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viernes, 4 de octubre de 2019

Formosa: 5 de Octubre de 1975...



#AcaNoseRindenadieMierda

En su libro #Operación Primicia, el periodista Ceferino Reato reconstruye con minuciosos detalles los pormenores del hecho. En aquel entonces, detalla, la organización , encabezada por el "oficial superior" Mario #Firmenich, estaba convencida de que el golpe de Estado del que tanto se hablaba era inexorable y que, incluso podía beneficiarlos. Por ese motivo, crearon el Ejército Montonero, con sus uniformes color azul y sus grados, que debutó precisamente con ese ataque.

 La apuesta de #Montoneros era que en ese enfrentamiento el pueblo se inclinara por ellos al comprender que eran quienes defendían sus verdaderos intereses. Ese Ejército Montonero debía conducir al pueblo, más tarde o más temprano, a "la liberación nacional y la #PatriaSocialista" ….

viernes, 5 de octubre de 2018

domingo, 2 de noviembre de 2014

Fue CUBA (Libro) una documentada y polémica mirada de los años setenta


Una investigación exhaustiva sobre la infiltración castrista

En el flamante "Fue Cuba", el escritor y ex funcionario menemista Tata Yofre examina los vínculos entre La Habana y los movimientos guerrilleros de los 70. Infobae publica el prólogo del explosivo libro
La escena se llevó a cabo el 16 de marzo de 1976. Faltaba una semana para que cayera en la Argentina el período constitucional que había nacido el 25 de mayo de 1973, tras el estruendoso fracaso del gobierno militar que había depuesto al presidente Arturo Umberto Illia en 1966. Esa noche, la sociedad escuchó atentamente al líder de la oposición fijar su postura ante lo que sostenía la calle que estaba próximo: un nuevo golpe militar. Se prendieron las luces de las cámaras de televisión y Ricardo Balbín comenzó a hablar con su estilo alambicado y poético.

Era un intento vano por frenar lo irreparable, y en un momento se preguntó, nos preguntó: "Ahí está la guerrilla —¿por qué vino y quién la trajo?— poniendo al país en peligro y encendiendo una mecha en el continente americano. Nadie se preocupa de eso. Pero para la construcción por la violencia de la Argentina, la guerrilla intensificada en el país pasa las fronteras. Y puede llegar el día en que, sin querer o queriendo, encuentre convulsionado su país, amenazada su República".

Avalando sus palabras, al día siguiente, salía el primer ejemplar del vespertino La Tarde, bajo la dirección del joven Héctor Timerman, con un titulo de tapa a varias columnas: "Argentina hoy: bombas, secuestros y carestía". Días más tarde, el mismo diario título: "Un récord que duele: cada 5 horas asesinan a un argentino."

"La guerrilla" era la cuestión. No toda, pero sí en gran medida la excusa para lo que estaba por venir. "Cuanto peor mejor", sostenía el líder de la organización Montoneros. "A las armas", clamaba un jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo. Todos empujaban al país hacia el vacío. Y las Fuerzas Armadas ya habían tomado la decisión de derrocar al gobierno constitucional unos meses antes.

Parecía difícil imaginar como Balbín ignoraba la génesis de la guerrilla. El fenómeno armado, en América Latina y la Argentina en particular, había comenzado varios años antes. Fue en Cuba cuando los nuevos dueños del poder decidieron exportar su revolución. Que no era una revolución liberadora de las dictaduras existentes, sino marxista-leninista. No son simples suposiciones. En este libro están varios de los documentos inéditos que lo demuestran. Son los que surgen del archivo del antiguo Ministerio del Interior de Checoslovaquia, con mas de 10.000 folios, de los cuales elegí algunos de los mas emblemáticos.

El comienzo de todo este proceso se remonta a tiempos anteriores a la llegada de Fidel Castro al poder, en la primera semana de enero de 1959. Hay un trabajo previo muy bien llevado entre el Kremlin, los comunistas cubanos enrolados en el Partido Socialista Popular y el cuartel del Movimiento 26 de Julio, de Fidel y Raúl Castro con Ernesto Guevara de la Serna. Con el paso de las semanas, una vez asidos al poder, establecieron un gobierno en las sombras que preparó la futura dictadura comunista. Contaban a su favor con el efecto sorpresa y la ignorancia de las capas directivas de la isla.

