miércoles, 9 de mayo de 2018

Apostillas….

Apostillas….

 

En todos los partidos políticos hay economistas de fuste que podrán instruir con mas entidad acerca de la muy problemática crisis económica y el significado del llamado Déficit fiscal, mencionado insistentemente como uno de los lastres incidentes. Suena horrible pero así se denomina a la insolvencia del estado para hacer frente a sus erogaciones corrientes. Es un tema recurrente y esta dado en función de las políticas públicas de las diferentes administraciones.


En 2015 la estimación de ese agujero era del orden del 5 a 6 % del PBI o sea al borde de la nada; en 2017 se estimaba en un punto menos. Esto implica que la administración publica requiere de unos 30 mil millones de U$S anuales para funcionar…eso si con recursos NO genuinos


Entonces si el estado gasta más de lo que dispone, necesariamente tiene estas ineludibles opciones: 1) emisión monetaria (por Ej. las evitas de $100) sin respaldo, lo que implica una depreciación de la moneda y mas inflación 2) Gestionar créditos o 3) y a modo de complementos hacer ajustes progresivos (reducción de subsidios, etc.)

 

Ante el sismo del mercado y la corrida del dólar, el gobierno opto por un salvavidas  conocido y malquerido para hacer frente a esta debacle atemporal y de impredecibles consecuencias.

 

Recordemos que cuando  derrocaron a Isabel M. de Perón el 24.03.1976, la deuda publica era del orden de los 7 mil millones de dólares, teníamos un 6 % de pobreza y casi nulo desempleo.  En 1983, con la vuelta de la democracia,  la dictadura los legó una deuda externa de 45 mil millones de dólares; el gobierno de R. Alfonsín a modo de paliativo social, auxilio con  unas 800 mil cajas Pan. 35 años después existen más  de 6 millones de personas que reciben una necesaria  ayuda social…y un tercio 30% de la población es pobre…


Algo hicimos mal…o erramos en el diagnostico o no tenemos una dirigencia que nos ayude a salir de este atolladero…


En los años previos al ultimo gobierno, no hubo inversión significativa y los pocos empleos que se generaron fueron los estatales…Argentina pareciera estar en la cornisa de la inestabilidad; un país poco confiable para suscitar expectativas y si demasiadas aventuras.

 

Sin inversión no habrá generación de empleos… y con este panorama estamos en muy serios problemas…

 

En este contexto de incertidumbre, el presidente esta acompañado con un puñado de  tipos con poca calle y cero política: Caputo, Quintana, Lopetegui , Peña, Arribas, Dujovne, Aranguren… y con el monitoreo del Sr. del país de las bananas Duran Barba….

 

Si hubiera algo mas que soberbia, el Presidente debería convocar a todos los partidos políticos, gobernadores y jefes de bancadas legislativas y miembros del poder judicial: para informar y evaluar la muy problemática situación económica y entre todos consensuar políticas para la coyuntura

 

Decían en 2015 que le hicimos un gambito a Venezuela; es materia opinable, pero en el horizonte esta el espejo de la reciente crisis económica de Grecia… Esperemos que no sea más que un indeseable infortunio y que podamos entre todos superar este mal trago.

 


domingo, 6 de mayo de 2018

Diccionario Biográfico Electrónico: 45.000 vidas en línea


La Real Academia de la Historia presenta la edición digital y gratuita de su diccionario biográfico, una obra "de nueva planta" pionera en el mundo que resume 2.500 años de historia de España y el mundo hispánico

 

En un acto presidido por los reyes en el palacio del Pardo, la Real Academia de la Historia ha presentado oficialmente su proyecto más ambicioso hasta la fecha: un Diccionario Biográfico Electrónico que no es solo un trasvase digital de los numerosos tomos de su Diccionario Biográfico de papel; como ha explicado su directora, Carmen Iglesias, se trata de "una obra de nueva planta" que ha contado con la participación de más de 4.000 historiadores y más de 500 instituciones públicas y privadas de diferentes países, entre ellas las academias iberoamericanas de la historia y fundaciones de todo tipo que custodian archivos históricos importantes, así como con el patrocinio de la Fundación Bancaria "la Caixa" y Telefónica

Desde este mismo jueves, el Diccionario Biográfico Electrónico está disponible para consulta libre y gratuita a través de 
su página web. Lo componen actualmente 45.000 biografías que comprenden 2.500 años de historia de España -desde Argantonio, último rey tartésico (muerto en el año 550 a.C.), hasta la primera mujer que ocupó el Ministerio de Defensa, Carme Chacón, fallecida en 2017- y de los territorios que alguna vez formaron parte de la administración española, como las colonias americanas o las islas filipinas. Según ha explicado Iglesias, a esas 45.000 biografías se añadirán próximamente otras 20.000 que están actualmente en preparación.

