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viernes, 14 de octubre de 2016

El LAPIDARIO informe de la SIGEN sobre el CENTRO CULTURAL Néstor Kirchner


Revela 21 “severas irregularidades”, sugiere establecer “el eventual perjuicio fiscal” y realizar una denuncia penal.
El kirchnerismo quiso convertirlo en un ícono del Bicentenario y en una de las obras más emblemáticas que pueda imponerse como sede musical y de otras expresiones artísticas. Con un costo final de $ 2.541 millones y un plazo de obra de 78 meses (por encima de los 40 meses pautados en el pliego licitatorio), el Centro Cultural Néstor Kirchner quedó rodeado de denuncias y sospechas de corrupción. Un informe de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) a la que accedió Clarín revela 21 “severas irregularidades” por las que sugirió iniciar las actuaciones tendientes “al deslinde de responsabilidades” y llevar adelante las acciones necesarias para establecer “el eventual perjuicio fiscal”. Además recomendaron realizar la denuncia penal pertinente.
En 48 páginas, la SIGEN plasmó el análisis iniciado el 31 de diciembre hasta el 21 de enero del año en curso, sobre 29 expedientes del extinguido ministerio de Planificación, dos convenios con universidades, y varios marcos regulatorios que dieron origen a la refacción de la antigua sede del Correo Nacional -edificio con carácter patrimonial-.
Cristina Kirchner dijo el día de su inauguración que "refuncionalizar el edificio es mucho más difícil que construir algo de cero". El CCK salió mucho más caro de lo previsto y llevó más tiempo del esperado. Debía terminarse el 12 de octubre de 2012 con un plazo de obra de 40 meses. La fecha no se cumplió y se amplió a 78 meses algo que en la auditoría se marcó como un “excesivo plazo de obra” y añadió que la obra terminó “con un retraso de 38 meses". Incluso a febrero de 2011 cuando la obra debía tener un avance del 43,24%, "sólo registró trabajos por el 22,8 %".
El costo final del imponente edificio sufrió también modificaciones: la auditoría remarca que el valor inicial de obra fue $ 925.799.107,96 cuando fue adjudicada a la UTE de Esuco SA - Riva SA en 2008. El valor fue variando: se aprobaron desde 2011 cuatro variantes de precios que elevaron su valor a $ 1.127 millones.
"Con lo que costó el CCK podríamos haber construido una usina del arte en cada capital de provincia", dijo a Clarín Hernán Lombardi. ​De los resultados del informe de la SIGEN, el funcionario resaltó que además "es indignante que dejaron 2.000 artistas sin pagar y sin papeles respaldatorios lo que representó una deuda de $ 18 millones". 
La SIGEN señaló que al 31 de diciembre de 2015 el monto total certificado asciende a $ 2541.296.190.  El informe señala que muchas de las variantes “deberían haberse incluido en el proyecto básico” y que algunos ítems que no afectaban la integridad del proyecto generaron “mayores costos” en algunos casos por $ 20.718.089. Estos números también los expuso el programa A Dos Voces (TN). 
El CCK no cumplió al momento de su inauguración, según el segundo ítem del lapidario informe, “con la habilitación otorgada para su funcionamiento”. Se adeudaba la solicitud de la Dirección General de Habilitaciones y Permisos del GCBA, la presentación ante el área de Protección Histórica para informar la intervención y ampliación del edificio histórico. No se habían presentado los planos de arquitectura y planos contra incendio ante la Dirección General de Registro del GCBA.
Entre otros aspectos, se indicó en la auditoría que no se licitó la obra del estacionamiento de vehículos, colocando a la empresa contratista “en una situación de privilegio frente a otros eventuales interesados en presentar una propuesta”. La SIGEN consideró que esta obra ameritaba un contrato nuevo e independiente de la obra básica. Al no realizarse “no se resguardó el interés público”, asegura el informe.
Además se consignó que algunos espacios se les dio un uso distinto “al concebido originalmente”, generando un impacto “negativo” en el Centro Cultural, incluso deteriorando su arquitectura. Tal es el caso de la "Sala Sinfónica usada como espacio de recitales de Rock y algunas salas para exposición como depósitos".
Hay bienes muebles del CCK que no están identificados en el registro inventario, “esto imposibilita una correcta identificación y ubicación de los mismos”, expresa el documento oficial. Peor aún, no se pudo constatar la existencia de “bienes adquiridos” como el sistema de sobretítulo LED en la sala sinfónica y el sistema de cartelería digital con pantallas de 50 y 60 pulgadas.
Respecto a la universidad Tres de Febrero, la SIGEN constató que se emitieron facturas por $ 721.500 en concepto de honorarios artísticos y servicios por duplicado, “entendiendo que no son factibles de ser nuevamente abonados y pese a la duplicidad la Comisión de Planificación del Plan Igualdad Cultural ordenó dar curso al pago de $ 56.821.830” a dicha universidad y después otro pago por $ 24.825.477. Las rendiciones presentadas por la Universidad ascienden así a $ 198.126.027.
Hay más de $ 3,2 millones en facturas que "no permiten identificar cuál fue el servicio prestado, indica la auditoría: La factura de Lavecchia Sonido SRL sólo coloca “servicios de sonorización CCK” por $ 1,7 millones, algo similar ocurre con Kaz Sonido que indicó “servicio de sonido” por $ 1,9 millones y Traslada Mailcar SRL que facturó “viajes realizados por cuenta y orden de terceros” por $ 238.516.
 Lombardi indicó a Clarín que a la fecha funcionan con 350 personas en el CCK "nos habían dejado un planta más que inflada de 700 empleados", señaló y que buscan convertir el Centro en una "casa de contenido público de programación para los servicios de los ciudadano".
© Lucía Salinas

