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martes, 30 de abril de 2019

1° de mayo: Día del trabajador


Algunos almanaques todavía insisten: 1º de Mayo "Día del Trabajo". Pero siempre fue más justo hablar del día de los trabajadores. Todo comenzó a fines de abril de 1886, cuando un grupo de obreros anarquistas lanzó en Chicago una campaña para lograr la jornada de ocho horas, cuando se trabajaban 14 y a veces más.
No había límites para la explotación y, como lógica contrapartida, tampoco los había para la utopía de los dueños de nada, que querían dar vuelta un mundo que ya estaba patas para arriba. El 1º de mayo convocaron a una gran manifestación. Allí estaban los obreros con sus mujeres y sus hijos. Para ellos querían las ocho horas, para poder estar con su familia, para poder ver crecer a su hijos, para terminar con el oprobio de llegar con todo el cansancio en el cuerpo a sus casas, ver dormir a sus hijos y levantarse a las pocas horas para volver a la fábrica, para leer y formarse, para poder compartir la vida y los sueños con sus mujeres.
Pero sus justos reclamos fueron violentamente reprimidos por la policía y quedaron tendidos sobre el empedrado dos trabajadores muertos. Tres días después se convocó a otra marcha y esta vez la represión fue peor. En medio de la confusión alguien arrojó una bomba y murieron varios uniformados.
El agresor nunca pudo ser identificado y se sospechó que pudo tratarse de un provocador de la patronal. La mayor democracia del mundo respondió brutalmente. Se desató de inmediato la furia policial y en pocos minutos los muertos obreros se contaban por decenas. El saldo final fue de ochenta trabajadores fallecidos y doscientos heridos.
Desde el poder se lanzó la "caza del anarquista". Fueron detenidos ocho dirigentes sindicales en los que se intentó escarmentar a toda la clase trabajadora de los Estados Unidos. Se trataba de Adolph Fischer, Augusto Spies, Albert Parsons, George Engel, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe. Tras un breve y parcial proceso, los cuatro primeros fueron ahorcados el 11 de noviembre de de 1887.
Poco antes de morir, George Engel, que había nacido en Alemania hacía 50 años, alcanzó a decir ante el tribunal: "¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza, y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, la libertad, el bienestar". Lingg prefirió suicidarse con una bomba que él mismo había preparado en la cárcel antes de padecer la "justicia del sistema". Michael Schwab y Samuel Fielden fueron condenados a prisión perpetua y Oscar Neebe, a 15 años de reclusión.
Miguel Schawb dijo al escuchar su condena que no reconocía en aquel tribunal ninguna autoridad y que su lucha y la de sus compañeros era de una justicia tan evidente que no había nada que demostrar y que ellos luchaban por las 8 horas de trabajo pero que: "Cuatro horas de trabajo por día serían suficientes para producir todo lo necesario para una vida confortable, con arreglo a las estadísticas. Sobraría, pues, tiempo para dedicarse a las ciencias y el arte". Porque, claro, las ciencias y el arte deben ser para todos. Siete años más tarde los detenidos fueron indultados por el gobernador del estado de Illinois.
En 1889, la Conferencia Internacional de Trabajadores, reunida en París, acordó fijar el 1º de mayo de cada año como el día de los trabajadores, una jornada que deberá ser de lucha y recuerdo de sus compañeros, de aquellos "mártires de Chicago".
Al año siguiente, los representantes del incipiente movimiento obrero argentino se reunieron en el Prado Español y decidieron conmemorar en adelante el 1º de mayo en nuestro país. Entre 1880 y 1901 se multiplicaron las sociedades de resistencias, se fundaron numerosos gremios, como el de los panaderos, aquellos que estigmatizaban a los curas y a los militares desde algo tan cotidiano y masivo como las facturas, bautizándolas con nombres como "sacramentos", "bolas de fraile", "vigilantes", "cañoncitos", "bombas de crema" y "suspiros de monja".
Floreció la prensa obrera con sus dos grandes exponentes La Vanguardia, el periódico socialista fundado en 1894 y La Protesta, la voz de los anarquistas, que comenzó a editarse en 1897, un año después que Juan Bautista Justo fundara el Partido Socialista. La idea de una central única de trabajadores se concretó en mayo de 1901 con la creación de la Federación Obrera Argentina, la FOA, que nucleaba a la mayoría de los gremios del país. En aquel año recordaba un militante obrero: "…la manifestación obrera conmemorativa del 1º de Mayo fue disuelta en Buenos Aires por la policía a sablazos, produciéndose el tumulto consiguiente".
El gobierno conservador del general Roca comenzó a preocuparse y promovió la aprobación de un proyecto de ley presentado en 1899 por el inspirado senador Miguel Cané. El 22 de noviembre de 1902, la iniciativa del autor de Juvenilia quedó convertida en la ley 4144, conocida como "de Residencia". Contrariando hasta el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional, permitía la expulsión hacia sus países de origen de los extranjeros llamados "indeseables", es decir, militantes sindicales y sociales.
En la mayoría de los casos, el "agitador" extranjero expulsado a su país de origen, al llegar a su destino, era condenado a muerte o a cadena perpetua, cuando se trataba de emigrados que huían de las persecuciones y eran atraídos por la promesa de libertad declamada hasta el cansancio por los sucesivos gobiernos patrios. Ante esta grave situación, el gremio de los marítimos armó una pequeña línea de barquitos a la que llamó "Flotilla Libertaria", que recorría permanentemente el Río de la Plata entre los puertos de Buenos Aires y Montevideo para rescatar a los deportados que lograban arrojarse al agua desde los barcos. La Flotilla Libertaria logró rescatar en aquellos años a centenares de militantes que se reintegraron a la lucha.
Las condiciones miserables de vida continuaron y se agravaron y, pese a la represiva ley 4144, el movimiento obrero reaccionó enérgicamente y decretó a principios de noviembre de 1902, a través de la FOA, la primera huelga general de la historia argentina.
La primera década del siglo XX estuvo marcada por la acción sindical anarquista y la acción política del socialismo. Por aquellos años las ideas brotaban como de un manantial que se expresaba en el notable crecimiento de la difusión de los periódicos anarcosindicalistas, la fundación de bibliotecas y de las "Escuelas Modernas", que refutaban los conceptos y los contenidos de la educación oficial y capitalista; las huelgas generales y las grandes movilizaciones obreras. La rebelión en el "Granero del Mundo" parecía imparable.
El acto del 1º de Mayo de 1905 se realizó frente al Teatro Colón y mientras estaban haciendo uso de la palabra los oradores, el gobierno lanzó un escuadrón de 120 policías a caballo, los famosos "cosacos", contra la multitud, mientras que un escuadrón de bomberos policiales la atacó por otro frente. Sobre la plaza Lavalle quedaron tendidos cuatro muertos y más de cincuenta heridos. Los detenidos se contaron por centenas.
Un informe policial da cuenta de la detención de un obrero anarquista al que se lo encontró "famélico, en grave estado de desnutrición". El oficial escribiente detallaba que entre las pertenencias del detenido se encontraron 100 pesos y que al ser interrogado se le preguntó por qué no había usado parte de ese dinero para alimentarse; el detenido contestó con toda su poderosa y ejemplar humildad: "esa plata es del sindicato, de mis compañeros que tienen tanto hambre como yo pero dan lo poco que tienen para la causa redentora de la humanidad, para que sus hijos vivan un mundo que merezca ser vivido".


