El alma de las bibliotecas y Centros de documentación es el bibliotecario/a. El ha sido y es, el nexo entre el saber aquilatado, conservado y organizado en las nobles arquitecturas y la comunidad. Tiene responsabilidades, objetivos y obligaciones…pero esa alma corpórea es merecedora de los derechos que como Trabajador de la Información le corresponden; Este es nuestro desafió profesional: Construír a partir de nuestra propia identidad una organización genuina para los Bibliotecarios
lunes, 27 de octubre de 2025
martes, 21 de octubre de 2025
ARCHIVO GENERAL de la NACIÓN: Crece la preocupación por el destino de las colecciones del antiguo edificio....
"Algo gravísimo está por suceder", dice a LA NACION el doctor en Historia y director del Instituto Ravignani Julio Djenderedjian. Debido a que el antiguo edificio del Archivo General de la Nación (AGN), ubicado en la avenida Leandro N. Alem 246, por decisión del Gobierno será traspasado a finales de año a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), historiadores e investigadores temen que se pierdan o se destruyan colecciones completas de periódicos del siglo XIX, bibliotecas, documentación histórica (como memorias ministeriales), mobiliario y los fondos de Juan Domingo Perón, José J. Biedma, José A. Pillado y Ernesto H. Celesia. El traspaso está previsto para el 30 de diciembre.
Además de Djenderedjian, historiadores como Beatriz Bragoni, presidenta de la Asociación Argentina de Investigadores en Historia; Eduardo Míguez, de la Academia Nacional de Historia, y Noemí Goldman, del Ravignani, manifestaron a LA NACION su preocupación. En el vetusto edificio de Alem hay una biblioteca de más de 120.000 volúmenes. "Si no se muda, se pierde", dicen.
"Los periódicos son ejemplares únicos -sigue Djenderedjian-. Ni siquiera están en la Biblioteca Nacional. El Mosquito, por ejemplo: en el AGN tienen desde la década de 1860, mientras que en la Biblioteca Nacional solo tienen ejemplares desde 1875″.
Sin embargo, desde el AGN, relativizaron la gravedad del asunto. "La situación es normal y no es la que se informa", dice el director del Archivo, el periodista e historiador Emilio Perina. Este año, tras las elecciones legislativas bonaerenses, el Archivo pasó de depender de Jefatura de Gabinete al recientemente recuperado Ministerio del Interior. Perina también lo dirigió durante la presidencia de Mauricio Macri, cuando se construyó la nueva sede. "Estamos trabajando en la mudanza a la velocidad que podemos con los recursos que tenemos, que no son muchos", agregó. Por ahora, no está decidido adónde se trasladará el valioso patrimonio cultural del viejo edificio del AGN. "Estamos pensando en lugares de guarda de emergencia hasta que se construya el nuevo edificio en Parque Patricios". Djenderedjian y Perina se reunieron semanas atrás.
Unos y otros coinciden en que la dificultad radica en que la actual sede del AGN, en Rondeau 2277, en Parque Patricios, solo cuenta con dos de los tres edificios programados: uno está destinado a depósitos y el otro, a atención al público. "Necesitaríamos otro edificio para usar como depósito", explica el funcionario. La política de "no hay plata" del Gobierno acumula problemas en la gestión.
Trabaja en la "mudanza hormiga", como la define Perina, el propio personal del AGN, que cuenta con cien personas, doscientas menos que las necesarias según los especialistas. En países como Costa Rica y Uruguay (más pequeños que la Argentina) trabajan en sus archivos más de doscientos empleados. La entidad tiene un convenio con el Ejército, para realizar traslados en camiones y con su personal (como ya se hizo con la mudanza a la nueva sede).
Por otro lado, el director afirma que la fecha que manejan los historiadores para el traspaso del edificio no es la que él tiene. "Y es un disparate que se piense que se pueden destruir o vender esos materiales", agrega.
La hemeroteca del AGN permanece cerrada hace años a la consulta pública y en la sede de Alem solo se reciben entre cuatro y cinco visitas diarias en la sala de consultas (en parte, por el estado de deterioro del edificio que ocupará la SIDE). Los tomos de periódicos son tres mil y, si bien algunos fueron afectados por una inundación en sus instalaciones en 2024, los rescataron y los estaban limpiando. Los historiadores suponen que el AGN carece de inventario.
