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jueves, 14 de agosto de 2014

TRAPALANDA: La plataforma digital de la BIBLIOTECA NACIONAL



Una palpable sensación de orgullo recorrió la ceremonia: la biblioteca digital cuenta con seis mil obras, el puntapié inicial de un proyecto que, según dijo Horacio González, “guarda los sueños y los tesoros del país profundo que somos y queremos seguir siendo”.
La comunidad de los emocionados trabajadores de la Biblioteca Nacional (BN) celebra el lanzamiento de la nueva página web y la puesta en marcha de Trapalanda, la biblioteca digital que cuenta con seis mil obras digitalizadas –exlibris, folletos, libros, manuscritos, fotografías, mapas, música impresa y manuscrita, periódicos, revistas y producciones audiovisuales, entre otros– que permite universalizar el acceso a los visitantes y lectores remotos. “Cada vez me gusta más venir a esta casa, me hallo aquí”, confiesa la ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi, acompañada por Horacio González, director de la BN. “Qué hermoso nombre eligieron; Trapalanda quiere decir ciudad mítica, soñada, buscada. Las utopías son las cosas que no hicimos todavía, pero que vamos a hacer. Tenemos la suerte de que la Biblioteca Nacional nos regale Trapalanda, sus tesoros concentrados por el trabajo de mucha gente”, subraya la ministra. “Esta biblioteca siempre está dando que hablar de nosotros mismos y también da que pensar. Trapalanda guarda los sueños y los tesoros del país profundo que somos y queremos seguir siendo.”
González destaca el “momento fundamental” que está atravesando la BN. “Durante mucho tiempo se reclamó el pasaje al mundo digital y lo estamos haciendo de manera que los legados que contiene esta Biblioteca Nacional y todos sus tesoros bibliotecológicos estén en condiciones de ser difundidos de una manera mucho más amplia y capaz de alcanzar a todos los que quieran consultarlos de modo no presencial, lo que hoy caracteriza la vitalidad de todas las bibliotecas del mundo.” Esta exigencia contemporánea específica se combina con el hecho de que la BN “sigue siendo una implantación cultural incisiva, fortísima y definitoria de los rumbos culturales” del país. El nombre utópico de Trapalanda remite a una utopía comunicacional democrática “que también debemos cuidar, que debemos interrogar y que debemos hacer progresar sin anular ninguna de las demás formas de consulta y de contacto físico con todos los libros”. Esta biblioteca digital tiene “enormes proyecciones en el futuro”, plantea el director de la BN. Para fines de este año se prevé contar con más de diez mil obras digitalizadas gracias al software libre Dispace, uno de los elegidos por las grandes bibliotecas virtuales del mundo porque permite el acceso desde teléfonos celulares, tabletas y computadoras. Ya se pueden consultar y descargar los veintiún incunables que custodia la Biblioteca y la colección de libros antiguos, fechados entre 1500 y 1700, materiales que, hasta el momento, estaban reservados sólo a los investigadores.
La navegación del sitio –www.bn.gov.ar o trapalanda.bn.gov.ar  es sencilla y rápida. En el rubro “manuscritos” se despliegan las colecciones de Bernardo Canal Feijóo (correspondencia), César Tiempo (correspondencia), Dardo Cúneo (correspondencia), Manuel Belgrano (correspondencia), Silvio Frondizi (correspondencia) y Leopoldo Lugones, por mencionar apenas un puñado de nombres del diverso acervo que se puede rastrear online. El “Dogma de obediencia”, manuscrito de Lugones, es una obra inacabada que la BN compró a la bisnieta del escritor. Otro tesoro es la traducción de la Constitución Federativa de los Estados Unidos de América realizada por Mariano Moreno. De los documentos originales de puño y letra de importantes autores y personajes históricos se puede saltar al archivo audiovisual y sonoro de conciertos, conferencias, homenajes, jornadas y demás actividades culturales que se hicieron en los últimos años, como la charla con los guitarristas de Luis Alberto Spinetta que coordinó Ricardo Mollo en noviembre de 2012. González pide que proyecten en la pantalla la “Oración fúnebre del soldado Abreu”, de la época de las invasiones inglesas. “Me llamó la atención la factura interesante que tiene como oración fúnebre, un viejísimo género que se practicaba con mucha habilidad y que quizá con el tiempo fue decreciendo la sutileza desde el punto de vista político. Spinetta cultiva el género de la plegaria laica; hay una vinculación entre esta oración fúnebre que, si se la lee con atención, tiene una poética patriótica de carácter épico muy interesante y estremece un poco verla hoy con las semejanzas y desemejanzas que tiene respecto del mundo contemporáneo”, advierte el sociólogo. “Una biblioteca digital es un mundo absolutamente heterogéneo que tiene catalogaciones y clasificaciones que lo hacen menos heterogéneo, pero hay un enorme placer de consultarla en esa heterogeneidad que nos permite vincular mundos aparentemente tan diversos.”
Elsa Barber, subdirectora de la BN, recuerda que hace unos años una colega le dijo: “‘Desde lo bibliotecológico tiene que ocurrir un milagro en la Biblioteca Nacional’. Yo creo que ese milagro ocurrió y de ese milagro formamos parte cada uno de nosotros. Me siento una privilegiada por participar de esta etapa de la biblioteca”. Ezequiel Grimson, director de Cultura, aporta un “caso testigo” para reflexionar sobre esta digitalización que implicó la participación de todos los trabajadores. “Un bibliotecario encuentra perdido entre los millares de libros de los anaqueles un ejemplar con anotaciones manuscritas de Borges. La dirección de la biblioteca establece un programa de investigación sobre el tema, la investigación avanza, desarrolla un catálogo, se edita el libro Borges, libros y lecturas, el trabajo toma la forma de una exposición bibliográfica en la sala Marechal, se desarrollan jornadas bajo el título Borges Lector con especialistas de todo el mundo, se presenta en la televisión pública el programa Borges por Piglia, que es visto por cerca de 200 mil personas sólo en Capital y el conurbano bonaerense. Y finalmente la exposición se hace itinerante bajo el nombre Borges itinerarios, siguiendo la ruta que el escritor recorrió como conferencista entre los años 1949 y 1952, y así la muestra se presenta en ciudades y pueblos de todo el país.”
María Pía López, directora del Museo del Libro y de la Lengua que ahora tiene un espacio virtual propio dentro del nuevo sitio de la BN, festeja lo que define como un proyecto “demencial”. “Antes de tener una biblioteca digital tuvimos un nombre y un breve texto que todavía figura en la página y empieza diciendo: ‘Trapalanda, tierra mítica y ensoñada’. Tenemos el manuscrito más antiguo y la última conferencia que se dio en la biblioteca. Es un proyecto demencial que por supuesto siempre va a estar inconcluso, a la espera de que le agreguemos otra obra más, otra partitura más. Y vamos a seguir alimentándolo como una aventura enloquecida.”