Esa fue la primera estafa. Luego llego el segundo engaño. Promocionar su movimiento "liberador" en los países de Hispanoamérica, con la ayuda de un gran aparato propagandístico y la complicidad de brillantes intelectuales. Vendedores de mercadería falsa. En mal estado.
En el plano general, la expansión castrista se desarrolló bajo la indolencia de las dirigencias de América Latina y, especialmente, de los Estados Unidos de América. En plena Guerra Fría, en un clima de pachanga, se estacionó un portaviones soviético a 90 millas de sus costas y cuando tomaron conciencia del error ya era tarde. En la Argentina la infiltración fue un éxito. Quizá el mayor logro político del gobierno castrista. Colarse entre las fisuras y los resquebrajamientos de su sociedad, cuya dirigencia no tenía respuestas, en especial, de que hacer con el peronismo después de 1955.

Aunque parezca exótico traerlo a colación, el general Eduardo Lonardi, el mismo jefe que echó a Juan Domingo Perón en septiembre de 1955, les previno a quienes lo sacaban del poder sesenta días más tarde, con la intención de disolver por la fuerza el Movimiento Peronista e intervenir la central sindical, que "sería un procedimiento muy poco hábil, desde el punto de vista democrático, poner al movimiento peronista en la clandestinidad y robustecerlo con la persecución". Pues bien, lo hicieron, y el vasto peronismo, con el tiempo, fue infectado.

Entraron a jugar "los simuladores", como los llamó el jefe del Movimiento, porque en nombre de Perón —a quien despreciaban— intentaron, con diferentes artilugios, terminar con el peronismo. Y años más tarde, en medio del incendio político, social y económico, los que lo echaron lo volvieron a traer para que apagara la hoguera.

América Latina no fue ajena a este fenómeno. También lo sufrió. Ahí están Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Uruguay, entre otros, para atestiguarlo. Como Balbín, el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti reconoció que "sin guerrilla no hay una explicación al golpe de Estado de Uruguay".

Como ha sido mi estilo, todo lo que afirmo está respaldado por documentos desconocidos, buscados en Checoslovaquia, la Unión Soviética, Cuba, Alemania Oriental y la Argentina. A ellos se suman archivos particulares de personajes de la época, también inéditos. Eso no es todo: conté para este largo relato con la confianza y la sinceridad de viejos militantes de la izquierda radicalizada. Aquella que prefirió el lenguaje de las armas. En esos encuentros intentamos reconstruir el pasado, hacerlo comprensible, a pesar de las lógicas diferencias con cada uno los entrevistados. Nadie engañó a nadie: hicimos una reconstrucción en común de nuestra historia, de la peor parte que nos tocó vivir.

Muchos observarán que trato la situación interna cubana. El papel de Fidel, en primer lugar. Luego, el Che Guevara con su fracasada formula: guerrilla-revolución-triunfo-socialismo, sembrando de muerte por donde pasaba. En todos lados, lo mismo, sin reparar en los costos. Hablaba de principios morales mientras fusilaba sin desdén. De no intervencion, mientras se colaba donde podía. Llegó a privilegiar una invasión con extranjeros en su propio país. Ahí está, hoy reivindicado con su imagen en la Galería de Patriotas Latinoamericanos de la Casa de Gobierno. Un mensaje tétrico para las futuras generaciones o una muestra de frivolidad suicida.

Con este libro, cierro una cuestión tratada, parcialmente, en mis anteriores trabajos. Es una deuda de varios años con los lectores: el papel de La Habana en la fratricida guerra argentina y latinoamericana. La que explica como, cuando y quienes la desataron abriendo las puertas a Lucifer. Algunos jefes terroristas dieron a la sociedad la explicación de sus conductas. Los militares también. Falta aun que los hermanos Castro se excusen con todos por tanto daño gratuito. No lo harán. No está en su ánimo. Los tiranos no aceptan errores.