LA NACION se comunicó con la Secretaría de Cultura de la Nación, que si bien no tiene a su cargo el AGN, respondió que la Biblioteca Nacional Mariano Moreno sería un destino posible para las colecciones. Y el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Ricardo Manetti, les comunicó a los historiadores que las colecciones podrían pasar a una guarda provisoria o de emergencia en edificios de la UBA, como un depósito en la Facultad de Ciencias Económicas o la Casa Museo de los Premios Nobel Latinoamericanos, en San Telmo. Pero esto ya dependerá de la decisión que tomen las autoridades del AGN.
Por Daniel Gigena / La Nación
viernes, 17 de octubre de 2025
17 de octubre de 1945: Nacía el peronismo ***
Ya desde los días previos al 17 de octubre de hace 80 años se incubaba un fenómeno que la política argentina desconocía hasta entonces. Y que estallaría con una fuerza volcánica hacia la medianoche de esa jornada. Tan novedoso era el mensaje naciente que aún no tenía nombre. Sin embargo, estaba pariendo ahí, a la vista de todos, en una Plaza de Mayo restallante, ante una multitud dispuesta a dejar constancia de su existencia.
Al anochecer nadie se movía un centímetro de sus lugares, pese a la fatiga acumulada en un día caluroso, húmedo y, sobre todo, prolongado. Entre las luces mortecinas de los faroles de la Plaza, algunas antorchas encendidas flameaban como si insinuaran el auspicio de un nuevo tiempo.
Con canciones ingenuas, improvisadas algunas, otras ensayadas a lo largo de la jornada y otras más ya probadas en mítines anteriores, sin quererlo la muchedumbre le daba aires de verbena a esas horas de complejas y tensas negociaciones en la Casa de Gobierno, en las cuevas políticas y en los cuarteles
Más allá de los coros y la picaresca colectiva de los manifestantes, que aún no sabían del protagonismo que estaban ganando, había un reclamo innegociable: que apareciera "el coronel del pueblo", por quien bramaban con insistencia desde horas tempranas.
Ese hombre, el coronel Juan Domingo Perón, había sido apartado de todas las funciones ejecutivas de la administración surgida del golpe militar del 4 de junio de 1943. No era uno más en los elencos del poder: ejercía la estratégica Secretaría de Trabajo y Previsión, la jefatura del Ministerio de Guerra y la vicepresidencia de la Nación.Lo que se dice el hombre fuerte de la Casa Rosada, en manos formales del presidente Edelmiro J. Farrell, como presunta garantía de un equilibrio de las tendencias militares en pugna, básicamente nacionalistas, liberales y unos pocos "profesionalistas"
Pese a los desmentidos que ensayaban algunos influyentes sectores del gobierno, Perón estaba preso en la isla Martín García, removido por el recelo que despertaba en muchos de sus camaradas de mando. Por él y su detención, la calle había amanecido alborotada y así se mantendría a lo largo de una fecha que partiría en dos la historia argentina. Para siempre.
Curiosamente, cuando las primeras sombras de la noche señalaban el epílogo del más largo día en los recurrentes ajetreos domésticos, amanecía un nuevo escenario, en consenso con las demandas de la posguerra y los nuevos diseños políticos y sociales del Estado de Bienestar. Y se profundizaba una antigua discordia entra la ciudad portuaria y un sector del interior de escasa productividad, marginado de la renta generada por una economía básicamente agroexportadora: una puja distributiva alimentada, además, por diferencias sociales y culturales que hacían de la Argentina un país de asimetrías profundas
Transformado, asimismo, por un alud inmigratorio que modificaría su composición social de manera dramática desde finales del siglo IX. Y que anualmente empujaba, según registros estadísticos de la época, a unas 150.000 personas a radicarse en las márgenes de la gran urbe hasta modificar su fisonomía social y productiva. Aquel 17 de octubre aparecerían súbitamente en la Plaza añejas asignaturas de cuestiones irresueltas, recalentadas por el fervor de las multitudes callejeras, que llegaban desde los suburbios fabriqueros.
El país estaba dividido desde mucho antes del fenómeno popular que desde el amanecer fluía en columnas obreras, camiones atestados, tranvías desbordados, en barcazas o a nado por el Riachuelo, que le harían afirmar al historiador Félix Luna, en "El 45", su oba más citada y más leída: "No hay nada en nuestra historia que se parezca al 17 de octubre".
Aun así, muchos llegaron a conclusiones apresuradas. La 5te edición del popular diario Crítica, por ejemplo, con la manifestación recién organizándose, titularía en dos líneas a nueve columnas en su formato sábana: "Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población", fallida conjetura acompaña de una imagen trucada, con poca gente en la Plaza. Luna calificaría sin medias tintas la movida editorial: "…una fotografía que era canallesca desde el aspecto de la ética periodística". Para fake news, las de antes.