En 2011 se presentó la edición en papel del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, compuesto por nada menos que cincuenta tomos, que generó una 
sonada polémica por el sesgo ideológico de algunos artículos, y que obligó a la RAH a rectificarUno de los artículos más discutidos fue el de Francisco Franco, a quien el historiador Luis Suárez, autor de la entrada, evitaba calificar como dictador. En su lugar, definía su régimen como "autoritario". Como ya avanzó la nueva directora de la institución, en la nueva edición digital, el artículo relativo a Franco ha sido redactado por Juan Pablo Fusi y ya utiliza la palabra "dictador". Iglesias ha recordado en su intervención al anterior director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, fallecido en 2014, gran impulsor del proyecto del Diccionario Biográfico Español.

"No hay mejor medio para adentrarse en la Historia que a través de las biografías de hombres y mujeres que han sabido aportar algo a los demás, algo que perdura y mejora la vida de sus semejantes; y también de los que la han empeorado o perturbado", ha afirmado Iglesias durante su discurso, que también ha destacado que "desde hace dos décadas se viene diciendo que estamos en un siglo de oro de la biografía histórica y hoy lo podemos corroborar". También ha destacado la difiultad de la tarea del biógrafo, ya que todas las vidas son complejas y no se pueden resumir adjudicándoles "sustantivos abstractos, definiciones simplistas, lapidarias o estereotipos".

 

Los actores Cayetana Guillén Cuervo y Fernando Cayo han conducido la presentación de la nueva versión electrónica, que ha contado con dramatizaciones de actores en el papel de Alfonso X el Sabio, Santiago Ramón y Cajal o la filóloga y defensora de los derechos de la mujer María Goyri. Tras la intervención de Iglesias, el responsable técnico del Diccionario Biográfico Electrónico, Jaime Olmedo, ha explicado la estructura y métodos de búsqueda de la obra, que cuenta con un tesauro de más de 8.000 descriptores divididos en 8 grandes grupos, y ha realizado varias consultas para ejemplificar las posibilidades de acotación del motor de búsqueda. Así, aplicando diversos filtros, ha mostrado que de los 4.354 escritores presentes en el diccionario, podemos estrechar la búsqueda hasta dar con las 6 mujeres poetas musulmanas de la España medieval contenidas en la obra.

Cada artículo, tras el encabezamiento, ofrece los datos biográficos básicos, seguidos del artículo redactado por un especialista, y concluye con un listado de las obras del personaje (en el caso de autores) y una bibliografía selectiva para poder ampliar la información del biografiado. A continuación aparece una de las mayores ventajas de la versión digital de la obra, según Olmedo: una zona de personajes relacionados que en la columna derecha enumera los personajes mencionados en el artículo y en la columna izquierda muestra los personajes en cuyas biografías se menciona al personaje consultado. Esto hace que la obra integre "una red de relaciones nunca mostrada antes", según Iglesias, y que, como explica Olmedo, permite enriquecer y complementar la información de cada personaje más allá de su propia entrada con la lectura de pasajes de otros artículos en los que también aparece. Por último, se ofrece una lista de "personajes similares" por ámbito de ocupación, temporal y geográfico.

El rey Felipe ha cerrado el acto felicitando y dando las gracias a todos los participantes en el proyecto, destacando que "no existe ningún proyecto digital en el ámbito internacional" como este y que gracias a él "el español avanza como un gran idioma tecnológico y el gran idioma en la red que debe ser"

 

http://dbe.rah.es/

 

http://www.elcultural.com/noticias/letras/Diccionario-Biografico-Electronico-45000-vidas-en-linea/12059


sábado, 5 de mayo de 2018

Red Nacional Anti-mafias…

En la foto aparece Hugo Moyano hablando desde la cabecera de la mesa. Lo flanquean el obispo vaticano Marcelo Sánchez Sorondo y el amigo-vocero del Papa Gustavo Vera. Detrás de ellos hay un cartel con letras grandes: Red Nacional Antimafia, por una Argentina sin mafias. Sin comentarios. Todo a la vista

 

El encuentro ocurrió hace poco más de dos semanas en un local del sindicato de Camioneros. Y entre los grandes objetivos proclamados por la red figura la lucha contra el lavado de dinero, un delito que tiene a Moyano contra las cuerdas o que amenaza poner a Moyano contra las cuerdas.

