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lunes, 1 de abril de 2013

HAY 11 MILLONES de POBRES en ARGENTINA ..? (El 26.9 % de la población)




Lo dice un informe de la Universidad Católica que contradice las cifras oficiales. Para el INDEC hay 2,2 millones de personas pobres. Según el relevamiento de la UCA  la pobreza alcanza al 26.9% de la población. Las Causas: La inflación y el menor empleo

Las estadísticas ofíciales ocultan a casi nueve millones de pobres

Según un relevamiento de la Universidad Católica, a finales de 2012 la pobreza alcanzaba a unos 11 millones de personas, el 26,9% de la población. Para el INDEC llega apenas a 2,2 millones, el 5,5%
¿Las estadísticas del INDEC ocultan casi 9 millones de pobres y que hay más pobres que un año atrás? Es lo que se desprende de la última Encuesta del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). Según el estudio, a fines de 2012 la pobreza golpeaba al 26,9% de la población. Proyectado a todo el país arroja casi 11 millones de pobres.
En cambio, según los datos del INDEC de la segunda mitad de 2012, adelantados días atrás por la Presidenta Cristina Kirchner, la pobreza se redujo al 5,4% de las personas. Eso equivale a 2,2 millones de pobres.
La diferencia, en más o menos, es enorme: las cifras de la  UCA quintuplican las del INDEC. Pero hay más.
Mientras para la UCA el año pasado creció la pobreza, para el INDEC se redujo.
Con relación a 2011, para la UCA la pobreza pasó del 21,9 al 26,9%.
SON 2 MILLONES de POBRES MÁS.
Para el INDEC disminuyó del 6,5 al 5,4% (unos 400.000 pobres menos).
Con la indigencia pasó algo parecido porque para el INDEC la indigencia golpearía al 1,5% de la población –unos 600.000 indigentes y para la UCA es del 5,5% (2,2 millones). Y mientras para el INDEC, en un año, se redujo del 1,7 al 1,5%, para la UCA subió del 5,4 al 5,5%.
Las diferencias no son, por cierto, menores y en relación, nada más ni nada menos, que con indicadores socioeconómicos clave.Así de estas cifras se desprenden diagnósticos más que divergentes sobre la realidad social.
Las cifras difieren no por razones metodológicas. Tanto el INDEC como la UCA calculan la indigencia y la pobreza comparando los ingresos de las personas y las familias con relación a los valores de las canastas alimentaria y total. ¿Entonces donde está el problema?
En el cálculo de los precios de los alimentos y demás bienes que componen las canastas.
Es más que sabido que desde hace 6 años los índices de precios del INDEC están cuestionados a nivel nacional e internacional porque están “manipulados” y no reflejarían los valores que pagan los consumidores.
Para el INDEC, a fines de 2012, con ingresos de $ 714 o más una familia tipo (matrimonio y 2 chicos) dejaba de ser indigente. Son los “famosos” $ 6 por día por persona para acceder a las 4 comidas.
Para la UCA, con los precios promedio de las estadísticas provinciales y centros académicos, la misma canasta de alimentos costaba más del doble: $ 1.449. En consecuencia, todas las familias que para el INDEC no eran indigentes porque ganaban más de 714 pesos, para la UCA sí lo eran si percibían ingresos inferiores a $ 1.449. Lo mismo pasa con la pobreza. Para el INDEC, una familia tipo no era pobre si disponía de 1.588 pesos mensuales. Para la UCA, bien valorizada, la canasta de pobreza ascendía a $ 3.226 por mes, más del doble.
En la vasta franja de pobres no indigentes hay jubilados y pensiones pero también un gran sector que trabaja. La última Encuesta Permanente de Hogares del INDEC de fines de 2012 admite que la mitad de las personas que trabaja – 8 millones gana menos de $ 3.500 mensuales, en tanto hay 1.114.000 desocupados que no tienen ningún ingreso. En el conurbano y en provincias del Norte la pirámide de ingresos es más dramática ya que la mitad de la gente percibe menos de $ 2.500 por mes.
Buena parte de esa gente está al frente de su hogar o familia.
Según el informe de la UCA, “a pesar de los enormes esfuerzos en materia de gasto social, incluyendo los programas de transferencia de ingresos -20% de los hogares reciben algún programa social-, la marginalidad estructural continúa presente en nuestro sistema social y esto se refleja tanto en la existencia de un núcleo duro que permanece en la indigencia, como a través del incremento evidenciado en las tasas de hogares y de población en situación de pobreza”.

