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El alma de las bibliotecas y Centros de documentación es el bibliotecario/a. El ha sido y es, el nexo entre el saber aquilatado, conservado y organizado en las nobles arquitecturas y la comunidad. Tiene responsabilidades, objetivos y obligaciones…pero esa alma corpórea es merecedora de los derechos que como Trabajador de la Información le corresponden; Este es nuestro desafió profesional: Construír a partir de nuestra propia identidad una organización genuina para los Bibliotecarios
lunes, 12 de noviembre de 2018
viernes, 9 de noviembre de 2018
La libertad de Internet disminuye por octavo año consecutivo
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jueves, 8 de noviembre de 2018
La Biblioteca Pública de San Francisco nombrada Biblioteca del Año 2018 por su apoyo a los inmigrantes en el clima político generado por la adminstración Trump
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miércoles, 7 de noviembre de 2018
Cronitecas en ABGRA
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Por qué se celebra el Día del Canillita: la curiosa obra de teatro del escritor que bautizó un oficio legendario
Cuando el dramaturgo y periodista uruguayo Florencio Sánchez presentó la obra teatral "Canillita" en 1902 no imaginó que cada 7 de noviembre los vendedores de diarios recordarían su obra y su legado
La música suena después de que diga "buenos días". Le da paso al canto criollo de un pícaro: "Soy Canillita, gran personaje, con poca guita y muy mal traje; sigo travieso, desfachatado, chusco y travieso, gran descarado; soy embustero, soy vivaracho, y aunque cuentero no mal muchacho. Muy mal considerado por mucha gente, soy bueno, soy honrado. No soy pillete, y para un diario soy un elemento muy necesario". Es la segunda escena de la obra teatral Canillita (un sainete de tres cuadros), escrita por el escritor y periodista uruguayo Florencio Sánchez, que definía la personalidad desfachatada de un personaje singular de la vía pública: el carismático y extrovertido niño que "voceaba" diarios en las esquinas.
La pieza fue estrenada el 1º de octubre de 1902 por la compañía de zarzuelas de Enrique Llovet en el Teatro Nuevo Politeama de Rosario. El protagonista, interpretado por una mujer adulta de voz aguda, tenía quince años, había sido criado en hogar humilde y trabajaba vendiendo diarios en las esquinas, tal como se había consignado en la época: los niños encarnaban un nuevo método comercial. Por entonces los periódicos se conseguían en las imprentas o mediante una inscripción. La idea, importada de Nueva York, acercaba el ejemplar a la mano del comprador. El personaje de la obra estaba inspirado en un niño real y caracterizado como tal. De pantalón corto, piernas largas y delgadas, dio bautismo a un oficio mítico: el canillita.
La asociación del término nace en el lunfardo. "Canillita" proviene de la denominación latín de caña. En la jerga rioplatense, fue acuñada para referenciar a la tibia, el extenso hueso que conecta las articulaciones del tobillo y la rodilla, esa parte de las piernas que quedaban expuestas en los vendedores de diarios. Del mismo modo que las canilleras se convirtieron en los instrumentos deportivos de protección de la tibia (la canilla), los "canillitas" asimilaron la nomenclatura popular del oficio.
Canillita se convirtió en un éxito rotundo. Llegó al teatro porteño por encargo del actor y empresario Gerónimo Podestá. La popular actriz de la época Blanca Podestá haría del travieso niño que promocionaba en las esquinas la venta de periódicos. La repercusión fue inmediata y las críticas, elogiosas.
Tal fue el suceso que entre los artistas y los vendedores de diarios organizaron una función gratuita y exclusiva para los canillitas. La cita fue en el Teatro Comedia de la calle Carlos Pellegrini un domingo a las dos y media de la tarde. Según destacan los documentos de época, la sala colapsó, los espectadores celebraban los versos cantados y la policía debió intervenir para serenar al público.
Aquella función fue la coronación del sentimiento popular. Canillita había representado con solvencia y frescura la naturaleza del oficio. El término se perpetuó. El 7 de noviembre de 1947, a 45 años de la primera referencia del canillita con los diarios, se decretó el Día del Canillita en honor al fallecimiento de Sánchez, el hombre que concibió la definición.
Las páginas históricas despliegan construcciones literarias para adjetivizarlo. Florencio Sánchez fue, según escribió el historiador y periodista Alejandro Jasinski en El historiador, "un genial escritor de obras de teatro, periodista, nacionalista anti-liberal, luego liberal anticlerical y, posteriormente, militante anarquista, que dejó una huella apreciable en la historia de la literatura latinoamericana".
