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viernes, 8 de abril de 2016

BIBLIOTECA NACIONAL: Pluralista y democrática….???


La biblioteca nacional en los últimos 7 años fue un aguantadero del partido de gobierno (FPV)…con su mascaron de proa CARTA ABIERTA….intelectuales filo militantes del neo chavismo vernáculo con todo lo que ello implicaba….
Reitero estos términos ya publicados en otros sitios y para manifestar una opinión distinta al RELATO de la resolución del consejo directivo de la facultad de Filosofía y Letras, la que en un párrafo de sus considerandos se lee Que ha sido la gestión (H.G.) más pluralista de las que se tenga memoria en la Biblioteca Nacional desde su fundación… y de la solicitada de intelectuales del mundo, en esta última se menciona textualmente

La Biblioteca Nacional, caracterizada por su pluralismo y amplitud de criterio, abierta a todo tipo de expresiones culturales, ha sido gravemente castigada por el actual gobierno argentino con el despido de 240 trabajadores, una cuarta parte de su planta, lo que pone en duda su futuro. Sectores enteros de la institución han quedado comprometidos en su funcionamiento y gran cantidad de sus servicios no podrán ser brindados a los lectores y a la comunidad. Esta medida, además del daño causado a los trabajadores despedidos y a sus familias, constituye un golpe a la Biblioteca Nacional como espacio democrático de expresión y sitio de articulación con saberes universitarios, manifestaciones artísticas, editoriales, producción literaria e intelectual..”
El consejo de FFyl-UBA tiene un relato ideológico coherente con la política del gobierno saliente y defiende los trapos, en cambio la solicitada internacional está impregnada con una distorsión parcial de la realidad de la BN, insuflada por los argumentos de los militantes argentos…


Más allá de los ponderaciones  que amerite o no el designado Director Alberto Manguel, a quien como es habitual en sus procederes descalifican por si las moscas ,  ha propuesto "Quiero una Biblioteca que sea para todos…" con lo cual estaba marcando una SUSTANCIAL DIFERENCIACIÓN con la administración saliente el 10/12/2015

martes, 7 de octubre de 2014

Los LIBROS, claves en el ÉXITO educativo de Finlandia


Los cinco millones y medio de finlandeses sienten como un orgullo nacional el sistema de bibliotecas que ya alcanza los 948 lugares, entre las del sistema escolar, universitario y público. Un equivalente a 17 bibliotecas por cada 100.000 habitantes.

Además de esta gran red de bibliotecas a lo largo de su territorio, la nación europea también sumó en los últimos años otro motivo de orgullo que complementa su éxito educativo: una nueva generación de escritores que seduce cada vez más a buena parte de los lectores del planeta.
Esta avanzada literaria finesa quedará escenificada en la inminente Feria de Frankfurt, que se realizará ente el 8 y 12 de octubre en la ciudad alemana. La delegación de Helsinki concurrirá como invitada de honor, y estará compuesta por 60 autores, 30 bibliotecarios, 37 editores y un variado programa de actividades culturales.

Aunque su creación literaria apenas llega al siglo y medio, su literatura contemporánea es vibrante, y va mucho más allá de la popular Sinuhé, el egipcio, de Mika Waltari. En el evento alemán se recordarán o descubrirán nombres como los del fundador de la literatura de Finlandia, Aleksis Kivi; clásicos como Aino Kallas; maestros contemporáneos como Arto Paasilinna; y hasta los más traducidos y premiados durante los últimos años como por ejemplo Sofi Oksanen, Tuomas Kyrö, Katja Kettu, Riikka Pulkkinen, Leena Parkkinen, Jari Ehrnrooth y Anja Snellman.

En Finlandia si alguien quiere un libro y no está la biblioteca lo pide, y cuando llega le avisa a la persona. Por eso no son tantos los libros que la gente compra como los que se leen gracias a los préstamos bibliotecarios. Y si alguien, por ejemplo, quiere consultar al librero de la centenaria Biblioteca Nacional, puede hacerlo en persona o por Internet.

Leer es el verbo preferido de los finlandeses, y un libro es una de sus compañías favoritas. Escribir es la pasión de muchos de los ciudadanos del país escandinavo, y sonreír, la de otros que ven cómo algunos de sus compatriotas son leídos más allá de sus fronteras.Son esos autores quienes mantienen viva esa tradición de contar la propia historia de la nación en sus diferentes épocas: desde los tiempos en que era un territorio de nadie, de ellos mismos; luego, de Suecia; después, cuando fue anexada por la Rusia imperial hasta 1917 como Gran Ducado, y en el reciente siglo XX, atravesada por tropas soviéticas, nazis, otra vez soviéticas, hasta convertirse en una república democrática y parlamentaria y miembro de la Unión Europea.

Cada habitante del país escandinavo lee un promedio de 47 libros por año, y la nueva generación de escritores fineses seducen cada vez más al resto del mundo

Consecuencia lógica

Finlandia posee un admirable nivel de educación general (ocupa los primeros lugares del informe PISA, el estudio mundial a jóvenes de 15 años en 50 países), apoyado justamente por su excelente sistema de bibliotecas, uno de los más populares de los servicios públicos del país.
"Si los niños son criados con los libros, es en parte porque las bibliotecas ofrecen muchos y variados títulos, lo cual hace que el fomento de la lectura no sea una cuestión financiera de la familia", explica la mencionada Sofi Oksanen según publica el periódico El País.

Eso convierte la lectura en un hábito natural y muy arraigado. "Los padres leen y los niños los observan. Como los niños no aprenden a leer hasta los siete años, la lectura se convierte en una experiencia familiar con un efecto muy positivo en la educación: los pequeños se acostumbran además a hablar con sus padres sobre sus miedos y sueños reflejados en sus libros o de temas que no entienden", asegura Luisa Gutiérrez Ruiz, traductora del idioma finlandés y responsable de comunicación del Instituto Iberoamericano de Finlandia.

Pero a esas edades, los niños no sólo tienen contacto con los libros, sino también con los escritores. Estos acuden con frecuencia a escuelas y bibliotecas a través de talleres o charlas. Además, añade la traductora, "no se distingue entre autor para adultos y autor de literatura infantil y juvenil. Hay renombrados escritores que crean poesía, teatro o novela destinada al público más joven".