 

Moyano tiene siete causas abiertas. Y en el medio una muy notoria: OCA, que ocupa a 7000 camioneros y supo ser líder del negocio postal. Está en concurso de acreedores y tambalea. Pese a eso sponsorea a Independiente, donde el combo de violencia y corrupción que empezó a destapar la Justicia nadie sabe adónde puede terminar.

 

CUESTA ENTENDER QUÉ HACE EL CANCILLER de la  PONTIFICIA ACADEMIA de las CIENCIAS del  VATICANO ABRAZANDO a  MOYANO en una  CRUZADA ANTIMAFIA.

Publicado por el editor del diario clarín


Escándalo! En 2018 no habrá premio Nobel de Literatura




El Club de los Libros Perdidos


¡Escándalo! En 2018 no habrá premio Nobel de Literatura

Posted: 04 May 2018 03:45 PM PDT

La Academia Sueca informó el cuatro de mayo que este año no se otorgará el Nobel de Literatura, el máximo galardón de las letras mundiales, y que el fallo se aplazará a 2019, por el escándalo de filtraciones y supuestos abusos sexuales que la ha colocado en una crisis histórica. 



  "Consideramos que es necesario invertir tiempo en restablecer la confianza de la opinión pública en la Academia antes de poder anunciar al próximo galardonado", aseguró el secretario permanente de la Academia, Anders Olsson.

   El premio que corresponde a este año se entregará en 2019. La decisión se tomó en una reunión semanal celebrada en Estocolmo en la víspera sobre la base de que la Academia no está en condiciones de elegir a un ganador luego de una serie de escándalos de abuso sexual y delitos financieros.

  

   
  Se actuó "por respeto a los anteriores y futuros galardonados en Literatura, a la Fundación Nobel y al público en general", añadió.

  Esta será la primera vez desde 1949, tras la Segunda Guerra Mundial, que se demore la concesión del prestigioso reconocimiento. Kazuo Ishiguro, un novelista británico nacido en Japón, ganó el premio en 2017.

  La disputa interna en la Academia, que concede solo uno de los seis premios Nobel, comenzó por un escándalo de abusos ligado a Jean-Claude Arnault, una importante figura de la cultura sueca que está casado con la poetisa Katarina Frostenson, que forma parte de la institución.


   La prestigiosa academia admitió más tarde en un informe que "un comportamiento inaceptable en forma de una intimidad no deseada" ocurrió dentro de sus filas, pero su manejo de las acusaciones indecorosas menoscabó su credibilidad, puso en cuestión sus decisiones y forzó la renuncia de Sara Danius, su primera secretaria permanente femenina.

  El debate sobre cómo enfrentar sus fallas también dividió a sus 18 miembros, que tienen puestos vitalicios, hasta entrar en terreno hostil y llevó a siete de sus integrantes a retirarse o desvincularse del opaco grupo.

  En la reunión celebrada esta semana, la entidad acordó revisar sus prácticas operativas, según su comunicado.

"El trabajo para la selección de un galardonado está en una fase avanzada y seguirá como es habitual en los próximos meses, pero la Academia necesita tiempo para recuperarse por completo", agregó.


  La Fundación Nobel reaccionó de inmediato, diciendo que presume que la organización "centrará ahora todos sus esfuerzos en la tarea de restaurar su credibilidad como una entidad" y reportará las medidas concretas que emprenda.

   "Asumimos también que todos los miembros de la Academia se dan cuenta de que tanto sus extensos esfuerzos de reforma como su futura estructura organizativa deben caracterizarse por una mayor apertura hacia el mundo exterior", señaló Carl-Henrik Heldin, presidente de la junta de la Fundación Nobel en otro comunicado.

   En otoño, el diario Dagens Nyheter, uno de los más importantes de Suecia, publicó acusaciones de 18 mujeres contra Arnault por una conducta sexual inapropiada. Arnault, de 71 años, dirige un centro cultural que solía recibir fondos de la Academia.


  Además, se sospecha que él violó las centenarias normas de los Nobel al filtrar los nombres de ganadores al menos en siete ocasiones desde 1996. No estuvo claro qué nombres reveló.

  Bjorn Hurtig, el abogado de Arnault, negó las acusaciones y dijo a The Associated Press que su cliente es víctima de una "caza de brujas" y que las denuncias "solo buscan dañarlo".

  Los premios más prestigiosos en ciencias, medicina, literatura y esfuerzos por la paz no se han entregado 49 veces en total desde que se crearon de acuerdo al testamento del inventor sueco Alfred Nobel en 1901.

  El de Literatura no se entregó en siete ocasiones, principalmente por las guerras, pero en 1935 quedó desierto. En otras siete ocasiones se demoró la concesión, como ocurrirá este año.



