Vive a 40 cuadras del
asfalto, en una casa sin electricidad. Tiene 11 años y asistencia perfecta.
Para muchos es una heroína admirable.
Una chica tenaz que se esfuerza cada mañana cuando se calza rápido el
guardapolvo para llegar a tiempo a la escuela.
Tiene que superar obstáculos de otras épocas: en su casa no hay
luz eléctrica y está a 40 cuadras del asfalto.
Rosa Cappelletti,
de 11 años y alumna de sexto año de la Escuela 23 de Villa Montoro,
tiene asistencia perfecta y un promedio de 9,86. Por eso, esta semana debutó en
su nuevo rol de abanderada en los actos de conmemoración del 25 de mayo.
Con su figura
delgada, acomodó el asta sobre la banda celeste y blanca y recorrió la sala en
medio de los aplausos, cuando sonó la marcha “A mi bandera”.
Rosita –como la
conocen en la
escuela– tiene cara angelical y la mirada a veces esquiva, tímida.
Asegura que no se siente diferente a sus compañeras y no le pesan los
obstáculos que tiene para estudiar. Tiene un objetivo claro y nada la detiene
para cumplirlo, aún cuando debe estudiar bajo la luz de una vela o hacer en dos
tramos su camino a la escuela. Es que inicia su jornada a las seis de la mañana
y recorre en bicicleta casi 40 cuadras hasta la parada del colectivo que la
acerca hasta la escuela de un barrio de la periferia de La Plata, cerca del aeropuerto.
Ni los caminos
anegados por la lluvia son una excusa para faltar a clases. Esta semana tuvo
que dejar la bicicleta en el galpón porque el camino quedó imposible después de
las lluvias. Como ocurre en otros períodos del invierno, tuvo que ir hasta la
parada en el jeep modelo 60 que usa Ángel, su papá, para las tareas en el
tambo.
“No tengo
problemas con ninguna materia, pero me gusta más Historia.
Quiero ser profesora cuando sea grande ”, desliza Rosita en voz baja y pierde la mirada en el
horizonte, como buscando ese futuro. “También podría ser científica, hacer
experimentos”, juega. Tiene claro que los libros y el conocimiento serán parte
de su futuro. “Eso lo aprendieron desde chicos todos mis hijos. El estudio es
lo que les permitirá salir adelante”, agrega Rosa Delgado, la madre.
En su humilde
vivienda de 122 y 670, en Villa Garibaldi, el matrimonio de Rosa y Angel crió
10 chicos. Cuatro ya no viven con ellos. Terminaron la secundaria, algunos
pasaron por la universidad, y formaron su familia. Rosita es la menor de las
mujeres. El más chico, Federico (10), también cursa quinto en la escuela 23,
aunque en el turno tarde.
“Esta familia es
un ejemplo. Con pocos medios y una conducta impecable casi todos los
Cappelletti egresaron de acá. Nunca tuvimos un problema, siempre colaboraron”,
dijo la vicedirectora de la escuela, Gladys
López.
La rutina de
Rosita es diferente a la de otros chicos de su edad. La compu queda muy lejos
en Villa Garibaldi. Después de una breve siesta y del mate cocido con leche la
estudiante cumple con rigurosidad con las tareas del colegio y puede disfrutar
de un esparcimiento acotado: con sus hermanitos miran Floricienta, en un
televisor de 8 pulgadas
que funciona a batería, porque en la casa no hay servicio eléctrico.
“Sólo si hicieron los deberes” , aclara la mama
La pobreza o la falta de medios no quita inteligencia, si la familia acompaña y entiende lo que significa la educación todo es posible, la pobreza lamentablemente quita oportunidades.
ResponderEliminarQuiera Dios que Rosita lo logre, y dije "quiera Dios", porque seguro no será porque el gobierno haga algo ni por su situación económica, ni por su educación.
SIGUE ASI POSITIVA, SIN DEJAR DE LUCHAR Y SIENDO PERSEVERANTE Y ESTA DECRETADO. LINDA, YA LO LOGRASTE. TU SI LO HAS LOGRADO. QUE ADMIRABLE ERES TAN GRANDE Y VALIENTE, TODA MI ENERGIA POSITIVA PARA TI.
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