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martes, 3 de julio de 2012

El ladrón de libros



¿Qué tienen en común una copia del Leviatán de Thomas Hobbes de 1651, un ejemplar de 1619 de La armonía del mundo de Kepler, otro de El Diccionario Geográfico de los Estados Unidos de Joseph Scott de 1795 y el Atlas de Wytfliet (1597)? Pues tienen en común dos cosas: primero que pertenecen (o pertenecían) a la Royal Library de Suecia, y segundo que cayeron en las avispadas manos de su empleado, Anders Burius. Forman parte de una lista de 56 obras que se supone que fueron a parar a este ladrón literario, quien los vendía a la casa de subastas alemana Ketterer Kunst.

A Burius ya lo pillaron en el 2004, y el suyo se convirtió en un caso célebre, ya que se suicidó poco después de descubrirse el pastel. No contento con abrirse las muñecas, cortó una tubería de gas, lo que ocasionó una explosión en su edificio que hirió a otras 11 personas. Parece ser que sus compañeros se extrañaban de que con su sueldo de bibliotecario pudiera permitirse coches y ropa de lujo, pero este personaje estuvo trabajando en la Royal Library durante 10 años antes de que nadie se percatara de que faltaban obras (Burius robaba y modificaba fichas para ocultar sus delitos), y hay indicios de que sustrajo valiosos textos de otras bibliotecas donde había trabajado antes de ésta. En total, Burius llevaba robando desde 1986; solo con lo que se llevó de la Royal Library se estaba embolsando libros con un valor conjunto de unos cuatro millones de euros. Si tenemos en cuenta que la Royal Library sueca es el equivalente a nuestra Biblioteca Nacional, adonde se envían copias de todas las obras que se publican, es posible que 56 libros, apenas unas gotas en el océano de libros que gestionan, sean relativamente fáciles de perder, si es a lo largo de varios años y a manos de un bibliotecario muy inteligente y poco ético.

Pero ha sido ahora cuando se han empezado por fin a recuperar las obras. Uno de los bibliotecarios descubrió que una de sus piezas desaparecidas más preciadas, el Atlas de Wytfliet, del que solo existen ocho copias en el mundo, estaba a la venta en Nueva York. El nuevo dueño de la obra era W. Graham Arader, un especialista en compraventa de mapas que a su vez lo había adquirido en la casa de subastas Sotheby’s en Londres en el año 2003, sin saber nada de su procedencia ilegal. En su momento pagó unos 100.000 dólares (unos 80.000 €), toda una ganga, ya que en la actualidad estima que tiene un valor de 450.000 dólares (unos 356.000 €). Sotheby’s le ha reembolsado a Arader lo que pagó por el libro y le ha devuelto la obra a la biblioteca sueca. Arader, que ya ha colaborado en otras ocasiones con las autoridades de otros países para recuperar mapas robados, se ha quejado de la escasa difusión que le ha dado la Royal Library al tema de las desapariciones, ya que ni siquiera llegó a publicar una lista de los títulos en busca y captura (que, por cierto, podéis ver aquí).

Fuente: http://www.lecturalia.com/blog/2012/07/03/el-ladron-de-libros/

domingo, 12 de febrero de 2012

El Gran Robo de Libros de Palestina



Un documental narra el saqueo israelí de las bibliotecas palestinas en 1948

Miles de libros de las casas palestinas saqueadas durante la Nakba (1948) se encuentran hoy en la Biblioteca Nacional de Israel, a la que muchos de sus dueños no pueden acceder, según denuncia un documental que se estrenará en abril.

"El Gran Robo de Libros de Palestina", es el filme que ultima el director israelí Benny Brunner, con el que sacará a la luz el expolio de las bibliotecas privadas árabes durante la "Nakba" ("catástrofe" en árabe, vocablo con el que los árabes describen el exilio y desposesión palestina tras la fundación de Israel en 1948).

"En una operación conjunta del Ejército y la Biblioteca Nacional -que entonces pertenecía a la Universidad Hebrea- se recogieron unos 30.000 libros en casas palestinas de Jerusalén Oeste y 40.000 en ciudades árabes como Haifa o Nazaret", explica Brunner a Efe en conversación telefónica desde Amsterdam.
Según el director, que basa su cinta en una tesis doctoral del israelí Gish Amit, los bibliotecarios desecharon unos 24.000 volúmenes y se quedaron con otros 46.000.
Más de 7.000 están hoy en la Biblioteca Nacional clasificados como "Propiedad de Ausentes (AP)", mientras que el resto "no se sabe donde ha ido a parar, pero hay evidencias de que parte habría sido incluida en la colección general", asegura Brunner.
Entre las bibliotecas confiscadas estarían algunas de las más antiguas familias de Jerusalén, como los Sakakini, Nashasiwi o Al Huseini, que incluían joyas de la literatura islámica y árabe.
El documental sostiene que, si bien en un principio los libros fueron registrados de acuerdo a su procedencia, en los años 50 se eliminaron las tarjetas identificativas que permitirían relacionarlos con sus dueños en caso de que los reclamasen algún día.
"Se ordenó cortar los lazos, hacer imposible la devolución de los libros, apropiárselos", afirma Brunner, que añade que también se confiscaron otros documentos "como el gran archivo de periódicos de Yafa, que conservaba ediciones de los grandes periódicos árabes que se imprimían allí".