En términos políticos estaba en proceso de construcción un fenómeno que, en pocos años más, se llamaría peronismo, una poderosa fuerza que marcaría a fuego la vida del país durante al menos 30 años en su versión originaria, a veces con un sesgo prepotente y autoritario; en otras, azotado por la violencia institucional de las intervenciones militares.
Ese segmento naciente estaba compuesto por actores diversos, pero básicamente habitantes de la Argentina profunda. Sectores sociales marginados y empobrecidos que venían a probar suerte en las márgenes de la ciudad opulenta, dispuestos a emplearse en los puestos de trabajo de la nación industrial en ciernes, aun sin identidad ni pertenencia definidas, y vacante en términos políticos.
Esa energía nueva, expresión de cambios culturales profundos, con el tiempo iría perdiendo su espíritu plebeyo, reformista y transgresor hasta sufrir, en el largo tránsito a nuestros días, deshonras varias en su estirpe originaria.
En lo social y cultural nacía un proletariado autóctono, que tributaba a las leyes y beneficios que había alcanzado de la mano del "coronel del pueblo", ajeno a las rebeldías anárquicas y contestatarias de las corrientes inmigratorias de los sindicatos europeos de izquierda, propios del siglo XVIII y XIX. La clave de la jornada sería el viraje que los trabajadores de la Argentina de posguerra darían a partir de entonces: se reubicarían ideológicamente en sus prácticas laborales y también en sus mítines celebratorios.
Hasta entonces, la izquierda ortodoxa ocupaba las calles para enarbolar la identidad de un proletariado beligerante, combativo, que abominaba de las leyes capitalistas y promovía una querella continua con las empresas, a pesar de que años antes el presidente Roca había impulsado la Ley de Residencia (1902) para facilitar la expulsión de esos díscolos inmigrantes obreros.
Desde una identidad todavía en proceso de construcción, las nuevas masas trabajadoras, alineadas con Perón, transformarían los 1° de Mayo y harían de los aniversarios siguientes del 17 de Octubre un día de gran euforia callejera y popular, coronada por bailes y murgas, bajo consignas a veces ramplonas, pero de un sentimiento profundo, para desconsuelo de una izquierda extraviada, que terminaría refugiada con los grandes conglomerados liberales de la época. Eran consignas alejadas de la crispación y reflejo de una clase trabajadora más agradecida que promotora del encono y la furia.
*Yo te daré/ te daré Patria hermosa/ te daré una cosa/ una cosa que empieza con P/ ¡Peróoooooon!. (tomado de una antigua canción española "Te daré café", recreada en las canchas de fútbol con el jugador Mario Boyé, entonces de Racing, equipo campeón en 1949-1950-1951, asociado a la gloria peronista)
*Perón no es un comunista/ Perón no es un dictador/ Perón es hijo del pueblo/ y el pueblo quiere a Perón." (Con música de "La Mar estaba serena")
*"Salite de la esquina/ oligarca loco/ que el pueblo no te quiere/ y Perón tampoco". (Con aire de las clásicas zarzuelas españolas)
*"Aunque caiga un chaparrón, todos, todos con Perón" (coreado el mismo 17 cuando amagaron unas pocas gotas)
*Con Perón y con Mercante, el pueblo va adelante" (El coronel Mercante tuvo decisiva participación en la jornada del 17 y en la liberación de Perón. Ya con el peronismo en el gobierno, sería gobernador de la provincia de Buenos Aires)
Nadie había visto venir con claridad ese nuevo actor social, o al menos no habían evaluado bien el ímpetu de su vocación para irrumpir en la historia ni el sentido político de la gratitud a la gestión de Perón en la secretaría de Trabajo y Previsión. Aquellos manifestantes originarios pondrían algo más que "las patas en la fuente" de la Plaza de Mayo para aliviar sus pies hinchados por el agobio de la jornada, y los largos caminos recorridos desde los suburbios bonaerenses, sumados a la dilatada espera al pie de los balcones de la Casa Rosada.
No lo sabían, pero el simbolismo de una nueva representatividad que ellos encarnaban construía un amplio espacio cuestionador del poder de la vieja Argentina conservadora.
