Aquello
de que los hombres pasan y las instituciones quedan no incluye a los dirigentes
gremiales. Hay sindicalistas que están hace más de 50 años en el poder
Daniel Scioli decía que Roberto
Baradel es un "preceptor en uso de licencia" y Carlos
Gianella, quien lo acompañaba desde una subsecretaría de la Jefafatura de
Gabinete en la gobernación bonaerense, aseguraba que tenía "alergia
a la tiza". En la Dirección General de Escuelas dicen algo
parecido: "Baradel nunca estuvo frente a un aula, no tiene ninguna empatía
con el compromiso de los maestros con la educación y en la formación docente.
Lo suyo es otra cosa".
Por cierto que no encabeza el récord
de reelecciones sindicales, un lugar que sigue teniendo el liderazgo
indiscutido de Ramón Baldassini, de la Federación de Obreros y
Empleados de Correos y Telecomunicaciones, que hace 54 años está al
frente de los telepostales y desde la llegada de Cambiemos al Gobierno
forma parte del directorio de la empresa estatal Correo Argentino.
En ese rango se encuentran otros dirigentes
como es el caso de Omar Viviani, que está hace 34 años
como secretario general de los Peones de Taxi, y Amadeo Genta,
también hace 34 años secretario general del SUTECBA, los
trabajadores municipales. Guillermo Pereyra que dirige a los
Petroleros Privados hace 33 años, Luis Barrionuevo que
hace 32 está al frente de los Gastronómicos, Rodolfo
Daer también 32 conduciendo el sindicato de la
alimentación y Carlos West Ocampo y Armando Cavalieri,
quienes hace 31 que son los
secretarios generales de Sanidad y Comercio respectivamente. Son seguidos
por José Luis Lingeri, al frente de Obras Sanitarias y Hugo Moyano,
de la Federación del Sindicato de Choferes de Camiones, con 30 años
cada uno.
De ese lote, quien se expresó a favor
de un límite a las reelecciones indefinidas es el propio Moyano.
Cuando le preguntaron en una radio dijo que "la reelección indefinida de
los dirigentes sindicales se tiene que modificar, sinceramente lo digo".
Contradiciendo el viejo apotegma peronista que dice que "mejor que decir
es hacer", no se conoce que el líder de los camioneros haya dado
ningún paso en relación a lo que declaró. De hecho, hizo esas
declaraciones en el 2013 y en el 2015 volvió a elegirse.
Es distinto a lo que hizo su hijo
Facundo, diputado nacional por el Frente Renovador, que limitó
su propia reelección en el sindicato de peajes, el SUTPA, a dos
mandatos, en un gesto que consideró fue destinado a "democratizar
el sindicalismo".
Otro diputado que trabajó en el mismo sentido
de democratización fue Jorge D'Agostino, radical de Entre
Ríos, que el año pasado presentó ante la Comisión de Legislación
Laboral una ley para que se limite los mandatos de los secretarios generales de
todas las asociaciones sindicales (de primero, segundo y tercer grado)
a cuatro años, con una reelección.
En efecto, la ley 23.551 sorprende por la
indefinición en la materia: no se especifican términos de mandatos, ni de
elecciones o reelecciones. Solo, muy genéricamente, se alude en el artículo 8º
que "las asociaciones sindicales garantizarán la efectiva
democracia interna", para la cual los estatutos deben garantizar
"una fluida comunicación entre los órganos internos y sus afiliados, que
los delegados obren con mandato de sus representados y les informen luego de su
gestión, la efectiva participación de todos los afiliados garantizando la
elección directa de los cuerpos directivos y la representación de las minorías
en los cuerpos deliberativos".
Como lo que no está prohibido, está
permitido, la dirigencia sindical resiste por décadas en las mismas
posiciones. Por ley, no está sometida al escrutinio de la opinión
pública. Poco parece importarle a los sindicalistas estar en el último lugar de
confianza como pudo verse -por ejemplo- en la encuesta realizada por el
Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales de la UADE y la
consultora Voices, donde alcanzaron el 89 por ciento de desconfianza.
En diálogo con Infobae, el
diputado D'Agostino aseguró que no tiene ninguna esperanza de que en un año
electoral su proyecto llegue al recinto. "Muchos sindicalistas creen que
lo que propongo es violar la autonomía sindical. Lejos de eso, lo que
busco es más democracia", dijo. Y, con cierta melancolía, agregó
que "este es mi último año en la Cámara, pero estoy muy satisfecho con mi
proyecto porque dejé un mojón en la larga lucha por la libertad sindical que
-no dudo- será retomada más adelante".
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