Internet es por lejos,
la obra de ingeniería más compleja jamás construida por la civilización. Pero
una decisión de Donald Trump , que entrará en
vigor el 11 de junio, pone en jaque, al menos en Estados Unidos ,
uno de sus principios básicos: la neutralidad de la Red .
¿Qué es la neutralidad? Que todos los paquetes
de datos deben ser tratados igual. Que ni los proveedores de conexión Internet
ni los operadores de banda ancha pueden discriminar arbitrariamente ningún
paquete.
Para
entender este enunciado (y, luego, algunas de sus sutilezas) es necesario mirar
dentro del mecanismo sobre el que funciona Internet. Toda la información que
circula por la Red lo hace encapsulada en paquetes de datos. No importa si es
un mensaje deWhatsApp , una publicación en Facebook , una foto de Instagram o un mail, toda la
información circula como paquetes discretos que se mueven de forma autónoma,
independiente y adaptable. En el camino, una infraestructura que opera
automáticamente les va indicando la mejor ruta para llegar a destino. Al final,
en un pestañeo, los paquetes se reensamblan y vemos el mensaje de WhatsApp, el post en Facebook, la foto en Instagram .
Al deconstruir la información en piezas simples, los creadores de esta
tecnología -los estadounidenses Bob Kahn y Vinton Cerf- consiguieron lo
impensable: conectar redes muy diversas entre sí. Crearon, con la tecnología
Internet (también conocida como TCP/IP), el lenguaje universal de las redes.
Al revés de lo que se cree, Internet no
conecta computadoras; conecta redes, y este fue precisamente su aporte
disruptivo, cuando se la puso en marcha, el 1° de enero de 1983. Si desde la
Redacción de LA NACION se puede visitar las
páginas de un sitio en Japón, eso es porque la red del diario y la del sitio
japonés están conectadas a Internet, saben hablar ese idioma común.
Con el correo postal, las cartas (los paquetes
de datos) llegan sin importar cuál sea el idioma que se habla en el país del
destinatario o del remitente, si las calles tienen números o nombres, o si son
de asfalto, tierra o adoquines.
Vinton
Cerf, uno de los creadores de Internet, y Tim Berners-Lee ,
el inventor de la Web, son férreos defensores de la neutralidad. Pero Bob Kahn,
el coautor de los protocolos de Internet, se opone a la neutralidad. ¿Cómo
puede ser? ¿No es lógico evitar la discriminación arbitraria? ¿Acaso la
neutralidad no nivela la cancha para que cualquier nuevo emprendedor pueda
prosperar e innovar sin pedir permiso ni pagar peajes? Por supuesto que sí. El
problema es que no existe una única definición de neutralidad. Kahn habla de
discriminar paquetes para mejorar la calidad del servicio, algo que Internet
hace por diseño. Cerf habla de discriminación arbitraria (por ejemplo, para que
el proveedor de conexión gane más dinero o privilegie sus propios servicios).
Ambos tienen razón, porque cada uno habla de una neutralidad diferente.
Polarización
Aparte de que es un asunto extremadamente
técnico, también está fuertemente polarizado. En Estados Unidos, el demócrata
está a favor de la neutralidad, mientras que el republicano, no. El problema de
esta polarización es que, como se vio arriba, la neutralidad no tiene una sola
definición. Tiene al menos dos. De hecho, la escala de Internet es tan fabulosa
que conduce a paradojas desconcertantes. Una de ellas podría resumirse así:
Internet no podría funcionar si fuera 100% neutral, pero tampoco podría hacerlo
sin un alto grado de neutralidad.
El retruécano se esconde en cuestiones de
ingeniería, donde la política no hace pie. Hagai Bar-El, un ingeniero en
seguridad informática israelí, definió así la neutralidad: "Es la adhesión
al paradigma de que la operación en una cierta capa de un componente de la Red
(o un proveedor) que ha sido constituido para operar en esa capa no sufre la
influencia de la interpretación de los datos procesados en las capas
superiores".
Clarísimo, ¿no? En este abismo entre el debate
político, el eslogan para la tribuna, los intereses económicos y las sutilezas
técnicas de la Internet real se ancla la polémica que viene subiendo de volumen
desde hace tres años en Estados Unidos. Es decir, la polémica sobre si Internet
debe ser neutral por decreto o debe dejar de serlo por decreto.
Obama versus Trump
Durante la
mayor parte de su historia, Internet fue lo bastante neutral como para
garantizar la innovación y la competencia equitativa. Pero, como suele ocurrir
en esta industria, a principios de siglo se inició un fuerte proceso de
concentración. Google y Facebook se quedaron con
el negocio de la publicidad online. Netflix , con el
cine y las series por streaming. Amazon y Alibaba,
con el comercio electrónico. Y también se concentró el negocio de las
telecomunicaciones, esto es, los proveedores de conexión y de infraestructura.
A los primeros les convenía la neutralidad. A
los otros, desde luego, no. La tensión se puso al rojo vivo cuando Comcast (un
proveedor de conexión) estranguló el tráfico de datos de Netflix para forzar un
acuerdo comercial, violando la neutralidad.
Para evitar
tales abusos, en 2015, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos
(FCC, por sus siglas en inglés) estableció que los operadores de banda ancha
quedaran clasificados bajo el Título II de la ley de telecomunicaciones de ese
país. Pasaron así a ser common carriers y
quedaron sujetos a reglas de interconexión y de no discriminación. Barack Obama había
decretado la neutralidad de la Red.
