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sábado, 19 de noviembre de 2011

20 de noviembre de 1845 - La Vuelta de Obligado


El 20 de noviembre de 1845, siendo el general Juan Manuel de Rosas responsable de las Relaciones Exteriores del territorio nacional, tuvo lugar el  enfrentamiento con fuerzas anglofrancesas conocido como la Vuelta de Obligado, cerca de San Pedro. La escuadra anglofrancesa intentaba obtener la libre navegación del río Paraná para auxiliar a Corrientes, provincia opositora al gobierno de Rosas. Esto permitiría que la sitiada Montevideo pudiera comerciar tanto con Paraguay como con las provincias del litoral. El encargado de la defensa del territorio nacional fue el general Lucio N. Mansilla, quien tendió de costa a costa barcos "acorderados" sujetos por cadenas. La escuadra invasora contaba con fuerzas muy superiores a las locales. A pesar de la heroica resistencia de Mansilla y sus fuerzas, la flota extranjera rompió las cadenas colocadas de costa a costa y se adentró en el Río Paraná.
 
Quizás uno de los aspectos más notables e indiscutidamente positivos del régimen de Rosas haya sido el de la defensa de la integridad territorial de lo que hoy es nuestro país. Debió enfrentar conflictos armados con Uruguay, Bolivia, Brasil, Francia e Inglaterra. De todos ellos salió airoso en la convicción –que compartía con su clase social- de que el Estado era su patrimonio y no podía entregarse a ninguna potencia extranjera. No había tanto una actitud nacionalista fanática que se transformaría en xenofobia ni mucho menos, sino una política pragmática que entendía como deseable que los ingleses manejasen nuestro comercio exterior, pero que no admitía que se apropiaran de un solo palmo de territorio nacional que les diera ulteriores derechos a copar el Estado, fuente de todos los negocios y privilegios de nuestra burguesía terrateniente.
 
En el Parlamento británico se debatía en estos términos el pedido brasileño y de algunos comerciantes ingleses para intervenir militarmente en el Plata para proteger sus intereses: "El duque de Richmond presenta una petición de los banqueros, mercaderes y tratantes de Liverpool, solicitando la adopción de medidas para conseguir la libre navegación de el Río de la Plata. También presenta una petición del mismo tenor de los banqueros, tenderos y tratantes de Manchester. El conde de Aberdeen (jefe del gobierno) dijo que se sentiría muy feliz contribuyendo por cualquier medio a su alcance a la libertad de la navegación en el Río de la Plata , o de cualquier otro río del mundo, a fin de facilitar y extender el comercio británico. Pero no era asunto tan fácil abrir lo que allí habían cerrado las autoridades legales. Este país ( la Argentina ) se encuentra en la actualidad preocupado en el esfuerzo de restaurar la paz en el Río de la Plata , y abrigo la esperanza de que con este resultado se obtendrá un mejoramiento del presente estado de cosas y una gran extensión de nuestro comercio en esas regiones; pero perderíamos más de lo que posiblemente podríamos ganar, si al tratar con este Estado, nos apartáramos de los principios de la justicia. Pueden estar equivocados en su política comercial y pueden obstinarse siguiendo un sistema que nosotros podríamos creer impertinente e injurioso para sus intereses tanto como para los nuestros, pero estamos obligados a respetar los derechos de las naciones independientes, sean débiles, sean fuertes".
 
El canciller Arana decía ante la legislatura: "¿Con qué título la Inglaterra y la Francia vienen a imponer restricciones al derecho eminente de la Confederación Argentina de reglamentar la navegación de sus ríos interiores? ¿Y cuál es la ley general de las naciones ante la cual deben callar los derechos del poder soberano del Estado, cuyos territorios cruzan las aguas de estos ríos? ¿Y que la opinión de los abogados de Inglaterra, aunque sean los de la Corona , se sobrepondrá a la voluntad y las prerrogativas de una nación que ha jurado no depender de ningún poder extraño? Pero los argentinos no han de pasar por estas demasías; tienen la conciencia de sus derechos y no ceden a ninguna pretensión indiscreta. El general Rosas les ha enseñado prácticamente que pueden desbaratar las tramas de sus enemigos por más poderosos que sean. Nuestro Código internacional es muy corto. Paz y amistad con los que nos respetan, y la guerra a muerte a los que se atreven a insultarlo".
 
Se ve que Su Graciosa Majestad decía una cosa y hacía otra, porque en la mañana del 20 de noviembre de 1845 pudieron divisarse claramente las siluetas de cientos de barcos. El puerto de Buenos Aires fue bloqueado nuevamente, esta vez por las dos flotas más poderosas del mundo, la francesa y la inglesa, históricas enemigas que debutan como aliadas, como no podía ser de otra manera, en estas tierras.
 
La precaria defensa argentina estaba armada según el ingenio criollo. Tres enormes cadenas atravesaban el imponente Paraná de costa a costa sostenidas en 24 barquitos, diez de ellos cargados de explosivos. Detrás de todo el dispositivo, esperaba heroicamente a la flota más poderosa del mundo una goleta nacional.
 
Aquella mañana el general Lucio N. Mansilla, cuñado de Rosas y padre del genial escritor Lucio Víctor, arengó a las tropas: "¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Tremole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea".
 
Mientras las fanfarrias todavía tocaban las estrofas del himno, desde las barrancas del Paraná nuestras baterías abrieron fuego sobre el enemigo. La lucha, claramente desigual, duró varias horas hasta que por la tarde la flota franco-inglesa desembarcó y se apoderó de las baterías. La escuadra invasora pudo cortar las cadenas y continuar su viaje hacia el norte. En la acción de la Vuelta de Obligado murieron doscientos cincuenta argentinos y medio centenar de invasores europeos.
 
Al conocer los pormenores del combate, San Martín escribía desde su exilio francés: "Bien sabida es la firmeza de carácter del jefe que preside a la República Argentina ; nadie ignora el ascendiente que posee en la vasta campaña de Buenos Aires y el resto de las demás provincias, y aunque no dudo que en la capital tenga un número de enemigos personales, estoy convencido, que bien sea por orgullo nacional, temor, o bien por la prevención heredada de los españoles contra el extranjero; ello es que la totalidad se le unirán (…). Por otra parte, es menester conocer (como la experiencia lo tiene ya mostrado) que el bloqueo que se ha declarado no tiene en las nuevas repúblicas de América la misma influencia que lo sería en Europa; éste sólo afectará a un corto número de propietarios, pero a la mesa del pueblo que no conoce las necesidades de estos países le será bien diferente su continuación. Si las dos potencias en cuestión quieren llevar más adelante sus hostilidades, es decir, declarar la guerra, yo no dudo que con más o menos pérdidas de hombres y gastos se apoderen de Buenos Aires (…) pero aun en ese caso estoy convencido, que no podrán sostenerse por largo tiempo en la capital; el primer alimento o por mejor decir el único del pueblo es la carne, y es sabido con qué facilidad pueden retirarse todos los ganados en muy pocos días a muchas leguas de distancia, igualmente que las caballadas y todo medio de transporte, en una palabra, formar un desierto dilatado, imposible de ser atravesado por una fuerza europea; estoy persuadido será muy corto el número de argentinos que quiera enrolarse con el extranjero, en conclusión, con siete u ocho mil hombres de caballería del país y 25 o 30 piezas de artillería volante, fuerza que con una gran facilidad puede mantener el general Rosas, son suficientes para tener un cerrado bloqueo terrestre a Buenos Aires".
 
Juan Bautista Alberdi, claro enemigo del Restaurador, comentaba desde su exilio chileno: "En el suelo extranjero en que resido, en el lindo país que me hospeda sin hacer agravio a su bandera, beso con amor los colores argentinos y me siento vano al verlos más ufanos y dignos que nunca. Guarden sus lágrimas los generosos llorones de nuestras desgracias aunque opuesto a Rosas como hombre de partido, he dicho que escribo con colores argentinos: Rosas no es un simple tirano a mis ojos; si en su mano hay una vara sangrienta de hierro, también veo en su cabeza la escarapela de Belgrano. No me ciega tanto el amor de partido para no conocer lo que es Rosas bajo ciertos aspectos. Sé, por ejemplo, que Simón Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Buenos Aires; sé que el nombre de Washington es adorado en el mundo pero no más conocido que el de Rosas; sería necesario no ser argentino para desconocer la verdad de estos hechos y no envanecerse de ellos".
 
El embajador norteamericano en Buenos Aires, William Harris, le escribió a su gobierno: "Esta lucha entre el débil y el poderoso es ciertamente un espectáculo interesante y sería divertido si no fuese porque (…) se perjudican los negocios de todas las naciones".
 
Dice el historiador H. S. Ferns: "Los resultados políticos y económicos de esa acción fueron, por desgracia, insignificantes. Desde el punto de vista comercial la aventura fue un fiasco. Las ventas fueron pobres y algunos barcos volvieron a sus puntos de partida tan cargado como habían salido, pues los sobrecargos no pudieron colocar nada".
 
Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847, mientras que los franceses lo hicieron un año después. La firme actitud de Rosas durante los bloqueos le valió la felicitación del general San Martín y un apartado especial en su testamento: "El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla".
 
Fuente:
Extracto para El Historiador del libro Los mitos de la historia argentina 2, de Felipe Pigna, Buenos Aires, Planeta. 2004.

