Hace más de una década que la llamada "adolescencia tardía", con "hijos crónicos" que permanecen en sus hogares originarios hasta la frontera de los 30 años, ha cobrado fuerza de tendencia social. Estudiosos del tema consultados por Clarín concluyen en que lo que más influye es la dificultad para el ingreso y permanencia en el mercado laboral, sea por el empleo precario, la alta rotación o las changas de escaso atractivo (ver El empleo precario, un freno para dejar la casa paterna). Ni que hablar de quienes no tienen el cobijo de un techo y una familia.
En todo el mundo el desempleo joven es un problema: según la OIT sólo en América latina hay 10 millones de afectados. En Buenos Aires, sede del gobierno federal, núcleo del mayor dinamismo cultural y productivo del país, una encuesta de la administración local entre jóvenes de 15 a 29 años muestra que en la primera experiencia laboral al 83% no le hacen descuentos jubilatorios y el 81% no tiene cobertura de salud. Y un informe del Banco Mundial de fines de 2008, basado en una encuesta sobre las condiciones sociales de la juventud en el país, afirma que el 46% de entre 15 y 24 años tiene una "alta probabilidad de involucrarse en conductas de riesgo". ¿Cuáles?: deserción escolar temprana, desempleo permanente, uso y abuso de drogas, paternidad y maternidad tempranas, poca participación cívica y hasta problemas de delincuencia.
Los planes oficiales para insertar a los desempleados con secundario incompleto son insuficientes ante un universo creciente y complejo: a nivel nacional el desempleo juvenil es del orden del 25%, casi tres veces superior al del promedio de la población económicamente activa. Un serio dilema a futuro. Lástima: la crispación política de estas horas impide mirar la Argentina del mañana. Estos datos son un anticipo desolador.
Por: Osvaldo Pepe
Fuente: SECRETARIO DE REDACCION DE CLARIN
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