El alma de las bibliotecas y Centros de documentación es el bibliotecario/a. El ha sido y es, el nexo entre el saber aquilatado, conservado y organizado en las nobles arquitecturas y la comunidad. Tiene responsabilidades, objetivos y obligaciones…pero esa alma corpórea es merecedora de los derechos que como Trabajador de la Información le corresponden; Este es nuestro desafió profesional: Construír a partir de nuestra propia identidad una organización genuina para los Bibliotecarios
sábado, 18 de agosto de 2012
lunes, 2 de enero de 2012
Breve historia de los bibliotecarios romanos
En entradas anteriores habíamos tratado de ciertas bibliotecas privadas de ostentación y de sus propietarios. Ahora le llega el turno a las bibliotecas públicas romanas y a sus empleados -igualmente públicos, que no privados-, gracias a fuentes históricas y sobre todo epigráficas.
Las bibliotecas públicas romanas
Las grandes bibliotecas de Roma fueron concebidas para la selección y conservación de las memorias históricas de Roma, así como de cierta literatura romana, estando excluidas por lo general al préstamo domiciliario. Sus colecciones estaban integradas por rollos de papiro (volumina) guardados en diversos tipos de contenedores (recipientes cerámicos, cestos, cofres de madera) y dispuestos en las estanterías de los nidi abiertos en las paredes. Hacia los siglos III-IV d.C. el rollo fue siendo sustituido por el codex, generalizándose entonces el uso de losarmaria, óptimos para guardar ambos soportes del libro.
Biblioteca Ulpia en el Foro de Trajano (Ilustración de James E. Packer)
Estas grandes bibliotecas públicas fueron creadas para el disfrute de cualquier lector, pero eran en realidad frecuentadas por una restringida comunidad de doctos y literatos deseosos de acceder a obras antiguas o raras, de cotejar textos o de usarlas como mero espacio de sociabilidad. Por lo demás, los potenciales lectores de estas bibliotecas públicas eran los mismos que tenían la posibilidad de poseer -y a menudo poseían- bibliotecas privadas.
Antes del Principado sólo había bibliotecas privadas. Sus propietarios -como el orador Marco Tulio Cicerón y su amigo el bibliopola Tito Pomponio Ático- permitían únicamente a sus clientes y amistades utilizarlas como un privilegio adicional. Con el tiempo, esta aristocracia comenzó a considerar la posibilidad de crear una biblioteca pública para las clases populares (Fielden, J.).
Será el senador y literato Gaio Asinio Polión quien construya en el Atrium Libertatis (edificio donde los censores custodiaban tabellae con los listados de esclavos manumitidos) la primera biblioteca pública de Roma, al unir posiblemente varias colecciones de notables romanos -como las de Marco Terencio Varrón y el dictador Lucio Cornelio Sila- y merced al botín obtenido en las Guerras Ilíricas (39 a.C.). La decoración de la misma a base de esculturas de escritores de renombre y la división en dos secciones -latina y griega-, emplazadas en sendos edificios gemelos o afrontados, se repetirá en las sucesivas bibliotecas erigidas por emperadores y personajes poderosos, merced a la práctica conocida con el nombre de "evergetismo" (el mecenazgo o donación pública de edificios y espacios para disfrute público).
En Roma hay documentadas las siguientes bibliotecas públicas:
- Bibliotheca in Atrio Libertatis
- Bibliotheca Templi Apollinis
- Bibliotheca Porticus Octaviae
- Bibliotheca Templi Augusti
- Bibliotheca Domus Tiberianae
- Bibliotheca in Templo Pacis
- Bibliotheca in Foro Traiano
- Bibliotheca in Capitolio
- Bibliotheca in Templo Aesculapii
También está documentada la existencia de ciertas bibliotecas menores anexas a las grandes termas y que poseerían un fondo más modesto, destinado al mero entretenimiento entre baño y baño. Fuera de Roma son conocidos también abundantes donantes de bibliotecas y colecciones, como la biblioteca del templo de Asclepio en Pérgamo -donada por Flavia Melitina, una generosa dama local-, la Biblioteca de Adriano en Atenas o la Biblioteca de Celso en Éfeso -cuyas magnificas fachada y exedra aún se conservan-.