El gobierno de Finlandia, como el resto de los países nórdicos, también apoya la traducción y promoción de sus autores. En las últimas décadas, añade Gutiérrez Ruiz, "el lector hispanohablante ha descubierto muchas propuestas procedentes de Finlandia. Este renacer nórdico se debe en gran parte al esfuerzo de promoción que realiza el Centro para la Literatura de Finlandia (FILI), que concede ayudas a la edición de obras, principalmente subvenciones a la traducción, tanto de la obra completa como de páginas de muestra, para que el editor extranjero pueda valorar mejor lo que le interesa. Eso sí, se ha de traducir del idioma original para garantizar que el texto sea fiel y correcto".


 


domingo, 1 de septiembre de 2013

El fin de la Biblioteca de Alejandría


La historia del Museo y de la Biblioteca de Alejandría realmente debería haber acabado en el año 30 a.C. con la muerte de Cleopatra y el final del reino de los Tolomeos, incorporado al naciente Imperio Romano. Fueron ellos los que los crearon y sostuvieron por interés cultural y por razones políticas. Se trataba de conseguir el reconocimiento del carácter helénico del reino egipcio, que tenia una personalidad histórica y cultural muy acusada, y de ocupar, dentro del mundo de las letras griegas naturalmente, un puesto de primera fila, paralelo al que deseaban tener en política internacional. El que los reyes y las reinas fueran o terminaran, en general, siendo grandes aficionados a las letras, es algo más que una consecuencia natural de la existencia de una gran colección de libros y de la personalidad y fama de los poetas, filólogos y científicos que vivieron en el Museo. Es un determinante de la monarquía tolemaica.

La pervivencia de ambas instituciones hasta el siglo IV d.C., atravesando las peripecias naturales de un período tan largo, en el que se produjeron graves incidentes en la ciudad, cuyos habitantes, siempre fueron proclives a las revueltas callejeras, y que no volvió a ser ni la residencia de una corte rica ni la capital de un estado independiente, solo se puede explicar por el prestigio cultural de que gozaron. Los romanos las admiraron como monumentos tan increíbles como las pirámides.
Pero, por su estrecha relación con la dinastía, es explicable que se creyera la leyenda de la destrucción de la Biblioteca en los últimos años de la existencia del reino. Se trata del posible incendio de la Biblioteca y de la quema de algunos o la mayoría de los libros en la llamada Guerra de Alejandría, durante el ataque del general egipcio Aquila contra César, que se había hecho fuerte con escasas tropas en los recintos del palacio. El general romano ordenó incendiar unos barcos que había en el puerto para evitar que cayeran en manos de los egipcios, que, de adueñarse de ellos, cortarían la comunicación con el exterior y la posibilidad de recibir refuerzos. El incendio, avivado por un fuerte viento, podría haber alcanzado a algunas instalaciones de tierra, quemando libros depositados en el puerto, e incluso haberse extendido a la Biblioteca.

César en la Guerra Civil habla de la quema de los barcos, pero no hace la menor alusión a la destrucción de la Biblioteca o de los libros. Tampoco menciona el incendio de los libros de la biblioteca La Guerra de Alejandría, escrita probablemente por Hircio, amigo de César, como continuación de la obra anterior, aunque dice que César ordenó derribar unos edificios fronteros al palacio para dejar un espacio libre entre éste y el resto de la ciudad en poder de los enemigos.

Tampoco hace mención del incendio de la Biblioteca ninguna de las obras conservadas de Cicerón, contemporáneo del acontecimiento, y resulta raro que no le arrancara ningún comentario un hecho de tal magnitud como la desaparición de la Biblioteca más importante, con mucho, creada por el hombre, donde estaba recogida la casi totalidad de la cultura griega, tan admirada por él.
También sorprende que Estrabón, que vivió en Alejandría a los pocos lustros de estos hechos, y que debió de trabajar en la propia Biblioteca recogiendo materiales para su obra, no haga ninguna referencia a su incendio o a la destrucción de una gran cantidad de librasen su detallada descripción de Alejandría y del Museo. Tampoco se menciona nada de esto en La Farsalia de Lucano, 39-65 d.C., donde se hace una impresionante  descripción poética del incendio, que saltó, desde los barcos, a causa del viento, a las casas próximas y cuyas llamaradas brincaban por encima de los tejados como estrellas fugaces sin encontrar materia combustible.

La primera noticia conservada de la quema de los libros como consecuencia de la acción militar aparece en Séneca, muerto en el año 65 d.C., en De tranquillitate animi, <> y añade < cura, y buen gusto, elegantia, de los reyes. No hubo ni buen gusto ni tal interés, sino desmedida afición a los estudios, incluso ni afición a los estudios, siquiera porque la Biblioteca se formó no para que la gente aprendiera, si no para deslumbrarla>>.

Más que un claro monumento histórico es una cita incidental malhumorada. La intención del filósofo no era testimoniar el incendio, sino mostrar su desprecio por la afición desmedida de algunos contemporáneos suyos a poseer muchos libros que luego no leían. Los libros en aquellos tiempos, como ha sucedido en varias circunstancias históricas y sucede en nuestros días, daban a sus dueños un orgulloso sentimiento de superioridad proporcionado por su simple posesión. Para el propósito de Séneca, la acción de los Tolomeos, que habían reunido tal cantidad de libros, era elocuente y mucho más si podía sugerirse que su vanidoso esfuerzo encontró la justa recompensa, acabar en cenizas.
La primera noticia completa del incendio total de la Biblioteca se encuentra en Plutarco, 46-120 d.C., que escribe siglo y medio después y afirma Vida de César, que el incendio, se <>. La noticia parece completada en la biografía de Antonio, al dar cuenta de la denuncia formulada en el Senado por Octavio contra Antonio. Calvisio, amigo del primero, en la enumeración de los delitos de Antonio por sus amores con Cleopatra, denuncia que << había donado a Cleopatra las bibliotecas de Pérgamo, en la que había doscientos mil volúmenes distintos>>.
Plutarco fue hombre de mucha lectura y frecuentador de bibliotecas. Por ello en su obra cita a más de doscientos autores; pero lamentablemente no indica en cuál se ha basado para afirmar la destrucción de la Biblioteca. Es presumible que las citas de las dos biografías guarden alguna relación, es decir, procedan de una misma fuente, una tradición contraria a Antonio, al que se achaca el traslado de la Biblioteca de Pérgamo, que transformó una vaga noticia de rollos ardiendo en el muelle, en el incendio de la gran Biblioteca de la Antigüedad.
Suetonio, 70-160, no menciona el incendio en su Vida de César, aunque la explicación puede estar en que la noticia de la guerra de Alejandría es muy corta, como tampoco lo menciona otro escritor posterior, griego nacido en Egipto, que escribía a principios del siglo tercero, Ateneo. Lector avidísimo, cita en elBanquete de los sofistas, más de un millar de libros e infinitas anécdotas y curiosidades, algunas de ellas referidas a la Biblioteca y al Museo.
Como el papiro era exportado a Roma en grandes cantidades, no tendría nada de particular que hubiera ardido en los muelles un cargamento de rollos en blanco, que el rumor convirtió con el tiempo en los fondos de la Biblioteca de Alejandría.
Aulo Gelio, c. 123-168, autor que merece poca fe porque gustaba de narrar historias de muy dudosa autenticidad, cuando no son totalmente falsas, en susNoches Áticas, dice <la Primera Guerra
de Alejandría, no de manera intencionada o por orden de alguien, sino accidentalmente por los soldados auxiliares.