 



domingo, 16 de junio de 2013

Eran humanos, no héroes [Libro]



GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE encara con afán de ecuanimidad un análisis de esa historia violenta que nos sigue pesando y desbordando a los argentinos. Eran humanos, no héroes, subtitulado Crítica de la violencia política de los ‘70, es de alguna manera el libro que muchos ciudadanos razonables esperaban, como Beatriz Sarlo explicita en el prólogo: “Este LIBRO es posible por dos motivos. En primer lugar, porque ha llegado el momento de revisar algunas certezas de la cultura de la memoria que, hasta hace poco, parecían intocables. En segundo lugar, porque lo ha escrito una de las protagonistas de la lucha por la verdad durante la dictadura y, luego, de la política de derechos humanos en Argentina”. En efecto, no es cuestión menor recordar que Graciela Fernández Meijide, cuando habla de los desaparecidos, habla también de su hijo Pablo.

La idealización, la entronización como héroes de las víctimas de la dictadura, que según algunos sostienen tuvo una función emotiva y estratégica, después de tres décadas ya no puede seguir invalidando el reconocimiento de que se trató de “una militancia llena de equivocaciones”.

Tras su libros La ilusión (sobre la frustración política de la Alianza que la tuvo como protagonista) y de La historia íntima de los derechos humanos en la Argentina, Fernández Meijide, en este nueva publicación, intenta responder el porqué de la barbarie (“¿Por qué nos pasó lo que nunca debió habernos pasado?”). Como reseña Pablo Avelluto, el punto central de este libro “es indagar cómo fue que millares de personas, muchísimas de ellas universitarias, cultas, formadas en la Argentina, tomaron la opción por la lucha armada para intentar cambiar una realidad que, vista en perspectiva, parece mucho más justa que la actual”. Para hacerlo, la autora “deja de lado, con coraje y honestidad intelectual, todos los lugares comunes que se establecen en torno de la guerrilla, el terrorismo, las ‘orgas’, la subversión o como prefiera nombrarlo el lector”.

Para analizar aquellos oscuros años 70, “que no tienen nada de ejemplar”, aquella época que no merece ser evocada con nostalgia, era necesario superar nuestras fronteras y explorar los efectos violentos también en Chile, Brasil y Uruguay, y se recogen así testimonios de Ricardo Lagos, Lucía Topolansky, Fernando Henrique Cardoso y Julio María Sanguinetti, entre otros.

Concluye Fernández Meijide: “Estoy convencida de que sostener en el presente la memoria heroica para satisfacer las frustraciones del pasado, no es una buena respuesta a las demandas del presente ni a la mirada sobre el porvenir. Porque pienso en las generaciones presentes, que cada vez necesitan más herramientas que les tornen menos difícil la construcción de su futuro, coincido con Héctor Leis cuando habla de ellas: “Aun sin ser responsables por los acontecimientos de la reciente historia argentina continúan siendo castigadas con la ignorancia de su verdadero sentido, impidiéndoles así parar el yira-yira del karma nacional”. Publicó sudamericana.

Publicado en: http://ar.groups.yahoo.com/group/richardebury/message/17672

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2013/06/09/opinion/OPIN-03.html


domingo, 2 de diciembre de 2012

Indemnizarán a los Soldados Argentinos del RIM29 asesinados por los Montoneros



Cuando 'El Negro' Luna gritó:  '¡Acá no se rinde nadie, mierda!'   /  Por Ceferino Reato


 La Cámara de Diputados aprobó esta semana un proyecto de ley para indemnizar a soldados formoseños muertos por Montoneros. Ahora, deberá tratarlo el Senado

Detrás de cada uno de los soldados y militares muertos el 5 de octubre de 1975 en Formosa durante un ataque de Montoneros, la guerrilla peronista, hay una historia. Por ejemplo, la de Hermindo Luna, "El Negro" Luna, de 21 años, que no debió haber estado aquel domingo de guardia pero era muy pobre y cambió su franco por unos pesos con otro “colimba”; igual, no tenía dinero para visitar a sus padres, campesinos de Las Lomitas, a unos 300 kilómetros de la capital provincial. “¡Acá no se rinde nadie, mierda!”, dijo Luna antes de que los disparos de uno de los atacantes lo partieran en dos. Su gesto sirvió para alertar al resto de sus compañeros y salvó muchas vidas.

O la de Edmundo Sosa, un obrero metalúrgico que como no tenía papá podría haberse salvado del servicio militar obligatorio; quiso “servir a la patria”. Tampoco Sosa debería haber estado aquel domingo de guardia: cinco días antes había rechazado la primera baja para que en su lugar se fuera otro “colimba”, que era casado, con dos hijos y tenía gravísimas urgencias económicas.