Juan Manuel de Rosas. El maldito De la historia oficial / Mario “Pacho” 'Donnell



"Los historiadores liberales repudiaron a Rosas en parte por plantear un proyecto de país distinto al que deseaban. Condenado al infierno de esa versión que se convertiría en "la oficial" pasó a ser ?sin miramientos? el maldito de nuestra historia. Y nos enseñaron a odiarlo.

Pero ¿quién es Juan Manuel de Rosas en el marco de la historia argentina y la formación del Estado? ¿Por qué se soslaya sistemáticamente su defensa de la soberanía nacional frente a Francia e Inglaterra? ¿Por qué San Martín le legó en su testamento el sable que lo acompañó en la lucha por la independencia americana? ¿Por qué los sectores populares lo amaron hasta la idolatría? Con Juan Manuel de Rosas.El maldito de la historia oficial, Pacho   planteó una nueva forma de relatar la historia. Una perspectiva diferente que se aleja de la mirada sesgada e interesada en fundamentar ideas prejuiciosas sobre las figuras y los hechos históricos. En esta nueva edición ampliada y corregida O'Donnell   recorre y analiza la vida, el pensamiento y los sucesos políticos que rodearon a Rosas y a la formación de nuestro país. Con esta obra, logra liberar al Restaurador de los conceptos antagónicos para luego convertirlo en un hombre con aciertos y errores, con virtudes y falencias.


Un hombre fundamental que gobernó en un período esencial de nuestra historia: el nacimiento de la República Argentina.




Texto Disponible
http://www.4shared.com/document/Om7UG-WJ/Mario_ODonnell_-_Juan_Manuel_d.htm
http://www.filestube.com/3b0ddd4e75a5834803ea,g/Mario-O-Donnell-Juan-Manuel-de-Rosas-El-maldito-de-la-historia-oficial.html



miércoles, 16 de noviembre de 2011

17 de Noviembre de 1972: El retorno de Juan Domingo Perón


Sostenidos por la consigna “LUCHE Y VUELVE”,  el pueblo  mantuvo la esperanza durante muchos años hasta que volvió a la patria el creador del movimiento justicialista, luego de superar persecuciones, proscripciones y hasta fusilamientos. El 17 de noviembre de 1972 el General Juan Domingo Perón volvía a pisar suelo argentino tras 17 años de exilio forzado por la mal llamada “revolución libertadora”, mejor conocida por el pueblo peronista como la "revolución fusiladora".

Por esto festejamos el día del retorno del General PERÓN a nuestra patria como el "DIA DEL MILITANTE", en honor a todos los militantes peronistas responsables de mantener viva la luz y la doctrina que heredáramos de PERÓN Y EVITA.

Publicado por las 62Organizaciones-filial Rosario-Argentina


lunes, 14 de noviembre de 2011

El Coronel Felipe Varela y Paraguay / por José María Rosa




Por José María Rosa, ABC-Color, Paraguay (1974)


El gobierno de Catamarca ha dispuesto la repatriación de los restos de Felipe Varela hasta ahora en el cementerio chileno de Ñantoco, cerca de Copiapó, y hoy 10 de febrero serán llevados con gran ceremonia al túmulo erigido en Catamarca.

Me parece que pocos conocen en Paraguay la historia de Felipe Varela, el Quijote de los Andes, que luchó en 1867 en el noroeste argentino por la misma causa que el mariscal Francisco Solano López, y muriera en el exilio, la miseria y la execración. En homenaje al legendario guerrero de los Andes y su "Guerra de Unión Americana" escribo estas líneas.


REPERCUSIÓN DE CURUPAYTY EN LA ARGENTINA

La noticia del desastre del 22 de setiembre de 1866 corrió con velocidad por la Argentina. Pese a la tergiversación del parte oficial y ocultamiento del número de bajas aliadas, todos leyeron entre líneas la magnitud del desastre.

Pasó entonces algo que puede parecer asombroso a algunos, porque Curupayty fue una derrota argentina y la sangre derramada era de hermanos y aliados. Sólo La Nación Argentina (el diario de Mitre) y algún otro de su tendencia, sintieron Curupayty como una derrota. Casi todos se alegraron de la derrota mitrista, y algunos aplaudieron francamente el triunfo del Paraguay. A la expresión traidores que les arrojó el gobierno (clausurando esa prensa y encarcelando a sus redactores) contestaron que la traición "a América" estaba, ante todo, en quienes combatían al Paraguay. Navarro Viola edita Atrás el Imperio, Guido y Spano juzga en El Gobierno y la Alianza que "la alianza es de los gobiernos y no de los pueblos", Olegario V. Andrade escribe Las dos políticas. Y en un folleto anónimo (tal vez de Juan José Soto) se ponen los Ministerios de la Alianza al alcance de los Pueblos. Todo eso pese al estado policial impuesto por el gobierno: en enero de 1867, el reaparecido Eco de Entre Ríos – periódico de Paraná – elogia la promoción a general paraguayo del joven santafesino Telmo López, que desde la invasión de Flores al Uruguay combatía en "las filas americanistas". Estamos seguros - transcribo el Eco – que Telmo López, ese hermano en Dios y en la democracia, en el elevado puesto que hoy ocupa sabe colocarse a la altura de sus antecedentes y corresponder con brillo a la confianza del pueblo paraguayo y a las legítimas esperanzas que los amigos tenemos en él. ¡Fe y adelante, joven guerrero!. Que el día del triunfo del Paraguay no está lejano, y la hora de la redención de nuestra patria argentina se acerca".



Día del triunfo, hora de la redención, hermano en Dios y en la democracia... ¿Éramos aliados o enemigos del Paraguay?. Rawson, ministro del Interior de Mitre, ordena nuevamente el cierre del Eco y también de otros cuatro periódicos por "tomar una dirección incompatible con el orden nacional, y con los deberes que al gobierno nacional incumben en épocas como la presente".

Pero la Argentina parece desbordarse. El 9 de noviembre el contingente ("voluntarios" llevados con maneas al frente de guerra) reclutado para cubrir las bajas de Curupayty, se subleva en Mendoza con el grito ¡Viva la patria!, ¡Vivan nuestros hermanos paraguayos!. Los gendarmes que el gobernador Videla manda a contenerlos se unen a los sublevados, abren las puertas de la cárcel a algunos periodistas presos por "paraguayistas" y se hacen dueños de la ciudad. El gobernador escapa con premura. Será la revolución de los colorados, la primera de una serie que agitará el noroeste. A poco, el sanjuanino Juan de Dios Videla se lanza sobre su provincia; en enero de 1867 el puntano Juan Sáa (el valeroso Lanza Seca) levanta San Luis y se impone a la caballería de línea con la que el general Paunero trata inutilmente de contenerlo. El famoso guerrillero de Chilecito, Aurelio Salazar escapa de la cárcel de Córdoba y levanta los gauchos de los llanos (La Rioja), la tierra de Facundo Quiroga y el chacho Peñaloza, para entrar en triunfo en la capital de su provincia.

La reacción por Curupayty se deja sentir en todas partes en ese verano de 1867. Alarmado, el vicepresidente Marcos Paz al frente de la administración por ausencia de Mitre, escribe a este que "el incendio parece contagiarse a la República integra". Mitre desprende lo mejor de sus tropas. Pero no bastan, y el 9 de febrero – en parte, justicia es decirlo, incitado por sus aliados brasileños que desean alejarlo del frente paraguayo – deja el campamento de Tuyuti y regresa a la Argentina.


EL QUIJOTE DE LOS ANDES

Es ahora que hace su aparición en la historia Argentina el coronel Felipe Varela. Alto, enjuto, de mirada penetrante y severa prestancia, Varela conservaba el tipo del antiguo hidalgo castellano, como es común entre los estancieros del noroeste argentino. Pero este catamarqueño se parecía a Don Quijote en algo más que la apariencia física. Era capaz de dejar todo: la estancia, el ama, la sobrina, los consejos prudentes del cura y razonamientos cuerdos del barbero, para echarse al campo con el lanzón en la mano y el yelmo de Mabrino en la cabeza, por una causa que considerase justa. - Aunque fuera una locura.

Fue lo que hizo en 1866, frisando en los cincuenta años, edad de ensueños y caballerías. Pero a diferencia de su tatarabuelo manchego, el Quijote de los Andes no tendría la sola ayuda de su escudero Sancho en la empresa de abatir endriagos y redimir causas nobles. Todo un pueblo lo seguiría.


Varela era estanciero en Guandacol y coronel de la Nación con despachos firmados por Urquiza. Por quedarse con el Chacho Peñaloza (también general de la Nación) se lo había borrado del cuadro de jefes. No se le importó: siguió con la causa que entendía nacional, aunque los periódicos mitristas lo llamaran "bandolero" como a Peñaloza.