Dion Casio, c. 160-235, en su Historia de Roma, describe con detalle la lucha entre Aquila y César y dice que muchos lugares fueron incendiados, y como consecuencia, ardieron almacenes de grano y de libros excelentes y en gran número.
Amiano Marcelino, final del siglo cuarto, en suHistoria de Roma, refiriéndose al Serapeo, dice que en él hubo bibliotecas de enorme valor, y antiguos documentos afirman que 70.000 volúmenes, que habían sido reunidos por el gran interés de los Tolomeos, fueron quemados en la guerra de Alejandría cuando la ciudad fue saqueada, en tiempos del dictador César. Finalmente el español Osorio, escribiendo ya en el siglo quinto, en su Historia adversus paganos afirma que ardieron 40.000 libros que accidentalmente, forte, estaban en los edificios próximos a la costa. El adverbio forte ha llevado a la sospecha de que libros de la Biblioteca habían sido almacenados en el puerto porque César tenía el propósito de embarcarlos para Roma como trofeo.
Resumiendo, es seguro que el incendio no afectó ni al palacio ni a los edificios que ocupaban el Museo y la Biblioteca y es probable que tampoco a los libros de ésta y que, si ardieron algunos rollos en el puerto, serían rollos en blanco preparados para la exportación.   

La Biblioteca y el Museo remontaron esta posible crisis. Plutarco y Dion Casio los visitaron a finales del siglo I y Luciano y Galeno, ya dentro del siglo segundo. Ambas instituciones siguieron vivas pues el puesto de los reyes como protectores pasaron a ocuparlo los emperadores, y esta protección se mantuvo al menos durante los dos primeros siglos, y por ejemplo, la de Adriano fue extremadamente generosa. Sin embargo, es de suponer que la ayuda económica para el sostenimiento de la colección bibliográfica o para la adquisición de novedades, a la larga disminuyera.
Otro grave incidente que pudo afectar a la Biblioteca fue la rebelión, segunda década el siglo segundo, de los judíos contra Trajano, que originó y fue sofocada con gran violencia. Más graves, y de mayores consecuencias, fueron las luchas que se produjeron en la segunda mitad del siglo tercero, cuando, además, la situación económica del Imperio había empeorado y el interés de los emperadores, agobiados por graves problemas políticos y militares, disminuido.
En tiempos del emperador Galieno, 265 d.C., el prefecto de Egipto, L. Mussio Emiliano, se proclamó emperador y cortó el envío de víveres a Roma. Teodoro, general de Galieno, se apoderó violentamente de la ciudad, que quedó gravemente dañada. Poco después entraban en ella la tropa de Zenobia, reina de Palmira, cuyo marido Odonato, había creado un poderoso reino que detuvo el avance del naciente imperio Sasánida, y así se ganó el respeto de Galieno, que le colmó de honores. Valeriano, el sucesor de Galieno, acabó con el reino de Palmira, y según Amiano Marcelino, al recuperar Alejandría, la arrasó, quedando destruido gran parte del barrio Bruquión, el principal de la ciudad y donde estaba la Biblioteca, 272 d.C.
Es probable que la gran destrucción del barrio de Bruquión, que pudo afectar al edificio y a los libros de la Biblioteca, no se produjera en tiempos de Valeriano sino un cuarto de siglo después, en el año 296 durante una nueva conquista de la ciudad sublevada que llevó a cabo personalmente Diocleciano después de un duro asedio de ocho meses.
El cuarto fue un mal siglo para la Biblioteca por el triunfo de Constantino, que trasladó la capital a la vieja Bizancio y nueva Constantinopla y reconoció y protegió al cristianismo. Roma, capital del Imperio, no había ensombrecido el rango de Alejandría dentro del mundo helénico. Constantinopla era una poderosa rival por estar dentro de él. La Biblioteca y el Museo fueron instituciones creadas al servicio de la cultura clásica pagana y su continuación no resultaba fácil bajo la dependencia de un régimen político que la perseguía.
Por otro lado, el cristianismo fue para el pueblo egipcio, que se sentía sojuzgado por los griegos detentadores del poder, un cauce de sus sentimientos nacionalistas, y de ahí que se creara un alfabeto especial, bien es verdad que a base de añadir seis letras al griego, para difundir en la lengua nacional, el copto, los evangelios y una abundante literatura religiosa sobre temas teológicos y litúrgicos. El pueblo egipcio dejó de sentir como propios el Museo y la Biblioteca por su doble carácter helénico y pagano.
El fanatismo y la violencia en los sentimientos religiosos, no fueron exclusivos de los hombres del pueblo, entre los cuales proliferaron monjes siempre dispuestos a las algaradas callejeras y anacoretas entregados en el desierto a una vida de renunciación y exaltación combatiendo las tentaciones y los espíritus malignos.
También alcanzaron a las altas dignidades, como a Atanasio, que ocupó la sede de Alejandría durante el segundo y tercer cuarto de siglo y cuya defensa del catolicismo, frente a los emperadores que favorecían el arrianismo, le valió persecuciones y repetidos destierros, o a Teófilo, que rigió la sede entre 385 y 415 y se distinguió por su polémica y sus intrigas contra Juan Crisóstomo, obispo de la propia Constantinopla, cuyo destierro consiguió.
El comienzo de su mandato coincide con el reinado de Teodosio, 375-395, el primero de los emperadores que no quiso tomar el título pagano de pontífice máximo y que se empeñó en acabar con la herejía y con el paganismo. Teófilo consiguió que el emperador le autorizara la destrucción del Serapeo, 391, el gran templo pagano que era la esencia misma de la monarquía tolemaica. Es probable que entonces se produjera el cierre del Museo y de la Biblioteca, pues Teodosio no iba a permitir que fuera sostenida con fondos oficiales una institución esencialmente pagana. Según la Suda, enciclopedia compuesta en Bizancio a finales del siglo X, el último huésped del Museo fue el matemático Teón, que vivió en la segunda mitad del siglo cuarto.

La desapareción del Museo y de la Biblioteca no supone necesariamente la de las colecciones de libros que hubieran podido salvarse de las intervenciones militares de la segunda parte del siglo tercero. Por lo que atañe a la segunda biblioteca, la del Serapeo, hay que tener en cuenta que Teófilo, hombre muy culto y degustador de los escritos clásicos, que tomó la iniciativa de destruir el templo y los elementos de culto, no pudo dar el mismo trato a los libros. Es de suponer que los que pertenecían al Serapeo fueran trasladados a lugar seguro o que sencillamente la destrucción no afectara al edificio o instalaciones de la biblioteca del templo.
A pesar de que fueron destruidos los templos paganos y perseguidos el culto de los dioses, no lo fueron las personas. El caso de la bella  Hipatia es una excepción. Hija del citado Teón, fue una de las inteligencias más sobresalientes de su tiempo. Profesaba ideas platónicas, fue buena matemática, como su padre, y sus clases gozaron de justa fama. A ellas concurrió Sinesio de Cirene, quien, no obstante haberse educado en la tradición clásica, terminó de obispo de Tolemaida por recomendación de Teófilo, su amigo. La amistad de Hipatia con Orestes, prefecto de Alejandría, que había chocado con Cirilo, sobrino y sucesor de Teófilo, la hizo impopular entre los exaltados partidarios de éste y le costó la vida, 415. Fue sacada de su coche en plena calle y arrastrada por el suelo hasta una iglesia próxima donde murió a causa de los golpes recibidos. Para los nacionalistas cristianos este asesinato significó la muerte de la idolatría pagada.
El propio Cirilo, solo con éxito parcial, intentó acabar con los estudios de filosofía que se impartían en una escuela superior o universidad, pues en la segunda mitad de este siglo quinto, Horapollon, autor de una obra sobre Alejandría y otra sobre jeroglíficos, confiesa, en un papiro conservado en El Cairo, que seguía entregado a la enseñanza de la filosofía en una escuela universitaria que él dirigía, continuando una larga tradición familiar.
En un ambiente tan poco propicio y peligroso no tardaron en desaparecer los estudios clásicos, como sucedió en Grecia, pero aquí el fanatismo de los religiosos egipcios llevó a la esterilidad intelectual. La misma suerte irían corriendo los rollos de papiro. No había dinero para reponer los gastados por el uso o maltratados por los años, ni para adquirir nuevas obras.
Por ello es absurdo pensar que la Biblioteca pervivió hasta la conquista musulmana y que el general Amrú, el conquistador del país, procedió a la destrucción y a la quema de los libros, según una fantástica leyenda. La narra con lujo de detalles, Alí ibn al-Kiftí, 1172-1248, egipcio de origen árabe y autor de varios libros de erudición, entre ellos Tarij al-Hukama, donde cuenta que un jacobita llamado Yahya, obispo de Alejandría pidió permiso a Amrú para utilizar los libros de la famosa Biblioteca, que estaban incautados y a nadie aprovechaban. El general no se atrevió a dar la autorización sin el previo conocimiento del califa Omar, al que le consultó el caso. La contestación fue que si el contenido estaba de acuerdo con la doctrina del Corán, eran inútiles, y si tenían algo en contra, debían destruirse. Así que Amrú los distribuyó entre las numerosas casas de baño y eran tantos que éstas tuvieron combustible para seis meses.
La leyenda muy bien pudo nacer, por un lado, de la gran impresión y desconfianza que en los analfabetos árabes, recién salidos del desierto, debieron de causar los numerosos rollos de papiro y los códices que encontraron en abundancia con textos documentales, literarios, religiosos y científicos; por otro, de la necesidad de explicar la desaparición de la biblioteca, cuya existencia se conoció más tarde en el mundo musulmán cuando se tradujeron las obras de los grandes filósofos y científicos griegos al árabe.


jueves, 16 de mayo de 2013

Felipe II, bibliófilo



En el año 1998 se celebró el cuarto centenario del fallecimiento del rey Felipe II. Como conmemoración de ello se llevaron a cabo infinidad de actos, exposiciones y publicación de libros.


Felipe II (Valladolid 1527-El Escorial 1598) fue rey de las Españas desde 1556 hasta 1598.


Felipe II mandó construir el Monasterio de San Lorenzo el Real, conocido desde sus principios como El Escorial, a partir de 1563, para conmemorar la batalla de San Quintín. Con la ejecución de este admirable proyecto, quería perpetuar la gloria de la Monarquía Hispánica, representada en la figura de su padre, el Emperador Carlos I, y de él mismo, como continuador de la grandeza de la Casa de Austria.


En la Carta de Fundación del Monasterio de San Lorenzo se incluye la creación de una biblioteca encaminada a ser el primer edificio de estas características en España. Esta decisión real fue la respuesta a un mportante problema presentado al Soberano por un grupo de humanistas e intelectuales españoles, quienes plantearon la necesidad de ver reunido en un único edificio, los más importantes manuscritos e impresos que se encontraban dispersos en multitud de monasterios y bibliotecas privadas. La nueva biblioteca se emplazó dentro del Monasterio como una de sus partes fundamentales.

La dotación de fondos comenzó con la biblioteca privada del rey, compuesta por más de mil doscientos volúmenes, a la que siguieron también las de otros muchos personajes del momento. También ingresaron bibliotecas completas de otras fundaciones reales, como la de los Monasterios de Guadalupe y la Capilla Real de Granada. A todo ello hemos de añadir las inumerables compras realizadas por toda Europa, para las que no se escatimaron ni los medios ni el dinero.