Los bibliotecarios romanos
En época julio claudia los trabajadores de las bibliotecas públicas solían ser libertos imperiales (Augusti liberti) y en menor medida esclavos públicos (servi publici) especializados. Con el paso del tiempo la más alta dirección de las bibliotecas quedaría reservada a ciudadanos del orden ecuestre (ordo equester), como un cargo más en su carrera de procuratelas. Examinando las inscripciones epigráficas que nos han llegado "únicamente es posible suponer las ocupaciones de cada uno de los puestos desempeñados, ya que aquéllas no nos porporcionan información alguna sobre este particular" (Rodríguez Valcárcel). Podemos llegar a distinguir varias categorías diferentes -procuratores bibliothecae, a bibliothecis,servi publici vilici, librarii- y tan sólo intentar esbozar sus posibles funciones.
Los procurator bibliothecae. El emperador Tiberio será quien dé carácter oficial a quienes se encargaban de dirigir las bibliotecas, supervisar su personal y controlar las adquisiciones -ya fuera buscando títulos para su copia, comprando de manuscritos a los bibliopola de la urbe o efectuando expurgos, ora políticos, ora técnicos-. Uno de los procuradores más longevo en su desempeño fue Tiberio Iulio Papo, servidor primero de la domus imperial, y más tarde, liberto del emperador Claudio, que desempeñará su cargo de forma sucesiva bajo los emperadores Tiberio, Calígula y Claudio. También fue procurator bajo Adriano el escritor Gaio Suetonio Tranquilo, autor de De vita caesarum (Las vidas de los doce césares).
Traemos a colación una inscripción honorífica procedente de Colonia Ostia -la ciudad portuaria de la antigua Roma- y dedicada por sus munícipes a otroprocurator bajo Adriano y Antonio Pío: Lucio Volusio Meciano (CIL XIV 5347/8). Perteneciente éste al rango ecuestre, podemos seguir en ella su cursus honorumcon todas sus procuratelas de mayor a menor importancia.
A Lucio Volusio Meciano, hijo de Lucio, que fue Prefecto de Egipto, Prefecto del Suministro del Grano, Pontífice Máximo, Procurador de los Libelos y Censos del emperador Antonino Pío, Procurador de la Jurisprudencia, Procurador de las Bibliotecas, Procurador del Servicio de Postas, Procurador de los Libelos de Antonino Pío, Ayudante del Divino Adriano, Prefecto de la Cohorte I Aelia Clásica y Prefecto de Ingenieros Militares
Patrono de la Colonia
Dedicado por decreto público de los Decuriones
Al servicio de aquéllos, los administradores a bibliothecis estarían encargados en cambio de la conservación de la colección, de la copia manuscrita de volúmenes, de su ordenación, de la confección de etiquetas de títulos y de la redacción de inventarios o catálogos. Transcribimos a continuación una inscripción funeraria, procedente de la Vía Appia, dedicada por dos de ellos a su madre fallecida (CIL VI, 5189)
IVLIA · ACCA
MATER
CALLISTHNIS · TI · CAESAR
AVG · A · BYBLIOTHECE
LATINA · APOLLINIS
ET DIOPITHIS · F · EIVS · A · BIBLIOT
LATINA · APOLLINIS
VIX · AN · XLVIII
Iulia Acca / mater / Callisthnis (sic) Ti(beri) Caesar(is) / Aug(usti) a bybliothece / Latina Apollinis, / et Diopithis f(ili) eius a bybliot(thece) / Latina Apollinis / vix(it) an(nos) XLVIII.
A Iulia Acca, madre, que vivió 48 años. Se la dedican sus hijos Calístenes, [¿liberto?] del emperador Tiberio César Augusto, y Diópices, destinados a la Biblioteca Latina [del Templo] de Apolo.
Por debajo de éstos, los siervos públicos vilici se encargarían ya de las labores subalternas y del mantenimiento del edificio. Transcribimos la correspondiente inscripción funeraria (CIL VI, 4435) de la misma Vía Appia.
MONTANVS
IVLIANVS · VILIC
A · BYBLIOTHECA
OCTAVIAE · LATIN
Montanus / Iulianvs vilic(us) / a bybliotheca / Octaviae Latin(a)
Montano Juliano, vilicus de la Biblioteca Latina [del Pórtico] de Octavia.
En otras inscripciones aparece frecuentemente el término librarius, designando a un funcionario bien formado que llevaría a cabo tareas menores de secretario, copista, transcriptor, librero y hasta funciones sacerdotales (Boyd, C. E.)
Taller de un epigrafista junto a una vía romana. Ilustración de Otto Schwalge
Como hemos visto, las inscripciones de tumbas romanas nos aportan información sobre nuestros antecesores en la profesión. A modo de conclusión, y para confirmar que la perpetuación de la memoria de los bibliotecarios aún persiste, adjunto otros ejemplos más cercanos ya a nuestro tiempo: la tumba del librero y editor Honoré Champion (obra de Paul-Albert Bartholomé, en el cementerio parisino de Montparnasse) y la de un bibliotecario anglosajón muy escrupuloso con las normas de catalogación.
Manuel Pérez Rodríguez
A Bibliotheca Hispanica
Bibliografía
- ALONSO TRONCOSO, Víctor. "Las primeras bibliotecas de Roma (Romoteca)" enRevista General de Información y Documentación, 2003, 13, nº 1, p. 37-49. [en línea] <http://www.ucm.es/BUCM/revistas/byd/11321873/articulos/RGID0303120037A.PDF>
- BOYD, Clarence Eugene. Public libraries and literary culture in ancient Rome.Illionois: University Chicago Press, 1915. [En línea] <http://ia600401.us.archive.org/16/items/cu31924029525940/cu31924029525940.pdf>
- CASSON, Lionel. Las bibliotecas en el mundo antiguo. Barcelona: Bellaterra, 2003
- Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL). Berlin-Brandenburg Academy of Sciences and Humanities [En línea] <http://cil.bbaw.de/cil_en/index_en.html>
- FIELDEN, Jerry. Private Libraries in Ancient Rome [En línea]<http://www.jerryfielden.net/essays/privatelibs.htm>
- RODRÍGUEZ VALCÁRCEL, José A. "Procurator Bibliothecae Augusti: Los bibliotecarios del emperador en los inicios de las bibliotecas públicas de Roma" enAnales de Documentación, nº 7, 2004, p. 231-239. [en línea] <http://revistas.um.es/analesdoc/article/view/1601>
domingo, 1 de mayo de 2011
La historia del Día del Trabajo
los albores de la revolución industrial en los Estados Unidos. A fines
del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad de EE.UU. Del oeste y del
sudeste llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos
desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a
cientos de miles de trabajadores. Además, estos centros urbanos
acogieron a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo
XIX.
La reivindicación de la jornada laboral de 8 horas
Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada
de 8 horas. El hacer valer la máxima ocho horas para el trabajo, ocho
horas para el sueño y ocho horas para la casa.
En este contexto se produjeron varios movimientos, en 1829 se formó un
movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la jornada de
ocho horas. Anteriormente existía una ley que prohibía trabajar más de
18 horas, salvo caso de necesidad. Si no había tal necesidad,
cualquier funcionario de una compañía de ferrocarril que hubiese
obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de 18 horas
diarias debía pagar una multa de 25 dólares.
La mayoría de los obreros estaban afiliados a la Noble Orden de los
Caballeros del Trabajo, pero tenía más preponderancia la American
Federation of Labor, Federación Estadounidense del Trabajo,
inicialmente socialista (algunas fuentes señalan el origen
anarquista).
En su cuarto congreso, realizado el 17 de octubre de 1884, había
resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la
jornada de trabajo debería ser de ocho horas. En caso de no obtener
respuesta a este reclamo, se iría a una huelga. Recomendaba a todas
las uniones sindicales a tratar de hacer promulgar leyes con ese
contenido en todas sus jurisdicciones.
Esta resolución despertó el interés de todas las organizaciones, que
veían que la jornada de ocho horas posibilitaría obtener mayor
cantidad de puestos de trabajo (menos desocupación). Esos dos años
acentuaron el sentimiento de solidaridad y acrecentó la combatibilidad
de los trabajadores en general.
En 1886, el presidente de Estados Unidos Andrew Johnson promulgó la
llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias.
Al poco tiempo, 19 estados sancionaron leyes que permitían trabajar
jornadas máximas de 8 y 10 horas (aunque siempre con cláusulas que
permitían hacer trabajar a los obreros entre 14 y 18 horas). Las
condiciones de trabajo eran similares, y las condiciones en que se
vivía seguían siendo insoportables.
Como la Ley Ingersoll no se cumplió, las organizaciones laborales y
sindicales de EE.UU. se movilizaron. La prensa calificaba el
movimiento en demanda de las ocho horas de trabajo como «indignante e
irrespetuoso», «delirio de lunáticos poco patriotas», y manifestando
que era «lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir
ninguna hora de trabajo».
La convocatoria de huelga
La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (la principal
organización de trabajadores en EE.UU.) remitió una circular a todas
las organizaciones adheridas donde manifestaba: «Ningún trabajador
adherido a esta central debe hacer huelga el 1° de mayo ya que no
hemos dado ninguna orden al respecto».
Este comunicado fue rechazado de plano por todos los trabajadores de
EE.UU. y Canadá, quienes repudiaron a los dirigentes de la Noble Orden
por traidores al movimiento obrero.
En la prensa del día anterior a la huelga, el 29 de abril de 1886, se
podía leer: «Además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir
todo lo que puedan sugerir los más locos anarco-socialistas». El New
York Times decía: «Las huelgas para obligar al cumplimiento de las
ocho horas pueden hacer mucho para paralizar nuestra industria,
disminuir el comercio y frenar la renaciente prosperidad de nuestra
nación, pero no lograrán su objetivo».
El Filadelfia Telegram decía: «El elemento laboral ha sido picado por
una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate:
piensa precisamente en estos momentos en iniciar una huelga por el
logro del sistema de ocho horas». El Indianápolis Journal decía: «Los
desfiles callejeros, las banderas rojas, las fogosas arengas de
truhanes y demagogos que viven de los impuestos de hombres honestos
pero engañados, las huelgas y amenazas de violencia, señalan la
iniciación del movimiento».
El día 1 de mayo, la huelga
El 1° de mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga
mientras que otros 200.000 obtenían esa conquista con la simple
amenaza de paro.
En Chicago donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor
que en otras ciudades del país las movilizaciones siguieron los días 2
y 3 de mayo. La única fabrica que trabajaba era la fábrica de
maquinaria agrícola McCormik que estaba en huelga desde el 16 de
febrero porque querían descontar a los obreros una cantidad para la
construcción de una iglesia.
La producción se mantenía a base de esquiroles. El día 2 la polícia
había disuelto violentamente una manifestación de más de 50.000
personas y el día 3 se celebraba una concentración en frente sus
puertas, cuando estaba en la tribuna el anarquista August Spies sonó
la sirena de salida de un turno de rompehuelgas. Los concentrados se
lanzaron sobre los scabs (amarillos) comenzando una pelea campal. Una
compañía de policías, sin aviso alguno, procedió a disparar a
quemarropa sobre la gente produciendo 6 muertos y varias decenas de
heridos.
El redactor del Arbeiter Zeitung Fischer corrió a su periódico donde
proclama (que luego se utilizaría como principal prueba acusatoria en
el juicio que le llevó a la horca) imprimiendo 25.000 octavillas. La
proclama decía:
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la
fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos
de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de
carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es
preferible la muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los
amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!.
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a
sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se
llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos
del orden...
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.
La proclama terminaba convocando un acto de protesta para el día
siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket.
Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para hacer un acto a las
19.30 en el parque Haymarket. Los hechos que allí sucedieron son
conocidos como Revuelta de Haymarket.
Consecución de la jornada laboral de ocho horas
A finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a
otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros.