Al mismo tiempo, transformaban el naciente proletariado urbano y asalariado en un actor político fundamental de la segunda mitad del siglo XX. Con las nuevas políticas públicas se consolidaba el obrero industrial urbano, sindicalizado, con salario regular, aguinaldo y vacaciones pagas, derechos que lo protegían como fuerza de trabajo.
La discusión venía de antes, pero el 17 la detonó. Confrontaban dos ideales y dos modelos de "pueblo", que se excluían y desconocían mutuamente. Unos veían en "los otros" sólo "oligarcas y niños bien"; desde la vereda de enfrente despreciaban a "las turbas iletradas y groseras", amenazantes para la paz social. Un "aluvión zoológico". No había conciliación posible.
Las clases medias y altas, los intelectuales, y universitarios veían en los gestos y modos de vestir de ese sector "un estridente mal gusto": los llamaban "cabecitas negras" por sus pelos oscuros y su piel cetrina, clásica de las estirpes provincianas de trabajo chacarero, siempre con el sol de testigo.
Ese país se había expresado en la Marcha de la Constitución y la Libertad, de un mes antes, el 19 de septiembre, cuando una multitud marchaba desde el Congreso hasta Recoleta, cantaría a voz en cuello el himno de La Marsellesa y. bajo la inspiración del embajador de EE.UU. en la Argentina, Spruille Braden, quien se iría del país cuatro días después para cumplir otras funciones diplomáticas para Washington, había sembrado la semilla para desterrar lo que consideraban "el peligro nazi fascista de Perón".
Es cierto que las semillas de tanto rencor se habían plantado ya al cobijo de una consigna prejuiciosa y disociadora: "Alpargatas sí, libros no".
El 17, desde la mañana, los caminos se cruzarían de modo dramático. Los obreros se habían anticipado en un día a la huelga general convocada por la CGT para rescatar a Perón de una conspiración palaciega urdida por el general Eduardo Avalos, rival de Perón en el Ejército, antiguo cofrade del coronel en la movida golpista de 1943; el marino Héctor Vernengo Lima y, según el sociólogo Juan Carlos Torre en su compilación sobre el 17 de octubre de 1945 (Editorial Ariel,1996), la maniobra involucraba a un sector del radicalismo representado por el cordobés Amadeo Sabbatini.
Alguien había puesto el pie sobre un hormiguero humano, que saldría a las calles a buscar su destino.Con Perón ya liberado y en el Hospital Militar, trasladado desde Martín García por sus leales con la excusa de un falso diagnóstico que requería asistencia urgente, el general Avalos intentaría un arriesgado gambito para que su asonada no desfalleciera. A todo o nada, aparecería en los balcones de la Casa de Gobierno. Una multitud lo sepultaría bajo una rechifla pesada como una lápida, y un grito ensordecedor: "¡Queremos a Perón, Perón sí/ otro no!" El coronel intuyó de inmediato que su enemigo interno lo ayudaba a cruzar el Rubicón de la leyenda.
Acorralado, el presidente Farrell quebraría una ambigua actitud: "Traigan a Perón ya, terminemos con esto antes de que sea tarde". Avalos, intentaría argumentar. "Basta -le gritaría Farrell, sin la discreción de la media voz, mientras veía a lo lejos la plaza estallada de gente- … que venga Perón". Perón fue. Y le preguntó a su superior. "Sí, presidente. ¿Me mandó a llamar?". Farrell respondería en tono conciliador: "Usted ganó, ¿qué quiere, Perón"?
Sin una sola mueca triunfalista, pero sabiéndose que los dioses estaban de su lado, Perón dijo, según casi todas las fuentes de la época, palabras más, palabras menos: "Le ofrezco mi renuncia, convoquemos a elecciones libres. Ya hemos cumplido nuestra misión. Es hora de escuchar al Pueblo".
"De acuerdo", aceptó Farrell, antes de darle un abrazo como señal definitiva del armisticio. "Ahora salga y calme a esta gente antes de que nos prendan fuego a todos". En ese instante moría el 4 de junio de 1943 como génesis de un nuevo movimiento. El círculo se cerraba justo cuando el 17 de octubre de 1945 transitaba sus minutos finales. El "coronel del pueblo" saldría entonces al balcón. La multitud lo recibiría con una atronadora ovación.
Perón sintió el llamado de la Historia. Entre vítores y aclamaciones, empezaría su discurso, una síntesis de lo que vendría. "Trabajadores: Hace hoy casi dos años dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser patriota y la de ser el primer trabajador argentino" Había nacido el peronismo.