domingo, 22 de mayo de 2016

CCK: SOBREPRECIOS… “pareciera una práctica habitual…”




Denuncian sobreprecios de más del 400 % en compras para el Centro Cultural Kirchner

Lo hizo el director del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, en base a resultados provisorios de una auditoría.

El director del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, reveló hoy que el gobierno de la ex presidenta Cristina Fernández compró "equipamiento" para el Centro Cultural Kirchner --ex Correo Central-- con un "450 por ciento" de sobreprecio.

Lombardi adelantó que los "resultados provisorios" de "la auditoría de la adquisición de equipamiento del CCK" indican que hubo "diferencias" del orden "del 450 por ciento", en función de un inventario que hizo el gobierno actual.

El funcionario precisó que el gobierno kirchnerista pagó "620 millones de pesos en total" y "nosotros al dólar actual todavía no encontramos equipamiento por más de 150 millones".

En diálogo con radio Mitre, Lombardi consideró que este tipo de irregularidades "ES PARTE DE LO QUE UNO ENCUENTRA EN TODOS LADOS, PARECIERA UNA PRÁCTICA HABITUAL". "Son resultados escandalosos", reconoció, al tiempo que adelantó que acudirán a la Oficina Anticorrupción para que intervenga e investigue.

"La cuestión es que el que hizo esto pague con la responsabilidad ante la Justicia y que consigamos que devuelva la mayor cantidad de guita posible" concluyó.

Fuente: DyN.


viernes, 29 de enero de 2016

Centro Cultural Kirchner: otro polo de soberbia y desmesura

Con altísimos costos, sin planes culturales y sin siquiera habilitaciones técnicas, el kirchnerismo inauguró su última obra faraónica con el único fin de auto celebrarse
La  realidad se encargó de superar ampliamente todas las especulaciones que las nuevas autoridades del Centro Cultural Kirchner (CCK) se habían hecho sobre él. El ex Palacio de Correos, una obra que había sido ya monumental en su época, demostró que ahora también ha resultado ser el edificio dedicado a la cultura más caro de los últimos años en la Argentina, el último de los caprichos de la administración kirchnerista que se caracterizó por la soberbia y la desmesura de sus objetivos.

Como se recordará, las obras de remodelación insumieron alrededor de 3000 millones de pesos, en tanto que otros 120 fueron destinados a comprar obras de arte. El Centro fue inaugurado contra reloj porque la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner quería hacerlo antes del 25 de mayo de 2015, como el gesto final y más ambicioso de su mandato, el que los trascendería a ella y a su marido, para lo cual el originalmente denominado Centro Cultural del Bicentenario fue rebautizado con el apellido de la familia presidencial.

