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jueves, 9 de mayo de 2013

DEMOCRATIZACION de la JUSTICIA / por Alejandro Bevilacqua** [Opinión]



Seis son los proyectos presentados por el Poder ejecutivo, uno de los cuales recientemente ha sido sancionado bajo el número de Ley 26.854, de regulación de las medidas cautelares.

 Creo no equivocarme si comienzo diciendo que los proyectos que regulan el “ingreso democrático e igualitario al Poder judicial y al Ministerio Público de la Nación”, el que impulsa la “publicación íntegra de las acordadas y resoluciones de la Corte Suprema y Tribunales federales de 2° instancia” y, con algunas objeciones, el de “declaraciones juradas patrimoniales integrales” no merecen mayor debate, puesto que, con seguridad, producirán una mejora institucional, un mayor conocimiento de las decisiones del poder judicial y pondrá en paridad de condiciones la obligación de hacer pública las declaraciones patrimoniales de quienes detentan cargos públicos (aunque para mi gusto, el proyecto no mantiene los estándares vigentes en el actual sistema de declaraciones patrimoniales).

Para mí el problema está en los tres restantes, es decir: en el de “modificación de la composición del Colegio de la Magistratura”, en el de “creación de tribunales de casación en los fueros contencioso administrativo federal, trabajo y seguridad social y en el fuero civil y comercial” y en el de “regulación de las medidas cautelares”, este último sancionado recientemente como decía antes.

A mi modesto entender, en el proyecto de “modificación de la composición del Colegio de la Magistratura”, se oculta bajo una pretendida “garantía de participación de la comunidad en la toma de decisiones y la plena vigencia de los principios de publicidad de los actos de gobierno, transparencia en la gestión, control público de las decisiones y elección de jueces a través de mecanismos no discriminatorios que favorezcan la participación popular ” (según los fundamentos del proyecto) una maniobra que permitirá al partido que obtenga la mayor cantidad de votos en las elecciones primarias abiertas, llevarse la mayoría en la composición del Colegio de la Magistratura, que se traducirá en nombramientos de jueces que simpaticen con el gobierno de turno y la destitución de aquellos que, a través de sus sentencias, contradigan actos u omisiones del gobierno de turno. Sueño dorado de cualquier gobierno: que la justicia no revea y controle sus actos.

 El segundo proyecto, con la creación de los nuevos tribunales de casación en los fueros contencioso administrativo federal, trabajo y seguridad social y en el fuero civil y comercial, integrados por jueces nombrados por el gobierno de turno, va a aportar una mayor celeridad en la resolución de las demandas a favor del Estado, lo cual va a desalentar que nosotros, los administrados -personas físicas y jurídicas-, comencemos a desistir de reclamar por vía judicial (produciéndose una suerte de retroalimentación: tribunales de casación cooptados por el gobierno de turno –> integración por jueces adeptos al régimen –> resoluciones a favor del Estado –> menor número de causas contra el Estado, etc.)

Por último, pienso que la lectura de los artículos 2° inc. 2), 4°, 5°, 9°, 10, 13 incs. 1), 2) y 3), 14 y 15 de la recientemente sancionada Ley 26.854 de medidas cautelares en las causas en las que es parte o interviene el Estado nacional, en sintonía con los anteriores proyectos, demuestran palmariamente cuales son los objetivos buscados en los tres proyectos que menciono.

Por último, si a los proyectos presentados por el Poder ejecutivo, bajo el título de “democratización de la justicia” sumamos la dinámica de funcionamiento de ambas cámaras del Congreso nacional con sus mayorías, obtendremos una suerte de “bill” de indemnidad o patente de exención legal para la responsabilidad del Estado y sus agentes, máxime teniendo en cuenta, además, que en el proyecto de unificación del Código Civil y Comercial, impulsado por el Gobierno, ha sido suprimido el artículo 1112, según el cual el Estado debe responder, a través de sus funcionarios, de modo principal y directo por las consecuencias dañosas de sus acciones u omisiones.

Alguna vez, hace algunos años, en las primeras materias de la facultad, analizábamos artículo por artículo la Constitución nacional haciendo un trabajo comparativo con textos constitucionales de otras latitudes. En general, con sus luces y sus sombras, todas las constituciones se parecen, pero existe un artículo que es originario de nuestro derecho; no fue tomado de ningún otro texto constitucional. Las causas que motivaron la inclusión de ese artículo fueron las circunstancias históricas que vivió el país, durante el período anterior a la organización nacional. José Manuel Estrada, en alusión al mismo, expresa: "... mirémosle con respeto; está escrito con la sangre de nuestros hermanos...". El en cuestión es el 29 y dice: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”.