El éxito fue tal, que la Federación de Gremios y Uniones Organizadas
expresó su júbilo con estas palabras: «Jamás en la historia de este
país ha habido un levantamiento tan general entre las masas
industriales.
El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a
millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes,
cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación
sindical»
.
En la actualidad
A lo largo del siglo XX, los progresos laborales se fueron
acrecentando con leyes para los trabajadores, para otorgarles derechos
de respeto, retribución y amparo social. En la última década del siglo
esos progresos retrocedieron bajo la influencia del neoliberalismo.
En la actualidad, casi todos los países democráticos rememoran el 1º
de mayo como el origen del movimiento obrero moderno. Estados Unidos,
Reino Unido y el Principado de Andorra son los únicos países, del
mundo occidental, que no lo recuerdan.
En 1954 el papa católico Pío XII apoyó tácitamente esta jornada de
memoria colectiva al declararla como festividad de San José Obrero.
Últimamente se viene denominando a esta día como Día Internacional del
Trabajo.
Fuente:http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=420036
lunes, 27 de diciembre de 2010
GALIMBERTI, Crónica negra de la historia reciente de la Argentina
«Yo soy mucho mejor de lo que ustedes piensan y mucho peor de lo que imaginan». Rodolfo Galimberti
Galimberti es el resultado de la tarea de investigación más audaz y exhaustiva del periodismo argentino de los últimos años: la reconstrucción de cuarenta años de historia a través de la biografía no autorizada del personaje más irritante, provocativo y polémico del peronismo.
Galimberti es una historia pública y privada de la Argentina leída desde la trayectoria del ex delegado de Perón que se convirtió en guerrillero montonero, secuestró a los hermanos Born en la era del capitalismo industrial, vivió dieciséis años en la clandestinidad, combatió como mercenario al servicio de la OLP, se recicló como socio de su ex secuestrado, vendió armas, se hizo amigo de los torturadores de sus antiguos compañeros y llegó a trabajar para los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Disponible en
http://ar.groups.yahoo.com/group/richardebury/files/Los%2070/
lunes, 16 de agosto de 2010
La vida de San Martin [Lección de historia 17 de agosto de 1948**]
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martes, 10 de agosto de 2010
La Bibliofilia
miércoles, 9 de junio de 2010
Efemérides;9 de junio de 1956.Los Crímenes de la Revolución Libertadora
No se conoce el número exacto de rebeldes que participan del levantamiento. Es posible que no llegaran a los 200. Sí se sabe que les faltaba coordinación, actuando en forma dividida en las tres ciudades y carecían de armas pesadas. No tenían ninguna posibilidad de triunfar. El régimen, los deja actuar para poder aplicarles una medida "ejemplificadora".
El domingo 10 de junio, a menos de veinticuatro horas del levantamiento y cuando ya no existen focos de resistencia, el gobierno de facto encabezado por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Rojas lanza el decreto Nº 10.364, imponiendo la ley marcial. La pena de muerte debía hacerse efectiva a partir de entonces. Sin embargo, se aplica reatroactivamente a quienes se habían sublevado el sábado 9 y ya se han rendido y están prisioneros.
El art. 18 de la Constitución señala: "Queda abolida para siempre la pena de muerte por motivos políticos". No obstante, con una velocidad sorprendente el régimen de la Rev.Libertadora ordena que en menos de 72 horas se efectúen 28 fusilamientos de militares y civiles en seis lugares distintos. Los pelotones de ejecución gastan más cartuchos que los que alcanzaron a disparar los rebeldes condenados.
El General Valle se hallaba oculto en el barrio de San Telmo. El general podría haberse asilado en una embajada pero al atardecer del 12 de junio decide entregarse para poner fin a la matanza. A pesar de que ha encabezado el levantamiento antes de la instauración de la pena de muerte, lo fusilan a las diez de la noche.
La semilla del odio y la revancha no tardará en germinar, pero esa, esa es otra historia…
Fuente: http://www.lafogata.org/06arg/arg6/arg_15-5.htm / y agregados de Daniel A. Diaz