La muerte del Chacho lo arrojó al exilio, en Chile. Allí asistió dolido a la iniciación de la guerra de la Triple Alianza y palpó en las cartas recibidas de su tierra su impopularidad. Le ocurrió algo más: presenció el bombardeo de Valparaíso por el almirante español Méndez Núñez. enterándose con indignación que Mitre se negaba a apoyar a Chile y Perú en el ataque de la escuadra. Si no le bastara la evidencia de la guerra contra Paraguay, ahí estaba la prueba del antiamericanismo del gobierno de su país. Cuando llegó a saber en 1866 el texto del Tratado de Alianza (revelado desde Londres), no lo pensó dos veces. Dio orden que vendieran su estancia y con el producto compró unos fusiles Enfield y dos cañoncitos (los bocones los llamará) del deshecho militar chileno. Equipó con ellos unos cuantos exiliados argentinos, federales como él, esperando el buen tiempo para atravesar la cordillera. Cuando esta se hizo practicable, al principio del verano, la noticia de Curupayty sacudía a todo el país. ¡Ah! Olvidaba: también gastó su dinero en una banda de musicantes para amenizar el cruce de la cordillera y las cargas futuras de su "ejercito". Esa banda crearía la zamba, canción de la "Unión Americana" en sus entreveros, y la más popular de las músicas del Noroeste argentino.

A mediados, de enero está en Jáchal, provincia de San Juan, que será el centro de sus operaciones. La noticia del arribo del coronel con dos batallones de cien plazas, sus bocones y su banda de música corrió con el rayo por los contrafuertes andinos. Cientos y cientos de gauchos de San Juan, La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Luis y Córdoba, sacaron de su escondite la lanza de los tiempos del Chacho, custodiada como una reliquia ensillaron el mejor caballo y con otro de la brida fueron hacia Jáchal. A los quince días de llegado, el "ejército" del Coronel tenía más de 4.000 plazas. Por las tardes, Varela les leía la Proclama que había ordenado repartir por toda la Republica:

.."¡Argentinos! El pabellón de Mayo, que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las manos ineptas y febrinas de Mitre, ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyutí. Curuzú y Curupayty. Nuestra Nación, tan grande en poder, tan feliz en antecedentes, tan rica en porvenir, tan engalanada en gloria, ha sido humillada como una esclava quedando empeñada en más de cien millones y comprometido su alto nombre y sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que después de la derrota de Cepeda, lagrimeando juró respetarla.

¡Basta de victimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón, sin conciencia!. ¡Cincuenta mil víctimas inmoladas sin causa justificada dan testimonio flagrante de la triste situación que atravesamos!
¡Abajo los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores de la Patria! ¡Abajo los mercaderes de las cruces de Uruguayana, al precio del oro, las lagrimas y la sangre paraguaya, argentina y oriental!.

Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución, la paz y la amistad con el Paraguay y la Unión con las demás repúblicas americanas.

¡Compatriotas! Al campo de la lid os invita a recoger los laureles del triunfo o de la muerte, vuestro jefe y amigo.

CORONEL FELIPE VARELA".


Por todos los pueblos del oeste debió correr la cuarteta recogida por Antonio Carrizo en su Cancionero de La Rioja:
Ver o descargar Diario del Bicentenario

Año 1867

De Chile llegó Varela,

Y vino a su Patria hermosa.

Aquí ha de morir peleando

por el Chacho Peñaloza.



O aquella otra :



Viva el Coronel Varela

por ser un Jefe de honor!

Que vivan sus oficiales!

Viva la Federación!


Y esta:


La República Argentina

siempre ha sido hostilizada,

porque quienes gobernaban

con mala fe caminaban.

Ahora que viene encima

levantada su bandera,

la gloria y la primavera

florecen por sus caminos,

gritemos los argentinos:

¡Viva el Coronel Varela!.


No hay uniformes, ni falta que hacen. La camiseta de friza colorada, el color de la Federación es distintivo suficiente; un sombrero de panza de burro adornado con ancha divisa roja : "Federación o Muerte". ¡Viva la Unión Americana! ¡Mueran los negreros traidores a la patria!" protege del sol de la pre cordillera. A veces le divisa se ciñe como una vincha sobre la frente, no dejando que la tupida melena caiga sobre los ojos.



No habrá armas, ni uniformes, pero no faltan los servicios esenciales. Al rancho lo preparan mujeres que llegan de todo el Noroeste al llamado del caudillo: acompañarían al "ejército" en toda la patriada; harán de enfermeras, amantes y si las cosas aprietan, cargaran las lanzas porque tienen fuertes los brazos y templado el ánimo.

Y, ¡cosa notable!, hay disciplina. ¡El coronel Varela es inflexible con eso! Un soldado de la Unión Americana debe ser ejemplo de humanidad, buen comportamiento y obediencia. Pasada la guerra, los "nacionales" (el ejército mitrista) buscarían pruebas de atropellos de "esos bandidos". No pudieron encontrarlas, ni siquiera inventarlas con medianos visos de verosimilitud: el "sumario" por la toma de Salta el 10 de octubre de 1867, analizado por los historiadores serios, solo mostró un tejido de fábulas.


FRANCISCO CLAVERO

En Jáchal se adiestra el "ejército" y preparan sus oficiales, cuyos nombres persisten como leyendas en el Noroeste: Guayama, Elizondo, Chumbita, Videla, Medina, Angel, Salazar; mineros de las faldas de Famatima o estancieros de Los Llanos los más de ellos.


Un día llega a los fogones de Jáchal nada menos que Francisco Clavero, a quien se tenía por muerto desde las guerras del Chacho cuatro años atrás. Antiguo granadero de San Martín en Chile y el Perú, era sargento al concluir la guerra de la Independencia.

Integrará bajo Rosas las guarniciones de fronteras donde su coraje y comportamiento lo hacen Mayor. Don Juan Manuel lo llevará mas tarde al Regimiento Escolta con el grado de teniente coronel. Asiste a la batalla de Caseros – del lado argentino – y será con el coronel Chilavert el último en batirse contra la división brasileña del Marqués de Souza. Urquiza, que prefería rodearse de federales que de unitarios, no admite su solicitud de baja y en 1853 estará a su lado en el sitio de Buenos Aires. Con las charreteras de coronel, dadas por Urquiza, combate en el Pocito contra los "salvajes unitarios" y fusilará al gobernador Aberastain después de la batalla. Cuando llegan las horas tristes de Pavón debe escapar a Chile perseguido por la ira de Sarmiento, pero vuelve para ponerse a las órdenes del Chacho. Herido gravemente en Caucete, cae en poder de los "nacionales" que lo han condenado a muerte y tienen pregonada su cabeza. Sarmiento, Director de la Guerra, ordena su fusilamiento, que no llega a cumplirse por uno de esos imponderables que tiene la guerra: un jefe "nacional" cuyo nombre no se ha conservado, compadecido de Clavero, lo remite con nombre supuesto, entre los heridos nacionales al Hospital de Hombres de Buenos Aires e informa al implacable Director de la Guerra que la sentencia "debe haberse ejecutado" porque el coronel "no se encuentra entre los prisioneros".


Un milagro de su físico y de la incipiente cirugía, le salva la vida en el hospital. No obstante faltarle un brazo y tener un parche de gutapercha en la bóveda craneana, abandona el Hospital cuando llegan a Buenos Aires las noticias del levantamiento del Noroeste. El viejo sargento de San Martín consigue llegar al campamento de Varela, donde todos lo tenían por muerto; se dice que, sin darse a conocer de la tropa – donde su nombre tenía repercusión de leyenda – se acercó a un fogón, tomó una guitarra y punteando con su única mano cantó:


"Dicen que Clavero ha muerto,

Y en San Juan es sepultado.

No lo lloren a Clavero,

Clavero ha resucitado".


El entusiasmo de los montoneros fue estruendoso, tanto que sus ecos retumbaron en Buenos Aires donde los diarios se preguntaban por qué no se cumplió la sentencia contra el coronel federal, y quién era responsable por no haberlo hecho. La noticia de la resurrección de Clavero llegó hasta Inglaterra donde Rosas, viejo y pobre pero nunca amargado ni ausente de lo que ocurría en su patria, seguía con atención la "guerra de los salvajes unitarios contra el Paraguay" y llegó a esperar que a los compases de la zamba de Varela fuera realidad la unión de los pueblos hispánicos "contra los enemigos de la Causa Americana". El 7 de marzo de 1867 escribe a su corresponsal y amiga Josefa Gómez (otra ferviente paraguayista) – y la carta está en el archivo General de la Nación de Buenos Aires –


"Al coronel Clavero si lo ve V. dígale que no lo he olvidado ni lo olvidaré jamás. Que Dios ha de premiar la virtud de su fidelidad".


EL SILENCIO DE URQUIZA

Puede conjeturarse el plan de la guerra de montoneras: Varela debe apoderarse de las provincias del oeste; Sáa y Videla correrse por San Luis y Córdoba hasta el litoral, López Jordán levantar Entre Ríos y apoyarse en los federales de Santa Fe y Corrientes, Timoteo Aparicio invadir el Uruguay con los blancos orientales, Urquiza sería el jefe si aceptaba serlo; de cualquier manera la guerra se haría con Urquiza, sin Urquiza o contra Urquiza.



Sáa escribe a Urquiza: "... encargado de trasmitir a V.E. la voluntad de las masas, solo esperamos que V.E. se digne a impartirnos sus órdenes. Pero Urquiza calla. Sus intereses comerciales se ligan a la continuación de la guerra con Paraguay de la que saca buen provecho como proveedor del ejército, y a la paz interna por sus cuantiosos intereses de estanciero y comerciante y su paquete de acciones en el ferrocarril Central Argentino. Políticamente solo le interesa controlar Entre Ríos, donde su prestigio ha menguado considerablemente. El banquero Buschenthal le aconseja: " Espero que S E. no se comprometa con esta gente ( los montoneros) C'est tres pront..." Otra cosa será cuando consigan mejor posición.