O la de Marcelino Torales, el hijo de Doña María, un carismático albañil y cantor aficionado que soñaba con compartir el escenario con Sandro y murió en cinco segundos en la Guardia.

O la del subteniente Ricardo Massaferro, también de 21 años, hijo de un militar retirado muy peronista y del mismo nombre que había instruido militarmente a grupos de montoneros. “¿Se dan cuenta? Lo que yo hice por el peronismo, la Resistencia y la Juventud Peronista, y ahora me pagan así”, se lamentó al día siguiente cuando recibió en Buenos Aires el ataúd con el cuerpo de su único hijo.

En mi opinión, el proyecto de ley aprobado el miércoles por la noche por la Cámara de Diputados es justo porque otorga a los defensores del cuartel la misma indemnización que ya cobraron los familiares de la mayoría de los guerrilleros muertos. Estos militantes montoneros habían sido considerados como víctimas del terrorismo de Estado a pesar de que murieron atacando un regimiento del Ejército en los suburbios de Formosa y durante el gobierno constitucional de la presidenta Isabel Perón.

Aquel 5 de octubre de 1975, mientras los formoseños dormían la siesta, murieron en total 24 jóvenes, todos peronistas: doce guerrilleros, diez soldados, un subteniente y un sargento primero. Parecía una novela de Osvaldo Soriano, en la que todos morían gritando “¡Viva Perón!”, pero lamentablemente fue cierto. Fue el debut del Ejército Montoneros, con sus uniformes azules; el ataque fue bautizado “Operación Primicia” e incluyó el secuestro en pleno vuelo de un avión de Aerolíneas Argentinas y el copamiento del aeropuerto formoseño, donde murió un policía, Argentino Alegre, cuyos familiares también serán indemnizados. Cuando todo había terminado, los militares salieron del cuartel y en la represión, mataron a tres vecinos que no habían tenido nada que ver y que estaban desarmados, uno de ellos de 15 años; también sus herederos están incluidos en el proyecto de ley, que ahora debería ser aprobado por el Senado.

El objetivo de Montoneros fue humillar al Ejército en una provincia alejada y periférica, “recuperar” armas y prepararse para el golpe que consideraban inevitable y, además, deseable ya que, imaginaban, serviría para que la gente se pusiera del lado de los guerrilleros acelerando la llegada de la revolución socialista. Pensaban que los soldados se rendirían rápidamente. Todo salió mal.

Ya era hora de que quienes suelen reinvindicar de manera acrítica los ideales de aquella “juventud maravillosa” comenzaran a reparar los errores cometidos en los Setenta.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Trelew, la masacre que en 1972 anticipó el terrorismo de Estado


.....Una investigación sobre un hecho que para muchos historiadores puede ser visto como un anticipo del terrorismo de Estado

Veinticinco militantes políticos toman el penal de máxima seguridad donde se encuentran detenidos. Seis huyen en un auto, llegan al aeropuerto, abordan un avión previamente secuestrado y lo desvían a Santiago de Chile. Los otros fugitivos son librados a su propia suerte. Una señal mal interpretada echa por la borda los planes de fuga y los obliga a rendirse. Luego, el horror. Aunque esto pueda parecer el guión de una película de ficción, es lo que sucedió, hace cuarenta años en Trelew, a veinte kilómetros de la ciudad de Rawson, en la provincia de Chubut. Una ciudad donde nunca pasaba nada pero que, en 1971 se vio sorprendida por el arribo de presos políticos.

Hasta esa fecha sólo "delincuentes peligrosos" eran confinados a su presidio. La dictadura militar encabezada por el general Alejandro Agustín Lanusse envió allí a la cúpula de las organizaciones revolucionarias para que mantuvieran el menor contacto posible con el exterior y no pudieran fugarse. Sin embargo, las cúpulas de las organizaciones prisioneras en Rawson (FAR; ERP y Montoneros) ni bien arribaron al penal soñaron con huir. Estaban convencidos de vivir una época histórica y no querían desperdiciarla entre rejas. El primer paso fue crear un comité de fuga y armar dos planes. Uno para adentro y otro para afuera. Primero comenzaron a cavar un túnel, pero lo abandonaron: el problema era qué hacer una vez afuera. Rápidamente concluyeron de manera unánime que la única alternativa que existía era tomar el avión de Austral que salía desde la ciudad de Comodoro Rivadavia y hacía escala en Trelew.

