sábado, 12 de marzo de 2011

Lector ideal…(Rogelio Guedea)

 

He tenido ganas de confesarlo desde hace muchos años, pero al final del día me ha vencido siempre la vanidad o el orgullo. Ahora que estoy en la intimidad de mi habitación, rodeado de libros abiertos por el medio, sin que nadie me vea o escuche (mi mujer y mis hijos duermen ya), tengo que decirlo antes de que otro lo diga por mí: soy un pésimo lector. Me avergüenzo de mí mismo de no ser ese lector ordenado, sistemático, que termina lo que empieza, que persiste en un género o estilo, que tiene en la palma de las manos los claros del camino. Ni siquiera soy capaz de serle leal a ningún autor.

 

Pronto me aburro y, así, me he convertido en un desertor de todos y en un amante de ninguno. Tomo un libro, leo dos líneas, y si esto no me da lo que voy buscando, así sean dudas o preguntas, incertidumbre, luego más dudas o preguntas, lo regreso donde estaba o lo abandono a su propia suerte. Ahora que nadie me ve o escucha, tengo que decirlo: vivo reprochándome siempre no ser el lector modelo que muchos presumen ser, colgándose del cuello una medallita con el número de todos los libros que han leído en su vida. No hay tal en mí o, en todo caso, apenas sea el gesto de un desconocido. Ni poesía, ni novela, ni historia, ni ensayo, ni filosofía: todo me cansa por igual, nada me termina entusiasmando. 

 

Lo mío (lo confieso en esta soledad de isla en la que me encuentro) es ver pasar a la gente de un lado a otro en el centro comercial, y entretenerme describiendo cómo unos se encuentran y cómo, otros, se ausentan. No sé si esto tenga algo de valedero, o de heroico, pero en ello se me van los días, las semanas, la vida: buscando una calle transitada, un mercado lleno de gente, un jardín con niños y parejas de enamorados o, al menos, una estación de metro en donde todos los caminos se encuentran pero ninguno va ni llega de ninguna parte.
   
Fuente: www.rogelioguedea.com

Publicado en http://libreriamichelena.blogspot.com/

 

 

 

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