, y que la industria papelera no es precisamente de las menos contaminantes. Lo normal sería que cuando un libro ya no va a ser leído más pasara a una biblioteca, a una ONG o al cubo de reciclaje. Sin embargo, no lo hacemos. Ese libro es nuestro, ese pedazo de conocimiento se queda en casa, en nuestra librería. Aunque sepamos positivamente que no volveremos a leerlo nunca más, aunque fuera un best-seller malo malísimo; como mucho lo prestaremos con la esperanza de que no vuelva a casa.

Y es que los libros no son sagrados. Tendríamos todos que tenerlo en cuenta. No son vasijas receptoras de cualidades eternas. Si dejas un libro en el exterior verás que tarda menos de un año en desaparecer por completo, pero sólo unas pocas semanas en dejar de ser útil. Los libros que atesoras en casa sin un complejo sistema de climatización no vivirán para siempre, se irán degradando poco a poco -liberando esos olores que tanto gustan- antes de volverse quebradizos y ser atacados por hongos y gusanos. No tenemos libros como los viejos incunables en casa, no nos engañemos, la vida útil de los libros no llegará en muchas ocasiones a nuestros nietos. Y eso con suerte.

Por eso me gustaría que todos pensáramos bien en lo que hacemos con los libros que atesoramos en casa. Es cierto que un libro puede servir a mucha gente antes de que el uso lo degrade, no somos quienes para negarle esa vida. ¿Tienes libros en casa que no usas? ¿Que sólo leíste una vez? ¿Que te regalaron y ni siquiera has abierto? Dónalos, regálalos, llévalos a una biblioteca, ponlos en puntos bookcrossing, pero no dejes que la cultura desaparezca poco a poco entre las cuatro paredes de una habitación cerrada. Debería ser libre. En el mejor de los sentidos.

Fuente:   http://www.lecturalia.com/blog/2012/05/28/los-libros-efimeros/