lunes, 25 de septiembre de 2017

"¿De qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie?", curiosas anécdotas de Diógenes, el primer cínico





"¿De qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie?", curiosas anécdotas de Diógenes, el primer cínico

Posted: 23 Sep 2017 02:54 PM PDT

  "¿De qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie?"
Diógenes


  Diógenes de Sínope (en griego Διογένης ο Σινωπεύς Diogenes ho Sinopeus) , también llamado Diógenes el Cínico, fue un filósofo griego perteneciente a la escuela cínica. Nació en (Sinope, ca. 412 a. C. Corinto y murió en 323 a. C.).

  No legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que su tocayo Diógenes Laercio le dedicó en su Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.


  Diógenes de Sínope fue exiliado de su ciudad natal y trasladado a Atenas, donde se convirtió en un discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud.

  Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una antorcha diciendo que buscaba hombres (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). 


  Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continúo con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. 

  El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades.


Algunas anécdotas de Diógenes transmitidas por la tradición


  Las anécdotas que se cuentan sobre Diógenes ilustran la consistencia lógica de su carácter. Este Sócrates delirante, como le llamaba Platón, caminaba descalzo durante todas las estaciones del año, dormía en los pórticos de los templos envuelto únicamente en un su capa y tenía por vivienda una tinaja. 

  Un día vio como un niño bebía agua con las manos en una fuente: Este muchacho, dijo, me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas, y tiró su escudilla. Cierto día se estaba masturbando en el Ágora, quiénes le reprendieron por ello, obtuvieron por única respuesta del filósofo una queja tan amarga como escueta: "¡Ojalá, frotándome el vientre, el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!" 

 Profesaba un desprecio tan grande por la humanidad, que en una ocasión apareció en pleno día por las calles de Atenas, con una lámpara en la mano diciendo: Busco un hombre. 

  Diógenes iba apartando a los hombres que se cruzaban en su camino diciendo que solo tropezaba con escombros, pretendía encontrar al menos un hombre honesto sobre la faz de la tierra. 

  En una ocasión, cierto hombre adinerado le convidó a un banquete en su lujosa mansión, haciendo especial hincapié en el hecho de que allí estaba prohibido escupir. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse. 

  Cuando Platón le dio la definición de Sócrates del hombre como bípedo implume, por lo cual había sido bastante elogiado, Diógenes desplumó un pollo y lo soltó en la Academia de Platón diciendo ¡Te he traído un hombre!. 

 Después de este incidente, se añadió a la definición de Platón: con uñas planas. Asistiendo a una lección de Zenón de Elea, que negaba el movimiento, Diógenes se levantó y se puso a caminar. Si es verdad que los atenienses se burlaban de él, también es verdad que le temían y respetaban.




e

1 comentario: