Un estudio analiza publicaciones del siglo XIX, momento en el que surgía un periodismo que mezclaba a políticos con escritores y que era el germen de la opinión pública. La prensa pública y periódica tiene escasamente dos siglos, y no sabemos cuánto le queda: sus formas, códigos y contenidos cambian al ritmo de las innovaciones tecnológicas.
Pero sabemos que todo medio de comunicación define una intención y un público; por eso, estudiar un periódico es siempre asomarse a las tensiones y ejes conceptuales de una comunidad.
Si la investigación toma un período de tiempo, deberá dar cuenta de los cambios que se producen en la sociedad que genera ese medio, le da tema y lo consume.
El siglo XIX, período de conformación de la nación argentina, es un territorio fértil para mirar a través de la lupa de la prensa.
Un periodismo amateur en vías de profesionalización mezclaba a políticos con escritores e imprenteros, muchos de ellos inmigrantes, que fueron definiendo las parcialidades que conformarían el mosaico de la opinión pública.
Para alentar el estudio de este filón, y también para darle relieve y trascendencia a su rico acervo en publicaciones periódicas, la Biblioteca Nacional convocó en 2007 al concurso de becas de investigación "Mariano Moreno".
Tres de los trabajos seleccionados dan cuenta en este volumen de la enorme amplitud de la propuesta: la prensa del siglo XIX está lejos del cliché que podríamos imaginar. La proliferación de asociaciones civiles, así como el avance de la educación pública, ampliaron el alcance de los medios; más allá de algunos diarios como La Gazeta o La Prensa, muchos otros permanecen olvidados. En Prensa argentina siglo XIX. Imágenes, textos y contextos se compila un estudio sobre un periódico de la colectividad española, otro sobre prensa ilustrada y un tercero acerca de una publicación católica.
Marcelo Garabedian (Museo Roca) describe minuciosamente las condiciones de producción, los lineamientos ideológicos y las consiguientes intervenciones políticas de El Correo Español, el más importante órgano de prensa de la comunidad ibérica en Argentina en el siglo XIX, en pleno aluvión inmigratorio. Acorde con su tiempo, El Correo tuvo compromisos políticos claros: la defensa de la consolidación de la identidad española por sobre los regionalismos, pero también el apoyo a Bartolomé Mitre y sus ideas centralistas. A través de una lectura exhaustiva, Garabedian disecciona El Correo Español en pos de las visiones de la Argentina y el tipo de sociedad que el medio construye.
Sandra M. Szir (UBA) señala una obviedad muy poco notada: antes de que se dieran las condiciones técnicas de reproducción de imágenes, sólo veíamos la realidad inmediata. Para tener una idea de cómo es París, por ejemplo, era imprescindible viajar hasta allá, o al menos ver un cuadro original. Por eso, los primeros periódicos ilustrados fueron revolucionarios; crearon, en términos de la autora, el pasaje "de la cultura impresa a la cultura de lo visible", junto a una nueva generación de lectores. Si bien destaca que la primera publicación ilustrada de relevancia fue Caras y Caretas, a fines del siglo XIX, Szir indaga en sus precursoras, desde La Gaceta Mercantil, fundada en 1823. Subraya la relación entre los adelantos técnicos y los periodísticos, y rescata los nombres de cada máquina, tecnología e incluso algunos imprenteros. Según documenta, al principio, las ilustraciones eran copias de litografías europeas de paisajes o situaciones, como una suerte de "ventana al mundo" dirigida al novísimo "público en general". Recién El Mosquito, en 1863, publica imágenes locales, como políticos argentinos satirizados en forma de animales.
Poco después se imprimen las primeras escenas argentinas, retratos de militares, y finalmente la representación de la pampa asoma como paradigma del paisaje nacional, aun antes de ser consagrada por la literatura. Estas imágenes acompañaron desde el campo simbólico la consolidación del estado-nación mo-
derno.
Miranda Lida (Conicet) investiga las complejas relaciones entre prensa católica, Iglesia y nación en las páginas del olvidado periódico La América del Sud (1876-1880), que caracteriza como "algo más que un diario católico". Lida subraya su importancia como factor creador de comunidad, y señala que, lejos de depender del Arzobispado, estaba en estrecha relación con los pueblos de campaña y sus esfuerzos en pos del progreso. Se destaca la ausencia de conflicto entre progreso y moral religiosa; por el contrario, en las páginas del diario estas ideas se unen, y así la construcción de una parroquia es vista como un síntoma de desarrollo. El periódico sentó posición a favor de las autonomías municipales y la descentralización administrativa, ya que los municipios eran los encargados de sostener el culto a nivel local; y cada obra, cada puente y cada camino fueron celebrados.
La América del Sud se vendía por suscripción; sus lectores eran a la vez su sustento económico y sus formadores de opinión y de agenda. La aparición de sus nombres en el periódico era un hecho legitimador de importancia, tanto para el suscriptor como para el medio; y los lectores, prefigurando el siglo XX, mostraban un respeto sacro por la hoja impresa. Hoy, cuando las figuras del autor, el lector y el público están en cuestión, estos tres trabajos iluminan desde una perspectiva con relieve histórico las relaciones nunca lineales entre prensa y sociedad.
Por: MARCELA BASCH
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/07/23/_-02205847
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