Tan grande fue el apuro por inaugurarlo que el titular del Sistema de Medios Públicos, Hernán Lombardi, sorprendió a la opinión pública con el anuncio de que el CCK nunca había contado con la habilitación requerida, y que ni siquiera se habían hecho los trámites del pedido de habilitación a la Dirección General de Fiscalización y Control, por los que se deben presentar planos de evacuación e incendio para que la Agencia Gubernamental apruebe su uso público.

Por su parte, la secretaria de Contenidos, Gabriela Ricardes, reveló que la remodelación no tenía la "recepción provisoria", es decir, el alta de funcionamiento de la obra pública, en espera de la aprobación definitiva. Y también se conoció que la irregularidad era tan grave que tampoco hay planos de evacuación ni salidas de emergencia aprobadas, con todos los riesgos que ello implica para la asistencia tanto de los trabajadores como de los visitantes de ese centro.
La situación anteriormente descripta se completa con el hecho de que, al asumir las autoridades de Medios Públicos, encontraron también que el CCK no tenía director, ni organigrama ni programación acordada y que había empleados que, si bien figuraban en las listas, no aparecían a la hora de ser convocados, por lo cual todo el proyecto deberá ser repensado desde cero, una iniciativa que nació prematuramente y en un edificio en obra, sin terminar.
Sin embargo, todo esto no es más que una parte de los dislates en los que la anterior administración incurrió -y de los que son responsables directos el ex ministro de Planificación, Julio De Vido, encargado de la obra, y la ex ministra de Cultura, Teresa Parodi-; sucede, por ejemplo, que la mayor parte del equipamiento comprado para producción audiovisual estaba retenido en la Aduana, o que uno de los restaurantes previstos, con alrededor de 2000 metros cuadrados de instalaciones, no pudo ser licitado ante la ausencia, previsible, de postores, ya que el canon era de 13 millones de pesos al año sólo por el área premium.

Si la falta de transparencia en materia presupuestaria y el culto a la personalidad del ex presidente fueron los rasgos salientes de una obra faraónica antes de su inauguración, también lo fueron los gastos a partir del momento en que entró en funciones: costaba 8 millones de pesos al mes en personal y casi 100 millones al año, para una programación que sólo alcanzaba entre tres y cuatro días por semana. Por ello mismo, un tema delicado por resolver será el del personal: por el momento, siguen desvinculados 600 empleados, a los que no se les renovaron los contratos temporales -culminaban al 31 de diciembre pasado, cuando caducaba también el 85% de las asistencias técnicas temporales que el Estado había pedido a las universidades de San Martín, Tres de Febrero y La Matanza, y por las cuales éstas contrataban al personal-, que serán revisados teniendo en cuenta las competencias para trabajar en un centro cultural de esta magnitud.

A pesar de que se les ha pedido a los gremios intervinientes que acerquen planillas con los datos de esos ex empleados para "hacerles entrevistas, conocer cuáles eran sus funciones y analizar quiénes tendrán continuidad en la nueva gestión", grupos de ex trabajadores, apoyados por militantes de La Cámpora, han hecho y amenazan con volver a hacer en estos días protestas en la puerta del edificio, sobre Leandro N. Alem, para "reclamar la continuidad del ciento por ciento de los trabajadores".

Reencauzar o dar concreción real a este megaproyecto llevará tiempo, aunque ya se haya nombrado a Gustavo Mozzi, ex titular de la Usina del Arte, como su director, y que Hernán Lombardi haya manifestado su intención de reabrir ese ámbito al público en la primera semana de febrero, con entrada general gratuita como hasta ahora.

Siempre es más difícil avanzar tratando de reparar lo hecho sin considerar que los bienes públicos no son de un partido político ni de una persona, sino de todos los ciudadanos. Es de esperar que finalmente el Centro Cultural del Bicentenario no sólo esté a la altura de los más grandes centros culturales del mundo, sino también que recupere su denominación original, para que, aunque esté en Buenos Aires, cumpla con un destino federal.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1866269-centro-cultural-kirchner-otro-polo-de-soberbia-y-desmesura