No se comprometerá pero no los desautorizará tampoco pues le permite su viejo juego de quedarse observando el fiel de la balanza para cobrar el mejor precio. Escribe a Sáa - 10 de febrero de 1867 - una carta evasiva que a nadie compromete. Pero este quiere creer de apoyo.

Para marzo han llegado a Rosario los veteranos del Paraguay con su brillante oficialidad: los buques ingleses dejan en su puerto cañones Krupp y fusiles Albion y Brodlin para armar los tres ejércitos nacionales de Paunero, Taboada y Navarro que operarían contra la Unión Americana. Mitre hubiese querido ponerse a su frente pero el recuerdo de Sierra Chica. Cepeda y Curupayty prevaleció en el Estado Mayor, mejor era dejarlo de observador.


SAN IGNACIO ( lº de abril)

Sáa se mueve de San Luis a Córdoba donde hay elementos suficientes para levantar la provincia. Paunero, desde Río Cuarto destaca a Arrendondo a cerrarle el paso de San Ignacio (cruce del Río Quinto en la carretera de San Luis a Mercedes). Y el ministro de guerra, Julián Martínez, se instala en Córdoba donde se sienten ruidos intranquilizadores.

Sáa ataca a Arredondo al anochecer del 1º de abril; erróneamente creyó que el jefe nacional tenía pocos hombres, porque de otra manera le hubiera convenido eludirlo y llegar a Córdoba, donde los federales esperaban. "San Ignacio se ganó por casualidad" dirá años después el general Garmendia. Nada pudieron las lanzas montoneras contra los Krupp, ni las cargas de indios ( 500 ranqueles combatían junto a Lanza Seca) contra los cuadros de infantería de Iwanowsky, Fotherigham, Luis María Campos y la brava caballería de José Miguel Arredondo. En cargas nocturnas se estrellaron Juan y Felipe Sáa, Carlos Juan Rodríguez, Juan de Dios Vídela, Manuel Olascoaga. Sin embargo la victoria estuvo indecisa hasta el amanecer.



La montonera quedó derrotada. No hubo prisioneros como lo ordenaba la ley de policía dictada en Buenos Aires. Muy pocos sobrevivientes consiguieron ocultarse y escapar a Chile por los pasos de la cordillera, que a esa altura del año era apenas practicable.


EL POZO DE VARGAS (10 de abril).

Varela ha marchado hacia su Catamarca natal, atravesando La Rioja: es un paseo en triunfo donde los festejos se repiten al entrar el viejo caudillo en cada poblado. En La Rioja su "ejercito" se amplía porque los riojanos quieren luchar por la Unión Americana.

A los lánguidos compases de la zamba, la montonera se dirige a Catamarca donde todos esperan al Caudillo. De allí a Tucumán y Salta donde vendrían sin duda las órdenes de Urquiza, las órdenes que Varela supone no podrá negarle Urquiza viendo el juego decidido. En ruta hacia Catamarca le llegan dos malas noticias. Que Sáa fue aniquilado en San Ignacio, y Taboada al frente del ejercito nacional del Noroeste ha aprovechado su ausencia para entrar en La Rioja.



Los nacionales vienen

Pozo de Vargas

Tienen cañones y tienen

Las uñas largas.


Dice la letra riojana de la zamba de Vargas (que no es la del ejército de Taboada, que se apropió de la música, como se apropió de tantas cosas). Varela vuelve grupas. A los compases de la zamba su ejército regresó a La Rioja a todo galope. El 9 de abril, ya próximo a la ciudad, Varela invita caballerescamente a Taboada "a decidir la suerte y el derecho de ambos ejércitos fuera de la población; "a fin de evitar que esa sociedad infeliz sea víctima de los horrores consiguientes de la guerra y el teatro de excesos que ni yo ni V.E. podremos evitar". Taboada fijaría el campo de la liza "por lo menos a tres leguas del ejido". El jefe nacional no contesta. Ha urdido un plan que debe darle la victoria. Como los federales marchan a todo galope y sin mayor descanso, supone que llegarán desfallecidos y sedientos a La Rioja. Por lo tanto ha destruido los jagüeles del camino, dejando solamente a uno, el Pozo de Vargas a la entrada misma de la ciudad. Supone que los rnontoneros se arrojarán sobre el agua; y entonces la artillería y fusilería nacionales, convenientemente atrincheradas alrededor del pozo los aniquilaría sin remedio.

Ocurrió lo previsto. Varela no encontró agua en los jagüeles de Las Mesillas, donde esperaba acampar la noche del 9, a la espera de la respuesta - que no llegaría nunca - de su invitación a Taboada. Debió seguir la fatigosa marcha por la noche del 9 en busca del pozo de Vargas donde llega al medio día del 10. Era tal la sed que "tres soldados sofocados por el calor, por el polvo y el cansancio - dirá Varela - expiraron de sed en el camino.


Los gauchos fueron acribillados por los nacionales desde las trincheras apenas se acercaron al Pozo. Varela rehizo sus cuadros y aunque la posición de Taboada dificultaba el movimiento de la montonera, ordenó se tocase la zamba y empezara la batalla. Los inútiles "bocones" fueron dejados de lado Durante más de siete horas. – de mediodía al anochecer - se sucedieron las cargas a los compases de la zamba heroica. (que apropiada por los vencedores y con otra letra, se llamaría desde entonces Zamba de Vargas).

Tiempo después, y en los altos de la marcha los sobrevivientes cantarían la le letra auténtica de su zamba, que se ha mantenido como tradición oral en La Rioja y Catamarca.

"A la carga a la carga,

dijo Varela,

salgan los laguneros

rompan trincheras.

Rompan trincheras si

carguen los laguneros

de dos en fondo.

De dos en fondo si,

dijo Guayama,

a la carga muchachos,

tengamos fama.

¡Lanzas contra fusiles!

En una de las cargas Varela cae con su caballo muerto junto al pozo. Y ocurre otro episodio de esa guerra romanesca. Una de las montoneras que hacían de cantineras, enfermeras, amantes, o lo que se presentara, tomó un caballo y se arrojó en medio de la refriega para salvar al jefe. Se llamaba Dolores Díaz y le decían La Tigra. En ancas de La Tigra escapó de la muerte el viejo caudillo.

"A las oraciones – dice Varela – mi ejército estaba deshecho, pero tambien el del enemigo. Si bien no había sufrido una derrota, comprendí que el triunfo por mi parte en esos momentos era imposible". Siete horas habían durado las cargas; en torno al pozo de Vargas se riñó la batalla mas disputada de la guerra de la Unión Americana y se perdió toda esperanza seria de apoyar a Paraguay. Llegaba la noche, Varela dio la orden de retirarse: "!Otra cosa sería armas iguales!". Ciento ochenta compañeros le quedaban de su ejército que el día anterior contaba cerca de cinco mil, los demás han muerto, quedando heridos o escaparon para juntarse con el caudillo en el lugar que los citase. Pero Taboada también había pagado su precio. "La posición del ejército nacional - informa Mitre – es muy crítica después de haber perdido sus caballerías, o la mayor parte de ellas, y gastado sus municiones, pues en La Rioja no se encontrará quien facilite como reponer sus pérdidas". Varela fijó Jáchal como sitio de reunión.

Taboada quedó en La Rioja que saqueó conscientemente durante tres días, pues nadie le facilitaba alimentos voluntariamente "...las uñas largas...".


Sáa, derrotado escapó a Chile; los cordobeses, cuyo caudillo era Simón Luengo, se habían levantado a la espera de Sáa y del "pronunciamiento" de Urquiza que ha escrito cartas comprometedoras a Luengo.


Cuando a mediados de abril llegan las noticias de San Ignacio y el Pozo de Vargas, todo parece perdido, y Urquiza hace manifestaciones de repudio "a esos bandidos, que usan mi nombre para encubrir sus tropelías".

Creen terminada su misión y los veteranos vuelven a embarcarse para el Paraguay.

Pero todavía está Felipe Varela en ancas de La Tigra y la guerra de la Unión Americana no ha terminado.


FELIPE VARELA EN JÁCHAL.

Después del Pozo de Vargas, Varela ha ordenado reunión en Jáchal a los dispersos de la batalla. El 21 de abril, entre repiques de campana y compases de su zamba – aunque los musicantes chilenos han caído en poder de Taboada, que se apropió la canción – los sobrevivientes del Ejército de la Unión Americana entran en la capital montonera. Quemada por la metralla aún mantienen erguida su bandera donde puede leerse:


"Viva la Unión Americana" -

"Abajo los negreros traidores

a la patria!"

"¡Vivan nuestros hermanos paraguayos!".


El Quijote de los andes no se siente vencido. Lejos de ello. A los pocos días sus fuerzas se aumentan con los dispersos de Vargas que vienen de todos los puntos cardinales. Pero debe abandonar Jáchal jaqueado por los tres ejércitos nacionales. (de Paunero, Taboada y Navarro) que por un momento habían creído concluida la guerra, y se sorprendieron al llegarle noticias de que Varela aún vivía.


