jueves, 24 de julio de 2014

Bibliotecología Argentina: Es hora de generar una nueva corriente de pensamiento y acción / Gabriel González **



Estimados Colegas:

No creo estar equivocado al señalar que, como bibliotecarios, hay momentos en los que al dar los primeros pasos en la profesión, y echando la vista atrás, después de varios tropiezos por el camino, nos preguntamos por la realidad en la que está inmersa y de la que forma parte la biblioteca, y nosotros, sus profesionales. Al dar los primeros pasos en la profesión, quien más o quien menos, apuesta por su papel transformador de la sociedad. Al cabo de un tiempo algunos comienzan a preguntarse si en vez de transformador, nuestro papel no está siendo más bien continuador, cómplice quizá, de lo establecido.

Los interrogantes se multiplican en el seno de aquellas sociedades que atraviesan situaciones socio-económicas o políticas difíciles. Algunos bibliotecarios se concentran en su trabajo y apenas si elevan la vista, para no tener que afrontar todo lo que ocurre a su alrededor. Intentan aislarse de su entorno, seguir como siempre pese a todo. Pero hay otros que dejan por un momento sus tareas y se detienen a observar lo que sucede en su comunidad, en su círculo de amistades, en su familia o en su propia vida, es decir en su entorno laboral y social. Y no pueden evitar sentir cierto malestar, a veces traducido en frustración y otras, en indignación. Tampoco pueden evitar que les asalten ciertas dudas sobre su labor cotidiana, y llegan a plantearse si no sería mejor estar haciendo alguna otra cosa "que verdaderamente sirviese para cambiar algo" en lugar de estar allí, entre los cuatro muros de una biblioteca, ordenando y prestando libros.
Hace 14 años que soy bibliotecario, y a lo largo de todo este tiempo he leído y escuchado dudas como las que acabo de mencionar. Yo mismo las tuve cuando empecé mi carrera, y no me son ajenas hoy en día. Soy un bibliotecario que se profesionalizó en aras de un mundo informado y a la vez colaborar por un mundo mejor, y al colocar mi granito de arena he buscado, y aún lo hago, la manera de resolver los problemas que nos aquejan y que requieren una solución que debe partir de nosotros mismos, los profesionales que conocemos este mundo de los libros, todavía sigo transitando este largo proceso de reflexión que dan resultados dispares, que dependen de las motivaciones, creencias, ideologías o filosofías de cada cual. El problema de fondo es que cada individuo se haya visto forzado a encontrar respuestas a preguntas que resultan tan importantes para el quehacer profesional. Interrogantes que tarde o temprano nacen en muchos de nosotros: ¿para qué hacemos lo que hacemos? ¿Hay solo una manera de hacerlo? ¿Podríamos hacer otra cosa? ¿Cómo lo están haciendo otros colegas? ¿Cómo lo han hecho en otros lugares, en otros momentos?

Lamentablemente, en muy pocos casos las escuelas o facultades en las que nos formamos nos proveen de alternativas, y desde luego no es en ellas donde se analizan y consideran distintas opciones. La bibliotecología como disciplina se ha basado en gran medida en un modelo "de gestión" o "de procesos" dentro del cual ni siquiera se sugiere la búsqueda de una razón o un sentido que vaya más allá de lo inmediato, lo mecánico y lo mensurable: procesamiento técnico, distribución de información (sobre todo a través de nuevas tecnologías) y análisis de resultados cuantificables. Se crean grupos de discusión de cuestiones relativas a la ética de nuestro trabajo. Pero, como muchos otros, suelen ser proyectos cooptados por el establishment que, lejos de cuestionar el modelo dominante y sus bases, terminan plegándose a sus dictados.

De modo que las preguntas siguen allí, inevitables como el dinosaurio del cuento de Monterroso: ¿para qué adquirimos libros u otros soportes, para qué los organizamos, catalogamos y clasificamos, para qué difundimos información, para que abrimos las puertas de nuestro acervo a la sociedad en general y a nuestros usuarios en particular? ¿Estamos logrando los objetivos que perseguimos? ¿Algo se mueve y se altera a nuestro alrededor gracias al trabajo que hacemos? ¿Algo cambia? ¿Esta labor nuestra, para la cual nos hemos preparado a conciencia, es válida, valiosa, necesaria, bien recibida, útil? 
Y ese interrogarnos sobre nuestro desempeño nos conduce a cuestionar el de la propia bibliotecología: ¿mantiene una postura crítica o conformista? ¿Está jugando un papel transformador o normalizador? ¿Emancipador o instrumental? 
Creo que es hora de generar una nueva corriente de pensamiento y acción dentro de la Bibliotecología Argentina, que además de sostener las disciplinas del libro y la información sea capaz de construir un camino orientado a temas que también hacen a nuestra profesión como la seguridad laboral, los convenios colectivos de trabajo y otros del mismo tenor. También creo que encender este faro es necesario para mostrar que la bibliotecología es mucho más que un conjunto de técnicas, una colección, servicios y estadísticas, todo ese entramado es solo un instrumento para alcanzar un fin, no el fin en sí mismo, ni el único fin. También debemos sumar la representatividad de todos los bibliotecarios del país para que verdaderamente se pueda generar un cambio social en el que trabajemos amparados por una Asociación que sea el escudo necesario para sus profesionales en pos de la igualdad, la libertad y la justicia.

** Presidente de AByDoMe: Asociación de Bibliotecarios y Documentalistas de Mendoza


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