La primera impresión puede que sea
un oxímoron, algo que por su propia naturaleza es incompatible con el término
que le acompaña, sin embargo la corriente de la privatización de bibliotecas
públicas está produciéndose con un paso decidido dentro del mundo anglosajón. Tanto es así que la ALA (American
Library Association) posee
una sección dentro de su web para tratar
de explicar el fenómeno de las privatizaciones de las bibliotecas públicas.
En ella, se discrimina lo que sería el outsourcing
(Externalización de actividades de soporte como la limpieza y el mantenimiento
que no son propiamente actividades bibliotecarias) y la privatización
propiamente dicha (Abarcando ya tanto la gestión técnica como administrativa de
los centros).
La privatización de las
bibliotecas públicas comienza durante la década de los años 90 en Estados
Unidos y se afianza durante la siguiente década. Su salto a Europa se produce
gracias a las políticas de austeridad y de recortes en las administraciones
públicas en las que tras la restricción presupuestaria en servicios y en
colecciones comienza a apuntar ya al personal de la biblioteca. El debate sobre
las privatizaciones y el prestigio de las empresas que se hacen con las
licitaciones es muy vivo en Reino Unido. En este país, las
privatizaciones comienzan en 2008 en el municipio de Hounslow con cierta
polémica. La resistencia de los trabajadores y de los usuarios ha sido intensa
en todos los municipios que han abordado esta nueva política de gestión, sin
embargo lentamente nuevos municipios se han ido uniendo a esta corriente.
La empresa John Laing Integrated Services es una de las principales
adjudicatarias de estas externalizaciones con contratas con una duración de
hasta quince años, pero la adquisición de esta empresa por la empresa de
servicios Carillion indica que nos encontramos con una
tendencia que se está consolidando y que provoca encendidos debates. Así, el conservador Daniel
Hannah se preguntaba: “¿Por qué las
bibliotecas deben estar gestionadas por el Estado? ¿No reside nuestra
civilización en las estanterías de nuestras casas?” Lo que es evidente es
que el cambio de gestión de pública a privada cambia la relación de estas
bibliotecas dentro de la sociedad.
En Estados Unidos, se ha tratado
de comprobar los cambios que han producido en estas nuevas políticas hasta
ahora desconocidas. Sin embargo, los efectos reales no son tan evidentes y
todavía se encuentran en discusión lo
que excede las pretensiones de esta nota. Sin embargo, si bien algunos usuarios
se extrañan de que el personal rote de forma intensa y a pesar de la oposición inicial y
los temores incluso de descenso de la calidad del servicio, ésta aparentemente
se mantiene y las conclusiones son que las bibliotecas privatizadas funcionan
un poco peor que la media, pero simplemente es porque se encuentran en
distritos más deprimidos.
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