Mientras tanto, realizaron tareas de inteligencia para conocer los movimientos del penal. Alejandro Ferreyra (ERP) recuerda que al saber de la operación para "rescatar compañeros que volvieran a la lucha armada", viajó dos meses por la Patagonia realizando tareas de inteligencia y trató de conseguir un avión en Paraguay. Además, buscó pistas, caminos alternativos y un lugar donde cavar una "tatucera" (cueva) como hacían los tupamaros en el Uruguay. "Hubo hasta quien sugirió conseguir un submarino ruso para escaparse", dice hoy. La operación era riesgosa y el clima de las reuniones entre las distintas organizaciones "era tenso". Demasiada gente conocía el plan y a esa altura de los acontecimientos "quién podía garantizar que los servicios de inteligencia no lo sabían y preparaban una emboscada", agrega Ferreyra. Es por ello que muy pocos conocieron la fecha de la fuga. Además, explica el ex militante del ERP, un episodio
ocurrido en los días previos en el barrio de Liniers puso en vilo a todos los militantes relacionados con la operación. "Miembros de las FAR habían levantado los camiones para trasladar a los detenidos desde el penal. Estacionaron a desayunar antes de viajar al sur. Dio la casualidad que el propietario de un camión pasó por allí, lo reconoció y avisó a la policía.

Entonces, tres uniformados se dirigieron al bar, ingresaron sin tomar precauciones, y se originó un tiroteo donde murieron los policías". El incidente desnudó las dudas y provocó una reunión conjunta en Bahía Blanca entre las FAR y el ERP. (Montoneros no participó de la operación). Allí supieron que en la Base Zar había movimiento de tropas y que aviones de la Marina estaban estacionados en el aeropuerto de Trelew. Ferreyra señala que después de analizar todos estos aspectos "los compañeros de las FAR plantearon levantar la acción". No obstante, admite que después de un cuarto intermedio y en donde cada uno discutió con su organización, "se llegó a que no había margen para retroceder".

Jorge Lewinger (FAR) presente en la reunión, negó que las FAR hubieran pensado en abandonar la operación: "sí en apresurarla, porque había información que algunos compañeros iban a ser trasladados al buque Granaderos", dice. Hasta el mismo 15 de agosto, día de la fuga, la operación fue un secreto muy bien guardado. Pero hasta último momento sufrió reestructuraciones. Esa mañana desde afuera del penal un trapo rojo flameó en una esquina y fue el indicio que la fuga estaba en marcha y se ultimaron los preparativos de la huida que contaron con el guardiacárcel Carmelo Fazio como cómplice. La siguiente es una crónica de los acontecimientos. 13:00 horas. Los prisioneros formaron como todos los días una fila para almorzar. A nadie le llamó la atención la falta de apetito. El asado de vaca como plato principal fue dejado a un lado por temor a quedarse dormido. 16:00 horas. Los presos que se fugarían se afeitaron y cortaron su cabello.
La intención fue cambiar su aspecto para no ser reconocidos. 18:15 horas. Los carceleros recorrieron el penal de manera habitual. Sirvieron la cena pero nadie reparó en los cambios fisonómicos de los reclusos. 18:30 horas. Los guardias contaron a los detenidos y comunicaron a la guardia de prevención que el penal se encontraba sin novedad.

