domingo, 28 de diciembre de 2014

Face to Face: Caras y caretas



Milani y Boudou, dos símbolos que impregnan el tramo final  / Ricardo Kirschbaum

Desprenderse del general Milani no es simple para la Presidenta. El jefe del Ejército se ha convertido en una pieza central de la inteligencia oficial y representa, al menos en el terreno simbólico, el respaldo militar a la gestión kirchnerista. Tiene, además, alguna similitud con el encolumnamiento que Hugo Chávez logró en Venezuela con las Fuerzas Armadas, aunque en la Argentina está a gran distancia de aquel aferramiento ideológico. No obstante, Milani ha logrado lo que ningún otro jefe del Ejército: aprovechar la confianza que le dispensa Cristina para conseguir más presupuesto y armar un aparato de inteligencia sobre el que, se sospecha, la Presidenta confiaba más que en el que le proporcionaba la ex SIDE, hoy de nuevo en manos “leales”.

La reorganización de la Secretaría de Inteligencia implicaría, también, un reordenamiento de los equipos de abogados que atienden los cada vez más numerosos casos por corrupción que se abren o reactivan en Tribunales. Dicen que un equipo de juristas nuevo reemplazara a los tradicionales operadores en la Justicia porque se ha perdido el control, sobre todo en la causa madre que afecta a la familia de la Presidenta y a ella misma. Esto es la relación con Lázaro Báez, que promete nuevos y apasionantes capítulos.

El teniente general Milani pertenece al círculo más pequeño de incondicionales. Esa condición le garantizó, hasta ahora, una defensa irrestricta ante la grave acusación de haber participado en la desaparición de un soldado riojano en 1976. Sólo una leve sospecha, en otros casos, significó la baja de otros oficiales o la acción fiscal inmediata en su contra. Pero hubo otro standard para juzgar la conducta del actual jefe del Ejército: fue ascendido y protegido por el oficialismo, aunque con algunas defecciones y evidente incomodidad de unos pocos. El fiscal que no lo acusó fue confirmado por el Senado y sonó a premio político.

El nuevo secretario general de la Presidencia ha dicho que si el juez acepta el planteo de procesamiento de otro fiscal, Milani podría ser pasado a retiro. Toda una novedad: Aníbal Fernández, especulando, se animó a ir más allá que nadie aunque, pícaro como es, sólo hizo una hipótesis que dejó abierta.

Milani es para algunos sectores kirchneristas un peso insoportable. A la acusación por la desaparición del soldado Ledo, se suma una investigación por enriquecimiento ilícito, una figura que alcanza a otros funcionarios que están siendo enjuiciados: Boudou es la figura emblemática de ese elenco estelar. 
Ese cóctel de violación de derechos humanos y corrupción es demasiado difícil de explicar, sobre todo cuando los tiempos políticos se agotan.

Cristina sostiene a su vicepresidente procesado por Ciccone y enviado a juicio oral por adulteración de documento público, también acosado por enriquecimiento ilícito. No lo dejó solo por razones políticas y, dicen, de otras más contundentes: Boudou habría advertido que tampoco caería solo.
Milani es aún más temido que Boudou en ese terreno cenagoso de la información clasificada.

http://www.clarin.com/edicion-impresa/Milani-Boudou-simbolos-impregnan-final_0_1274872605.html


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