Donald Trump , previsiblemente,
hizo lo opuesto. Puso al frente de la FCC a Ajit Pai -exabogado de Verizon, uno
de los principales operadores de banda ancha-, y la neutralidad quedó otra vez
en entredicho. En diciembre de 2017, por tres votos contra dos, la FCC de Trump
revirtió el decreto de Obama y cuando la nueva regulación entre en vigor, el 11
de junio, dará carta blanca a los proveedores de conexión para discriminar
arbitrariamente el tráfico de datos.
"El efecto de esta medida será un acceso
a Internet más barato, rápido y de mejor calidad, así como la Internet libre y
abierta que hemos tenido durante muchos, muchos años", les dijo Pai a los
periodistas.
Su colega en la FCC, la demócrata Jessica
Rosenworcel, fue categórica al criticar el decreto. "La agencia no escuchó
al pueblo estadounidense y le dio poca importancia a su profunda convicción de
que una Internet abierta debe convertirse en una ley nacional -declaró-. La FCC
está del lado equivocado de la historia, del lado equivocado de la ley y del
lado equivocado respecto del ciudadano estadounidense".
Nótese, sin embargo, que ambos enfatizan el
concepto de una Internet abierta. Otra paradoja. Pero más fácil de entender.
Internet nació como un experimento académico, entre pares (ver aparte). Esta
apertura dio origen a la neutralidad. No al revés. La neutralidad fue un
resultado de aquel estado de cosas.
Luego, la descomunal concentración de la
industria de Internet creó silos cada vez más estancos y opacos, pero de los
que dependía cada vez más la economía global. Antes de liquidar la neutralidad,
la industria misma había terminado con la Internet abierta de los primeros
años.
Resistencia
Tal vez el único aspecto positivo de la medida
antineutralidad de la FCC es que los operadores están obligados (en Estados
Unidos) a hacer públicos sus acuerdos comerciales; es decir, la forma en que
administran el tráfico. El problema es que estas tecnologías son cajas negras
y, por lo tanto, detectar y fiscalizar abusos es extremadamente difícil.
"El fin de la neutralidad afectará el
tráfico igualitario de contenidos en Internet, ya que en la práctica podrá
derivar en una mayor velocidad para la circulación de ciertos paquetes de datos
en detrimento de otros -observa Fernando Tomeo, abogado especialista en nuevas
tecnologías-. Si bien los proveedores de conexión tendrán la llave para
discriminar paquetes, también es cierto que conductas de este tipo los exponen
a demandas y sanciones".
Por su parte, Martín Elizalde, de Foresenics
Argentina, sostiene que: "En Estados Unidos la resistencia al cambio ya se
manifiesta en el ámbito estatal; varios estados federales se oponen a la
derogación de la norma con leyes que restaurarán -en su ámbito territorial- la
antigua neutralidad. En la Argentina la ley 27.078 establece en su artículo 57
que los prestadores de servicios no podrán bloquear, interferir, discriminar,
entorpecer, degradar o restringir la utilización, envío, recepción,
ofrecimiento o acceso a cualquier contenido, aplicación, servicio o protocolo
salvo orden judicial o expresa solicitud del usuario. Y tampoco fijar el precio
de acceso a Internet en virtud de los contenidos, servicios, protocolos o
aplicaciones que vayan a ser utilizados u ofrecidos a través de los respectivos
contratos".
Sin embargo, para Enrique Chaparro,
matemático, especialista en redes y secretario del Consejo de Administración de
la Fundación Vía Libre, "la ley se incumple abiertamente ante la inacción
del ente encargado de regular las comunicaciones."
Lucha de titanes
Para Chaparro, aunque la idea núcleo de la
neutralidad está bien, "la discusión está un tanto fuera de foco, es
incluso un poco anacrónica. Internet se ha vuelto más chata y los grandes
jugadores montan sus propias redes privadas por fuera de la Internet pública,
para prescindir de los servicios de los operadores de banda ancha
globales." A su juicio, esta batalla es más bien entre colosos. De un
lado, los operadores de banda ancha. Del otro, compañías como Google o Netflix.
"El problema parece ser menos de neutralidad que de concentración,"
observa.
De hecho, la concentración ha sido
históricamente el talón de Aquiles de la revolución digital. AT&T, IBM,
Microsoft, Google, Facebook, donde se mire, la innovación y el efecto
democratizador de las computadoras e Internet se han visto bajo la amenaza del abuso
de los monopolios. La neutralidad no es sino una nueva víctima. Pero todo
indica que, dadas las paradojas antedichas, será un hueso duro de roer.
LA MAYOR OBRA DE INGENIERÍA DE LA HISTORIA
·
3900 Millones
Son las personas conectadas a Internet. Ya son
más de la mitad de todos los habitantes del planeta
·
35 Billones (sí, doce
ceros)
Son los mails enviados en lo que va del año
·
10.400 Millones
Son las fotos subidas a Instagram en lo que va
de 2018
·
2200 Millones
Son los usuarios de Facebook
·
50.000 Millones
Es el número de dispositivos de Internet de
las Cosas que se estima que habrá en 2020. Hoy hay más de 5000 millones de
smartphones
·
100.000 Millones
Son los tuits enviados en lo que va de 2018
Por: Ariel Torres 7 La Nación