El coronel es baqueano de la cordillera. Deja la villa y por escondidos senderos se interna en las montañas para caer por sorpresa en los lugares más inesperados: el 5 de junio sorprende a Paunero en Las Bateas. No es una batalla, ni siquiera un combate; Varela no tiene tropas para enfrentar al jefe nacional, solo ha querido sorprenderlo, sembrar el desconcierto en la tropa. Cuando Paunero reacciona ya es tarde. Varela se ha esfumado llevándose los caballos, muchas armas y algunos soldados que han preferido jugarse con él. Once días más tarde - nadie ha sabido por que escondidas sendas hizo la travesía – desbarata en la quebrada de Miranda el contingente de forzados que lleva el coronel Linares de refuerzo a los nacionales ... Tampoco fue batalla: apenas cuatro gritos, y los "voluntarios" dejaron a Linares para irse con Varela.

Es una guerra de recursos, difícil, pero la sola posible cuando no se tienen armas y se sabe que la inmensa mayoría de la población le apoyará y seguirá. Como un puma se desliza entre sus perseguidores. No se sabe dónde está, si en Guandacol, en Jáchal, en Chilecito, o ha ganado la puna de Atacama en territorio entonces boliviano. La verdad es que está en todas partes; no todos lo creen. No es posible arrearse un contingente para la guerra del Paraguay, porque los jefes siempre temen que Varela se descuelgue de los cerros y ponga en libertad a los forzados como hizo el otro Quijote, el de la Mancha con los galeotes. Pero estos no le pagarán a pedrada limpia, sino se le unen para seguir la lucha imposible por la alianza con las repúblicas de la misma sangre.


REVOLUCIÓN FEDERAL EN CÓRDOBA ( 16 de agosto)

La noticia que Varela "anda" por la cordillera, aunque pocos lo han visto, enciende una luz de esperanza en los federales. Tal vez no todo esté perdido. El ejército del Paraguay ha quedado inmóvil después de Curupayty, y nadie - fuera de los jefes brasileños y de Mitre - quiere seguir la guerra. El mismo Urquiza, a pesar de haber felicitado a Mitre por sus triunfos de San Ignacio y Pozo de Vargas, ha vuelto a sus equilibrios; es que aspira a ser presidente en 1868 y sabe que todo el país, federales o liberales, fuera del minúsculo grupo que redacta La Nación Argentina, quiere la paz con Paraguay. Adolfo Alsina que con los jóvenes liberales acaba de ganar la gobernación de Buenos Aires inaugura las sesiones de la legislatura porteña con insólitas palabras "La guerra bárbara, carnicería funesta, la llamo así porque nos encontramos atados a ella por un tratado también funesto..., sus cláusulas parecen calculadas para que la guerra pueda prolongarse hasta que la república caiga exánime y desangrada".


Simón Luengo sigue con interés desde Córdoba las andanzas de Varela. Mientras tremole la bandera de la Unión Americana en los contrafuertes andinos, subsiste la posibilidad de acabar con el mitrisrno. ...¡Si Urquiza – a quien venera como un ídolo – se decidiera!. Día que transcurre se ponen las cosas peores para Mitre. No es solamente la repercusión de Curupayty: Buenos Aires se ha llenado de carteles reclamando la paz, "Sólo Mitre ha podido hacer perecer a tanto Argentino..., no se pregunta quién murió en Paraguay, sino quién vive " informa Martín Piñero – propietario de El Nacional – a Sarmiento, ministro en norteamérica.


Para peor, se extiende por todo el litoral la epidemia de cólera, iniciada en los campamentos brasileños en Tuyutí. Miles y miles caen – hombres, mujeres, niños – más, pero mucho más que los eliminados por las balas. La actitud de Urquiza, pese a sus felicitaciones a Mitre alienta las esperanzas a Simón Luengo. Ha dado una espléndida fiesta en su palacio San José: en la sala, bajo la bandera de Entre Ríos se entrelazan las banderas de América, inclusive la Paraguaya: falta la brasileña. Su yerno, Victorica, le ha preguntado – según narra Ignacia Gómez a Albérdi – "¿Es tiempo, Señor?". Y el castellano de San José señalando las banderas habría respondido: " Lo digo fuerte: me place ese acomodo".



No espera más Simón Luengo, Tal vez su espíritu sencillo supuso que debía equilibrar en el ánimo de Urquiza las derrotas de San Ignacio y Vargas. Córdoba es una provincia federal, gobernada por un federal. Mateo Luque. Su posición es estratégica. Si la sublevara - lo que sería fácil pues Luengo es inspector de milicias – los ejércitos nacionales que persiguen a Varela abandonarían su caza. Y Urquiza "pronunciándose" con sus diez mil aguerridos entrerrianos sería el dueño de la situación. Ni siquiera los generales mitristas del Paraguay (Emilio Mitre, Rivas, Gelly y Obes) querían seguir esa guerra y menos a las órdenes de los brasileños.


El ministro de guerra nacional Julián Martínez está en Córdoba reclutando el "contingente" para llevarlo al Paraguay. Martínez se alarma porque los reclutados lanzan gritos desconcertantes: ¡Vivan los generales Sáa y Varela, ¡Mueran los porteños!, ¡Viva el Paraguay!

Luque tratará de explicárselo por el estado anímico de la masa, y le asegura que cesarán apenas tomen gusto al servicio. El Gobernador trata también de calmar a Luengo que "se sale de la vaina" diciéndole que nada debe hacerse mientras el general Urquiza no lo disponga". Y llamado por Mitre, deja la ciudad el 15 de agosto.


Luengo no espera más. Al día siguiente – 16 – levanta al contingente a los gritos "Viva Urquiza", apresa al ministro de guerra, y se declara en rebelión contra Mitre.


Poco dura la revolución de Luengo. Nicasio Oroño, gobernador mitrista de Santa Fe, avanza contra Córdoba, el general Conesa lo hace desde Villa Nueva, Luque lo desautoriza, Urquiza calla.

Luengo debe entregarse a Conesa – lo hace el 28 de agosto – sin haber podido entrar en combate. Está desengañado y receloso. Quedará preso en Córdoba, hasta que escapa de la prisión. Entonces irá a Entre Ríos donde matará a Urquiza el 11 de abril de 1870.


VARELA EN SALTA (10 de octubre)


Cuerpeando las divisiones nacionales, Varela se desliza por los pasos misteriosos de la cordillera. Ha tenido correspondencia con Luengo en Córdoba, con Zalazar en Chilecito y con el caudillo salteño Aniceto Latorre a quién invita a plegarse; "el poder del enemigo no está fuerte", escribirá a este último. "Con un pequeño esfuerzo de los hijos de la patria todavía salvaremos a América".



En octubre, mientras Paunero lo supone en San Juan, y Navarro lo espera en Catamarca, Varela baja de la cordillera frente a Salta con mil guerrilleros: esquiva a Navarro que ha corrido a cerrarle el paso, y al galope va a Salta donde espera proveerse de armas y alimentos.

"Al ir a aquella ciudad (Salta) – dirá – no me llevó el ánimo apoderarme de un pueblo sin objeto alguno, Yo marchaba en busca de pertrechos bélicos, porque era todo cuanto necesitaba para triunfar".


Está frente a Salta la mañana del 10 de octubre.

Intima al gobernador Ovejero le entregue las armas que hay en la ciudad, comprometiéndose a no entrar en ella. Pero Ovejero sabe que Navarro lo persigue de cerca y supone que el caudillo no se atreverá a atacarle en esas condiciones. Además, el Ejército de la Unión Americana apenas si tiene fusiles y municiones. Por eso a la intimación de Varela de "evitar a la población la desastrosa consecuencia de la guerra" contesta con una descarga.

Ovejero había preparado la resistencia, armando la clase principal con los seis cañones y 225 fusiles que poseía, " pues el enemigo – explica por qué armó solamente la clase principal - que halaga a las masas .... encuentra prosélitos entre quienes no abrigan un corazón honrado". Ha conseguido 300 vecinos honrados que distribuye en las trincheras zanjadas en la plaza principal, y les encarga los cañones y los fusiles.

Salta lo espera y tiene un corazón (honrado y abrigado) y un fusil.

Sobraban, a su entender, para rechazar a los bandoleros. O por lo menos detenerlos hasta que llegase Navarro que no podía tardar.
Ovejero valoro en demasía el poder de los fusiles y despreció demasiado el coraje de los gauchos. Varela ordenó el ataque, los defensores resistieron apenas cuarenta minutos. Previsoramente el gobernador consiguió recoger algunos fusiles llevándolos en "asilo" al templo de San Francisco donde también estará él con su gente.

Una hora estuvo Salta en poder de las montoneras. El parte del jefe de la plaza – Leguizamón – habla de tremendos desmanes. Nada respetó el enemigo, templos, oficinas públicas, casas de comercio y de particulares fueron saqueados y hollados bárbararnente del modo más espantoso y feroz....
"Una hora escasa han ocupado (los federales) la ciudad – informa Ovejero y los estragos y saqueos rayan en los límites de lo imposible".