sábado, 30 de abril de 2016

1 de Mayo : UNIDAD para la JUSTICIA SOCIAL



En las vísperas del  1º de Mayo, el movimiento obrero organizado y unido se moviliza Por primera vez en mucho tiempo todas las expresiones gremiales acuden en conjunto a expresar en la calle la unidad de la clase trabajadora argentina.

En la actualidad  el pueblo argentino  sigue con inocultable preocupación la evolución de las medidas económicas hasta aquí aplicadas. Tanto la aceleración de la inflación como la pasada devaluación demuestran que se ha resuelto trasladar el costo de esta política sobre las espaldas del pueblo trabajador. Dentro de un generalizado ambiente de dudas e incertidumbres, la disputa  contra la inflación se ve  insuficiente para hacer frente a los grupos económicos formadores de precios y concentrados en pocas manos.

En el gobierno están convencidos que con medidas de estricto orden financiera vamos a retornar al crecimiento de la productividad y mejorar el empleo. Nosotros creemos que sólo representan el regreso a históricas recetas con tristes consecuencias. Es urgente adoptar medidas de naturaleza socioeconómica para que las soluciones no se dejen librado al mercado o a promesas de derrame de la riqueza.

La política económica y social debe girar alrededor de una expresión que evite la consolidación de una solución empresaria para los problemas del pueblo argentino.

¿Quién se beneficia con las últimas medidas económicas? ¿Acaso algún puñado de empresas monopólicas  dedicadas a la extracción de materias primas? ¿O del sector financiero?

Está claro que la sola herramienta de la discusión paritaria para actualizar salarios no basta para sostener la necesaria igualdad de partes, por lo tanto exigimos que el Poder Ejecutivo informe sobre el plan anti inflacionario que dice estar en marcha y cuáles son los instrumentos para la reactivación del país.