Espero no haberlos aburrido con la parrafada.

Para aquellos que no me conocen, trabajo desde hace casi veinte años en un Centro de Documentación cuyo fondo documental es básicamente jurídico, fui miembro de la comisión redactora del estatuto social de la ACBJ e integrante de una de sus comisiones directivas por espacio de algunos años, soy bibliotecario y abogado (administrativista).

Afectuosamente


**Alejandro Bevilacqua [Abogado y Bibliotecario]

Publicado en http://ar.groups.yahoo.com/group/richardebury/message/17236

lunes, 6 de mayo de 2013

Off Tópic: Sin una justicia independiente, corre riesgo la democracia... / Gabriela Knaul



 Las acusaciones del gobierno de Cristina Kirchner no parecen haber asustado a Gabriela Knaul. "Soy independiente y cumplo mi obligación de señalar que algo me preocupa mucho", dice la relatora especial de la ONU para la independencia de los jueces y abogados.

No sólo ratifica el contenido de la declaración que enardeció a la Cancillería sobre el peligro que ve en la reforma judicial impulsada por el kirchnerismo. Advierte, en diálogo con LA NACION, que "el riesgo es que se pierda la democracia" y revela que desde el año pasado espera una respuesta del Gobierno para encabezar una misión oficial que analice la situación del sistema tribunalicio en el país. "No me dijeron ni que sí ni que no", se lamenta.

Atiende en Cuiabá, en el Mato Grosso brasileño, su tierra. Llegó hace poco de Moscú, donde pasó 11 días monitoreando el poder judicial ruso. Al momento del diálogo, no había recibido aún las respuestas a sus dudas sobre la reforma que el Gobierno dijo haberle enviado a primerísima hora. Tampoco conocía el segundo y furibundo comunicado del canciller Héctor Timerman en queja por su declaración del martes. Jueza penal en uso de licencia, famosa por la severidad de sus informes, Knaul repite a cada rato detalles de los proyectos sobre el Consejo de la Magistratura y sobre las medidas cautelares. "Me informé mucho antes de hablar", explica. E insiste en la necesidad de diálogo para "profundizar y no limitar" la independencia judicial.

Habrá visto la reacción del Gobierno, que la acusó de ser parcial, de seguir la agenda de la oposición. Hasta reclamó que sea cesada en el cargo. ¿Cómo lo toma? -A mí no me llegó nada oficial. Nadie en Ginebra me reprochó nada. Yo manejo denuncias de todo el mundo sobre peligros para la independencia judicial y mi misión es actuar.

- El Gobierno dijo que la denunció ante sus superiores. ¿No la reprendió nadie?  -Lo que yo sé es que pidieron hablar en Ginebra con la persona que coordina los procedimientos especiales. Ella les explicó el procedimiento de las declaraciones y de los comunicados de prensa. Y que los cargos como el mío son independientes. Pero no hubo una denuncia.

- Hay un comunicado oficial de la Cancillería, en el que se la acusa de extralimitarse en sus funciones al opinar sin esperar las respuestas del Gobierno.  -Yo no vi ninguna denuncia oficial. Lo que hice fue cumplir con mi deber. Envíe la semana pasada mis preguntas y dejé sentada mi preocupación. Ojalá lleguen pronto las respuestas y se pueda dialogar.

- ¿Le había pasado antes que la acusaran así después de una declaración?  Sólo una vez, en Venezuela, cuando en 2009 encarcelaron a la jueza [María Lourdes] Afiuni y lo denuncié. Después, con el tiempo, pudimos iniciar un proceso de diálogo.

- ¿Cómo le llegó la alerta sobre la reforma argentina?-Recibí una denuncia. Como hago siempre, consulté otras fuentes y pedí los proyectos para leerlos en profundidad. Entonces, decidí enviar la carta al Gobierno, expresando mis temores sobre algunos puntos.

- ¿Quién hizo la denuncia?-Por mandato, yo debo proteger la identidad de las fuentes.

