El martes 22 de marzo, Denny Chin, un juez federal de Manhattan, rechazó la conciliación entre Google, que aspira a digitalizar todo libro que se haya publicado hasta el presente, y un grupo de autores y editoriales que habían demandado a la compañía por violar los derechos de autor. El fallo es una victoria del bien común, ya que impide que una sola empresa monopolice el acceso a nuestra común herencia cultural. Sin embargo, no deberíamos renunciar al sueño de Google de poner todos los libros del mundo a disposición de todos. En cambio, deberíamos construir una biblioteca digital pública que entregara estos ejemplares digitales en forma gratuita a los lectores. Sí, se interponen muchos problemas -legales, financieros, tecnológicos, políticos-. Todos pueden resolverse. Chin invitó a Google y los litigantes a reescribir el acuerdo. Pero Google bien podría negarse a cambiar su estrategia comercial básica. Es por eso que lo que necesitamos es una opción no comercial: una biblioteca digital pública. Una coalición de fundaciones podría aportar el dinero y una coalición de bibliotecas de investigación podría proporcionar los libros. La biblioteca naturalmente respetaría los derechos de autor y probablemente excluiría las obras que en este momento están en venta, a menos que sus autores quisieran facilitarlas. Incluiría los libros huérfanos, suponiendo que el Congreso de Estados Unidos aprobara leyes para liberarlos para uso no comercial en una biblioteca auténticamente pública. Tachar esto de quijotesco sería pasar por alto los proyectos digitales que han demostrado su valor y factibilidad a lo largo de los últimos veinte años. Todas las grandes bibliotecas de investigación han digitalizado parte de sus colecciones. Empresas de gran envergadura como Knowledge Commons e Internet Archive han digitalizado varios millones de libros. Una serie de países también están decididos a superar a Google escaneando el contenido completo de sus bibliotecas nacionales. Francia planea invertir 750 millones de euros para digitalizar sus tesoros culturales; la Biblioteca Nacional de los Países Bajos está tratando de digitalizar todos los libros y publicaciones periódicas holandeses editados desde 1470; Australia, Finlandia y Noruega están llevando adelante sus propios esfuerzos. Quizá Google mismo podría unirse a la causa de la biblioteca digital pública. Ha escaneado unos 15 millones de libros. Dos millones de ese total se encuentran en el dominio público y podrían ser transferidos a la biblioteca como base de la colección. La empresa no perdería nada con su generosidad y podría ganar admiración por su buena acción. Con magia digital y pura audacia, Google demostró cómo podemos transformar las riquezas intelectuales de nuestras bibliotecas, esos libros que yacen inertes y sin uso en sus estantes. Pero sólo una biblioteca digital pública dará a los lectores lo que necesitan para enfrentar los desafíos del siglo XXI: una vasta colección de recursos que pueden ser aprovechados, gratuitamente, por cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento. Por Robert Darnton, Director de la Biblioteca de la Universidad de Harvard Copyright The New York Times, 2011. Traducción de Elisa Carnelli. Fuente: http://www.clarin.com/opinion/sueno-libros-gratis_0_481751854.html |
El alma de las bibliotecas y Centros de documentación es el bibliotecario/a. El ha sido y es, el nexo entre el saber aquilatado, conservado y organizado en las nobles arquitecturas y la comunidad. Tiene responsabilidades, objetivos y obligaciones…pero esa alma corpórea es merecedora de los derechos que como Trabajador de la Información le corresponden; Este es nuestro desafió profesional: Construír a partir de nuestra propia identidad una organización genuina para los Bibliotecarios
lunes, 16 de mayo de 2011
El sueño de todos los libros, gratis, para todos / Por Robert Darnton
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