No podemos seguir ocultando las cuentas pendientes que aún tenemos bajo la excusa de la herencia recibida. La justificación de que la culpa está en el otro no nos sirve, y no desconocemos que frente a estos hechos  siempre  hubo  y  habrá   sectores  "iluminados  que  tienen  la solución". Ello es así porque estos no pueden disfrazar los errores  que padecimos productos  de  divisiones infecundas y discusiones estériles que apostaban a la lógica de la confrontación.

Por  ello, no  sólo  marcharemos  este  29  de Abril  para   conmemorar el  Día del Trabajador, sino  que llevaremos como estandartes nuestros reclamos:

-Atento a la caída el empleo público y privado reiteramos nuestro reclamo para declarar la emergencia ocupacional.

-Ante el incumplimiento de las promesas de campaña sobre el impuesto al trabajo volvemos a insistir que el salario no  es ganancia.

-Volvemos a demandar la UNIVERSALIZACION de las asignaciones familiares.

-Reclamamos la plena vigencia del 82% móvil de nuestros jubilados y la solución integral de la problemática provisional.

-Ratificar la plena vigencia del derecho de huelga sin la limitación de ningún protocolo de seguridad.

-Asimismo exigimos la no intromisión de ningún órgano externo en la vida institucional de los sindicatos.

Estos  son  los  motivos  por  los  que nos movilizamos. Un llamado de atención a  las fuerzas políticas  para  que asuman estos problemas. Un llamado de atención al  Gobierno que debe realizar anuncios concretos en ese sentido. Un llamado al fortalecimiento a la unidad sindical dada la gravedad de la situación.

VIVA LA PATRIA!!!

VIVA LA UNIDAD DEL MOVIMIENTO OBRERO ORGANIZADO!!!!!

jueves, 30 de abril de 2015

El 1 de mayo y la revuelta de Haymarket


El violento desenlace de la huelga de Chicago de 1886 que reivindicaba la jornada laboral de 8 horas fue el origen del Día del Trabajador que hoy se celebra.
«Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa» reivindicaban los miles de obreros que el 1 de mayo de 1886 comenzaron una huelga en las fábricas de Chicago para exigir a los patronos una jornada laboral de 8 horas.
La Ley Ingersoll, firmada por el presidente estadounidense Andrew Johnson en 1868, establecía la jornada de 8 horas para empleados de oficinas federales y trabajadores en obras públicas salvo excepciones en «casos absolutamente urgentes», pero no afectaba a los obreros industriales con jornadas de más de 11 horas diarias.
La Federación Estadounidense del Trabajo lideraba la protesta en todo el país que movilizó a unos 350.000 obreros.

Chicago, la segunda ciudad más industrializada de Estados Unidos, se había convertido en el centro del movimiento anarquista americano y en el centro más reivindicativo, quizá porque sus trabajadores vivían en peores condiciones que en otros estados, con jornadas de hasta 14 horas diarias. La tensión desatada en torno a la fábrica de maquinaria agrícola McCormik, llevó a la convocatoria de una manifestación el 4 de mayo en el parque de Haymarket a la que asistieron 20.000 obreros.
Durante el discurso del anarquista Samuel Fielden, un desconocido arrojó una bomba contra la Policía, matando a un agente e hiriendo a otros 60. Se desató el pánico y la Policía abrió fuego contra la gente para disolver a la multitud. El balance dejó un total de 38 obreros muertos y 115 heridos. Otros 6 policías alcanzados por la bomba murieron en el hospital, según recoge UGT en su relato de la historia del 1º de mayo. Los líderes (anarquistas, socialistas y marxistas) fueron detenidos y ocho de ellos sometidos a un cuestionado proceso judicial. Cinco dirigentes sindicales fueron finalmente ahorcados en 1887.

«La voz que van a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora» , dijo August Spies, uno de los llamados «mártires de Chicago», momentos antes de su ejecución.

Varias patronales accedieron a finales de 1886 a otorgar la jornada laboral de ocho horas y tres años después el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París instituía el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores. Hoy se celebra oficialmente en 80 países, aunque paradójicamente no en Estados Unidos cuyo «Labor Day» es el primer lunes de septiembre, ni tampoco en el Reino Unido.

En 1955, el Papa Pío XII estableció la fecha como la festividad de San José Obrero ante más de 200.000 obreros, reafirmando «en este día primero de mayo que el mundo del trabajo ha reclamado para sí como el día propio de fiesta, con la intención de que todos puedan reconocer la dignidad del trabajo y de que esta dignidad pueda ser motivación de la formación de las leyes y del orden social, fundados sobre la equitativa conjunción de derechos y deberes», según recogió ABC en sus páginas.