Son llamados incunables los
libros impresos con tipos móviles desde la aparición de la imprenta hasta el
año 1500 inclusive. Fue posiblemente Cornelius Beughem quien empleó la palabra
por primera vez, en su 'Incunabula typographiae' (1688).
El término "incunable"
proviene del latín incunabŭla, 'pañales', una palabra derivada con el
significado también de 'en la cuna'. Hace referencia, pues, a la época en que
los libros se hallaban en la cuna o en pañales, haciendo referencia a la
"infancia" de la técnica moderna de hacer libros a través de la
imprenta.
Si acotamos las fechas,
serían reconocidos como incunables los libros impresos entre 1445-50 (las
dificultades de datación exacta son importantes) y 1500, procedentes de unas
1.200 imprentas, distribuidas entre 260 ciudades, con un lanzamiento aproximado
de 35.000 obras distintas.
El impacto de la invención de
la imprenta fue tal, que la producción de libros durante estos primeros
cincuenta años fue, casi con toda seguridad, mayor que en los mil años
precedentes. Enseguida el trabajo de impresor se especializó, y algunas
imprentas dejaban su marca de agua en las ediciones; otras no dejaban firma
alguna, aunque estudios actuales intentan identificarlas y catalogarlas.
Entre las ediciones más
importantes de incunables, se encuentran las de Gutemberg, Nicolas Jensen,
William Caxton, y Aldo Manuzio. El Misal de Constanza es probablemente el
primer incunable impreso con tipos móviles, en 1449 o 1450 por Johannes
Gutenberg.
El primer impreso español que
se conserva en la actualidad es el 'Sinodal' de Aguilafuente, impreso por Juan
Párix de Heidelberg (Johannes Parix) en 1472. Contiene las actas y otros
documentos de un sínodo realizado en ese pueblo de Segovia.
Otros incunables españoles de
gran valor son la 'Biblia' (impresa en Valencia en 1478), 'Los doce trabajos de
Hércules' (originalmente escrita en catalán con el título 'Los dotze treballs
de Hèrcules') de Enrique de Villena (Zamora, 1483), 'Tirant lo Blanch' de
Joanot Martorell (Valencia, 1490).
La 'Gramática de la lengua
castellana' de Antonio de Nebrija (Salamanca, 1492), que constituye la primera
gramática de una lengua vulgar y la primera edición de 'La Celestina' de Fernando
de Rojas (sin fecha ni lugar de impresión) son obras importantes. Antes de los
tipos metálicos móviles, se usaban planchas de madera fija, que dieron lugar a
los incunables xilográficos, entre los que destaca la 'Biblia Pauperum' y la
'Biblia de los pobres'.
Los protoincunables son los
libros impresos en los primeros talleres, entre 1472 y 1480.
Se denominan post-incunables
o epigonoincunables aquellos libros impresos a principios del siglo XVI que por
error o debido a una insuficiente información han sido clasificados como
incunables.
Los incunables americanos son
los libros impresos desde la instalación de la primera imprenta en México, ya
entrado el siglo XVI. No son, pues propiamente incunables, en el sentido
preciso del término.
El uso de la palabra
"incunable" se ha extendido, y frecuentemente se asigna a cualquier
libro antiguo.
Los incunables, esas obras
impresas con tipos móviles en el siglo XV, son obras extraordinarias por su
confección, su diseño y antigüedad, pero sobre todo porque por primera vez
pusieron la cultura al alcance de todos.
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