Entre todos los lamentables sucesos que han mermado el número de volúmenes allí guardados, hay que destacar el voraz incendio de 1671, que destruyó más de cuatro mil manuscritos. En la actualidad contiene unos cuarenta y cinco mil impresos, la mayoría de los siglos XV y XVI; y una colección de más de cinco mil manuscritos que se distribuyen en las siguientes lenguas según su importancia numérica: árabe, latín, castellano, griego, italiano, hebreo, catalán, francés, chino, persa, portugués, turco, armenio, alemán y nahualt.


Felipe II fue un promotor de las artes y más coleccionista de libros que lector y, aunque en los años de formación se compraron para él numerosas obras representativas del esplandor renacentista, a su muerte le rodeaban, sobre todo, libros piadosos, de magia y astrología.


Felipe II, en escritos que mandaba a los libreros, corredores y tratantes de libros de la época, les pedía que hicieran inventario de todos los libros que poseían, y que escribieran el nombre y apellidos de todos los autores y los entregaran a la Inquisición. Si se negaba a ello, un comisario les detendría para ser juzgados. Los libros que estuvieran en el Índice serían retirados inmediatamente y sus dueños detenidos. Los inquisidores serían los encargados de poner la pena según la gravedad del delito.


En la corte de Felipe II se tomaban medidas aislacionistas y contrarias a la libertad de creación. Las duras medidas adoptadas desde las reales pragmáticas de septiembre de 1558, contra la entrada y distribución de libros constituyeron una rémora para el desarrollo cultural.


Felipe II fue un monarca que tuvo una relación estrecha con los libros y su entorno. Su actitud fue decisiva en la evolución del país y dejó un gran legado cultural.

Etiquetas: Bibliofilia, Biblioteca, El Escorial, Felipe II, Humanismo, Lector, Libros, Manuscritos,

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=_L7C4DZydBM#at=72



martes, 1 de marzo de 2011

Biblioteca del Teatro Colon

Estimados colegas,
Nos dirigimos a ustedes en nombre de la Comisión Directiva de la
Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, con
motivo de manifestar nuestro total desacuerdo por el cierre de la
Biblioteca del Teatro Colón y la pérdida que esto ocasiona a la
sociedad argentina el patrimonio y la memoria que reúne esa
biblioteca.
Hemos leído detenidamente los reclamos manifestados en esta lista y
nos alegramos que la misma sirva para dirimir entre todos, cuestiones
que afectan al quehacer bibliotecario argentino y a la profesión
bibliotecaria.
Por medio de este mensaje queremos expresar que ABGRA ya en
conocimiento de este hecho, se ha puesto en contacto con el Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires y envió una nota a las autoridades de
Cultura, para manifestar su desacuerdo con esta medida y solicitar una
pronta solución al problema.
Como fuera expresado por los colegas integrantes de la lista, también
consideramos que una solicitada puede tener más fuerza en este
reclamo. Estamos viendo el camino más adecuado para recoger las
adhesiones de manera rápida y en forma virtual, para que todos los
bibliotecarios puedan acompañar este petitorio.

Comisión Directiva-ABGRA
Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina (ABGRA)
Paraná 918, piso 2º C1017AAT - Buenos Aires - Argentina
Tel./fax.: (54 11)4811-0043, 4816-3422 E.mail: secretaria@abgra.org.ar
http://www.abgra.org.ar/