Muchos de los dueños de los libros y sus herederos son hoy refugiados palestinos a los que Israel no permite entrar en el país, mientras que otros están en los territorios ocupados o viven en Israel y tienen ciudadanía israelí.
Es el caso de Anwar Ben Badis, residente en Jerusalén y originario de Tantura (norte de Israel), uno de los pueblos palestinos destruidos en la guerra.

Según él, su padre tiene grabadas dos imágenes que jamás olvidará: "Cómo los soldados judíos de la división Alexandrón de la Haganá se llevaron los libros de la casa familiar e inmediatamente después dinamitaron la casa".

"En total, perdimos unos 1.600 libros, la mayoría textos sagrados. En 1991, un amigo antropólogo que estudiaba en la Biblioteca Nacional encontró tres libros con una tarjeta dentro con los nombres de mi abuelo y su hermano. Alguien los sacó de allí y nos los entregó. Ilegalmente. Igual que ellos nos los robaron", asegura.
Su familia reclamó reiteradamente la devolución de esos y otros libros a la Biblioteca Nacional sin obtener nunca respuesta, añade.

Una portavoz de esa institución señaló a Efe que "la colección de Propiedad Ausente tiene solo 8.000 volúmenes, no forma parte de las colecciones propiedad de la Biblioteca Nacional y está bajo la autoridad legal del Custodio de Propiedad Ausente del Ministerio de Finanzas", a quien remitió para cualquier consulta, pero que no respondió a las solicitudes de información de Efe.

Por Ana Cárdenes
Fuente:
http://archivistica.blogspot.com/2012/02/documental-israeli-narra-el-expolio-de.html

martes, 12 de enero de 2010

Los nuevos modos del robo de Libros...

Los nuevos modos del robo de libros: Una buena parte del botín va a parar a páginas de Internet
De aquellos simpáticos ladrones de una pieza, románticos y sigilosos, subversivos del mercado editorial y su lista de precios, apenas ha quedado alguna huella, cierta reaparición intempestiva en nombre del (supuesto) amor a la literatura. Todo ha cambiado ahora; el robo de libros se alejó bastante de la rebeldía antisistema y terminó por acercarse en sus formas al "crimen organizado", para fomentar la gran oferta en parques y plazas, pero sobre todo en las páginas de la estrella de este siglo: Internet. De una u otra manera, el robo de libros no perdió su intensidad en estos años y sigue siendo el problema de las librerías. Foucault, Borges, Galeano, Cortázar y Bolaño -ladrón confeso-, entre varios de la elite literaria. También los best sellers Dan Brown, Paulo Coelho y cualquier cosa que supere los 50 pesos. Todo desaparece. Todo se roba. (Casi) todo se revende.
"Dejá 15 minutos 'Vigilar y castigar', de Foucault, a la vista y no lo viste más", dice Matías, vendedor en una de las librerías de la avenida Callao, como ejemplo del extraño fervor por "llevarse" la obra del gran filósofo francés ("el más robado de la historia"). "Foucault, como muchos otros, son los más buscados por los lectores y, como consecuencia, por los ladrones, así que nosotros preferimos tenerlos bajo llave", explica el empleado de una librería de Corrientes, y detalla: "Con seguridad y todo, roban mucho. No es tanto en los números finales, pero es más de lo que parece". Según los números de esa misma librería hay un libro robado por cada 99 vendidos. Pero otras, confiesan off the record, han tenido hasta un 25% de error en los cierres. Igual, no existen cifras oficiales: en la Cámara Argentina del Libro carecen de datos al respecto.
Robos hay de todo tipo: aleatorios y apurados, eruditos (como ejemplo, un librero no sabe explicar cómo alguien se llevó la obra completa de Borges de una vez), a pedido del cliente y en equipo: "Viene uno, lo marca y le saca la alarma y otro se lo lleva", detalla Eduardo, otro vendedor. En verano, pero sobre todo en invierno. "Cuanta más ropa llevan puesta, más bolsillos y lugar tienen para esconderlos. Hay situaciones insólitas también. Por ejemplo, una chica una vez entró con un sobretodo en verano, era obvio que vino a robar, así que la enganchamos con ocho libros en la parte de adentro del abrigo", ríe Sebastián, de Losada. "Aunque los ladrones son generalmente amables. Piden disculpas, devuelven el botín y prometen no volver", cuenta Nahuel.
Ricardo, veterano vendedor de la avenida Corrientes, dice que también se roba a las distribuidoras. "Mucho va a parar a Internet", dice. Es cierto que en la Web los libros ofrecidos como nuevos están un 50% menos que en las librerías, aunque es incomprobable su origen. Ricardo se opone a la idea romántica. "Ese ladrón no existió nunca, jamás, a pesar de que varios intelectuales lo hayan hecho. Es cagarse en nuestro trabajo", se enoja. Matías piensa lo contrario. "Existe. Pero si los libros fueran más baratos, si el acceso a la cultura fuera más fácil cambiarían muchas cosas", cree, y ríe con su conclusión: "Claro, eso no le importa a nadie. Por eso roban Foucault".
Aunque quizá sea tan simple como creía el chileno Bolaño: "Lo bueno de robar libros (y no cajas fuertes) es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito".

Fuente: http://www.clarin.com/diario/2010/01/12/um/m-02118336.htm