- ¿Qué es lo que más le preocupó al estudiar la reforma?-Acá estamos hablando del principio de separación de poderes. De reformar un poder del Estado, con el riesgo de perder los pesos y contrapesos del sistema. Si se pierden esos checks and balances se pierde la democracia. Perder la independencia judicial es eso. Yo tengo la obligación de expresar mi preocupación y tratar de evitarlo.

- ¿Dice, entonces, que está en riesgo la democracia en la Argentina?- En la medida en que se pierda la independencia judicial se corre ese riesgo. Por eso es tan importante abrir un diálogo.

- La reacción del Gobierno no parece abrir muchas expectativas.- Yo sigo esperando que se pueda dialogar.

- ¿Qué imagen tiene del Poder Judicial argentino?- Tiene un buen grado de independencia. Está manejando casos de gran relevancia histórica, como los juicios sobre la dictadura. Pero a la independencia judicial hay que monitorearla siempre. Los jueces deben decidir con imparcialidad y si eso está en riesgo, los que sufren son los ciudadanos.

- ¿Cree que fue suficiente el debate de las leyes?- El debate en el Parlamento de un tema así debería tener un seguimiento de la sociedad civil. La independencia judicial no es una cosa sólo de parlamentarios. El Poder Legislativo también tiene que ser independiente para decidir.

- ¿Conoce antecedentes de que el órgano de selección y control de jueces se integre a partir del voto popular? -Sólo en Estados Unidos se ha usado el sistema de elección popular de jueces. Pero la mitad de los Estados lo ha abolido. Las campañas son muy caras y someten a los jueces al poder económico. Hay muchas sospechas de corrupción.

- Pero en esos casos no se los obliga a sumarse a un partido político como pasará con los jueces, académicos o profesionales candidatos al Consejo de la Magistratura.-No, claro. La vinculación político-partidaria de los jueces plantea un riesgo muy grave para el Consejo de la Magistratura. También es preocupante el cambio de las mayorías, que pueda abrirse un proceso de remoción de jueces con la mitad más uno de los votos y no con dos tercios, como fue hasta ahora. La Justicia no es un órgano político.

- ¿Cree que el Gobierno quiere poner el Poder Judicial a su servicio, como plantea la oposición? -Espero que no. La propuesta debería mirarse con calma. Además, habrá que considerar si es constitucional o no. Tiene que funcionar todo el sistema. Espero que el intento de reforma sea para fortalecer la independencia judicial, no para recortarla.

- ¿Cómo toma el argumento oficialista sobre la necesidad de que los tres poderes respondan a la voluntad del pueblo?

-La mejor respuesta que le puede dar el Poder Judicial al pueblo es garantizar los derechos de los ciudadanos, contener los abusos de poder. Su papel no es político, es técnico.

- ¿Qué puede hacer ante la reacción del Gobierno?- Voy a seguir monitoreando la situación. Veremos si toda la reforma se aprueba y qué pasa después en la Justicia.

- ¿Podría encabezar una misión a la Argentina? -El año pasado le envíe una carta al gobierno argentino en la que le pedí autorización para ir en misión oficial, entrevistarme con organismos oficiales, opositores, profesionales y hacer un informe completo de la situación para enviar al Consejo de Derechos Humanos de la ONU. No me respondieron ni sí ni no. Estoy todavía esperando.

- Parece difícil, a juzgar por la respuesta a su declaración.  -Mi percepción es de preocupación; que haya garantías de respeto a la independencia del Poder Judicial. Vamos a insistir; es un tema fundamental para el país..

