Durante los años de dictadura militar, los militantes de los derechos humanos eran usualmente criticados desde algunos sectores políticos por ser "idiotas útiles" de las organizaciones armadas, que utilizaban a los derechos humanos como pantalla para ocultar su vocación de asalto al poder por la vía violenta, sin respeto por la Constitución Nacional y la democracia.
Era difícil escuchar esas críticas. Desde el aparato del Estado se secuestraba, torturaba, se hacía desaparecer hombres y mujeres sin ningún respeto por la ley y con absoluta impunidad. Son innumerables los testimonios -figuran en el Nunca Más– de personas que padecieron el sadismo y el tratamiento perverso de parte de quienes aseguraban que venían a poner orden en la vida nacional y, en su lugar, impusieron el terror y las condiciones inhumanas entre los detenidos y sus familiares y amigos.
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