Con el ascenso de Roca a la presidencia, y desde antes, con su encumbramiento en la jefatura del Ejército, culminaron en el país setenta años de guerra civil entre las provincias y Buenos Aires y se abrió un nuevo ciclo que, bajo el signo de la unidad nacional consolidada, inauguró un largo período de armonía y paz, durante el cual la Argentina vio nacer las instituciones que la afianzaron como una Nación soberana a los ojos del mundo.
El general Roca, artífice del milagro, venía de realizar exitosamente la Campaña al Desierto, empresa militar aprobada en el Parlamento por la Ley 947 con el fin de extender la frontera con el indio y asegurar el dominio territorial. El fracaso de Adolfo Alsina, expresión garantista del siglo XIX, habilitó a Roca a implementar su proyecto: terminar con la inseguridad por ausencia del Estado en las remotas tierras del sur, donde reinaban los malones que secuestraban mujeres y robaban ganado, y poner coto a las ambiciones chilenas.
¿Cómo construyò el roquismo su autoridad frente a las masas que 20 años antes seguían a caudillos de chuza y lanza?
Ya como Presidente, a partir de 1880, Roca brilló por sus dotes de líder político, jefe de la primera formación partidaria moderna que fue el Partido Autonomista Nacional (PAN), síntesis de nuestras luchas. ¿Cuál fue el origen de este agrupamiento? ¿En dónde hundió las raíces culturales que le dieron identidad y autoridad moral frente a las masas que veinte años antes seguían a caudillos de chuza y lanza?
Roca se educó en el Colegio de Concepción del Uruguay, obra pedagógica del caudillo entrerriano Justo José de Urquiza, que buscaba con ella formar una elite culta educada en los fundamentos del liberalismo provinciano, de base historicista, conocida como Generación del Paraná, antecedente más inmediato de la que luego sería conocida como Generación del 80.
Luego de Pavón, donde le tocó pelear del lado de los derrotados, ingresó al ejército triunfante que de a poco se estaba transformando en Ejército Nacional. También combatió en la Guerra del Paraguay y más tarde le tocó vencer, por órdenes del entonces presidente Sarmiento, a Ricardo López Jordán, caudillo insurrecto de Entre Ríos y responsable político del asesinato de Urquiza. Más tarde reprimió el golpe de Estado llevado adelante por el mitrismo en 1874, derrotando a Arredondo en Mendoza. En todas estas acciones militares, Roca se destacó como un oficial disciplinado, respetuoso de las instituciones republicanas, ajeno a las luchas facciosas.
Los orígenes del PAN hay que buscarlos también en Córdoba. Su concuñado, Miguel Ángel Juárez Celman, tejió los acuerdos políticos con viejos urquicistas y noveles dirigentes con tradiciones federales y unitarias provincianas. Podría decirse, entonces, que los fundamentos culturales del roquismo se hallaron en el provincialismo anti-rosista y anti mitrista. Y esto dio identidad histórico política al PAN, que naturalmente se reconocía en hombres como Artigas, el general Paz o el brigadier Ferré.
Roca se dispuso a gobernar con todos: "En política no se debe herir inútilmente a nadie"
Antes de asumir la presidencia, fue preciso vencer el último levantamiento porteño, liderado por el gobernador de Buenos Aires Carlos Tejedor y, desde las sombras, por Bartolomé Mitre. En esas luctuosas jornadas murieron tres mil argentinos cumpliéndose aquellas trágicas palabras de Benjamín Posse que en carta a Roca le dijo:
"Y puesto que somos una Nación llevaremos a sangre y fuego si fuera necesario nuestro candidato a la Presidencia ¿y los estragos? ¡Qué estragos, carajo! Sobre pavesas se ha de sentar el elegido de los pueblos, si no quedan del país más que pavesas"
Las presidencias de Roca
Superado el mal trance, Roca se dispuso a gobernar con todos los argentinos, tendiendo puentes a los derrotados: "En política no se debe herir inútilmente a nadie, ni lanzar palabras irreparables, porque uno no sabe si el enemigo con quien hoy se combate será un amigo mañana", decía.Su obra de gobierno fue gigantesca. La federalización de la Ciudad de Buenos Aires –tan anhelada por muchos y que él hizo efectiva- y el control de la Aduana dieron al Ejecutivo el territorio y el poder que hicieron posible el surgimiento de un Estado verdaderamente nacional. El interior del país se vio beneficiado con esta unidad política que en lo económico se tradujo en la llegada de ingentes inversiones y por el rápido florecimiento de la infraestructura: puentes, canales, ferrocarriles, caminos y, sobre todo, escuelas.