Exageraciones interesadas (porque el gobierno nacional pagaría los perjuicios). En una hora no pueden cometerse muchos desmanes. En el sumario que se levantará, los testigos declaran "de oídas", uno solo atestigua el saqueo de su tienda donde le han llevado " un caballo". Miguel Tedin contando muchos años después sus recuerdos infantiles, dice que estaba en casa de la señora Güemes de Astrada el 10 de octubre "cuando se presentó un soldado feroz armado de una carabina. ¡No me mate, soy hija del general Güemes!, dijo la dueña de casa. Este nombre pareció impresionarle y bajando el arma solicitó un par de botas, lo que realizó la señora. ¡ Curioso saqueador que se impresiona por un nombre histórico, y solo pide un par de botas!. Las violaciones de los templos, que dice Leguizamón no ocurrieron: el Gobernador Ovejero se refugió con su gente y armas en San Francisco defendido – dice en su informe – por los religiosos de la insaciable rapacidad de estos bandidos".


¡Notables bandidos, impotentes ante las palabras de unos frailes!.

Varela, que no entró en la ciudad, sabedor que los religiosos se negaban a entregar las armas "asiladas" en San Francisco hizo llamar al guardián para explicarle que el asilo eclesiástico no amparaba a los prisioneros de guerra ni a sus armas. Como el guardián se mantuvo firme, el coronel lo maltrató de palabra diciéndole muchas barbaridades" (cuenta el religioso en el sumario) pero no " violó" el convento.

Fuera de los fusiles tomados a los caídos en la plaza, un caballo y un par de botas no hubo otros "latrocinios". Si ocurrieron, los damnificados olvidaron hacerlos constar en el sumario. Lo que parece que hubo y en grado mayúsculo, fue un tremendo miedo.

EL FIN DE LA GUERRA

Haba sido en las barbas de Navarro que Varela se apoderó por una hora de Salta. De allí siguió a Jujuy, donde no hubo "saqueo" porque los Jujeños aceptaron darle sus armas. No pudo estar mucho tiempo porque Navarro lo seguía. Por la quebrada de Humahuaca llegó a Bolivia, donde Melgarejo – en ese momento simpatizante con Paraguay – le dio asilo. En Potosí, Varela publicará un Manifiesto explicando su conducta y prometiendo el regreso.


En octubre de 1860 Mitre termina su presidencia y sube Sarmiento, de quién se esperó por un momento que terminase la guerra con Paraguay. No hubo tal, eso decide el regreso de Varela. También que Melgarejo ha cambiado de opinión y ahora está muy amigo de Brasil.

Varela con sus escasos seguidores y sin armas de fuego, toma el camino de Antofagasta. Su hueste no alcanza a cien gauchos. La "invasión" amedrenta en Buenos Aires. Martín de Gainza, ministro de guerra de Sarmiento, manda al general Rivas, al coronel Julio Roca y a Navarro a acabar definitivamente con el Ejército de la Unión Americana. Navarro – a quien por su pasado federal algunos acusan de lenidad con los montoneros – promete "matar ( a Varela) en combate".

No tremolará mucho tiempo el estandarte de la Unión Americana en la puna de Atacama. Basta un piquete de línea al mando del Teniente Pedro Corvalán, para abatirlo en Pastos Grandes ( 12 de enero de 1869). Los dispersos intentan volver a Bolivia, pero Melgarejo lo impide. Toman entonces el camino de Chile. Dada la fama del caudillo, el gobierno chileno manda un buque de guerra para desarmar al "ejército". Encuentran un anciano enfermo de tuberculosis avanzada y dos docenas de gauchos desarrapados y famélicos. Les quitan las mulas y los facones y los tienen internados un tiempo. Después los sueltan, vista su absoluta falta de peligro.

Varela se instala en Copiapó. El gobierno de Sarmiento ordena a su ministro en Chile, Félix Frías, vigile sus movimientos: "Está gravemente enfermo – escribe Frias el 16 de mayo de 1870 y de él nada hay que temer". Morirá el 4 de junio de ese año en Ñantoco, cerca de Copiapó. "Muere en la miseria – informa Frías al gobierno argentino – legando a su familia que vive en Guandacol, La Rioja, solo sus fatales antecedentes.


Sus restos acaban de ser repatriados por el patriótico gobierno de Catamarca, y desde sus montañas, espina dorsal de nuestra dividida América, este viejo gaucho que quiso ver una "Unión Americana", espera el reconocimiento de los "hermanos paraguayos" que lo movieron a su valerosa y desigual guerra de 1867.

* Las pinturas pertenecen al artista Octavio Calvo


Fuente: El Ortiba.org

lunes, 17 de octubre de 2011

17 de Octubre: Día de la Lealtad ( Texto de Scalabrini Ortiz y Video)

Acá tienen esa jornada historia relatada a través de los ojos Raúl Scalabrini Ortiz, y el discurso pronunciado por el Coronel PERON en la plaza de Mayo:

"Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la plaza de macho cuando inesperadamente enormes columnas de obrero comenzaron a llegar. Venía con su traje de fragilidad, porque acudía directamente de su fábrica y tres series. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade el parque de diversiones con hábitos de burgués barato. Frente mis ojos desfilaban rostros atestados, brazos membrudos, torsos fornido, con las greñas al aire y las vestiduras escasa cubiertas de pringues, de restos de brea, de grasas y aceites.

Llegaban cantando y vociferando, y unido por una sola fe. Era la muchedumbre más heteróclita en la imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. Descendientes de meridional europeos iban junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en el que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún.

El río, cuando crece bajo el empuje del sudeste, disgrega su masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajios con meandros improvisados sobre la arena, en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que ese es el anticipo de inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre de entusiasmo, que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la diagonal.

Un pujante palpitar sacudió la entraña de la ciudad. Un hábito áspero crecía en las densas vaharadas venían, mientras las multitudes continuaban llegando.
Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barranca. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanado en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el torneo de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio.

Era subsuelo de la patria, sublevado. El cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el sustrato de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente, en su primordialidad sin recatos y sin disimulo. Era el de nadie y es sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gama y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenido por la misma verdad que una sola palabra traducía. Perón!

En las cosas humanas el número tiene la grandeza particular por sí mismo. En ese fenómeno majestuoso que asistía, el hombre aislado es nadie, apenas algo más que un aterido grano de sombra que asimismo se sostiene y que el impalpable viento de las horas desparrama. Pero la multitud tiene un cuerpo y un ademán de siglos. Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río.

Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años estaba así presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto.Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaron sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo.

Por inusitado ensalmo, junto a mí, yo mismo dentro, encarnado en una muchedumbre clamorosa de varios cientos de miles de almas, conglomeradas en un solo ser unívoco, aislado en sí mismo, rodeado por la animadversión de los soberbios, de la fortuna, del poder y del saber, enriquecido por las delegaciones impalpable del trabajo de las selvas, de los cañaverales y de las praderas amalgamando designios adversarios, traduciendo en la firme línea de su voz conjunta su voluntad de grandeza, entrelazando en una sola aspiración simplificada la multivariedad de aspiraciones individuales, o consumiendo en la misma llama los cansancios y los desaliento personales, el espíritu de la tierra se erguía vibrando sobre la plaza de nuestras libertades, pleno en la confirmación de su existencia.

La sustancia del pueblo argentino, su quintaesencia de rudimentarismo estaba allí presente, afirmando su derecho a implantar para sí mismo la visión del mundo que le dicta su espíritu un desnudo de tradiciones, de abusos sanguíneos, de vanidades sociales, familiares o intelectuales. Estaba allí desnudo y sólo, como la chispa de un suspiro: hijo transitorio de la tierra capaz de luminosa eternidad."

viernes, 23 de septiembre de 2011

Un dia como hoy 23 de setiembre de 1850: Fallecía ARTIGAS, José Gervasio





1850 Muere José Gervasio Artigas, prócer suramericano, héroe de la independencia uruguaya.

José Gervasio Artigas (Montevideo, Uruguay, 19 de junio de 1764 - Ibiray, Paraguay, 23 de septiembre de 1850) fue un militar, estadista y máximo prócer uruguayo. Recibió los títulos de «Jefe de los Orientales» y de «Protector de los Pueblos Libres».

Fue uno de los más importantes estadistas de la Revolución del Río de la Plata, por lo que es honrado también en la Argentina por su contribución a la independencia y, con vicisitudes, la federalización del país. Artigas tuvo una actuación destacada en las luchas independentistas y en el predominio de las ideas republicanas y democráticas sobre las monárquicas. Luchó sucesivamente contra el Imperio español y el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve y contra los unitarios instalados en Buenos Aires y Montevideo. Artigas era oriental, entendiéndose como tal al nacido en la Banda Oriental, compuesta por lo que actualmente es Uruguay y por parte del actual estado brasileño de Río Grande del Sur.

De manera directa, sus luchas se orientaron a la conformación de la Liga Federal, organizada estrictamente sobre los principios del federalismo y la república. A la Liga Federal se unieron, además de la Provincia Oriental, las provincias de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y los pueblos de Misiones bajo el control de Andrés Guazurary, todas ellas parte actual de la República Argentina, por entonces Provincias Unidas del Río de la Plata. Su férrea defensa de la autonomía federal de las provincias contribuyó de manera indirecta a la independencia de España de los territorios que conformaron la Liga Federal.

La Provincia Oriental se terminaría independizando de España en 1815. En 1828, al concluir la Guerra del Brasil, parte de la Provincia Oriental - el norte se mantuvo en poder brasileño - se transformó en un Estado autónomo separado del resto de las provincias y luego independiente, el Estado Oriental del Uruguay, cuando Artigas ya se encontraba en su largo exilio en Paraguay, país donde murió.