***Por Osvaldo PEPE
domingo, 5 de octubre de 2025
1975 - 5 de Octubre - 2025: 50 aniversario del ataque Terrorista de las Far.Montoneros al RIM29 de Formosa**
La operación fue diseñada y dirigida por Raúl Yaguer (NG "Mario"), un ingeniero químico santafesino, cuarto en jerarquía dentro de la organización, con la aprobación de los tres primeros, Firmenich, Perdía y Quieto. También fue la acción militar más importante y compleja realizada hasta ese momento por la subversión. En el ataque, comandado por Mario Konkurat (NG Sebastián), se utilizaron alrededor de 100 combatientes y más de 10 vehículos, variadas armas de fuego, explosivos y elementos de comunicaciones.
Básicamente el plan consistió en secuestrar un Boeing 737 de Aerolíneas Argentinas en vuelo para utilizarlo como vehículo de escape y transporte del armamento sustraído; copar el aeropuerto "El Pacú" de la ciudad de Formosa; realizar al mismo tiempo el ataque por sorpresa al regimiento con alrededor de 100 combatientes llegados sincronizadamente de distintas partes del país. (Capital Federal, Rosario, Santa Fe, Resistencia y Formosa); robar el armamento; replegarse al aeropuerto; cargar las armas robadas y al personal participante, despegar de inmediato para aterrizar en un campo de la provincia de Santa Fe y, desde allí, empleando vehículos propios dispersarse y trasladar el armamento a depósitos ya previstos.
El plan se fue cumpliendo con una precisión de relojería. Momentos antes del ataque al cuartel, Montoneros había destacado 3 vehículos con dos pelotones al aeropuerto de Formosa donde se produjo un enfrentamiento con 4 efectivos de Gendarmería, uno de los cuales resultó herido. El personal de la fuerza de seguridad fue dominado.
Era un domingo a la tarde en la tranquilidad formoseña y la masa de los soldados del regimiento se encontraba franco de servicio. Los atacantes contaron con la complicidad del soldado Roberto Mayol (miembro de Montoneros) que cumplía el servicio militar en el regimiento y que, traicionando a sus compañeros, ayudó al planeamiento y entregó la unidad al arrebatarle el fusil a su compañero del Puesto de Guardia Nº 2 facilitando el ingreso de cinco camionetas que transportaban unos treinta terroristas armados por la puerta posterior.
Simultáneamente el vuelo 706 de Aerolíneas, con 102 pasajeros y 6 tripulantes a bordo, fue secuestrado en pleno vuelo a la altura de Monte Caseros cuando iniciaba su descenso sobre el aeropuerto de Corrientes, y desviado hacia Formosa, dónde aterrizó en el aeropuerto que ya había sido previamente copado. Los pasajeros fueron obligados a permanecer en tierra, el avión fue reabastecido de combustible y colocado en la cabecera de la pista listo para despegar, a la espera de los atacantes que debían llegar con las armas sustraídas en el cuartel.
Conducidos por Mayol, los asaltantes del regimiento conocían el lugar dónde se hallaban los depósitos de armas y de municiones. Un grupo se dirigió hacia la Guardia Central, donde fue asesinado el sargento Víctor Sanabria para impedir que pudiera utilizar la radio.
Cinco guerrilleros le solicitaron al soldado conscripto Hermindo Luna, cuartelero en una Compañía, que se rindiera, expresando que «con vos no es la cosa», a lo que Luna respondió: «¡Acá no se rinde nadie, mierda!», y trató de repeler el ataque con su fusil, recibiendo un impacto en el abdomen que lo dejó mortalmente herido.
Descubierto el ataque, la guardia, el grupo retén y otras fracciones aisladas defendieron intensamente las instalaciones. El ataque alevoso contra los soldados que se encontraban descansando en el dormitorio de la guardia, desató la furiosa reacción del resto de los soldados contra los atacantes y rápidamente los subversivos fueron cercados por el fuego cruzado de los soldados de guardia, que desplegaron cerca de la pista de combate, la ametralladora emplazada cerca del mástil y los oficiales y suboficiales (que vivían en barrios próximos) y habían tenido tiempo para organizarse y concurrir en defensa del cuartel.
Sin poder lograr su cometido, los terroristas dejaron tras de sí 16 muertos propios (Mayol fue muerto cuando intentaba replegarse de la guardia junto a sus compañeros) y huyeron hacia el aeropuerto llevándose los heridos en dos de los vehículos que quedaron en condiciones, 34 fusiles FAL (de los 200 que tenían previsto robar) 1 FAP y la pistola del subteniente Massaferro.
