Una reciente investigación demostró que los alumnos prefieren leer en pantallas, pero que asimilan la información mejor cuando lo hacen en textos impresos. Expertos en educación explicaron a Infobae si conviene hacer el pasaje y de qué manera
Siglo XXI. La tecnología ya está instalada en las calles, los hogares, los trabajos. En las aulas, en cambio, la discusión sigue abierta. Hace años, ya están las computadoras. El siguiente paso, se espera, será el abandono de los libros en papel. Todos los textos digitalizados, disponibles para su lectura en tablets, readers, incluso smartphones.
En Argentina, de acuerdo a datos que se desprenden de las pruebas Aprender 2016, entre quinto y sexto año de nivel secundario, el 60,41% de los estudiantes dispone de computadores de escritorio mientras que el 69,73% tiene una notebook o netbook. En cambio, la incidencia es mucho menor (35,32%) en tenencia de tablets, una de las plataformas más habituales de lectura digital.
Estados Unidos ya prepara su transición del papel a lo virtual. En 2009, California anunció el pasaje de sus libros a su versión digitalizada. En 2011, Florida siguió sus pasos. "Profesores, padres, legisladores y estudiantes dan por hecho que la familiaridad y preferencia por la tecnología de esta nueva generación de estudiantes se traduce en una mejor capacidad de aprendizaje", afirmó una investigación de la Universidad de Maryland, publicada en los últimos días en The Conversation. "Pero descubrimos que no siempre es así", advirtió.
Un fenómeno similar, de preferencia por las pantallas, se observa a nivel nacional. Más del 60% señaló que, al menos a veces, el uso de computadora ayudó a amenizar una clase. Asimismo, tan solo el 26% confesó que la utilización de tecnología dificultó la comprensión
Tanto la lectura en papel como en digital son igualmente válidas y deben confluir", sostuvo a Infobae Juan María Segura, experto en innovación y gestión educativa. Sin embargo, advirtió que en el soporte digital existe una "tentación muy grande a la distracción debido a la posibilidad de tener distintas pestañas abiertas al mismo tiempo".
El escritor para papel sabe que escribe para un lector cautivo, que si requiere 20 páginas extra para desarrollar un concepto, lo puede hacer. De allí, dice Segura, surge la necesidad de adaptación del autor que debe escribir en bloques, todos ellos con significados en sí mismos, para no perder la atención del lector y alentarlo a continuar con la experiencia.
Las autoras del estudio, Patricia Alexander y Lauren Singer, ambas expertas en psicología del aprendizaje, rastrearon estudios desde 1992 sobre el tema y encontraron una curiosidad. Los estudiantes dicen una cosa, pero en los hechos se refleja otra. La mayoría piensa que trabajan mejor con pantallas, aunque en realidad asimilan con mayor eficiencia los contenidos que incorporan del papel, siempre y cuando el texto supere una página.
Ello se comprobó a través de un experimento. En principio, los chicos debieron indicar su soporte predilecto. Luego, leyeron dos textos, uno digital y otro en papel. Una vez finalizada la lectura, respondieron a tres consignas: señalar idea principal, mencionar los puntos centrales del texto y especificar los detalles secundarios que recordaban. El último paso consistió en una auto-evaluación de su comprensión lectora.
Los resultados encontraron discrepancias. La mayoría prefirió leer en digital y fue en ese formato donde leyeron más rápido y aseguraron haber tenido una mayor comprensión lectora. En el análisis de las respuestas, no se registraron diferencias en las consignas generales, pero sí en las preguntas puntuales. Allí, en realidad, los textos escritos demostraron ser los más convenientes.
"Cuando la tarea requiere una comprensión lectora más profunda y una mayor dedicación, los estudiantes podrían beneficiarse más de los libros de texto impresos", escribieron las autoras. Sin embargo, también destacaron haber hallado "un grupo selecto" capaz de comprender mejor la información digital que la de papel, pero con un distintivo: necesitaban una lectura más lenta.
María Cortelezzi, directora ejecutiva de Educar 2050, dijo a Infobae: "Una de las cuestiones centrales es la formación docente. Desde que irrumpió la tecnología en el aula, el docente cambió su rol". Y lo plasmó en un ejemplo concreto: mientras una maestra dibuja un sol en el pizarrón para dar el clima, el chico ya buscó en su smartphone el pronóstico extendido de toda la semana. "Los chicos tienen toda la información. El desafío es generar valor agregado. Qué hacer con ese contenido con el que llegan".
Más tarde o más temprano, ¿los libros estarán solo en digital? ¿ La transición será total? "Yo tiendo a creer que no. Todos los pronósticos de desaparición del libro físico fallaron", respondió Segura. "Yo creo que va a desaparecer más rápido el aula que el libro físico. El espacio de aprendizaje está más en riesgo de extinción y migraría hacia otros ambientes más abiertos. Espacios que ni siquiera están dentro de la escuela como un parque, la línea de producción de una empresa, un laboratorio de investigación o mismo una feria callejera un domingo", reflexionó.
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