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sábado, 8 de diciembre de 2012

El lenguaje de los signos

Un signo es algo que transmite un significado. En castellano, la palabra "gato" es un signo porque posee un significado. Pero, por más que las palabras sean los signos más evidentes, no son en absoluto, lo único que comunica significado. En las diversas aceptaciones de la palabra "significar", una sonrisa significa amistad, un sombrero de copa significa formalidad, y el humo significa fuego. Las lenguas estan formadas por signos con forma de palabras. Pero si afirmamos que un lenguaje es toda manera de transmitir significado, se deduce que hay otros tipos de "idiomas", con otros tipos de signos. Una hamburguesa y un filete ruso son más o menos lo mismo (por más que la forma de prepararlos sea diferente). Pero "dicen" cosas muy diferentes; las asociaciones que provocan son esencialmente distintas.
Los signos lingüísticos son los más evidentes porque no tienen otra función en la vida que ser signos. En cambio, los objetos que sirven como signos en el "lenguaje" del vestir o de los alimentos también cumplen otras funciones. El lenguaje del vestir contiene signos como "vaqueros", sombrero panamá" o "cazadora de cuero": quienquiera que lleve algunos de estos objetos transmite, consciente o inconscientemente, signos que revelan algo acerca de sí mismo. Así como determinadas combinaciones de palabras significan cosas determinadas, lo msmo ocurre con ciertas combinaciones de prendas de vestir: el hecho de llevar traje y corbata constituye una "indumentaria", una oración en el lenguaje del vestir que tiene un significado concreto.
El lingüista suizo Ferdinand de Saussure indicó que la lingüística examina un tipo determinado de signo:
 signo linguistico
la palabra y sus combinaciones. No se equivocó al predecir que la lingüística influiría sobre otra ciencia más general, la semiótica o semiología, que estudia todos los signos y todo tipo de significados.
TIPOS DE SIGNIFICADO
Si bien es correcto decir que un signo significa algo, hay que recordar que hay diferentes relaciones entre los signos y sus significados. El humo significa fuego, aunque no de la misma manera en que ocurre con la palabra "fuego". El filósofo estadounidense C.S. Pierce surigiró que había tres tipos diferentes de signos:
1. El humo significa fuego porque es causado por este y, por tanto, indica su existencia; para Pierce, el humo es un indicio del fuego.
2. Una fotografía o un cuadro de un fuego significa fuego porque lo imita o representa; segun Pierce, la representación es un icono del fuego.
3. La palabra "fuego" significa fuego por ningún otro motivo aparte de que es la convención que usan las personas de habla española para referirse a él. Para los hablantes de Fon, la conversación es distinta, ya que la palabra "zò" es la que significa fuego. Peirce decía que la palabra es un símbolo del fuego.
Los signos son interesantes porque los inventa una cultura como instrumento para la comunicación entre las personas que pertenece a esa cultura. Su examen nos revela mucha información acerca del funcionamiento de esta cultura en particular y las cosas que son importantes y valiosas para sus miembros. Por ejemplo, las decisiones acerca de la forma y los materiales de una construcción son en parte de decisiones acerca de los signos.
EL MUNDO DE LOS CÓDIGOS
Como la palabra "lenguaje" tiene tantos significados, los semiólogos emplean en su lugar la palabra "código", más concreta. Un código es un sistema de signos, cada uno de los cuales tiene su propio significado. Los tres colores del semáforo son un ejemplo de un codigo muy conocido y aceptado
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; pero también hay un código de la vestimenta, menos fijo, aunque igualmente significativo. Así como se aprende una lengua, uno puede aprender cualquier código. Los semiólogos sostienen que aprendemos muchos códigos sin darnos cuenta, y que las cosas que vemos, y también las que oimos, nos hablan constantemente en los numeros códigos que nos rodean.
Esta idea forma parte de la base del estructuralismo. El estructuralismo es una teoría desarrollada en un principio en el campo de la antropología por Claude Levi-Strauss bajo la influencia de la lingüística de Saussure, y continuada por el crítico estructuralista francés Roland Barthes quien elaboró una teoría de las estructuras que dan coherencia a una cultura, incluyendo signos procedentes de ámbitos tan variados como la lucha, los juguetes o el cine de Hollywood. Barthes fue el responsable de identificar la vestimenta como código y realizó un análisis semiológico de la moda.
SEMIOLOGÍA, LA CIENCIA RADICAL
La semiología ha sido el centro de numerosas controversias. Los propios semiólogos no siempre coinciden en cuestiones básicas. Otras controversias proceden del desafío que plantea la semiología a los supuestos de otras disciplinas. La semiología examina las obras literarias, musicales y artísticas, por ejemplo, como sistemas de significado que hay que descifrar y con los cuales hay que experimentar, en lugar de como obras del genio creativo que hay que valorar. Para la semiología también es radical en otro sentido. Los semiólogos traducen los mensajes
simiologia2
que se transmiten constantemente dentro de una cultura; son como detectives que siguen las pistas y llegan hasta los signos que nos hablan sin que nos demos cuenta. Algunas personas opinan que el mero hecho de examinar los mensajes subconscientes que nos rodean es subversivo o inadecuado. Pero la capacidad de comprender los signos es una herramienta importante, por ejemplo, para las personas que trabajan en publicidad, que utilizan la semiología para crear sus mensajes, y también para el público, que debe aprender a resistirse a los mensajes ocultos del anunciante.
¿PARA QUÉ SIRVEN LOS SIGNOS?
La comida nos proporciona alimentos. Pero también puede ser agradable y producirnos placer al comer. Asimismo, un signo nos brinda información, pero también puede ser "agradable de pensar". Esto es así porque el signo no es exactamente igual que su significado. Un signo tiene, además, su propia existencia, independiente. En el código de la música, un ritmo determinado podría ser un signo que significa "rock'n'roll", pero al mismo tiempo podría producir placer en sí mismo, simplemente como ritmo. Puesto que un signo no es lo mismo que su significado, puede desarrollar significados nuevos, aparte del original. Estos significados adicionales se podrían combinar. Con los signos "recogen" así otros significados. Los signos transmiten significado e información de maneras complejas, por eso los necesitamos. Esta es la base del simbolismo personal, además del estilo personal: la forma simbólica que adopta cada persona para los "lectores" del mundo exterior.
LA SEMIOLOGÍA Y LAS ARTES
Para los semiólogos, el mundo es un rompecabezas gigantesco, una colección de signos y claves que hay que interpretar y que han de tener sentido. Cada ser humano nace dentro de esta compleja red de posibilidades comunicativas y crece usándola. Lo que las personas pueden decir ya está modelado en parte, aunque también está restringido según los códigos culturales de la sociedad a la que pertenecen. La semiología forma parte de la cultura occidental. Aunque comenzó como una manera de analizar la lengua y a continuación como una forma de leer textos, en la actualidad, en general es una invitacción a "leer el mundo" como si fuera un texto. Era inevitable que influyera en la manera de recibir las demás artes, incluido el cine. El caso más famoso de este último plano es  El nombre de la rosa
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 del semiólogo italiano Umberto Eco que trata de un monje medieval que procura comprender los signos que le rodean a fin de resolver el misterio de un asesinato múltiple cometido en un monasterio. La novela nos incita a concebir al monje como a un semiólogo medieval; asimismo, invita al lector o lectora a actuar como un semiólogo de la propia novela, a investigar la novela, imitando las investigaciones del héroe