Por Martin Rodriguez Yebra | LA NACION

Daniel Diaz / Bibliotecario Argentino 

"La biblioteca es el lugar del ejercicio público de la razón" Gabriel Naudé

jueves, 3 de enero de 2013

[…La Deuda Argentina en casi 30 años de democracia] por Osvaldo PEPE

Los "jóvenes idealistas" del paravalanchas
La Presidenta habló mucho en el año, acaso más de lo que debería, acá y en Harvard. Pero habló poco cuando hizo falta, sobre todo acá. ¿No sería un espléndido regalo para todos que hoy despidiera el año con palabras de unión y esperanza para "los más de 40 millones de argentinos" ? Ojalá lo haga. En todo caso, la pregunta de este 31 de diciembre no es qué país nos esperará en 2013, sino qué tipo de sociedad le estamos transfiriendo cada año a las nuevas generaciones. En la edición de ayer domingo, el experto en educación Gustavo Iaies buceaba con acierto en el destino de aquellos jóvenes a quienes el sistema les saqueó el futuro, hasta dejarlos sin esperanzas. Los jóvenes "ni": ni trabajan ni estudian. Son 11,86% según la Encuesta Permanente de Hogares, un número superior al registrado en 2000 . Es cierto que la grieta social va más allá de este gobierno, se pierde en las últimas cuatro décadas, abarca ciclos de dictadura y democracia y coincide con la desarticulación de las redes contenedoras del Estado de Bienestar. Esa es la pregunta que la Presidenta debió hacerse en lugar de denunciar el presunto vínculo entre la marginalidad y las estructuras del Partido Justicialista en los episodios de desmanes sociales con el presunto propósito de desestabilización política.
Cristina al menos debió preguntarse antes por el parentesco entre el kirchnerismo y las patotas de Hinchadas Unidas Argentinas , barrabravas apañadas para el Mundial de Sudáfrica, mercenarios todo terreno, los nuevos "jóvenes idealistas" de los paravalanchas , violentos que riegan con sangre las canchas argentinas desde hace más de 30 años. Son ellos quienes hoy en las tribunas despliegan banderas a pedido contra los "enemigos" del Gobierno o disparan, si hace falta, sobre militantes adversos a una agrupación sindical bendecida por la Casa Rosada, como en el caso del crimen de Mariano Ferreyra, dirigente del Partido Obrero, por el que hoy está preso José Pedraza, el máximo jefe gremial ferroviario, quien fuera hasta entonces socio privilegiado de Néstor y Cristina Kirchner.
En 2012 el Gobierno ha hecho ley el voto optativo para los adolescentes de 16 años, con lo cual ha sumado al padrón de la próxima elección legislativa a casi un millón y medio de jóvenes. Muchos son de la generación "ni". Los datos del Observatorio de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica dice que más del 25% de los chicos de hasta 17 años que viven en el conurbano tienen carencias nutricionales y marcas psicológicas en sus vidas que serán un obstáculo para su desarrollo futuro como personas.
Y según los resultados del propio Censo 2010, el 18,6% de jóvenes de entre 15 y 17 años no va al colegio.Uno de cada tres de ellos vive en hogares con planes sociales, donde se atenúa la pobreza pero no se siembra la cultura del trabajo. Esta es la deuda argentina en casi 30 años de democracia. Un tercio de los mismos corresponden a la hegemonía kirchnerista.
31 de Diciembre de 2012

martes, 28 de agosto de 2012

La Rerre, esputo alto / Caparrós Martin *


Cada vez se habla más de la Rerre. Aunque decir que cada vez se habla más de la Rerre es caer en la trampa de creer que "se habla" –que millones de personas hablan– de lo que parloteamos políticos y periodistas. Entonces, va de nuevo: los políticos y los periodistas hablan cada vez más de la Rerrelección, entendida como la reforma constitucional que le permitiría a la doctora Fernández atornillarse a su sillón y a su cadena por unos años más.

La operación, que supo ser rumor durante meses, se va clamorizando. Ya salieron a defenderla gobernadores e intendentes –soldados de quien sea que sea el jefe– que arguyen, a la peronista descarnada, que "si el pueblo lo quiere el pueblo debe tenerlo" y que "no permitir que la presidenta se presente es proscribirla". Son argumentos conocidos: ya los sostenía un tal Carlos Saúl. Y el segundo es patético por bobo, pero es un corolario del primero. El primero, eso de que el pueblo debe poder decidir si quiere Rerre, tiene un problema: esta república –tan mejorable– está basada en un principio más o menos filosófico: que hay reglas básicas consensuadas que se mantienen por encima de la voluntad mayoritaria de cada momento. ¿Eso está bien o mal? Yo creo que está bien: que esos principios existen para prevenir momentos de ceguera populista.

