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viernes, 27 de marzo de 2015

Los Libros efímeros



Tener un libro entre las manos es una experiencia vital, su peso, su olor, su tacto… un libro asocia imagen y concepto, un libro es cultura además de ser un objeto. Esa asociación se ha conseguido tras varios siglos en los que el uso del libro apenas ha cambiado. Su diseño se ha estilizado y su producción se ha perfeccionado al máximo, pero, en definitiva, un libro del siglo XIX se usa igual que un libro del siglo XX.


Uno de los grandes puntos a favor de los libros es que nos hacen sentir que fijan la cultura. El conocimiento está ahí, entre sus páginas, son el vehículo entre el mundo de las ideas y el mundo real, no importa lo que pase fuera, una vez el libro está escrito servirá para siempre, todos podrán acceder a él. Por eso acumulamos libros, por eso pensamos que un libro no se puede perder, ni tirar, ni destruir, ya que siempre, en algún lugar, le puede servir a alguien. No sé vosotros, pero a mi me sienta fatal ver libros en la basura, aunque es cierto que cuando se transforman en obras de arte no me afecta en absoluto, ya que lo considero una manera de reciclaje.

Reciclaje, ese es un tema interesante. ¿Alguna vez os habéis parado a pensar en el impacto ambiental de la industria editorial? Tened en cuenta que una vez que se produce un libro tiene un número determinado de usos/lecturas y se acabó. Muchos libros son leídos una vez durante su vida útil, otros ni eso. Los hay, claro, que acaban en bibliotecas y colegios y en muy poco tiempo pasan por decenas de manos. Muchos acaban en casas particulares y son leídos tres o cuatro veces. No voy a descubriros nada si os digo que los libros están hechos de papel, claro, y que la industria papelera no es precisamente de las menos contaminantes. Lo normal sería que cuando un libro ya no va a ser leído más pasara a una biblioteca, a una ONG o al cubo de reciclaje. Sin embargo, no lo hacemos. Ese libro es nuestro, ese pedazo de conocimiento se queda en casa, en nuestra librería. Aunque sepamos positivamente que no volveremos a leerlo nunca más, aunque fuera un best-seller malo malísimo; como mucho lo prestaremos con la esperanza de que no vuelva a casa.

Y es que los libros no son sagrados. Tendríamos todos que tenerlo en cuenta. No son vasijas receptoras de cualidades eternas. Si dejas un libro en el exterior verás que tarda menos de un año en desaparecer por completo, pero sólo unas pocas semanas en dejar de ser útil. Los libros que atesoras en casa sin un complejo sistema de climatización no vivirán para siempre, se irán degradando poco a poco -liberando esos olores que tanto gustan- antes de volverse quebradizos y ser atacados por hongos y gusanos. No tenemos libros como los viejos incunables en casa, no nos engañemos, la vida útil de los libros no llegará en muchas ocasiones a nuestros nietos. Y eso con suerte.

Por eso me gustaría que todos pensáramos bien en lo que hacemos con los libros que atesoramos en casa. Es cierto que un libro puede servir a mucha gente antes de que el uso lo degrade, no somos quienes para negarle esa vida. ¿Tienes libros en casa que no usas? ¿Que sólo leíste una vez? ¿Que te regalaron y ni siquiera has abierto? Dónalos, regálalos, llévalos a una biblioteca, ponlos en puntos bookcrossing, pero no dejes que la cultura desaparezca poco a poco entre las cuatro paredes de una habitación cerrada. Debería ser libre. En el mejor de los sentidos.

Fuente:   http://www.lecturalia.com/blog/2012/05/28/los-libros-efimeros/

martes, 1 de mayo de 2012

El Comando de Liberación Bibliotecaria



Son muchos los ejemplos de que la cultura está siendo una de las grandes sacrificadas de la crisis con cierre de bibliotecas, como las de Caja Madrid (Bankia), menos subvenciones, paralización de proyectos… Esta situación, no nos engañemos, tampoco es nueva ni era imprevisible: la cultura llevaba varios años supeditada al espectáculo o al titular cuando no a la rentabilidad económica. Pero con la crisis está situación se ha agudizado, sea por oportunismo o por necesidad, disminuyendo los ya de por si paupérrimos presupuestos culturales. Pero no podemos extrañarnos que al concejal de cultura, que dedica la mayor parte de su presupuesto anual a llevar a la folclórica de turno a las fiestas de Agosto, no le tiemble el pulso a la hora de paralizar las adquisiciones de una biblioteca.

Hace poco más de un año hablábamos de las amenazas de cierre en numerosas bibliotecas inglesas, en un arrebato neoliberal por cuadrar cuentas y desmontar todo lo desmontable, y de la reacción de los ciudadanos. En estos momentos, hay una situación similar mucho más cerca, y no es la única ni será la última, nos tememos.

En Murcia, desde enero se han cerrado varias bibliotecas municipales y se han reducido los horarios de otras muchas en un servicio del que se había privatizado la gestión desde 2005 (como todos sabemos lo privado sabe mejor y engorda menos). Pero los libros no están solos, encerrados en bibliotecas cerradas sin que nadie lo lea, el Comando de Liberación Bibliotecaria ha acudido a la ayuda de parte de estos libros, con el “secuestro” de 500 ejemplares de la Biblioteca José Saramago con la ayuda de los ciudadanos.
Este Comando reivindica el secuestro a través de un comunicado en el que exigen la reapertura de las bibliotecas, horarios amplios o gestión pública, ofreciendo mientras tanto pruebas de vida de los secuestrados.

Con esta iniciativa curiosa y con sentido del humor, que no deja de ser una anécdota. se llama la atención del grave deterioro que está sufriendo el acceso a la cultura y al conocimiento y que condena a la sociedad a ser, todavía, un poco menos libre. Se puede argumentar que también está siendo atacado el acceso a la sanidad o a la educación, pero no nos equivoquemos de bando, la lucha no es entre cultura o sanidad sino entre público y universal o privado y elitista.
Mientras tanto en las bibliotecas podemos empezar a plantearnos otras opciones de conseguir ingresos como vender figuritas de Messi o de Ronaldo o muletas de toreros. Quién sabe, igual eso sí que nos lo subvencionan.

© Raquel Vallés el 1 de mayo de 2012 en Actividades, Literatura