Ya en el aeropuerto, fue atacado por sorpresa un vehículo policial que había llegado para recibir al interventor de la provincia, sin saber lo que estaba pasando. Tras un breve enfrentamiento resultó muerto el agente de la policía Neri Argentino Alegre y fueron heridos un oficial y otro agente. Los subversivos aprovecharon para secuestrar también el avión Cessna de la Gobernación de Corrientes que se encontraba en el lugar, en el que lograron huir la cúpula terrorista y los heridos más graves hacia una arrocera de esa provincia en Nueva Valencia, donde había instalada una posta sanitaria con tres médicos y enfermeras de la organización para la atención de los heridos.
El resto de los atacantes embarcaron según lo previsto en el Boeing 737 secuestrado y despegaron hacia un campo en proximidades de la localidad de María Susana (Santa Fe) Fe. La precariedad de la "pista" preparada determinó que gracias a la habilidad de los pilotos el avión sólo averiara su tren de aterrizaje sin otras consecuencias. Una vez allí, se dispersaron rápidamente empleando los vehículos que los esperaban. Al llegar las fuerzas legales, encontraron 16 de los fusiles robados en un pozo de agua abandonado.
El ejército tuvo 12 muertos, el subteniente Massaferro, el sargento Sanabria y los soldados Hermindo Luna, Antonio Arrieta, Heriberto Avalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torales y Alberto Villalba; y la policía dos. Seis de los soldados fueron ametrallados mientras se estaban bañando, y otros cutro estaban durmiendo. Hubo además 19 heridos, los soldados Ricardo Montenegro, Quirino Salinas, Daniel Quintana, Juan Morínigo, Félix Bernuj, Ignacio Silva, Humberto Antonelli, Julián Román Querio, Félix Ibáñez, Martín Benítez, Hipólito Cabrera, Fausto Landriel, Aníbal Jiménez y Miguel Ávila".
El exdiputado Carlos Kunkel (NG: "Mario" o "Paco") estaba detenido en esa fecha, pero se sabe que, en su carácter de responsable de la Unidad Zonal de Informaciones, participó del planeamiento aportando información, y el padre del ex secretario de Derechos humanos de la Nación, Horacio "Chacho" Pietragalla, también habría participado del operativo.
La publicación "Evita Montonera" relató el desarrollo de la operación y se refirió en especial al comportamiento de los soldados de guardia y retén.
"Los soldados -armados o desarmados en algunos casos- desobedecieron la orden de rendición, en todos los casos presentaron fuerte resistencia y en algunos casos esa resistencia fue suicida.........en el ataque al cuartel una regla general fue que los soldados cuando podían, escapaban de los lugares atacados por nuestras fuerzas, pero ninguno soltaba el fusil y una vez a distancia buscaban parapetarse para iniciar el fuego".
La "Operación Primicia" conmovió al gobierno, al peronismo, a la oposición, a la ciudadanía y a las fuerzas armadas, y tuvo las siguientes consecuencias:
• El presidente interino firmó el decreto ordenando a las fuerzas armadas el aniquilamiento de la subversión en todo el territorio nacional.
• Las Fuerzas Armadas se convencieron de que la guerra iba a ser más larga que lo prevista porque Montoneros había iniciado abiertamente sus hostilidades, sumándose al ERP.
• El general Videla y el almirante Massera comenzaron a estudiar, a partir de ese momento, en la posibilidad de un golpe de estado que permitiera a las Fuerzas Armadas combatir a la subversión desde el poder.
Roberto Mayol es homenajeado en una placa colocada en la Universidad del Litoral que recuerda a veinticuatro "alumnos, profesores y egresados muertos, desaparecidos y perseguidos durante la última dictadura militar", inaugurada en 2006 con una conferencia a cargo de Ricardo Lorenzetti (ex montonero, nombre de guerra "Mono"), miembro y ex presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lo mismo ocurre en los pueblos o ciudades y en los colegios y universidades que frecuentaban los otros terroristas caídos en el cuartel. Ocho de esos doce montoneros muertos figuran en los nuevos listados del" Nunca Más" (publicados en 2006) como víctimas de "ejecución sumaria", una categoría inventada durante el kirchnerismo. Otros cinco figuran como "desaparecidos" en el monumento levantado en el "Parque de la Memoria". Los parientes de esos terroristas cobraron una millonaria indemnización equivalente a cien veces el sueldo más alto de la administración pública nacional al ser considerados víctimas del "terrorismo de estado".
 
