En 1997, con 70 años y después de dirigir durante 16 años la Congregación para la Doctrina de la Fe, el entonces cardenal Josef Ratzinger esperaba jubilarse y sustituir este cargo por otro mucho más tranquilo y acorde a sus gustos: el de bibliotecario de la Santa Sede.
Así lo afirma el actual responsable de la Biblioteca Vaticana, el cardenal Raffaele Farina, entrevistado por la revista «Inside the Vatican». En 1997, Farina visitó al cardenal Ratzinger para comentar la forma de ayudar a una investigadora alemana. Después de media hora de charla, Farina se dio cuenta de que el prelado alemán «daba por hecho» que él sabía «una noticia que después circuló de manera restringida en la Curia», y era que Ratzinger «había pedido a Juan Pablo II poder concluir sus años en el Vaticano al frente de la Biblioteca, y dejar así el duro encargo de dirigir la Congregación para la Fe», afirma el cardenal Farina. Hasta ahora, sólo se conocía públicamente la petición de 2002 del entonces cardenal Ratzinger, que con 75 años pidió a Juan Pablo II que le liberase de sus responsabilidades en la Congregación para la Doctrina de la Fe donde, con la ayuda de un puñado de colaboradores, combatía la multitud de herejías y abusos teológicos y disciplinares que cabe esperar en ese colectivo numeroso y heterogéneo que componen los mil millones de católicos del mundo entero.
Ni en 1997 ni en 2002 Juan Pablo II aceptó su petición. Cuando el Papa polaco murió en 2005, el cardenal tampoco pudo retirarse entre sus libros como deseaba: fue elegido Papa con 78 años.
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