Habla Luis González, creador de
un sitio que promueve la lectura.
Quienes compran libros en Amazon,
o en algún otro sitio web similar, suelen sorprenderse cuando el portal ofrece
otros títulos que les “gustaría comprar” y las opciones coinciden casi en cien
por ciento con sus gustos personales. Obviamente, no es magia. Detrás hay un
sistema que recolecta información sobre los patrones de consumo de millones de
lectores y devuelve una recomendación bastante bien rumbeada.
Ahora,
¿qué pasaría si en lugar de un software con sentido comercial detrás del portal
de libros hubiese un grupo de bibliotecarios y docentes seleccionando el
material con el objetivo de promover la lectura de nuevos autores y temáticas?
Esto fue lo que se le ocurrió al español Luis Gonzalez Martin, especialista en
educación, quien creó Canal Lector (www.canallector.com),
un proyecto que busca que padres, docentes y bibliotecarios accedan a información
de calidad sobre libros
infantiles y juveniles de
toda América Latina y España.
“La idea
es que un maestro que esté en Tucumán o Misiones pueda buscar un libro para un
niño de su aula, solo poniendo una serie de criterios. La respuesta será mejor
y más pertinente que la que puede dar Amazon, porque fue hecha por seres
humanos con criterios
del mundo del libro”, dice a Clarín Gonzalez Martin, que además es
director adjunto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, dedicada a la
investigación y promoción de la lectura.
– Muchos dicen que por los libros electrónicos ya no se van a
necesitar más las bibliotecas en las escuelas. ¿Qué opina al respecto?
– Es
exactamente todo lo contrario. Ahora, con Internet, en contextos digitales, hay
una enorme cantidad de contenidos difícilmente editables, seleccionables. Lo
que necesitamos es más maestros con una presencia mayor en la vida de
los lectores, y bibliotecas que sirvan precisamente para controlar,
seleccionar, poner
en valor el contenido de los
libros.
– ¿Cambiará el rol de los bibliotecarios entonces?
– Sí, la
biblioteca hasta ahora tenía como misión poner en contacto al lector con libros
que no tenían en sus casas. Pero ahora cada vez más personas pueden acceder a
libros digitales de manera casi ilimitada. Desde esta perspectiva, si la
función de la biblioteca queda reducida a ser un lugar para encontrar libros
perdería gran parte de su sentido de promoción de la lectura. Hace unas
semanas, Carmen, una mujer de más de 65 años apareció en la biblioteca a la que
siempre iba en un pequeño municipio de España, para despedirse de la
bibliotecaria, porque le habían regalado un libro electrónico en el que puede
bajar un montón de títulos. Es un grave error: ahora Carmen
está más sola que nunca. Necesita que alguien la esté ayudando a encontrar
un sentido a la lectura, a comprender el libro y a encontrar las referencias
literarias mas adecuadas.
– ¿Qué debe hacer la escuela ante los cambios en las formas de
leer?
– La
escuela tiene que convertirse en el lugar en el que se enseñe a convertir la
información en enseñanza, en algo que les sirva a los niños. En nuestras
investigaciones detectamos que los chicos ahora tienen mas carencias que antes.
No saben quien ha escrito algo en Internet y lo usan igual, lo toman como
relevante. No saben validar las fuentes. La escuela debe convertir a los niños
en lectores capaces de organizar la información, sacarle partido y construir
algo relevante.
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