
La biblioteca de Jasspere: La maquina del tiempo.
Kilian Hunter
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El cielo, por llamarlo de alguna manera, era de color blanco. Semejante a una hoja de papel nueva y vacía. Y en toda esa aparente inmensidad de nada los sonidos se perdían por grandes temporadas y Jasspere se dedicaba a cuidar los libros de los enormes estantes que formaban infinitos laberintos de ideas concebidas.
No es que los libros se ensuciasen de polvo ni mucho menos, en la biblioteca interminable solo estaba los libros, los estantes, Jasspere y lo que Jasspere creara con su poder. Y Jasspere nunca se le hubiese ocurrido crear polvo. Su misión era mantener los libros en el lugar correcto, a veces cambiaban de lugar por sí mismos, sobre todo cuando llegaban libros nuevos.
Hacia un buen tiempo Jasspere había pedido un nuevo compañero o compañera que le ayudase en su labor y recientemente la administración había aprobado la solicitud. Que el individuo llegase tarde a su primer turno no era buena señal.
—Hay un lugar reservado en el infierno para los impuntuales—dijo Jasspere cuando escuchó los pasos que se acercaban.
— ¡Perdón! ¡Perdón! He tomado el camino equivocado y me he distraído.
Al girarse Jasspere vio a una chica de cabello corto color castaño y lentes, sonreír con vergüenza. Llevaba puesto un gran chaquetón azul y una falda larga del mismo color.
— ¿Y tú eres?
—Laule, Señor.
—Muy bien, Laule. Haremos esto rápido. Así que presta atención.
Jasspere tocó su pecho con la mano derecha y al separarla una luz azul salió de este. Esa luz se transformó en una hoja de papel tan grande como él mismo. Que no era mucho. Al caer al suelo se reveló que se trataba de un mapa.
—Estás viendo un mapa de la biblioteca interminable. No es nada preciso como podrás suponer, pero te permitirá tener una idea de cómo están dispuestas las secciones. Como ves he marcado las secciones de las cuales te harás responsables. Tu labor no es otra que revisar que cada libro este en su lugar y si no lo está encargarte de que así sea.
Laule movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo en gesto afirmativo y de forma exagerada. Mientras que Jasspere con toda seriedad le explicaba cada una de sus funciones y como se disponían los turnos, descansos y demás.
— ¿Alguna pregunta?—terminó Jasspere.
—Sí, Señor. ¿Puedo leer los libros?
—Únicamente durante tu descanso. No siendo más me retiro.
Jasspere dio dos pasos hacía Laule y desapareció.
Laule tomó el mapa y lo abrazó fuertemente profiriendo un grito de júbilo. Emocionada por estar rodeada de tantos libros.
—Contrólate, Laule. Primero lo primero y eso es el trabajo. A ver.
Según el mapa la sección más cercana a ese lugar era CIENCIAS FISICAS TERRESTRE. Laule llegó tan rápido como pudo y lo primero que hizo fue empezar a leer. No lo pudo evitar desde que había vivido en la tierra su amor por los libros fue cultivado. Descubrió que las ciencias físicas tenían mucho que decir, Se deleitó con cada concepto con cada teoría y demostración. No obstante, hubo un tema que la apasionó más que los otros y eran los viajes en el tiempo. Simpatizaba con las teorías de Albert Einstein considerándole un auténtico mago del conocimiento.
Era sencillo viajar al futuro, a su parecer, el pasado era un poco complicado. Se le había ocurrido que si viajaba al pasado podría llegar antes a su trabajo y cambiar la mala impresión que Jasspere de seguro tenía de ella. Fue y reunió todos los libros que hablaban de los viajes en el tiempo, valiéndose de la escalera corrediza que subía y subía apoyada en los terriblemente altos estantes. También leyó libros de literatura de ciencia ficción, cuyas bases a su parecer eran válidas.
Al final con el poder de su mente y de aquel lugar increíble logró darle forma a la máquina del tiempo. Lo llamó así en honor a la novela de H. G. Wells, pero no se le parecía en nada. La terminó justo cuando Jasspere llegaba a comunicarle que era su descanso.
— ¿Qué demonios es esa cosa?—preguntó escandalizado Jasspere.