Se podría discutir. Y, para no usar los clásicos ejemplos de Hitler o de Mussolini, podríamos usar el clásico ejemplo de la pena de muerte. En la Argentina, desde hace décadas –y más en los momentos, como éste, de furia segurista–, las encuestas muestran una mayoría cómoda de ciudadanos a favor de la pena de muerte. Y, aún así, no se instituye el asesinato de Estado porque se supone que el principio del respeto a la vida está por encima de esa voluntad popular. ¿Está bien o está mal? Yo creo que está bien. La idea de que una misma persona no debe gobernar durante décadas es otro de esos principios fundadores. ¿Está bien o está mal? Yo creo que está bien. La Argentina no solo rechazó una de las formas de la monarquía, el gobierno de un rey: se supone que las rechaza todas. Monarquía quiere decir gobierno de uno. Que a ese uno o una lo legitimen un dios o una diosa o un pueblo o una puebla no cambia el hecho de que el gobierno de uno o una es un fracaso de cualquier idea o ideo de pluralidad social, de construcción política, de capacidad de autogestión de una sociedad.

Otros no están de acuerdo. Por eso salieron ahora los intelectuales comprometidos –e incluso casados– de la Carta Abierta que postulan, empecinados, que el mantenimiento de la presidenta en el poder es la única forma de continuar este proceso –que, parece, no resulta del esfuerzo de un partido o un movimiento sino de una señora: que no es nada sin esa señora. Debe ser triste aceptar que, tras diez años mandando, un grupo no ha sido capaz de crear las estructuras y energías necesarias para no necesitar desesperadamente a una persona. Debe ser triste tener que reconocer que, si no pudieron hacer eso, es difícil que puedan hacer cualquier otra cosa. Debe ser triste obligarse a olvidar que la famosa política, tan de vuelta, tan en el centro –de la nada– últimamente, consiste al fin y al cabo en formar conjuntos de personas que pretenden lo mismo: conjuntos, no rebaños; grupos de hombres y mujeres unidos por sus ideas, no seguidores que se desharían sino tuvieran a papá o mamá delante; ciudadanos, no súbditos.

Pero ése no es el tema. El tema es que, con distintos slogans, el gobierno impulsa su Rerre, y a mí me intriga que así sea. Porque, más allá de ciertas discusiones, proponerla sería el favor más grande que le podría hacer a esta oposición aturullada, embobecida que tan bien lo sirve.
Si la Rerre está realmente en juego, las elecciones legislativas de 2013 se volverán un campeonato interesante. Si esa votación –que, si no, sería casi banal– debe decidir si Rerre o no Rerre, los partidos opositores tendrían un foco común, esa prenda de unión que no tienen ni tienen por qué tener –porque son sectores distintos con proyectos distintos. Pero contra la Rerre sí: todos podrían unirse en ese punto solo, firmar un compromiso de que sus elegidos se opondrán a cualquier proyecto reeleccionario. Entonces, sin perder sus particularidades, todos esos partidos representarían al mismo tiempo el No de un plebiscito sobre la perpetuación de una persona en el poder. Y, así, transformarían una pinche elección de medio término en barricada contra una forma moderna de la monarquía.

Si el gobierno quería mejorar en el noble arte del esputo ascendente –vulgo, escupir para arriba– no podría haber imaginado nada mucho mejor. Digo: nada aceleraría tanto su descomposición como la propuesta de la Rerre. Porque, insisto, entrega en bandeja una causa a sus timoratos adversarios: "la República –con erre mayúscula, por supuesto– está en peligro", empezarán a decir los que siempre la pusieron en peligro, y también los que alguna vez incluso intentaron defenderla, y se sentirán intrépidos cruzados.

Y porque, al mismo tiempo, la propuesta obliga a sus aliados y seguidores y entenados a tragar otra píldora dura, a abundar en su abundante sapofagia, o a rebelarse de una vez y abandonarla: los pone entre la nada y la pared.

Unir y justificar a los enemigos, dividir y apretar a los amigos: hay que estar muy asustado, muy sin otros recursos para lanzarse en tal pendiente. Es preocupante: después de todo, manejan el país.
Lo cual no significa que no haya que cambiar cosas de esta Constitución. La Constitución argentina de 1994 está llena de errores que merecen ser cambiados –aunque antes, también, está llena de aciertos que merecen ser cumplidos. Pero si quieren mejorarla, muchachos, toquen todo menos lo que no se toca: no habiliten otra vez la jefatura sin límites, la sumisión a una persona. No estamos bien, pero con un monarca siempre estaremos un poquito peor. Eso, creo, lo sabemos muchos.


Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) es escritor y periodista, premios Planeta y Rey de España. Su libro más reciente es Los Living, premio Herralde de Novela 2011.