domingo, 14 de noviembre de 2010

La Biblioteca del Teatro Colón.Nuestro patrimonio cultural bajo llave

Para conmemorar los cuatrocientos años de invención de la imprenta de tipos móviles, Mendelssohn escribió una sinfonía triunfante con cantantes que en una parte entonan: "La noche ha pasado, el día ha llegado". Nos interesa resaltar idea que recorre el último movimiento, y transmite de una manera muy sabia lo que los libros, el conocimiento, significa para nosotros: antes de la difusión de los libros estábamos en la oscuridad, y luego en la luz.
Sin conocimientos, sin información, la capacidad de discernimiento está notablemente limitada, y se acepta cualquier cosa sin cuestionarla porque se carece de las herramientas para hacerlo. Ni siquiera es posible dudar de lo que se presenta como válido. Es más, esta misma falta de información hace que no seamos conscientes del estado intelectual en que estamos. Para citar un ejemplo cercano, hace poco se montó en el Teatro Colón una ópera de Zemlinsky basada en una pieza teatral de Oscar Wilde. El director de escena ignoró las marcaciones escénicas que el compositor había mantenido de su fuente y, así, el público vio cualquier obra menos la que ambos creadores pensaron. Toda la sutileza y la ironía que Zemlinsky rescató de la obra de Wilde estaban ausentes. Eso no pudo percibirse por quienes no conocían estas obras, y se fueron muy satisfechos de semejante representación. Este es un ejemplo muy menor, intrascendente casi, sobre lo que la falta de conocimientos provoca en nosotros. Otro más grave e importante, que indica hacia donde nos conduce la ignorancia, lo cuenta nuestra entrevistada al final de la charla. Ella es Diana Fasoli.
Diana es Bibliotecaria egresada de la Universidad de Buenos Aires, y es la responsable de la Biblioteca del Teatro Colón… o lo que queda de ella.
Que una sociedad no reaccione ante la desaparición de una biblioteca habla bastante sobre el nivel cultural de la misma. Uno de los objetivos de esta nota es llamar la atención sobre algo muy grave. Aunque muchos no hayan ido nunca a la Biblioteca del Teatro Colón, lo que se plantea aquí es este tema de la oscuridad, la luz, y el discernimiento; algo que indefectiblemente nos afectará tarde o temprano absolutamente a todos.
· ¿Cuándo le notificaron que la Biblioteca cerrará?
En diciembre de 2008. Pero ya en la gestión anterior, en el año 2006, me habían comunicado que debía irme a la Biblioteca Nacional. Pero en los depósitos de la Biblioteca no existen las condiciones requeridas para la conservación; no me parecía un buen lugar para los libros.
Siempre pensé que había que buscar un espacio abierto para seguir dando servicio. El Gobierno de la Ciudad tiene muchas casas que se podrían utilizar para ello.
Nosotros no nos íbamos porque ya el director Leandro Iglesias –anterior a la gestión actual– no quería firmar la orden de traslado del patrimonio y el personal, de modo que me quedé en el teatro. Nadie quería hacerse responsable de lo que podía faltar luego. A fines de 2008 pude trasladar todo a dos aulas del Instituto. En una pusimos las mesas de lectura y en la otra, el depósito.
Ya antes había constatado el robo de documentos, como por ejemplo, las más de cien cartas de compositores y cantantes –cartas de Rossini, Wagner, Puccini, Mascagni y muchos más–. Todo estaba listo para ser digitalizado. Cuando fui a denunciar la desaparición a los directivos del teatro, Horacio Sanguinetti y Martín Boschet, me dijeron que estaban ocupados. Yo quería que las autoridades hicieran la denuncia, que se interesaran por el destino de esos documentos.
Todo ese material es muy valioso; puede venderse en casas internacionales de subasta como Sotheby's y Christie's. Dentro de los delitos internacionales, el tráfico de bienes culturales figura en tercer lugar. El ex director, Horacio Sanguinetti, hizo finalmente la denuncia, pero para entonces ya habían pasado cuatro meses del robo. Dentro de las investigaciones de un hecho de esta naturaleza, interviene INTERPOL. Fui citada por ellos, e hice mi declaración testimonial
Con el actual director, Pedro Pablo García Caffi, sólo pude hablar dos veces, luego me "filtró" con la secretaria.
En enero de 2009, cuando quise entrar a mi lugar de trabajo, no se me permitió el ingreso al Teatro. A mediados de ese año me comunicaron que la Biblioteca había sido trasladada a los depósitos de la calle Lavarden.
A principios de 2010 un juez realizó una inspección ocular, y vimos que todos los libros y los documentos estaban allí en tres containers al aire libre. Un desastre, pues, obviamente, los cambios de temperatura producen alteraciones químicas en los libros, los arruinan muchísimo.
No pude ver si estaba todo el material. Se veían los libros y los documentos en cajas en mal estado, hacinados, estropeados. El juez ordenó que se hahiciera un inventario para saber qué había dentro de cada container, y el director del Teatro Colón respondió que no puede hacerse porque no hay personal idóneo. Yo soy Bibliotecaria egresada de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
En la Biblioteca había material muy valioso; programas desde 1908, recortes periodísticos y numerosas publicaciones periódicas, entre ellas, la revista fundada por Schumann.
¿Los containers siguen estando allí?
Dos fueron trasladados a una empresa privada encargada de guardar documentos; otro quedó en los talleres. No sé por qué lo dejaron. Se lo habrán olvidado o, quizá, no lo llevaron por falta de presupuesto; es muy caro el servicio de la empresa.
En esa empresa vaciaron las cajas, los limpiaron, y fotografiaron las tapas; en realidad, debían digitalizar también la portada.
Fui a esa empresa, y me mostraron los libros en una pantalla. Están bien allí, la pena es que están guardados, lejos del acceso de cualquiera.
En Lavardén pedí una aspiradora, cajas, goma de borrar, guantes, etc., para restaurar los libros que quedaron en ese container.
En un momento, no sé por qué, corrieron el container cien metros más lejos de dónde yo estaba, de modo que me estoy manejando con un changuito de compras mío para trasladar los libros del container a mi escritorio. Estoy haciendo un inventario de ellos, además de restaurarlos, porque muchos se han deteriorado por la humedad, hongos, etc.
· ¿Pudo pedir que la ayudara alguien?
La Dirección me envió una persona, pero como le molestaba la suciedad y el horario, se fue; pero eso es parte del trabajo de un bibliotecario, no sólo atender a la gente.
· ¿Con que palabra sintetiza lo que hicieron con la Biblioteca del Teatro Colón?
Destrucción. Lo que debemos instaurar es: "Hay que salvar a la Biblioteca del Teatro Colón".
La tradición del Teatro Colón, con aciertos y errores, es importante. En las bibliotecas está el conocimiento, la memoria, y es a lo que ellos se oponen.
Desde el 2009 en adelante no hemos coleccionado más los programas.
· ¿Sabía que la Biblioteca iba a desaparecer?
Ya desde el 2001 se hablaba de que se haría un Centro de documentación, que sumaría a la Biblioteca el archivo de todo lo filmado en el teatro. La idea es buena; el tema es que realmente lo construyan.
· Muchas personas que escriben y hablan sobre música clásica y ópera iban a la Biblioteca muy frecuentemente a buscar material para sus notas; ¿eso no hubiera bastado para que su no apertura tuviera eco en los medios?
Escribí una carta que circuló por Internet, que originó en su momento algunas notas en dos o tres medios. Salió luego un poco más, pero no mucho. Siento que es una pelea solitaria, pero yo puedo pelear hasta cierto punto; necesito gente que me acompañe.
· Creo que muchos recurren al Google, e imaginan que con eso basta.
Pero no todo está en Internet. Teníamos mucho material muy valioso, por ejemplo, la colección de obras sobre historia del traje, que era muy consultado por estudiantes de Diseño de indumentaria de la Universidad de Buenos Aires.
No por nada las bibliotecas universitarias siguen existiendo y están bien sostenidas. Lo académico sustenta la cultura de un país.
 ¿Qué pasó con el manuscrito de El gran Teatro, la novela de Manuel Mujica Lainez que transcurre en el Colón durante una representación de Parsifal?
Esa novela "Manucho" la escribió en un libro de actas con marcador negro. El libro se lo llevó un asesor de Horacio Sanguinetti. Cuando nos trasladaron, le pregunté por él, y me dijo que lo devolvió, pero yo no lo encuentro. Quizá esté en esa empresa privada.
También faltan la partitura de Phaeton, de Lully, y una hoja de partitura manuscrita de Los maestros cantores de Nuremberg, de Wagner; el mango del bastón de Puccini, todos los programas de las temporadas 1915 y 1916 –que por suerte están digitalizados– y mucho más.
· ¿Pudo preguntar porqué no dejaron en donde estaba la Biblioteca hasta que se inaugure el Centro? Para poner los libros en los estantes nuevamente no se necesita presupuesto alguno.
No me dan respuesta alguna. Con esta gestión, no pensemos en la Biblioteca.
· ¿Por qué cree que puede ser?
Acá se apuesta a minimizar, a desvalorizar la educación. La misión educativa de la Biblioteca les resulta peligrosa. Hay un libro sobre la destrucción de las bibliotecas, de Fernando Baez, Historia de la destrucción de las bibliotecas.
¿Qué tan importantes son? Un profesor me contó esta anécdota: una vez un legislador sanjuanino le preguntó a Carlos Víctor Penna, que fue uno de los fundadores de la Biblioteca Interamericana con sede en Medellín, para qué ir a una biblioteca. "Yo nunca fui a una y mire a dónde llegué", se jactaba, y Penna le respondió: "Si hubiese más bibliotecas, usted nunca hubiera llegado a legislador".

