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domingo, 29 de julio de 2012

“ATRAPADO SIN SALIDA” en el mundo comunista / Por Milos Forman



Cuando me pidieron que dirigiera Atrapado sin salida, mis amigos me advirtieron que ni me acercara a esa película. La historia es tan estadounidense, decían, que yo, un inmigrante recién bajado del barco, no podía hacerle justicia.

Para mí, no era simple literatura sino la vida real, la vida que había llevado en Checoslovaquia desde mi nacimiento en 1932 hasta 1968.


El Partido Comunista era mi enfermera Ratched , que me decía lo que podía hacer y lo que no; lo que se me permitía decir y lo que no; adónde se me permitía ir y adónde no; incluso quién era o no era yo.
Hoy, años después, oigo que llevan y traen la palabra “socialista” los opositores a Obama. El presidente Obama, advierten, es socialista. Sus detractores gritan sobre la ley de reforma sanitaria: “¡El Obamacare es socialismo!” Equiparan falsamente el socialismo de estilo europeo occidental, y su seguro social y sistema de salud estatales, con el totalitarismo marxista-leninista. Eso me ofende y resta importancia a la experiencia de millones de personas que vivieron y siguen viviendo bajo formas brutales de socialismo.
Apenas un ejemplo de lo que digo. Yo trabajaba como moderador en la televisión checa y presentaba películas a comienzos de la década de 1950. El programa era en vivo, de modo que no había posibilidad de censurar las palabras políticamente indeseables.

Cada frase, aun en entrevistas supuestamente espontáneas, tenía que estar guionada, ser aprobada por los censores, aprendida de memoria y repetida literalmente al aire.


Cuando me preparaba para entrevistar a un tal camarada Homola, un poderoso comunista, le envié mis preguntas pero no recibí respuesta. Mi jefe, también un poderoso miembro del partido, me dijo: “¡Es un haragán! Escribe las respuestas por él y recuérdale que las aprenda de memoria”. Así lo hice. Homola llegó a último momento. Cuando se encendió la luz roja e hice la primera pregunta, buscó en su bolsillo, extrajo mis respuestas y empezó a leerlas, en forma torpe y obediente. Para mi consternación, continuó así durante toda la entrevista. En la cabina de control, mi jefe estaba que volaba.

Me despidieron al día siguiente por ridiculizar a un representante del Estado.
Sean cuales sean sus defectos, no veo a un socialista en Obama ni, por suerte, indicios de ese sistema en Estados Unidos.

Marx pensaba que podía hacer desaparecer las desigualdades sociales y Lenin puso a prueba esas ideas en la Unión Soviética. Soñaba con crear una sociedad sin clases.

Pero la realidad se impuso, como ocurre siempre. Y los resultados fueron devastadores.
La sangre corrió por las calles de Rusia. La elite soviética usurpó todos los privilegios; a los aduladores se les permitieron algunos y a la plebe ninguno. En todo el bloque oriental, incluida Checoslovaquia, desgraciadamente sucedió lo mismo.

No sé si los estadounidenses de hoy se dan cuenta de lo depredador que fue ese socialismo. Fue un sistema de expoliación que aniquiló todo en nombre de la “justicia social”.

Por Milos Forman Director de Cine Checo.

 Copyright The New York Times, 2012. Traducción De Elisa Carnelli.