Sánchez nació el 17 de enero de 1875 en Montevideo, Uruguay. Murió en Milán, Italia, a los 35 años enfermo de tuberculosis. Atravesó su vida con una activa participación en el acontecer de su tiempo. Lo crió una familia afiliada al Partido Blanco de ideología conservadora. Tuvo once hermanos y un tío al que acompañó, con sus quince años, a inscribirse a la Junta Económica Administrativa de la ciudad de Minas donde advirtió que una de sus pasiones podía ser el periodismo. Dos años después viajó a La Plata para penetrar en circuitos literarios. De regreso en su ciudad natal, inició su militancia anarquista. De vuelta en Buenos Aires, conoció el amor y las mieles del oficio periodístico.
El escritor se asentó en Rosario donde, como secretario de redacción del diario La República, respaldó la huelga general de Santa Fe en 1901, condenó la represión policial desde las líneas del periódico y se involucró en la lucha junto a los redactores.
A la par, escribía obras de teatro con potencial y entusiasmo. El historiador Osvaldo Pellettieri lo describió en el libro Cien años de teatro argentino: "En Sánchez luchan los dos principios constructivos, el del realismo del fin de siglo (lo melodramático, lo sentimental-costumbrista) y los modelos típicos del naturalismo; y a nivel semántico las ideas propias del liberalismo oficial y su anarquismo, más de una vez puesto en tela de juicio".
Canillita significó una revelación de su propuesta: valorar la humanidad de los personajes humildes en lucha constante con la vida y el desequilibrio social. El escritor fue calificado como "el" autor de Buenos Aires por antonomasia, reivindicado por el teatro argentino y uruguayo. Su historia resurge cada 7 de noviembre, el día de su muerte, cuando la sociedad se pregunta por qué hoy no hay diarios de papel.
lunes, 5 de noviembre de 2018
La idiotización de la sociedad como estrategia de dominación
La gente está imbuida hasta tal extremo en el sistema establecido, que es incapaz de concebir alternativas a los criterios impuestos por el poder
Para conseguirlo, el poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de abotagar nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo, incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la realidad.
En el entretenimiento vacío, el comportamiento zafio e irrespetuoso se considera valor positivo, como vemos constantemente en la televisión, en los programas basura llamados "del corazón", y en las tertulias espectáculo en las que el griterío y la falta de respeto es la norma, siendo el fútbol espectáculo la forma más completa y eficaz que tiene el sistema establecido para aborregar a la sociedad.
En esta subcultura del entretenimiento vacío, lo que se promueve es un sistema basado en los valores del individualismo posesivo, en el que la solidaridad y el apoyo mutuo se consideran como algo ingenuo. En el entretenimiento vacío todo está pensado para que el individuo soporte estoicamente el sistema establecido sin rechistar. La historia no existe, el futuro no existe; sólo el presente y la satisfacción inmediata que procura el entretenimiento vacío. Por eso no es extraño que proliferen los libros de autoayuda, auténtica bazofia psicológica, o misticismo a lo Coelho, o infinitas variantes del clásico "cómo hacerse millonario sin esfuerzo".
En última instancia, de lo que se trata en el entretenimiento vacío es de convencernos de que nada puede hacerse: de que el mundo es tal como es y es imposible cambiarlo, y que el capitalismo y el poder opresor del Estado son tan naturales y necesarios como la propia fuerza de gravedad. Por eso es corriente escuchar: "es algo muy triste, es cierto, pero siempre ha habido pobres oprimidos y ricos opresores y siempre los habrá. No hay nada que pueda hacerse".
El entretenimiento vacío ha conseguido la proeza extraordinaria de hacer que los valores del capitalismo sean también los valores de los que se ven esclavizados por él. Esto no es algo reciente, La Boétie, en aquel lejano siglo XVI, lo vió claramente, expresando su estupor en su pequeño tratado Sobre la servidumbre voluntaria, en el que constata que la mayor parte de los tiranos perdura únicamente debido a la aquiescencia de los propios tiranizados.
El sistema establecido es muy sutil, con sus estupideces forja nuestras estructuras mentales, Y para ello se vale del púlpito que todos tenemos en nuestras casas: la televisión. En ella no hay nada que sea inocente, en cada programa, en cada película, en cada noticia, siempre rezuma los valores del sistema establecido, y sin darnos cuenta, creyendo que la verdadera vida es así, nos introducen sus valores en nuestras mentes.
El entretenimiento vacío existe para ocultar la evidente relación entre el sistema económico capitalista y las catástrofes que asolan el mundo. Por esto es necesario que exista el espectáculo vacuo: para que mientras el individuo se autodegrada revolcándose en la basura que le suministra el poder por la televisión, no vea lo obvio, no proteste y continúe permitiendo que los ricos y poderosos aumenten su poder y riqueza, mientras las oprimidos del mundo siguen padeciendo y muriendo en medio de existencias miserables.