7 GENIALES CUENTOS DE JULIO CORTÁZAR PARA LEER ONLINE Y ¡GRATIS!

Posted: 04 May 2018 03:11 PM PDT

¿Te aburriste de sentir que pierdes el tiempo en Internet? Basta de eso, aquí te traemos los mejores enlaces para que te dejes llevar online por la literatura de uno de los escritores más innovadores de todos los tiempos.




   Julio Cortázar es uno de los escritores argentinos más destacados. Junto con Jorge Luis Borges, llevó a la Argentina a las grandes ligas de la literatura mundial, y se reconoce a ambos como una influencia indiscutida sobre las generaciones que les siguieron.



  El autor de Rayuela, la obra que todos deberían leer aunque sea una vez en la vida, está disponible para cualquier lector, online, y gratis.



  Los cuentos que te dejamos a continuación, son puertas para entrar en el laberinto de Cortázar, y no abandonarlo jamás. ¡Ojalá te pierdas!



1. La noche boca arriba:


  Para leer este cuento, es bueno que tengas algunas preguntas en mente, ¿Se puede estar en dos lugares al mismo tiempo? ¿Es eso un sueño, o es real? ¿En qué momento se cruzan la vida y la muerte?

2. Tu más profunda piel:


  ¿Quién puede resistirse a esta frase? "Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundió". ¡Listo...!




3. Graffiti:


   Este cuento de amor y política con mensajes ocultos, noches tristes y pintura, es uno de los imperdibles del escritor. Cuando menos lo esperás, te estás comunicando con alguien por medio de un graffiti.

4. El otro cielo:


  Dos vidas en un mismo relato. Una Buenos Aires, y otra en París. "Mi novia, Irma, encuentra inexplicable que me guste vagar de noche por el centro o por los barrios del sur. Para ella, como para mi madre, no hay mejor actividad social que el sofá de la sala donde ocurre eso que llaman la conversación".



5. Instrucciones para llorar:


  Si aún no sabes como hacerlo, Cortázar te da el manual de instrucciones para que el llanto sea lo que debe ser. "Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos…"




6. Carta a una señorita en París:


Como parte de Bestiario, en este cuento el personaje principal vomita conejos. Quien escribe está cuidando el departamento de Andreé, en Buenos Aires, mientras ella se encuentra en París. Maravilloso e imperdible.




7. Las manos que crecen:


  ¿Qué sentirías si tus manos empezaran a crecer desmesuradamente? Esto es lo que le ocurre a Plack. Una pelea, un moretón y un adiós. 


  Después de un fenómeno, sus extremidades empiezan a crecer, llegan a sus rodillas y más allá. ¿Cómo termina?


¡Que los disfrutes!


Fuente: Big Bang

"La noche boca arriba", un hermoso cuento de Julio Cortázar para disfrutar

Posted: 04 May 2018 04:28 AM PDT

  «La noche boca arriba» es un cuento del escritor argentino Julio Cortázar. Apareció en Final del juego publicado en 1956 —primera edición en México— y posteriormente en 1964 —segunda edición aumentada.​ La narración está incluida en la tercera parte del libro.





   A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde, y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. 

   El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.


     Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. 


  Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente.

   Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pié y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.


      Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla, y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho.

   Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. 

   Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en la piernas. «Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado...» 


  
 Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

      La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. 

  El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla.

    Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. «Natural», dijo él. «Como que me la ligué encima...» Los dos rieron, y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. 

  Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. 

  Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.



    Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la radiografía. 

  Manos de mujer le acomodaron la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.


     Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie.

   Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. 

  Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.


     Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. «Huele a guerra», pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida.


   Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió.

    Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor de la guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. 

  A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada horrible del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.


-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de al lado-. No brinque tanto, amigazo.


     Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla.


   El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta.


   Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa.

   Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes; como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y quedarse.


       Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trocito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida.

   Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no le iba a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.


  Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. «La calzada», pensó. «Me salí de la calzada.» Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. 

   Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal, subió como el escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector.


   Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y al la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. 

  La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada mas allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en los muchos prisioneros que ya habrían hecho. 
 
  Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.


      Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces, los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.


   -Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.



     Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin ese acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla.

  Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara.


   La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. ¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar.

   Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento.

   De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. 

  Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.


      Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. 


  Estaba estaqueado en el suelo, en un piso de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. 

  Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.


     Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio.

   Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne.

   Su brazo derecho, el más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y tuvo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio.

   Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. 

  Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final.


   Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se alzara frente él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. 

  El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero cómo impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de la vida.


       Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus párpados.


 Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él.

  Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala.


    Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de humo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. 

   Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque otra vez estaba inmóvil en al cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía la muerte, y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. 

   Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas.

   En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.


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