Artigas, Jose Gervasio Obra selecta.zip
http://www.mediafire.com/?cj9ax06lbmlv8bj


martes, 20 de septiembre de 2011

Borges y Perón: no los unió el amor pero sí la sangre..


Así lo demuestra el libro Eva Duarte y Juan Perón: La cuna Materna. Perón y Evita descienden de conquistadores. El parentesco de Borges y Perón , que acaba de editarse.

Efectivamente, Borges y Perón, comparten un ancestro : el Maestre de Campo Pedro Pascual de Acevedo, quien poblara de descendientes la pampa santafesina y bonaerense y uno de los primeros habitantes de Rosario.

De Acevedo se casó tres veces y tuvo numerosa descendencia entre la que se destacan los presidentes Luis y Roque Sáenz Peña. Como acaudalado estanciero, terrateniente y hombre de armas, participó en varias incursiones contra los indios calchaquíes que asolaban las estancias santafesinas a principios del siglo XVIII. Del matrimonio con su primera esposa, Estefanía de Obelar, en 1719, desciende Juan Domingo Perón, en tanto Jorge Luis Borges lo hace del segundo matrimonio, con Tomasa Benítez.

El escritor conocía su ascendencia Acevedo y "sospechaba" de su parentesco con Perón. Según cuenta Cloppet, en un momento Borges advierte a su sobrino Miguel de Torre Borges –que investigaba su genealogía– que no sacudieran demasiado el árbol genealógico, "a ver si algún día resultaba que éramos parientes de Perón".
Esto, además del ya establecido parentesco de Borges con Juan Manuel de Rosas, por su bisabuelo Isidoro Suárez, primo del Restaurador.

es la saga del primer libro de Cloppet: Los orígenes de Juan Perón y Eva Duarte , de 2010, donde estudia los ancestros paternos de ambos. Cloppet tiene excelente documentación propia, pues posee un archivo personal gracias a su parentesco con los Duarte (su abuela materna y Evita eran primas hermanas) y por relaciones de amistad de su abuelo con los Perón.

Cloppet no habla de doctrinas ni de política en sus libros: enfoca su estudio en las familias. Así, desmiente que Perón tuviera sangre indígena, al identificar a sus ancestros maternos, originariamente españoles venidos a América desde mediados del siglo XVI. Esto pone en evidencia la falsedad de la versión que sostenía que la bisabuela de Perón –María Victoria Gaona– era tehuelche. La sangre materna de Perón resultó ser de viejo linaje conquistador al igual que la de Eva Duarte, de quien se informan datos filiatorios que remontan al siglo XV.
El primer libro de Cloppet puso fin a la controversia sobre el lugar de nacimiento de Perón y sobre los orígenes familiares de los Duarte (Huart), llegándose a conocer los pueblos vascos de donde procedían los apellidos.
Próximamente, las dos obras serán publicadas en francés en un volumen conjunto, lo que da una cabal imagen del interés de sus estudios.

El vínculo parental descubierto por Cloppet entre Borges y Perón le da nueva significación (tal vez irónica) a aquella frase borgeana: "… hay que tener cuidado al elegir los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos."

http://www.clarin.com/sociedad/

Fuente:

La cuna materna

Compartieron un ancestro que vivió en el siglo XVIII, en la zona de Rosario
Mucho, pero no suficiente se ha escrito sobre Juan Domingo Perón y Jorge Luis Borges, sobre sus obras y sus respectivas historias, vivencias e infortunios. También fueron públicos sus pensamientos diferentes y sus duelos verbales cargados de ironía y antagonismo visceral.

Desde el "ascenso" de Bibliotecario a Inspector de Aves obtenido por Borges en 1946, pasando por la máxima borgeana "los peronistas no son buenos ni malos… son incorregibles", ambos representaron distintos escenarios de la vida política y cultural argentina durante décadas. Ni el amor, ni el espanto los uniría. El nexo entre ambos es, gracias a la investigación realizada por el abogado Ignacio Martín Cloppet, estrictamente sanguíneo.

lunes, 20 de junio de 2011

Mensaje del General Perón después del regreso definitivo a su patria Argentina

Mensaje del General  Perón después del regreso definitivo a su patria el 20-06-1973

El mismo tuvo lugar al dìa siguiente de su retorno, (21 de junio de  1973) y fue difundido  por cadena nacional. Se adjunta texto completo y e imagenes del 20 de junio en Ezeiza.
 
“Deseo comenzar estas palabras con un saludo muy afectuoso al Pueblo Argentino. Llego del otro extremo del mundo con el corazón abierto a una sensibilidad patriótica que sólo la larga ausencia y la distancia pueden avivar hasta su punto más alto. Por eso, al hablar a los argentinos lo hago con el alma a flor de labio y. deseo que me escuchen también con el mismo estado de ánimo.. 

Llego casi desencarnado. Nada puede perturbar mi espíritu porque retorno sin rencores ni pasiones, como no sea la pasión que animó toda mi vida: servir lealmente a la Patria. Y sólo pido a los argentinos que tengan fe en el Gobierno justicialista, porque ése ha de ser el punto de partida para la larga marcha que iniciamos.
Tal, vez la iniciación de nuestra acción pueda parecer indecisa a Imprecisa, pero hay que tener en cuenta las circunstancias en las que la iniciamos.. 

La situación del país es de tal gravedad que nadie puede pensar en una reconstrucción en la que no debe participar y colaborar. Este problema como ya lo he dicho muchas veces, o lo arreglamos, entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso, deseo hacer un llamado a todos, al fin y al cabo hermanos, para que comencemos a ponernos de acuerdo. 

Una deuda externa que sobrepasa los 6.000 millones de dólares y un déficit cercano á los tres billones de pesos, acumulados en estos años, no han de  cubrirse en meses, sino en años. Nadie ha de ser unilateralmente perjudicado, pero tampoco ninguno ha de pretender medrar con el perjuicio o la desgracia ajena. No son estos días para enriquecerse desaprensivamente, sino para reconstruir la riqueza común, realizando a una comunidad en la que cada uno tenga la posibilidad de realizarse.
El Movimiento Justicialista, unido a todas las fuerzas políticas, sociales. Económicas y militares que ,quieran acompañarlo en su cruzada, de liberación y reconstrucción del país, jugara su destino dentro de la escala de valores establecida primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres en un gran movimiento nacional y popular que pueda respaldarlo. 

Tenemos una revolución que realizar, pero para que ella sea válida ha de, ser de construcción pacífica y sin que cueste la vida de un solo argentino. No estamos en condiciones de seguir destruyendo frente a un destino preñado de acechanzas y peligros. Es preciso volver a lo que en su hora fue el apotegma de nuestra creación: "de casa al trabajo y del trabajo a casa". Sólo el trabajo podrá redimirnos de los desatinos pasados.
Ordenemos primero nuestras cabezas y nuestros espíritus. Reorganicemos al país y dentro de él al Estado que preconcebidamente se ha pretendido destruir y que debemos aspirar a que sea lo mejor que tengamos para corresponder a un Pueblo que ha demostrado ser maravilloso Para ello elijamos los mejores hombres, provengan de donde provinieren, acopiemos la Mayor cantidad de materia gris, todo juzgado por sus genuinos valores en plenitud y no por subalternos intereses políticos, influencias personales o bastardas concupiscencias.
Cada argentino ha de recibir una misión en este esfuerzo de conjunto. Esa misión será. Sagrada cada uno y su importancia estará, más que nada en su cumplimiento. En situaciones como la que vivimos, todo puede tener influencia decisiva y así como los cargos honran al ciudadano, éste también debe ennoblecer los cargos.

Si en las Fuerzas Armadas de la República, cada ciudadano, de general a soldado, está dispuesto a morir tanto en defensa de la soberanía nacional como del orden constitucional establecido, tarde o temprano han de integrarse al Pueblo que ha de esperarlas con los brazos abiertos como se espera a un hermano que retorna al hogar solidario de los argentinos. 

Necesitarnos una, paz constructiva sin la cual podemos sucumbir como Nación. Que cada argentino, sepa defender esa paz salvadora por todos los medios, y si alguno pretendiera alterarla con cualquier pretexto, que se le opongan millones de pechos y se alcen millones de brazos para sustentarla con los medios que sean. Sólo así podremos cumplir nuestro destino. 

Hay que volver al orden legal y constitucional como única garantía de libertad y justicia. En la función pública no ha de haber cotos cerrados de ninguna clase y el que acepte la responsabilidad ha de exigir la, autoridad que necesita para defenderla dignamente. Cuando el deber está por medio los hombres no cuentan sino, en la medida en que sirvan mejor a ese deber. La responsabilidad no puede ser patrimonio de los amanuenses.
Cada argentino piense como piense y sienta como sienta, tiene el inalienable derecho a vivir en, seguridad y pacíficamente. El Gobierno tiene la insoslayable obligación de asegurarlo. Quien altere este principio de la convivencia, sea de un lado o. de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer nada en la anarquía que la debilidad provoca o en la lucha que la intolerancia desata.
Conozco perfectamente lo que está ocurriendo el país. Los que crean lo contrario se equivocan. Estamos viviendo las consecuencias de una postguerra civil que, aunque desarrollada embozadamente no por eso ha dejado de existir. A ello se le suma las perversas intenciones de los factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables menos reales. Nadie puede pretender que todo esto cese de la noche a la mañana pero todos tenemos el deber ineludible de enfrentar activamente a esos enemigos, si no querernos perecer en el infortunio de nuestra desaprensión o incapacidad culposa.
Pero el Movimiento Justicialista, que tiene una trayectoria y una tradición, no permanecerá frente a tales intentos y nadie podrá cambiarlas a espaldas del Pueblo que las ha afirmado en fecha muy reciente y, ante la ciudadanía que comprende también cuál es el camino que mejor conviene a la Nación Argentina. Cada uno será lo que deba ser o no será nada.
 
