miércoles, 27 de febrero de 2019

La esclavitud sexual en EEUU sucede en multitud de establecimientos, algunos con una opulenta clientela

El tráfico humano y la esclavitud sexual en Estados Unidos tienen tentáculos largos y someten con su crueldad criminal a miles y miles de víctimas, tanto estadounidenses como extranjeras. Pero pese a la gravedad de esos delitos, que son en gran medida perpetrados por redes criminales organizadas y extensas, es relativamente poco lo que se conoce y, al parecer, mucho lo que se esconde y tolera al respecto en el país.

Por ejemplo, la revelación de que Robert Kraft, dueño de los Patriotas de Nueva Inglaterra, estelar equipo de la NFL, fue acusado de solicitar servicios de prostitución en un local de masajes en Florida pone luz a una realidad sórdida y ominosa: el tráfico humano y la trata sexual no es solo un asunto del bajo mundo o de oscuros tugurios sino que se da a una extensa escala tanto por la proliferación de lugares donde se practica y la prominencia de parte de parte de su clientela  como porque muchas de las personas sumidas en ello se encuentran, literalmente, en una condición de esclavitud y desesperanza estremecedora.

Las redes de tráfico humano se extienden desde muchos países hasta EEUU, donde las víctimas son con frecuencia sometidas a explotación laboral y sexual. (AFP)

Kraft ha negado las acusaciones en su contra pero su caso y sus impactos mediáticos han sido notorios. Más de un centenar de otras personas también han sido acusadas.

En Estados Unidos es delito ejercer la prostitución, pero también organizar o pagar esos servicios. Y ello se agrava cuando ello se da con personas que son retenidas y forzadas a prestar servicios sexuales en condiciones de explotación y opresión. Los casos de esas víctimas no son, por añadidura, anécdotas o hechos aislados sino historias frecuentes y dolorosas. Y el hecho de que muchas de ellas sean menores de edad enturbia el de por sí estremecedor panorama de ese tráfico humano.

Como se comenta en USA Today tan solo en 2017 se reportaron 8,500 casos de tráfico humano en el país, 6,081 de ellos vinculados a trata sexual. Y esos números serían solo la punta del iceberg: expertos calculan que podrían sumar cientos de miles las personas, incluidas menores, que son sometidas a tráfico y explotación de diversa índole, incluida la sexual.

Y es en centros de masaje ilegales o negocios similares donde se realiza una parte sustantiva de esa extensa actividad criminal: de acuerdo a la organización Polaris, en  Estados Unidos habría más de 9,000 de esos establecimientos que son la fachada de operaciones de trata humana y explotación laboral y sexual que generaría ganancias de 2,500 millones de dólares al año.

Y muchos de esos centros de masaje ilícitos no son establecimientos aislados operados u operados meramente por criminales locales. En realidad, como se ha señalado en el contexto de investigaciones al respecto, muchos de esos sitios son parte de redes muy extendidas de tráfico y explotación operadas por grupos de crimen organizado.

Las condiciones en las que se mantenía a las personas sujetas a trata en los spa y centros de masaje recientemente desmantelados en Florida, uno de ellos donde Kraft habría pagado por sexo, eran perturbadoras. En ese sitio, por ejemplo, las mujeres que allí laboraban, varias de ellas originarias de China, no podían dejar el establecimiento y vivían en condiciones de servidumbre sexual. Muchas de las personas en esa condición reciben pagos ínfimos o nulos y, en contrapartida, ofrecen servicios sexuales a clientes de manera continua y son impulsadas a hacerlo por amenazas, deudas u otras formas de coerción.

Como esos locales, redes de negocios que son tapadera de actividades de tráfico humano y trata sexual existen a todo lo ancho de Estados Unidos, muchos con conexiones entre sí y, de acuerdo al USA Today, con organizaciones criminales en países desde donde se trae a sus víctimas, con frecuencia con engaños o falsas ofertas de empleo.

En el caso del Orchids of Asia Day Spa, el sitio ilegal de masajes desmantelado en Florida y en donde, se acusa, Kraft habría pagado por servicios sociales en dos ocasiones, las autoridades comenzaron a sospechar de lo que allí sucedía cuando detectaron que su clientela era mayoritariamente masculina y que ingresaba y salía en intervalos muy rápidos, a veces con duración de escasos 30 minutos, de acuerdo a CNN.

Eso motivó una investigación que halló habitaciones usadas para servicios sexuales y, en un basurero, información de pagos de clientes, recibos de tarjetas de crédito de sus operaciones de pago e incluso servilletas con semen aún fresco.

Las autoridades en muchos estados realizan investigaciones y ya han desmantelado un número importante de establecimientos y redes de trata humana, pero el alcance de ese delito es amplio y punzante. Según la Línea Nacional sobre Tráfico Humano, organización dedicada a recibir denuncias ciudadanas sobre presuntas actividades de tráfico humano,  de 2007 a mediados de 2018 ha recibido 170,430 llamadas telefónicas y 24,785 comunicaciones por vía digital sobre posibles casos de tráfico de personas, con un estimado de entre 45,000 y 62,000 víctimas.

Tan solo en la primera mitad de 2018 se recibieron 14,117 llamadas, se reportaron 5,147 casos y con entre 7,000 y 11 víctimas. Unas 2,600 de esas llamadas fueron realizadas directamente por personas sometidas a tráfico humano.

Ciertamente, la actividad de las autoridades ha desmantelado gran cantidad de sitios donde se practica la explotación y la trata sexual y sometido a proceso a centenares de personas implicadas. Pero la lacra de esa práctica es extensa y con aristas filosamente encarnadas en la sociedad. Es por ello que junto a la acción policial y judicial es también necesaria una labor intensa de concientización ciudadana para abatir la práctica y los ingresos de esos establecimientos y salvar a sus víctimas presentes y futuras.

 

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