lunes, 12 de julio de 2010

Estereotipos bibliotecarios

El reciente post en Deakialli y sus enlaces me recordaron un comentario que tenía en remojo y ahora viene bien. Un repaso por los más importantes estereotipos y lo que he podido descubrir de sus origenes en la historia del libro y de las bibliotecas.


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El bibliotecario poderoso. Nuestros más antiguos ancestros bibliotecarios son los escribas mesopotámicos y los sacerdotes egipcios. Ejercieron su profesión en tiempos en que la escritura era un "sistema" complicadísimo y secreto. Los mesopotámicos era considerados "profesionales" de alto rango y los egipcios, bueno, ellos eran, tras el faraón -que no necesitaba leer ni escribir porque era un dios- el verdadero poder. Ahora con el auge de la información y su emergencia como recurso este modelo parece resurgir desde las voces que nos llaman a tomar nuestros lugares en el nuevo orden.
El bibliotecario sabio. En Grecia y Roma, ya con el alfabeto la escritura deja de ser un artificio, y se convierte en instrumento de conocimiento y de ejercicio de la ciudadanía. Las bibliotecas de la Academia y del Liceo tuvieron como bibliotecarios a los filósofos profesores; y en Roma, que llegó a tener 45 bibliotecas públicas, el cargo de Procurator Bibliotecarium, revestía un honor que significaba un gran conocimiento y sabiduría. El bibliotecario carcelero o guardian. La alta edad media trajo consigo uno de los estereotipos más arraigados a pesar de su corta duración. Aunque las bibliotecas monacales distan mucho de la idea de Eco, el bibliotecario era, después del abad, el personaje de mayor poder e importancia en la comunidad. Su labor de control, su juego de llaves -que era entregado en la ceremonia solemne de su posesión- significaba su poder de limitar el acceso a los códices y su responsabilidad total de controlar la lectura y el trabajo de los escriptorium, si el monasterio lo tenía. Este es el bibliotecario del Shhhh, de la cara adusta y molesta. Así los conocí yo en las bibliotecas escolares y, que desgracia, en pequeñas bibliotecas públicas, enojados ante el pedido de libros, molestos si la estancia del lector iba más allá de una referencia rápida... Este es de lejos el peor de los estereotipos pero lamentablemente tiene sus seguidores.El bibliotecario humanista o intelectual. Con las nuevas luces del Renacimiento surgió una nueva imagen más relacionada con la del bibliotecario de la antigüedad clásica: de nuevo el bibliotecario es un lector, un consultor y un asesor de escritores, librepensadores y nobles. Son famosas las historias de escritores y personajes que fueron bibliotecarios en las grandes bibliotecas de los nobles como Dumas y el propio Casanova. Aunque no lo crean aún hoy prevalece entre los mayores la idea que los bibliotecarios lo sabemos todo y que nos leemos todos los libros. Cosa que tampoco es cierta.El bibliotecario profesional. Con las bibliotecas universitarias el trabajo bibliotecario se perfilo como una labor profesional, aunque en las primeras universidades este trabajo se designaba a profesores de baja categoría o a estudiantes avanzados, la pronta aparición de la imprenta y con ella la primear explosión de la información, llevaron las tareas de organización y referencia a un nivel que requirió de la formación profesional y que entraría poco a poco en las Universidades como una carrera de las Humanidades.


La historia de nuestra profesión está por escribir, muy poco hay para reconstruir nuestro quehacer y hace falta para comprender mejor los tiempos que vivimos. Yo por ejemplo sigo preguntándome en qué momento y porqué ingresan las mujeres a la profesión y como logra en la modernidad en convertirse en una "carrera para mujeres"? También -cómo no- en la forma en que los estereotipos se configuraron y como fueron conservados y transformados...



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En fin un buen tema de doctorado ese de la historia de la profesión.
 

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