©  ISMAEL BERMUDEZ

miércoles, 28 de noviembre de 2012

LATINOAMERICA: el 28% de la población vive en situación de POBREZA


Desde 1990 la pobreza disminuye constantemente en Latinoamérica
Así lo indica el último informe de la CEPAL, organismo de las Naciones Unidas; tres de cada diez latinoamericanos continuan viviendo en la pobreza y uno de cada diez vive en la indigencia

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que la región finalizará este año con 167 millones de personas en situación de pobreza, un millón de personas menos que en 2011, lo que equivale a 28,8% de los habitantes. El número de personas en extrema pobreza o indigencia se mantendrá estable en 2012, sumando 66 millones, la misma cifra que en 2011.
La pobreza en América Latina continuaría su tendencia a la baja, aunque a un ritmo algo menor al observado en los últimos años, gracias a las proyecciones de crecimiento económico positivo e inflación moderada para 2012 en la región, resume el informe Panorama social de América Latina 2012, presentado hoy en la sede de la CEPAL en Santiago, Chile.
De acuerdo con el estudio, 168 millones de latinoamericanos se encontraban bajo la línea de pobreza en 2011, es decir, 29,4% de la población de la región. Ese año se registró una baja de 1,6 puntos porcentuales con respecto a 2010.
Al igual que en años anteriores, el aumento de los ingresos laborales en los hogares pobres fue el factor más determinante en la reducción de la pobreza. Las transferencias (tanto públicas como privadas) y el resto de los ingresos contribuyeron, pero en menor grado, a este descenso.
"Las actuales tasas de pobreza e indigencia son las más bajas observadas en las últimas tres décadas, lo que es una buena noticia para la región, pero aún estamos frente a niveles inaceptables en muchos países. El desafío es generar empleos de calidad en el marco de un modelo de desarrollo orientado a la igualdad y la sostenibilidad ambiental", dijo la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
Según el informe, en la última década se redujo la desigualdad en materia de distribución del ingreso, aunque este tema sigue siendo uno de los principales retos de la región. Las últimas estadísticas disponibles para 18 países indican que en promedio el 10% más rico de la población latinoamericana recibe 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe solo 15%.
Por otra parte, la CEPAL advierte un cambio en la tendencia del gasto público social en la región. Hasta el año 2010 este seguía al alza en América Latina, tanto en montos absolutos como en proporción al gasto público total y al producto interno bruto (PIB), mostrando un carácter contracíclico durante la crisis internacional. Sin embargo, datos parciales de 2011 indican que habría una tendencia a la contracción relativa del gasto social para robustecer las finanzas públicas, lo cual no significa necesariamente una reducción de los montos absolutos destinados a los sectores sociales.
En la edición 2012 del Panorama social también se abordan algunos aspectos relativos al tema del cuidado en América Latina. Este "es un asunto fundamental en torno al cual existen profundas desigualdades y discriminaciones de género que afectan negativamente a la mujer, quien lleva la carga del cuidado en calidad de trabajo no remunerado y poco reconocido", dice el informe. Para las mujeres es difícil "conciliar el trabajo no remunerado del cuidado en el hogar con el trabajo remunerado fuera del hogar", agrega.
Específicamente el documento examina el empleo remunerado en actividades de cuidado, así como los gastos de los hogares en estos servicios, y propone una serie de recomendaciones de política.
De acuerdo con la publicación, 6,7% del total de ocupados en América Latina (con datos para 14 países) trabaja en el sector del cuidado y alrededor de tres cuartas partes de estos trabajadores están empleados en el servicio doméstico en hogares. Las mujeres ocupan 94% de los trabajos asociados a este sector: 71% en el servicio doméstico y 23% en servicios educativos y de salud. El 6% restante corresponde a hombres empleados en el servicio doméstico y en otras ocupaciones del ámbito del cuidado.
Entre los trabajadores del cuidado se observa una mayor incidencia de la pobreza que entre el resto de los ocupados (24,1% frente a 20,2% en 2010). El empleo doméstico, en particular, combina escasa regulación, bajos salarios, poco acceso a protección social, discriminación y condiciones laborales extremadamente precarias, indica el Panorama social 2012.
El informe señala, por otra parte, que un porcentaje bajo de hogares efectúa algún gasto en servicios de cuidado (15%). En promedio, solo 7,6% de los hogares del quintil más pobre efectúa gastos en este ámbito, frente al 32% en el quintil más rico. Entre quienes gastan en cuidado, dicho gasto es notoriamente más alto en los hogares con presencia de adultos mayores.
La CEPAL también examina la situación de las personas con discapacidad en la región, sus necesidades en materia de cuidado y los desafíos que se plantean para las políticas públicas. Según los últimos datos disponibles de distintas fuentes, todavía muy diversas en la captación de información al comparar entre países, alrededor de 12% de la población de América Latina y el Caribe viviría al menos con una discapacidad, lo que involucra aproximadamente a 66 millones de personas.
La Comisión plantea que "se requiere un nuevo balance respecto del rol del Estado, del mercado, de las familias y la comunidad en la provisión del cuidado". Urge un nuevo contrato social que establezca una distribución más equitativa de los roles y de los recursos entre mujeres y hombres en el seno de las familias y de la sociedad, y que potencie un nuevo vínculo entre la esfera pública y privada del trabajo con efectos positivos en el desarrollo productivo, dice el organismo.
En cuanto al rol del Estado, resulta indispensable conformar sistemas nacionales de cuidado, que estén dotados de una institucionalidad pública capaz de integrar políticas y servicios, de articular organizaciones y recursos públicos, privados y de la sociedad civil, y de velar por la pertinencia, integralidad y calidad de los servicio