La máquina del tiempo era un enorme ovalo negro brillante casi de la misma altura que la estanterías de la biblioteca.
Laule estaba cansada luego de trabajar tanto en la máquina, no tuvo ganas de mentir.
—Es una máquina del tiempo. Cumple con las leyes físicas para tal fin. Señor.
Jasspere la miró enfurecido.
—Deshazte de eso inmediatamente. ¿Has estado ocupada en eso? ¿Has tenido en cuenta las paradojas que conllevan los viajes en el tiempo? Rápido deshazte de eso.
La máquina empezó a vibrar y a lanzar chispas blancas por todos lados.
— ¡No puede ser inestable! ¡Creé un núcleo fijo!—Exclamó Laule, mientras Jasspere la tomaba de la mano y tiraba de ella corriendo lejos de la máquina del tiempo, la masa negra se expandió envolviéndoles.
— ¡Idiota!—Se oyó gritar al encargado en jefe de la biblioteca interminable. Su gritó se prolongó infinitamente.
———
Jasspere sacudió a Laule hasta que ella despertó. Cuando Laule vio todos los estantes a su alrededor vacíos se puso a llorar. Por su culpa los libros habían viajado en el tiempo quien sabía dónde. Y apenas había empezado en su trabajo. Jasspere fue más amable de lo que ella esperaba.
—No llores. Todo está bien, solo no lo vuelvas hacer.
—Pero... pero los libros.
—Todo está bien siempre que se pueda hacer planes. La serpiente se muerde la cola.
Jasspere sonrió y ruborizada Laule vio por primera vez detalladamente sus ojos insondables. Un parpadeo de ella y una estantería se llenó mágicamente de libros.
— ¿Pero qué?—Exclamó ella perpleja.
—La máquina del tiempo, desde luego—dijo Jasspere mostrando una cosa ovalada que sostenía en una de sus manos. Negra y brillante— Se dividió en varios fragmentos.
Alrededor de ellos había huevos color negro, algunos aun vibrando y dividiéndose. Y cientos de Jassperes aparecían y desaparecían trayendo libros y ordenándolos en las estanterías, ante la mirada de asombro de Laule.
— ¡Increíble!
—Ya terminé de llenar la mayoría de las secciones en el último presente que estuve, así que viaje a este presente para despertarte—dijo Jasspere. Mientras sus otros yo continuaban apareciendo y desapareciendo.
— ¡Quiero ayudar!—gritó Laule reanimada y tomando impulsivamente uno de los huevos. Al momento siguiente viajó hacia otro tiempo, desapareciendo.
Después de un breve silencio Jasspere suspiró. Estaba molesto pero sonrió, por lo que podía intuir la tranquilidad en su vida era cosa del pasado. Lo cual no era tan malo o eso quería creer.
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L: Disculpe, señor Jasspere.
J: ¿Qué quieres, Laule?
L: Es que hay algo que no entiendo respecto al asunto pasado con la máquina del tiempo, ¿A dónde se supone que fueron los libros? No pude encontrar ninguno.
J: Algunos viajaron Cientos de años al pasado y otros cientos de años al futuro, a lejanos lugares, pues verás el tiempo y el espacio están muy relacionados.
L: Eso lo aprendí al crear la máquina, es como la materia y la energía. Pero ¿cómo supo usted dónde buscar?
J: Eso es muy simple, Laule, no tuve que "saber" donde buscar, había un momento en el que yo "sabía" donde estaban los libros. Justo antes de ser afectados por la máquina, es decir regresé al momento en que fueron transportados y me transporte con cada uno de ellos para traerlos nuevamente de regreso, ¿Comprendiste? Es igual a como te traje a ti de regreso.
L: ¿En ese caso no era más sencillo ir al momento antes de que yo creara la maquina e impedir que lo hiciera?
J: ¡Te mereces un golpe! Tu solo te dedicaste hacer posible el viaje en el tiempo pero no tuviste en cuenta otros factores, te haré una pregunta a ver si te queda claro. Si yo hubiese impedido que crearas la máquina del tiempo ¿Cómo se supone que yo hubiese podido hacer ese mismo viaje?
L: Oh es cierto, es todo tan confuso.
J: Ya déjalo. Ni se te ocurra tener otra genial idea como esa.
¡Gracias por leer!
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