sábado, 20 de febrero de 2010

jueves, 17 de diciembre de 2009

Aquella sombra en la caverna [Semiología]

El acceso del hombre a la humanidad se inició, probablemente (como especulación fundamentable), cuando les atribuyó función (eficacia) semiótica a las sombras y a los reflejos. Una cosa era sentarse a la sombra de un árbol, en un mediodía abrasador, y otra, muy distinta, reconocer en esa sombra la forma del árbol bajo el que se sentaba y, aún más, reconocerse a sí mismo al contemplar su propia sombra, mientras recorría la llanura caminando, o saber que alguien (y, quizá, saber quién o qué) estaba entrando en su caverna por las sombras que proyectaba el sol desde la entrada y, alargándose, sobre el piso de la caverna. Al llegar a percibir esa sombra como suya (u otra como de alguien o de algo) el hombre accede, quizá, a uno de los primeros existentes ontológicos que configura en su mundo: su identidad. La sombra es suya; la sombra está para que él mismo sepa que él está allí; que él existe; que las formas y el movimiento de esa
sombra le permiten conocer (y, después, reconocer) su propia forma y sus propios movimientos. La sombra: perfiles macizos, superficies de oclusión saturadas sin detalles interiores; adivinanza cuya clave y respuesta era (y sigue siendo) él mismo.
Por ese mismo tiempo, posiblemente, en la superficie tersa del agua del remanso de un río o en el borde acuático de un lago, ese hombre vio las cosas de su entorno reflejadas e invertidas. Reconoció, en las temblorosas formas, los árboles, los montes, el perro que lo acompañaba y un rostro en mucho semejante a los que solía ver en torno y en algo diferente a todos ellos. Vio que cambiaba la imagen del rostro sobre el agua, cuando sentía que se movían partes de la cara, y, tarde o temprano, relacionó ambos efectos y se adueñó de los gestos como le enseñaba la imagen acuática que podía hacer. Identificó los ojos vistos sobre el agua como sus ojos, invisibles hasta entonces para él, y vio la boca, la nariz, las orejas, que siempre veía cuando veía a otros, como existiendo también en él: semejantes y diferentes, lo separaban de los otros y lo configuraban como él mismo. El Narciso inicial centraba en sí mismo el posible universo de
quienes integraban su entorno, atribuyéndose una identidad diferencial que comenzaba en su reflejo sobre el espejo de agua, descubierta como espejo que lo descubría como individuo.
La Palabra era Dios
"En el principio existía la Palabra/ y la Palabra estaba con Dios/ y la Palabra era Dios./ Ella estaba en el principio con Dios./ Todo se hizo por ella/ y sin ella no se hizo nada de cuanto existe./ En ella estaba la vida/ y la vida era la luz de los hombres,/ y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron" (San Juan 1.15). ¿Qué cambió en la lengua griega para pasar del Mito a la Razón? ¿Qué sintaxis gramatical cambió?; ¿qué verbos pasaron de ser transitivos a ser intransitivos o de tener todos los tiempos y modos a ser defectivos, o viceversa?; ¿o de qué lengua griega se cambió a qué otra lengua griega? ¿Qué para pasar de la Creencia a la Verdad? ¿Qué para pasar de la Filosofía a la Ciencia? ¿Qué gramática del Pensamiento se codificó?; ¿qué sintaxis del Razonamiento se articuló? ¿Cuáles fueron las siguientes semiosis dominantes?
Nanohistoria