Posted by habitués en Noviembre 13, 2010

sábado, 16 de octubre de 2010

Biblioteca con libros rescatados de la basura [Bogotá -Colombia]

José Alberto Gutiérrez conduce un camión de basura en Bogotá y desde hace casi una década recoge los libros que encuentra entre los desperdicios de los barrios nobles. Ha recuperado miles de textos y con ellos ha montado una biblioteca para la gente más necesitada de su comunidad. Su proyecto ha tenido tanto éxito que un programa de la televisión colombiana le ha dedicado un reportaje.

Este lector empedernido organizó su biblioteca de libros recuperados de la basura en su propia casa. José Alberto Gutiérrez y su familia restauran los libros que encuentran en mal estado y los clasifican por temas. Ya tiene más de 8.000 títulos y allí acuden sobre todo niños, ya que no hay ninguna otra biblioteca pública en su barrio La Nueva Gloria, en la localidad de San Cristóbal Sur. Ha bautizado su proyecto como “La Fuerza de las Palabras”.

En su biblioteca hecha de libros tirados por otros hay una colección de ocho tomos sobre la primera y segunda guerras mundiales, un par de enciclopedias completas de Salvat y Cumbre, y antologías exclusivas de obras de Borges y Cortázar. José Alberto explica que “lo único que me interesa es que se acabe la ignorancia en este planeta. Y cuando acabe la ignorancia, seguramente va a haber paz en el mundo”.