Si seguimos permitiendo que el entretenimiento vacío continúe modelando nuestras conciencias, y por lo tanto el mundo a su antojo, terminará destruyéndonos. Porque su objetivo no es otro que el de crear una sociedad de hombres y mujeres que abandonen los ideales y aspiraciones que les hacen rebeldes, para conformarse con la satisfacción de unas necesidades inducidas por los intereses de las élites dominantes. Así los seres humanos quedan despojados de toda personalidad, convertidos en animales vegetativos, siendo desactivada por completo la vieja idea de luchar contra la opresión, atomizados en un enjambre de egoístas desenfrenados, quedando las personas solas y desvinculadas entre ellas más que nunca, absortas en la exaltación de sí mismas.
Así, de esta manera, a los individuos ya no les queda más energía, para cambiar las estructuras opresoras (que además no son percibidas como tales), ya no les queda fuerza ni cohesión social para luchar por un mundo nuevo.
No obstante, si queremos revertir tal situación de enajenamiento a que estamos sometidos, solo queda como siempre la lucha, solo nos queda contraponer otros valores diametralmente opuestos a los del espectáculo vacuo, para que surja una nueva sociedad. Una sociedad en que la vida dominada por el absurdo del entretenimiento vacío sea tan solo un recuerdo de los tiempos estúpidos en que los seres humanos permitieron que sus vidas fueran manipuladas de manera tan obscena.
Ruptura Colectiva. Publicado originalmente en la revista Al Margen # 102, Valencia
miércoles, 31 de octubre de 2018
GITenberg: recurso con 57.000 libros electrónicos en el dominio público
Julio Alonso Arévalo publicó:" GITemberg Gitenberg es una comunidad de código abierto y de colaboración que publica y publica libros electrónicos de gran utilidad y atractivo en el dominio público. GITenberg es un prototipo que explora cómo podría funcionar el Proyecto Gutenberg si"
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lunes, 29 de octubre de 2018
La VUELTA de la DEMOCRACIA: el texto que Jorge Luís BORGES escribió en 1983
Este 30 de octubre se cumplen 35 años de la histórica jornada en la que los argentinos volvieron a votar tras la dictadura militar. Aquí, un texto del escritor publicado en el suplemento Cultura y Nación
Escribí alguna vez que la democracia es un abuso de la estadística; yo he recordado muchas veces aquel dictamen de Carlyle, que la definió como el caos provisto de urnas electorales. El 30 de octubre de 1983, la democracia argentina me ha refutado espléndidamente. Espléndida y asombrosamente. Mi Utopía sigue siendo un país, o todo el planeta, sin Estado o con un mínimo de Estado, pero entiendo no sin tristeza que esa Utopía es prematura y que todavía nos faltan algunos siglos. Cuando cada hombre sea justo, podremos prescindir de la justicia, de los códigos y de los gobiernos. Por ahora son males necesarios.
Es casi una blasfemia pensar que lo que nos dio aquella fecha es la victoria de un partido y la derrota de otro. Nos enfrentaba un caos que, aquel día, tomó la decisión de ser un cosmos. Lo que fue una agonía puede ser una resurrección. La clara luz de la vigilia nos encandila un poco. Nadie ignora las formas que asumió esa pesadilla obstinada. El horror público de las bombas, el horror clandestino de los secuestros, de las torturas y de las muertes, la ruina ética y económica, la corrupción, el hábito de la deshonra, las bravatas, la más misteriosa, ya que no la más larga de las guerras que registra la historia. Sé, harto bien, que este catálogo es incompleto. Tantos años de iniquidad o de complacencia nos han manchado a todos. Tenemos que desandar un largo camino. Nuestra esperanza no debe ser impaciente. Son muchos e intrincados los problemas que un gobierno puede ser incapaz de resolver. Nos enfrentan arduas empresas y duros tiempos.
Asistiremos, increíblemente, a un extraño espectáculo. El de un gobierno que condesciende al diálogo, que puede confesar que se ha equivocado, que prefiere la razón a la interjección, los argumentos a la mera amenaza. Habrá una oposición. Renacerá en esta república esa olvidada disciplina, la lógica. No estaremos a la merced de una bruma de generales.
La esperanza, que era casi imposible hace días, es ahora nuestro venturoso deber. Es un acto de fe que puede justificarnos. Si cada uno de nosotros obra éticamente, contribuiremos a la salvación de la patria.
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