Para que una expresión como "La construcción semiótica de la historia" tenga sentido, es necesario aceptar que: 1) Un acontecimiento es un fenómeno percibido por alguien (uno o una multitud), en algún momento (instantáneo o permanente); lo que nadie percibe nunca, no existe para el conocimiento; 2) para poder percibir, es necesario poder enunciar lo que se percibe; "veo", "siento" "esto" puede ser individual, incluido en la memoria personal (la "memoria colectiva" es una metáfora), o compartido (incorporado a la comunicación interpersonal); 3) para poder enunciar es necesario disponer de la(s) semiosis que contiene(n) los signos que se utilizan en esa enunciación (Le Goff, Jacques, Pensar la historia, ed. Paidós, 2005, 4) enunciar para uno mismo, o sea, incluir algo en la memoria personal (primera historia), requiere configurarlo como el resultado de la concurrencia de las semiosis de las que dispone quien memoriza; 5)
enunciar para compartir (o compartir algo percibido por más de uno) requiere dar cuenta de lo memorizado utilizando las semiosis vigentes en la sociedad a la que pertenece el memorizador; 6) enunciar para uno mismo ya requiere de tiempo; el momento de percibir no es el momento de memorizar; este tiempo necesariamente diferente hace que toda memoria lo sea de un acontecimiento ya histórico (en cuanto no simultáneo, sino precedente, con relación a su registro en la memoria); este lapso permitiría identificar ontológicamente lo que podríamos designar como "nanohistoria"; 7) tampoco la percepción es contemporánea de lo percibido; hay un tiempo necesario para el recorrido neurológico hasta donde se registra lo que se está percibiendo (Fuster, Joaquín, Memory in the Cerebral Cortex, Cambridge, MIT, 1995); para cuando llega allí, lo percibido en el mundo ya es diferente de lo registrado en la memoria, aunque su identidad perdure; saber que se
percibe remite lo percibido a lo histórico; 8) saber que se percibe requiere el registro histórico de la memoria de haber percibido, en cuanto tal memoria está en el pasado de ese saber.
El siguiente proceso ya constituye una nanohistoria: Veo,/ sé que lo veo,/ y sé lo que veo.
Postulados de la nanohistoria: 1) Existe lo que desconozco, pero no sé ni siquiera que existe; 2) existe lo que conozco, pero sólo de la manera como lo conozco; por tanto, 3) la realidad es la manera que tiene el hombre de conocer su mundo y 4) no existe, para el conocimiento de ningún organismo, la realidad en sí.
Hombre y mundo
Ontología: constatación racional de la presencia del mundo, que así existe, para nosotros, como conocimiento; sólo podremos compartirlo, en gran parte, como interpretación social estandarizada, utilizando los lenguajes convencionales (mientras todavía son convencionales).
Ontopatía: constatación emocional de la presencia del mundo, que así existe, para nosotros, como sentimiento; sólo podremos compartirlo, en una pequeña parte, configurando nuevos lenguajes noconvencionales (eficaces mientras no se hacen convencionales).
Ontopoiesis: creación de un nuevo existente como conocimiento acerca del mundo (o creación del conocimiento de un nuevo existente en el Mundo); requiere la aceptación social de la transformación de la correspondiente gramática semiótica, como condición necesaria para generar un efecto ontopático u ontológico o ambos.
Nuevo cambio
Si aceptamos que los sistemas semióticos vigentes en la globalización están cambiando, y si conocemos las características de tal cambio, estaremos en condiciones de anticipar: 1) que un nuevo cambio histórico –global– está comenzando a producirse, y 2) cuál será la diversidad fundamental que identificará la nueva etapa de la historia de la humanidad.
Todo lo cual deberá comprobarse.
Por Juan Magariños de Morentín *
•Profesor en las universidades nacionales de La Plata y de Jujuy. El texto está compuesto por fragmentos del trabajo "Relación entre la historia de la humanidad y la historia de los sistemas semióticos", presentado en el X Congreso Mundial de Semiótica, La Coruña, España, septiembre de 2009.
Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-137133-2009-12-17.html
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