Defender la idea de un futuro largo para el libro no significa negar que ciertas obras son más fáciles de cargar en una tableta, o que las personas que padecen de hipermetropía encuentran más fácil leer un diario en un aparato electrónico que les permite aumentar el tamaño de la fuente del texto a voluntad, o que nuestros hijos podrían evitar dañarse la columna vertebral si no tuvieran que cargar mochilas escolares pesadas.
Pero ya tenemos pruebas de que los libros tendrán una larga vida , en la forma de volúmenes que fueron impresos hace más de 500 años y se encuentran aún en excelentes condiciones, así como pergaminos que han sobrevivido durante 2.000 años. En contraste, no tenemos prueba de que un medio electrónico pueda persistir en la misma forma. En 30 años, el ''floppy'' fue reemplazado por un disco más pequeño con una cubierta rígida, que a su vez fue reemplazado por el CD, que fue desplazado por la memoria USB. Ninguna computadora es construida hoy para leer un disco de los años 80, así que no sabemos si lo que fue escrito en determinado disco hubiera durado 25 años.
Es mejor anotar nuestras memorias en papel.
Además, hay una gran diferencia entre la experiencia de sostener y hojear un libro leído hace años, descubrir los pasajes subrayados y las notas que uno hizo y la de leer la misma obra en la pantalla de una computadora. Incluso si admitimos que aquellos que sienten placer en tales cosas son una minoría, siempre habrá entusiastas para mantener un próspero mercado de libros . Y si ciertos libros desechables desaparecen de las librerías y viven sólo en los lectores electrónicos, es mejor así. Piense en todo el papel que se ahorraría.
Hace años me quejé del hecho de que en todas las viejas y oscuras librerías, cualquiera que entrara a curiosear era enfrentado por un severo caballero que exigía saber qué era lo que deseábamos. Encontré más alentador visitar las nuevas librerías-catedrales donde una persona podía sentarse y hojear todo lo que quisiera. Pero ahora, si los lectores electrónicos van a absorber todo el mercado disponible de libros, esas librerías del pasado podrían convertirse en lugares donde los aficionados irán para buscar el tipo de libros que desean.
Finalmente, debemos recordar que, a lo largo del tiempo, ha habido incontables ejemplos de innovaciones populares que amenazaron con reemplazar a sus predecesores, pero no lo lograron.
La fotografía no ha dado por resultado el fin de la pintura (quizá ha desalentado los paisajes y retratos y alentado el arte abstracto). La cinematografía no ha causado la muerte de la fotografía, la televisión no ha matado al cine y los trenes coexisten con los autos y los aviones. Así que quizá tenemos una diarquía: leer en papel y leer en pantallas, lo cual podría llevar a un incremento astronómico en el número de gente que aprenda a leer. Y eso, ciertamente, es progreso.
Copyright Umberto Eco/L'Espresso.
Fuente: http://www.clarin.com/opinion/deje-tecnologia-apueste-papel_0_665933511.html
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