Así como antes llamamos a nuestros compatriotas en "La Hora del Pueblo". "El Frente Cívico de Liberación" y "El Frente Justicialista de Liberación", para que mancomunando nuestros ideales y nuestros esfuerzos pudiéramos  pujar por una Argentina mejor, el Justicialismo, que no ha sido nunca ni sectario ni excluyente, llama hoy a todos los argentinos, sin distinción de banderías, para que todos solidariamente nos pongamos en la perentoria tarea de la reconstrucción nacional, sin la cual estaremos todos perdidos. Es preciso llegar así, y cuanto antes, a una sola clase de argentinos: los que luchan por la salvación de la Patria, gravemente comprometida en. su destino por los enemigos de afuera y de adentro. 

Los Peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento. Ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba. NOSOTROS SOMOS JUSTICIALISTAS Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes. No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina ni a nuestra ideología: SOMOS LO QUE LAS VEINTE VERDADES PERONISTAS DICEN. No es gritando la vida por Perón que se hace Patria, sino manteniendo el credo por el cual luchamos. 

Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos que levantan nuestras banderas revolucionarias. Los, que pretextan lo inconfesable, aunque cubran sus falsos designios con gritos engañosos, o se empeñen peleas descabelladas, no pueden engañar a nadie Los que no comparten nuestras premisas, si se subordinan al veredicto de las urnas tienen un camino honesto para seguir en la lucha que ha de ser para el bien y la grandeza de la Patria, no para su desgracia. 

Los que ingenuamente. Piensan   que pueden copar a nuestro Movimiento o tomar el poder que el Pueblo ha reconquistado. Se  equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un Pueblo que ha sufrido. lo que el nuestro y que está animado por una firme voluntad de vencer. Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos  populares o estatales, que por ese camino van mal. Así, aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos sin dobleces ni designios inconfesables. Nadie puede ya escapar a la tremenda experiencia que los años y el, dolor y los sacrificios han grabado a fuego en nuestras almas y para siempre
Tenemos un país que a pesar de todo no han podido destruir, rico en hombres y rico en bienes. Vamos a ordenar el Estado y todo lo que de el dependa que pueda sufrir depreciaciones y olvidos. Esa será la principal tarea Mi Gobierno. El resto lo hará el Pueblo Argentino, que en los años que corren ha demostrado una madurez y una capacidad superior a toda ponderación. En el final de este camino está la Argentina potencia, plena de prosperidad, con habitantes que puedan gozar del más alto "standard" de vida, que la tenemos en germen y que sólo debemos realizaría. Yo quiero ofrecer mis últimos años de vida en un logro que es, toda mi ambición; sólo necesito que los argentinos lo crean y me ayuden a cumplirla.
 
La inoperancia, en los momentos que tenemos que vivir, es un crimen de lesa Patria. Los que estamos en el país tenemos el deber de producir, por lo menos, lo que consumimos. Esta no es hora de vagos ni de vagos ni de inoperantes. Los científicos, los técnicos, los artesanos y los obreros que estén fuera del país deben retornar a él a fin de ayudarnos en la reconstrucción que estamos planificando y que hemos de poner en ejecución en el menor plazo. 

Finalmente, deseo exhortar a todos mis compañeros peronistas para que, obrando con la mayor grandeza, echen a la espalda los malos recuerdos y se dediquen a pensar en el futuro y en la grandeza de la Patria, que bien puede estar desde ahora en nuestras propias manos y en nuestro ,propio esfuerzo.
A los que fueron nuestros adversarios, que acepten la soberanía del Pueblo, que es la verdadera soberanía, cuando se quiere alejar el fantasma de los vasallajes foráneos, siempre más indignos y costosos.
A los enemigos, embozados, encubiertos o, disimulados, les aconsejo que cesen, en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento. 

Dios nos ayude, si somos capaces de ayudar a Dios. La oportunidad suele pasar muy ligero. 

¡Guay de los que carecen de sensibilidad e imaginación para percibirla! 

Un grande y cariñoso abrazo para todos mis compañeros, y un saludo afectuoso. y lleno de respeto para el resto de los argentinos.

 

miércoles, 30 de marzo de 2011

Efemérides: 30 de marzo de 1793, nace Juan Manuel de Rosas....

1793 Nace Juan Manuel de Rosas, político y militar argentino.

Juan Manuel de Rosas (Buenos Aires, 30 de marzo de 1793 – Southampton, Hampshire, 14 de marzo de 1877) fue un militar y político argentino, gobernador de Buenos Aires. En 1829, tras derrotar al general Juan Lavalle, accedió al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Durante veinticuatro años procuró ejercer mando absoluto, y logró constituirse en el principal dirigente de la denominada Confederación Argentina (1835-1852). Conocido como Juan Manuel de Rosas, fue bautizado como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osorio. Era hijo del militar León Ortiz de Rozas y la estanciera Agustina López de Osorio. Pertenecía al linaje de los Ortiz de Rozas, que tiene origen en el pueblo de Rozas, Valle de Soba, Cantabria, España. Nació en el solar que habitaba su abuelo materno - Clemente López de Osorio - situado en la calle que en ese entonces se denominaba Santa Lucía, actual calle Sarmiento entre las calles Florida y San Martín, en la ciudad de Buenos Aires. Ingresó a los 8 años de edad en el colegio privado que dirigía Francisco Javier Argerich, si bien desde joven demostró vocación por las actividades rurales. Interrumpió sus estudios para participar contando con trece años de edad, en la Reconquista de Buenos Aires en 1806 y posteriormente se enroló en la compañía de niños del Regimiento de Migueletes, combatienndo en la Defensa de Buenos Aires en1807 , ambos hechos durante las invasiones inglesas (1806-1807), donde fue distinguido por su valor. En 1813, pese a la oposición materna — que venció al hacer creer a su madre que la joven estaba embarazada — se casó con Encarnación Ezcurra, con quien tuvo tres hijos: Juan, María, muerta de niña, y Manuelita, nacida en 1817, que luego sería su compañera inseparable. Poco después, debido a un entredicho que tuvo con su madre, devolvió a sus padres los campos que administraba para formar sus propios emprendimientos ganaderos y comerciales. Además se cambió el apellido "Ortiz de Rozas" por "Rosas", cortando simbólicamente la dependencia de su familia. Hasta 1820 se dedicó a sus actividades privadas. Desde ese año hasta la batalla de Caseros, en 1852, consagraría su vida a la actividad política, liderando —ya en el gobierno o fuera de él— la provincia de Buenos Aires, que contaba no sólo con el territorio productivo más rico de la naciente Argentina, sino con la metrópolis más importante (la ciudad de Buenos Aires) y el puerto que concentraba el comercio exterior de las restantes provincias, así como el control de la aduana. En relación a estos recursos se desarrollaron gran parte de los conflictos institucionales y las guerras civiles del siglo XIX en la Argentina, controlados hasta la caída de Rosas por la provincia de Buenos Aires. Murió en su estancia de Southampton el 14 de marzo de 1877. Sus restos recién fueron repatriados en el año 1989, y poco después se construyó su primer monumento en Buenos Aires, en la Plaza Int. Seeber, en Palemo. Algunos pueblos de la Argentina (e incluso una avenida de San Carlos de Bariloche) recuerdan al Restaurador.

Fuente: 7mares ** agrupo-az@googlegroups.com

miércoles, 11 de agosto de 2010

Curso de Historia Argentina




PRESIDENCIA DE LA NACION


SECRETARIA DE CULTURA


INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES HISTÒRICAS JUAN MANUEL DE ROSAS


A partir del día 7 de Septiembre, este Instituto Nacional, comenzará un Curso de Historia Argentina que se desarrollará hasta el 30 de Noviembre a razón de una clase por semana - todos los martes, menos el martes 12 de Octubre - que se ofrece al público en general, al costo de $ 50 pagado en un solo pago a la inscripción, o $ 60 pagaderos en tres cuotas de $ 20 cada una, el 7 de septiembre, 5 de Octubre y 9 de Noviembre.

Horario a confirmar

CURSO DE HISTORIA 2010 (Programa sintético)


"CLAVES PARA LA INTERPRETACION DE LA HISTORIA ARGENTINA"


Período hispano criollo (Formación de la Cultura Hispanoamericana )

Período Independentista

Período Confederal

Período Liberal y Mercantil

Período de ascenso del Radicalismo

Período de la década conservadora

Período de la Construcción del peronismo

Período de la desestabilización Nacional

MONTEVIDEO 641 - TELEFONO/FAX 4375-5669/4373-7039

CORREO ELECTRONICO institutorosas@cultura.gov.ar

página web: www.JuanmanueldeRosas.gov.ar