11 de Octubre de 2010




Fuente:http://www.radiocable.com/biblioteca-basura732.html

jueves, 14 de octubre de 2010

La Biblioteca y la Escuela / Alfonso Reyes

El afán de conservación asume dos formas: la recopilación y la transmisión: la Biblioteca y la Escuela. La Biblioteca obedece a la necesidad de preservar en lugares sagrados ciertos textos tan indispensables a la vida del grupo como las transacciones religiosas y las políticas (aun las comerciales). También los fastos del monarca, cosa no sólo del orgullo, sino más aún, enriquecimiento y adquisición espiritual para el pueblo. Tales fueron seguramente la colección de los medos en Ecbatana, de los persas en Susa y las jeroglíficas de Cnoso, todas ellas contemporáneas de la XII dinastía egipcia; acaso también la del caldeo Sargón, primero de este nombre, en aquella lejana Uruc (Warkah) que mereció llamarse la Ciudad de los Libros (c. 3800 a. c.). Sobre los comisionados viajeros que aquellos monarcas encargaban de adquirir y copiar reliquias, nos informa cierta carta dirigida por un rey asirio a alguno de sus oficiales (s. VII a. C.). Asurbanipal o Sardanápalo —del siguiente siglo— reúne en su palacio de Nínive diez mil tabletas Cuneiformes, que estaban catalogadas y ordenadas y a las que el público tenía acceso. Babilonia conoció sistemas para la circulación de los textos por todos sus dominios. Rival de Babilonia en cultura, la egipcia Heliópolis mantiene un colegio de escribas donde se custodian los textos sacros de Tot y los numerosos comentarios que datan de 6000 a. C., todo lo cual constituye como una primera Enciclopedia. Diodoro Sículo describe las famosas colecciones de Osimandías, que acaso sea el orgulloso Ramsés II cuyas glorias canta Pentaur. Esta biblioteca, la mayor que conoció el Oriente, data de los siglos XIII y XII a. C. La inscripción que se leía en sus puertas —"Tesoro de los Remedios del Alma"— es un expresivo testimonio. Y cuenta una leyenda, posterior en unos cuatro siglos, que el mago y humanista Setna, hijo de Ramsés II, no vaciló, para apoderarse de un manuscrito del dios Tot, en violar una sepultura, con ser lo más respetado entre los egipcios.
Si no estáis cansados de seguirme en esta excursión que sólo he emprendido para mi deleite, todavía podemos llegar al imperio chino, época del rey Kao-Ti, fundador de la dinastía Han, año 202 a. C., quien logró reunir no menos de diez mil manuscritos, que sus herederos aumentaron con creces. Tras la invasión del budismo en el primer siglo de nuestra Era, la manía antológica alcanza en China los límites del delirio. Hay obras que por sí solas constituyen una biblioteca. Uno de los Tolomeos, hambriento de lecturas, negaba el trigo a los atenienses mientras no le entregaran los manuscritos originales de Esquilo, Sófocles, Eurípides. Pasan seis centurias, y el persa Cosroes consiente en gastar una fortuna para que su médico Berzuyet sustraiga de la India aquel ejemplar de las fábulas budistas —el Panchatantra—, después traducidas y conocidas bajo los títulos sucesivos de Fábulas de Bidpay, en Persia y Calila y Dimna entre los árabes. Valía una fortuna, en efecto, el acercar por las escalas de Oriente a aquellos dos lobos cervales que, con su carga novelística a cuestas, habían de recorrer el tiempo y el espacio, de modo que su paso se deja sentir lo mismo en la Europa medieval que en los novellieri renacentistas, en el teatro isabelino, en La Fontaine, en Samaniego e Iriarte, en los cuentistas infantiles de nuestros días. La afición de los libros pára al fin en aquella manía que Holbrook Jackson analiza con más erudición que gusto (The Anatomy of Bibliomania). La Biblioteca, a su vez, dará origen a nuevas técnicas auxiliares del método: la Biblioteconomía y la Bibliografía.
La Escuela. Si la Biblioteca representa la forma estática de conservación a la vez que la forma externa, la Escuela trata de injertar en el ser vivo todo el acervo literario. Este instinto de tradición o transmisión es común a los animales y empieza a ejercerse en la familia. La cadena enlaza a las generaciones de Amina a Mahoma, de Mahoma a Fátima—, mientras no aparecen aquellas catástrofes incubadas al calor del misticismo entre los proletariados exteriores a las culturas. De tales catástrofes (Toynbee) nacen las civilizaciones nuevas, tras un interregno de disturbios. La primera pedagogía, y su perenne técnica mínima, es la memoria, que tan apegadamente imita, para la continuidad del espíritu, la continuidad biológica del individuo y las especies: aquellos "caminos que andan" en la descendencia material de padres a hijos. La interrupción, pues, de las culturas puede representarse como una dolencia escolar, colapso de Mnemósine— que una que otra vez llega al ilapso. A veces, las rupturas logran remendarse, como junta Isis, después del sparugmós, los dispersos miembros de Osiris. En la India, es de creer que los compendios budistas se establecieron sobre documentos del recuerdo. De igual manera, en la Grecia de los Pisistrátidas, los diaskevastas fijan y coordinan los Poemas Homéricos, que amenazaban desgarrarse en el ímpetu de la difusión, como hoy rehace el folklorista los ciclos de romances viejos, recogiendo en boca del pueblo los trozos conservados. Así, en la China del siglo II a. C., después de la Destrucción de los Libros a que se entrega el furioso Shi-Wang-Ti, los letrados consiguen restaurar —sacándola más o menos intacta de su pecho— la sabiduría de los mayores. El esfuerzo por suturar los colapsos de la memoria asume frecuentemente, en la historia, un aspecto que corresponde a la superstición antropológica, según la cual el matador absorbe las virtudes del enemigo muerto. Roma, vencedora de Grecia, se opone a la escuela de la cultura helénica. El Califa Omar, en 642 d. C., destruye el tesoro de la antigua ciencia, conservado en la Biblioteca de Alejandría (aunque se le adelantaron y lo secundaron activamente los monjes salvajes que venían de los desiertos de la Tebaida y abominaban de la diabólica letra escrita). Y, poco después, vemos a los árabes mismos, en Bagdad, en El Cairo, en Córdoba, esforzándose por dar nuevo aliento a todo el saber aniquilado. Memoria es continuidad y tradición. Conforme crece la confianza en el signo gráfico se va abandonando el cultivo de la memoria viva. Se comprende la utilidad del saludable ejercicio mnemónico para los pueblos que conservaban en versículos toda su sabiduría y sus reglas prácticas. Sólo la memoria, escuela mínima, incorpora efectivamente la cultura en la vida. La pedagogía que descuida la memoria tiene que esperar demasiado a que las especies sean comprensibles por la pura razón. ¡Era tan fácil depositarlas a tiempo entre las reservas interiores, en tanto que asoma el entendimiento! Cuando volvemos la cara, ya es tarde. ¡Pedagogía de las "mangas verdes"! ¡A buena hora quiere convalecer el árbol torcido! Mal empieza el niño que no asimila su docena de fábulas; mal empezó el joven que no asimiló su veintena de poemas clásicos.
Ahora bien, esta incorporación viva de la memoria, que permite movilizar en cualquier instante y a lo largo de una existencia las especies del conocimiento transmitido, es el fundamento de toda educación y todo humanismo. En efecto, se educa en primer término para poder improvisar, y sólo en segundo término para saber dónde están los textos de consulta. Y en semejante poder de improvisar reside el verdadero humanismo, o servicio inmediato y constante de la inteligencia en la vida. ¿Queréis un símbolo de muy grata recordación? Evocad a Erasmo que en las jornadas de un viaje entre Italia e Inglaterra, para no perder el tiempo en conversaciones insípidas, escribe el Elogio de la locura, verdadero alarde de la memoria, insigne caso de "actualización" de toda una herencia cultural, convertida en propia naturaleza. (Es verdad que la erudición advierte, en este ameno opúsculo —lo advierte con una sonrisa— que Erasmo, "en el calor de la improvisación" como se acostumbra decir, atribuye a Sócrates la idea de las dos Venus, la Urania y la Terrestre, y las dos naturalezas del Amor, todo lo cual el Simposio lo ponía en boca de Pausanias.)
En los ejemplos referidos se advierte cómo la Crítica ha alcanzado técnicas propias, emparejadas al empeño de conservación y comprensión de la cultura. El caso de la Pedagogía es impresionante. Al punto que algunos escépticos se preguntan si la Crítica misma no será una exacerbación didáctica, una fisonomía hipertrofiada bajo el creciente empeño de transmitir a los hijos el repertorio de la experiencia. El último grado de exaltación que se ha concedido a la Crítica —sin duda para evitar las confusiones con el sentido vulgar de la palabra y con el ejercicio meramente impresionista, ornamental o desordenado de la función— es concederle las charreteras científicas y el derecho a una metodología estricta, seca, sistemática: a esto se llama la Ciencia de la Literatura, la cual naturalmente debe aprovechar y respetar en lo suyo las demás manifestaciones críticas, independientes y caprichosas, de que al fin y al cabo se alimenta como el río recibe las contribuciones de los torrentes y regatos.
Fuente:
 
Daniel Diaz / Bibliotecario Argentino

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Inauguran La BIBLIOTECA Orlando Zapata Tamayo [La Habana - CUBA].

Relaciones Públicas del Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba
(
www.miscelaneasdecuba.net).- En la barriada de Regla se inauguró el
pasado 16 de septiembre, la Biblioteca Independiente "Orlando Zapata Tamayo", asistiendo personas del barrio junto a opositores de la comunidad.
Gladys Escandell Martínez, Directora de la nueva biblioteca presentó el proyecto el cual está encaminado a llevar literatura diversa y fomentar la cultura, para contribuir a que fluya la información veraz, en medio de la censura que sufre la isla.

"La Biblioteca Independiente "Orlando Zapata Tamayo" pretende reunir
grupos de lectores que puedan acceder a libros prohibidos por el
gobierno, que puedan intercambiar conocimientos entre sí" -acotó la bibliotecaria.
La Biblioteca independiente que cuenta con más 300 ejemplares de
diversos géneros literarios, realizara tertulias, cines debates,
cometarios sobre libros y ayudará al entendimiento de la necesidad de
fomentar la cultura, mediante la lectura libre.

Esta biblioteca se encuentra ubicada en calle Ambron No 203, entre Maceo y Adriano, Municipio Regla, Ciudad de La Habana. Los interesados podrán asistir en cualquier horario del día para recibir libros en forma de préstamos. Este centro cultual pretende ser acogido por el Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba que dirige la señora Gisela Delgado Sablón.

21-09-2010.Aíni Martín Valero

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29917
Posted by Cuba Verdad at 9/21/2010 03:19:00 AM