En ese momento despegaba desde Comodoro Rivadavia el Bac- 111 de Austral hacia Trelew con sesenta y seis pasajeros a bordo. Alejandro Ferreyra y Víctor Fernández Palmeiro con armas escondidas abordaron el vuelo sin problemas. 18:45 horas. Cambio de guardia. La novedad fue que el relevo lo hicieron presos camuflados con uniforme. Nadie ofreció resistencia. La sorpresa y la agilidad fueron determinantes. 18:50 horas. Finalizó la toma de los ocho pabellones, la enfermería y la sala de armas. Los guardias fueron encerrados en los pabellones. 18:55 horas. Se produjo el único intercambio de disparos entre detenidos y guardias. Los agentes Gallarraga y Valenzuela se interpusieron con un FAL en la entrada del penal. Gallarraga fue herido y sobrevivió. Valenzuela fue "anulado" y se convirtió en el único muerto en la operación. Entretanto, Carlos Goldenberg llegó hasta el penal al volante de un Ford Falcon. Aguardó a que subieran Roberto Santucho,Mario Osatinsky, Enrique Gorriarán Merlo, Roberto Quieto, Domingo Menna y Fernando Vaca Narvaja y salió a toda velocidad por la ruta siete rumbo al aeropuerto de Trelew, donde los aguardaba "Anita" Wiesen. Ferreyra indica que cuando llegaron los compañeros al aeropuerto "se levantaron de los asientos y le informaron al piloto que el avión no sólo estaba secuestrado sino que pretendían llegar a Chile". El piloto apenas susurró que el combustible no lo permitiría pero Ferreyra le respondió que "todos caerían en la cordillera". No hizo falta más. Mientras tanto, un centenarde reclusos aguardó ansioso los vehículos manejados por Lewinger. Sin embargo, jamás llegaron. El hombre de las FAR confundió una señal y nunca ingresó al penal. "No vi la frazada colgada y pensé que la operación se había cancelado. A los pocos kilómetros conversé con los otros choferes y me di cuenta que la señal inicial ya la había dado Goldemberg.

Lo que yo vi, fue un error de los que me habían hecho la señal. Pero en realidad la indicación de que estaba todo bien ya había sido hecha. Por eso volvimos al penal".

Pero ya era tarde. Carlos Astudillo, Rubén Bonet, Eduardo Capello, Mario Delfino, Alberto Del Rey, Alfredo Kohon, Clarisa Lea Place, Susana Lesgart, José Mena, Miguel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sabelli, Ana María Villareal de Santucho, Humberto Suárez, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Toschi, María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar, preocupados porque los camiones no llegaban, llamaron tres taxis y se fugaron rumbo al aeropuerto. Llegaron minutos después de que el avión hubiera despegado. Los diecinueve militantes coparon el modesto aeropuerto de Trelew y observaron cómo sus sueños de libertad se escabullían entre las nubes.

Fuente: http://www.perfil.com/contenidos/2012/08/21/noticia_0017.html

miércoles, 29 de septiembre de 2010

David Graiver, el banquero de los Montoneros (Lo podes Bajar en PDF)

Se edita por tercera vez este libro, en medio del escándalo por Papel Prensa, uno de los temas ineludibles de la presente investigación periodística. La empresa constituía la "joya reina" del emporio conducido por David Graiver, liquidado en una catástrofe aérea en México, el 7 de agosto de 1976. Clave para la fabricación y el abastecimiento de la materia prima para medios gráficos, a instancias del régimen castrense y luego de aquel presunto homicidio, los diarios La Nación , Clarín y La Razón se adueñaron de la empresa y sus cuantiosos bienes, al cabo de una operación de traspaso puesta en marcha en noviembre de 1976. La denuncia del gobierno enviada a la Justicia debería instaurar si hubo expolio o se trató una transacción regular. Los tribunales son llamados a decidir si los herederos de David Graiver fueron desposeídos violentamente bajo amenazas antes de ser secuestrados, atroz prolegómeno de un cautiverio salvaje, al tiempo que los grandes diarios asumian el dominio de la compañía.
Las versiones difieren hoy, incluso entre los familiares del banquero: mientras su viuda Lidia Papaleo acusa de los horrores padecidos tanto a militares como a ciertas autoridades de Clarín y La Nación , su propia hija María Sol y su cuñado Isidoro indicaron que no creen que estos últimos sean responsables de los vejámenes sufridos por el grupo familiar. El libro relata los delicados equilibrios que mantenía David en el seno de su familia, las desavenencias con su hermano, a quien separó de la verdadera multinacional que lideraba a cambio de una indemnización pactada mutuamente, y el manejo ambiguo para con algunos de los que lo rodeaban, sobre la inversión de casi 17 millones de dólares que recibiera de los Montoneros a partir de septiembre 1975, dinero procedente de secuestros contra pago de rescate perpetrados por la guerrilla peronista.
"La venta de Papel Prensa se realizó el 2 de noviembre de 1976, meses antes de que los hermanos Graiver estuvieran detenidos y de que se hubiera hecho pública su vinculación a Montoneros", ha dicho en defensa de los dos matutinos cuestionados, Héctor Magnetto, primus inter pares de Clarín. (Perfil, 15 de agosto de 2010).
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