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sábado, 5 de diciembre de 2009

El legado de una valiosa biblioteca

La colección que dejó Pedro Arata, el primer decano de la facultad, fue recuperada para los investigadores
Farmacéutico, médico, químico, educador, Pedro N. Arata fue un bibliófilo de la generación del 80 de múltiples inquietudes, que reunió escritos de los temas más variados, desde botánica y alquimia, hasta literatura, historia y geografía. Desde ayer los investigadores pueden acceder a una valiosa colección de 14.522 volúmenes de libros, revistas, manuscritos, folletos y fotografías que pertenecieron a Arata, primer decano de la Facultad de Agronomía de la UBA.
Entre ellos, unas cien obras referidas a Leonardo Da Vinci y unos dos mil libros anteriores a 1700 (incluidos varios incunables).
Arata murió en 1922 y, en 1946, su familia donó parte de su colección a la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA. Su hijo Mario, docente en esa casa de estudios, la catalogó desde entonces hasta que murió, en 1961. Pero salvo una efímera inauguración en 1978, la colección permaneció sin uso, cerrada y sin un mantenimiento especial.
En 2005, la Facultad de Agronomía emprendió un proceso de diagnóstico de su estado, recuperación y limpieza del material, que concluyó ayer al quedar inaugurada la Biblioteca Arata, en instalaciones especialmente acondicionadas en su predio de avenida San Martín 4453.
"Es saldar una deuda ética con los donantes, que querían que la biblioteca se conservara como una unidad y que, con ciertas normas, se pudiera consultar", comentó a LA NACION el ingeniero agrónomo Diego Median, curador de la colección, a cargo de un trabajo de valoración de la riqueza contenida en este legado.
Si bien el acceso está restringido a investigadores que justifiquen la necesidad de consultar una edición o ejemplar específico, Median manifestó su alegría por que fuera una colección consultable, "como Arata hubiera querido".
El vicedecano de la facultad, ingeniero agrónomo Juan José Grigera Naón, estimó que recuperarla es respetar la memoria de una figura señera de la facultad, que da idea de la universalidad de sus intereses. Arata fue uno de los fundadores de la Sociedad Científica Argentina en 1872. La directora de la Biblioteca Central de la Facultad de Agronomía y directora de este proyecto, Laura Martino, manifestó su satisfacción por que el material se haya podido conservar y esté intacto. "No lo podemos creer, estamos contentos", dijo a LA NACION.
Una joven bibliotecaria de Agronomía, Vanesa Berasa, fue becada para especializarse en conservación de archivos con una autoridad en la materia, Susana Meden, lo que le demandó unas 500 horas de dedicación.
Tanto Martino como Berasa, al exhibir ejemplares a LA NACION, mostraron la exquisita factura de los libros, que en los estantes están separados por hojas de papel protector, para evitar la abrasión entre libro y libro. Hay ventiladores, control de humedad, temperatura estable, luz difusa para resguardar el material.
Para todos
El proyecto de puesta en valor contó con el apoyo del Programa para Bibliotecas y Archivos Latinoamericanos que administra el David Rockefeller Center for Latin American Studies, de la Universidad de Harvard, a través de un fondo de la Andrew Mellon Foundation.
Muchos libros venían con tapa rústica de Europa y Arata -como otros compradores- los hacía encuadernar acá. Y también ponía dentro de los libros escritos, recibos de compra, cartas a los autores o libreros. Así que hay mucho todavía por descubrir en esos ejemplares que llevan un ex libriscon un dibujo que representa a la química, sello personal que un estudioso como Narciso Binayan Carmona estimó que podía ser uno de los más antiguos del país.
En ese ex libris, Arata -que ya a los 20 años era autor de unos Apuntes de Química que fueron material de estudio durante años- hizo poner en latín una inscripción que tomó de una biblioteca de Antioquía: "Pues algunos aman los caballos y otros los pájaros, otros las fieras; en cambio de mí se posesionó desde chico el deseo ferviente de adquirir y poseer libros".
Cuando en 1949 se cumplieron 100 años del nacimiento de Arata, un profesor de la facultad, Daniel Inchausti, se refirió a la impresión que le causó visitar el lugar donde estaban los libros donados por su familia: "No son libros de adorno, pues conservan la huella de su manoseo; han sido de verdad, instrumentos vivos".
Por Jorge Rouillon
fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1207944

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