En 1881, se firman los tratados de límites con Chile que aseguraron definitivamente la autoridad del país sobre la Patagonia y Tierra del Fuego. Para gobernar el país, ampliado al doble de su extensión tras la Campaña del Desierto, sanciona la ley 1532 de Territorios Nacionales, creándose las siguientes jurisdicciones: La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chaco, Formosa y Misiones. Hoy, todas ellas son provincias. La ley 1133, de creación de la moneda nacional, garantizó la unificación del mercado interno. Se fundó la ciudad de La Plata, para darle una capital a la provincia de Buenos Aires. Se creó el Municipio de la Capital Federal, volcándose en él un enorme volumen de dinero. De esta manera, la ciudad dejó de ser una aldea de provincia para ser la Capital de la República. La creación del Registro Civil fue otra demostración de que el Estado Nacional extendía su administración a temas tan importantes como los nacimientos, matrimonios y defunciones. Un Estado que se precie de tal no puede desconocer la realidad de su población.
Otras leyes que dieron origen a otras tantas instituciones imprescindibles en toda Nación moderna y que también debemos a Roca son: la Ley 1804 de creación del Banco Hipotecario Nacional, la Ley 1257 de creación del puerto de Buenos Aires -Puerto Madero- y la Ley 4349 que creó la Caja de Jubilaciones y Pensiones de los agentes de la administración pública, primera ley de previsión social, entre otras.
La intelectualidad roquista se elevaba por encima de la medianía, apostando a un país moderno y a una educación productiva
Pero la gran decisión fue, sin duda, la Ley 1420 de Educación común, obligatoria, pública, gratuita y laica, que garantizaba, al mismo tiempo, la libertad de enseñanza en escuelas particulares, con supervisión estatal. Instituyó el Consejo General de Educación, con el objeto de masificar y mejorar la calidad educativa federal. En aquel tiempo solo un tercio de los niños en edad escolar primaria asistían a escuelas. La ley modificó radicalmente esta ecuación.
De esta manera, la intelectualidad roquista, esto es, la Generación del '80, se elevaba por encima de la medianía apostando a un país moderno y a una educación productiva.
La segunda presidencia fue también gloriosa. El general Roca contrató a Juan Bialet Massé, para que realizara un informe completo sobre la situación de la clase obrera argentina, las comunidades indígenas y los sectores marginales. Se publicó en 1904 con el título Informe sobre el Estado de las Clases Obreras en el Interior de la República. Esta monumental obra, ordenada y financiada por el Estado, fue el prólogo de una ley de trabajo. El resultado fue un moderno tratado que contemplaba la jornada laboral de ocho horas, la supresión del trabajo nocturno, el sábado inglés, la prohibición del trabajo de menores de catorce años, un salario mínimo para trabajadores del Estado, preaviso, licencia con goce de sueldos, reconocimiento de las organizaciones obreras y -quizá lo más importante- tribunales de trabajo. El proyecto fue rechazado en Senadores y rápidamente olvidado. El país y sus hijos más postergados debieron esperar hasta la llegada de Perón para terminar con estas injusticias.
Otra Ley indispensable a la consolidación del Estado fue la del servicio militar obligatorio, un instrumento más de inclusión social e integración política para una población todavía heterogénea.
Debemos por lo tanto a las dos presidencias de Roca la creación y consolidación del Estado nacional –instituciones y territorio-. A cien años de su muerte, queda claro que su protagonismo marcó un punto de inflexión, un antes y un después en nuestra historia. Dejó atrás la anarquía que caracterizó las primeras décadas de nuestra vida independiente y abrió la puerta a una etapa que, como lo rezaba el lema de su gobierno, fue de "Paz y Administración
Por:
Claudio Chaves
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